23/10/09

La hora de la verdad VIII


-Bonita forma de no quererme dar el móvil, buena excusa.-dije algo molesto saliendo de su casa. No me importó que su perro ladrara. Me dolió que ni su amistad me diera.

Bajé hacia el parking y me quedé parado a medio camino, giré mi cuerpo y miré su ventana. No estaba, hubiera deseado verlo una vez más. Aunque estaba molesto no dejaba de sentir ganas de estar con él. Sentía que mi sitio estaba junto a él, era lo que podía notar o lo que me hacía notar mi alma. No era sólo por físico, no era un magnetismo animal, quería realmente protegerlo.

Me subí al automóvil y me dirigí a casa. Durante el trayecto me puse a llorar como un crío. Hacía mucho que no lloraba por una cosa así. Había sido un rechazo demasiado duro. No sabía porque me había comportado como un iluso, un idiota, cuando todas las señales era de error. Sin embargo, quería seguir intentándolo. Los trajes los podía haber pedido a cualquiera, pero deseé que fuera él para tener una excusa más. No todo iba a ser recados de mi madre, además ya lo sabía todo y quería que me alejara.

Nada más llegar escuché los tacones de mi madre, ni siquiera me dio tiempo a cerrar la puerta de casa. Ella me esperaba al final de la escalera con los brazos cruzados y una mirada bastante reveladora. Vino hacia mí y me tomó del rostro, sus ojos gritaban preocupación aunque aparentara calma.

-¿Qué te dije?-interrogó.-Debes alejarte de él Hizaki.

Me quedé desorientado, mentiría si dijera algo distinto. En esos momentos no sabía si salir corriendo o abrazarme a ella. Opté por quedarme firme apretando los puños.

-Que desistiera, que me alejara.-respondí intentando no titubear.

-Te vi montándolo cuando hacía negocios en una cafetería, iba a llamarte pero pensé que sería entrometerme en tu vida. Debías tomar las decisiones oportunas, sin embargo tomaste el camino duro.-esa nefasta casualidad le daba una leve idea de porqué había llorado.

-No pasó nada.-intenté apartarme, pero ella me agarró bien de los hombros.-Somos amigos, quiero ser su amigo.

-Está bien.-respondió.

-Debería hacerme pruebas de alergia, me lloran los ojos desde hace unos días y se irritan.-susurré caminando hacia mi habitación.

Al entrar me vi a mi hermano recostado en mi cama, tumbado hecho un ovillo. No podía desahogarme con tranquilidad, él estaba ahí dormido y no quería despertarlo. Encendí el ordenador y comencé a teclear una historia. No sé porqué lo hice, pero necesitaba desahogarme por completo y dejar todo impreso en el papel digital de la pantalla. Quería dejarlo ahí, entre los píxeles de un ordenador y olvidarlo por completo. Había sido un mal día, el peor en mucho tiempo. En vez de ganarme al chico que quería lo estaba perdiendo.

Así pasó el día. Así lo pasé. En vez de estudiar, o dedicarme a mis actividades normales, me puse como un cursi adolescente a escribir una especie de diario. Al terminar me di cuenta de que mi hermano se había levantado y marchado, todos estaban abajo comiendo y yo pasé de la cena. No tenía ganas de nada, estaba vacío. Había conseguido liberar mis sentimientos en un archivo de Word.

No hay comentarios: