6/12/09

Estrés I


Capítulo 10:

Estrés

La noche siguiente sin él fue extraña y vacía. Me sentía perdido sin su calor y su aroma, me costó conciliar el sueño cuando usualmente lo único que me preocupaban eran los estudios. Quería girarme en la cama y contemplarlo, poder acariciar su espalda sin que notara que yo estaba allí, pero era imposible.

En plena noche noté los primeros truenos, una nueva lluvia de primavera casi verano, los cristales temblaron y mi hermano entró en mi cuarto gritando. Se tiró encima mía y me sacó todo el aire.

-¡Hizaki!-gritó aferrándose a mí mientras intentaba entrar bajo las mantas.

-Son sólo truenos, lluvia y granizo.-susurré acariciando sus cabellos.

-Seguro que a tu hijo también le dan miedo los truenos.-balbuceó pegado a mi pecho.

Eso me hizo recordar que él lo sabía, que mi madre lo sabría al día siguiente y que de todo eso se encargaba Yutaka. Él llamaría a mi padre y él llamaría a Megumi, mi madre tan sólo era avisada por mí. Me sentía indefenso y, a pesar de todo, fuerte.

-Él no será un miedica como tú.-respondí sin dejar de revolver sus cabellos, de masajear su aún pequeño cráneo.

-Hiza.-susurró recostándose mejor a mi lado.-¿Vas a irte de casa mañana?

-¿Por qué dices eso? ¿Por qué mañana?-pregunté intentando saber el porqué.

-Mamá y tú habéis quedado mañana, eso significa que se lo dirás.

No dije nada, tan sólo silencio. No tenía nada que decir, los niños a veces se percataban demasiado bien de los sentimientos y decisiones de los adultos. No hacía falta que confesara, él con sus enormes ojos había leído en los míos mi temor. Sus dedos jugueteaban con los cabellos de mi nuca, se aferraba como cuando era prácticamente un bebé.

Siempre sentí que tenía la obligación de quererlo, pero por algún motivo ese amor salía de mi interior sin que nadie ni nada me dijera que debía hacerlo. Él lo era todo hasta hacía unos meses, pronto tendría un pequeño al que amar de forma más intensa tal vez. El amor de mi hermano era imprescindible, lo seguiría queriendo y protegiendo, pero no tan intensamente. Quizás era lo que más temía.

-Me gustaría que mañana vinieras conmigo.-susurré cuando supe que ya dormía.-Que estuvieras a mi lado como un adulto, pero aún eres un niño Hero.-besé su frente y lo arropé mejor que antes. Inconscientemente al escuchar un trueno a lo lejos se aferró a mí de forma más intensa, a pesar de que dormía.-Está bien, no me apartaré... espero que el destino tampoco nos aparte del camino. Te quiero mucho hermanito.-mascullé besando su frente.

No dormí demasiado bien, necesitaba a Olivier y también quería creer que nada de lo que tenía podía perderlo. Sin embargo, la vida es un continuo camino de perdidas y ganancias. Debía aprender a perder, ya que sólo estaba acostumbrado a ganar.

La tormenta siguió toda la noche, hasta bien entrada la mañana, tenía una cita importante en el Hotel Duque. Así que lo dejé recostado en la cama aferrado a uno de mis viejos peluches de niño. Fui hacia la ducha de mi cuarto de baño privado, refresqué las ideas y abrí la ventana de mi cuarto para ver que aún llovía pero que la temperatura era alta, además que había sensación de bochorno. Era un día extraño, uno de esos que te preguntas si realmente estas despierto o si aún sigues en la cama.

Mientras me vestía y terminaba de arreglarme la lluvia cesó, el solo apareció y poco a poco las escasas nubes que quedaban se marcharon. Hero dormía, no tenía clases y sabía que disfrutaba de esos días de huelga escolar. Cerré la ventana y eché las cortinas para dejarlo descansar, antes de irme besé su frente y le arropé mejor porque en casa siempre había corrientes de aire.

-Nos vemos después, eso espero.-dije apartando algunos cabellos que caían sobre su frente.-Cuidate mucho Hero.

Cerré la puerta mientras enviaba un mensaje de móvil a Miho, quería saber si estaba todo preparado y si ella se encontraba con fuerzas para lo que íbamos a hacer. A penas nos conocíamos como hermanos y ya estábamos dispuestos a morir el mismo día.

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