18/8/09

Hola Marimacho I


Capitulo: 5

Hola Marimacho


Me levanté temprano y mi hermano ya se había levantado. Según supe se fue a sus actividades extraescolares. Era sábado. Amaba los sábados por la mañana aunque siempre me levantara a la misma hora. Podía estar en la cama estudiando, salir a pasear para despejarme, ir a comer con los amigos, ensayar algún tema nuevo o simplemente quedarme en un rincón escuchando música.

Pero ese sábado era especial. Iría con mi padre, y mi supuesta hermana, a correr con mi pequeña diosa. Era mi moto, la llamaba de forma cariñosa “Rain”. Su belleza era como la propia noche, completamente negra, y su fuerza era superior a la categoría de motos en la que estaba. Cambié el motor, también el color se lo modifiqué e hice que le instalaran un chip de seguimiento por si la terminaban robando. Amaba esa moto. Fue mi mejor regalo de cumpleaños de todos los años. Había cumplido dieciocho y mi padre me prometió una moto nueva, así que cuando bajé al garaje y la vi no me despegué de ella durante horas.

Recuerdo que mi madre no dejaba de gritarle. Decía que era un irresponsable y que me partiría la crisma. Pero yo quería eso y me esforcé por ser el chico más educado durante todo ese tiempo. No sólo educado, sino también las mejores notas y el mejor promedio de todo el instituto. Cuando al fin la tuve creí que era un sueño, pero al despertar al día siguiente ahí estaba. No sólo estaba ella sino ropa de competición, casco y todo lo necesario. Creo que eso último fue regalo de mi madre, aunque jamás pregunté.

Así que era hora de volver a las carreras, las tenía algo olvidadas desde aquel incidente. Me centré más en las clases de baile, en mis estudios y en componer. Dejaría a un lado mis problemas, todos, y me aproximaría a las alas de la libertad. Mandé un mensaje a Yue explicándole donde iba a estar todo el día y que no se apareciera por allí. Puse la minicadena y comenzó a sonar Bleed Well del grupo HIM. Ville Valo amenizaba la recogida de ropa que estaba tirada por todos lados de la habitación. Mi madre ordenó que nadie limpiara en mi dormitorio, que aprendiera, y yo simplemente acumulaba moho en cualquier rincón. Recogí todo para no escuchar sus gritos a mi vuelta, los sábados era día de ordenar para no tener dolor de cabeza o sordera crónica a temprana edad.

Fui a la ducha tarareando esa maldita canción, aunque ya había comenzado otra, Venus Doom. Esa canción tenía un magnetismo en mí, un magnetismo que me hacía aullar bajo la regadera de la ducha. Sentía las gotas tibias limpiar mi cuerpo y calentarlo, incitarlo a caer rendido en el ritmo que imponía la batería y el bajo. Cantaba este nuevo tema mientras frotaba bien mis cabellos en un champú mentolado. Hoy iba a estar despierto, relajado y nervioso a la vez.

Terminé saliendo empapado y secándome por el camino en la habitación. Buscaba unos boxer limpios y encontré el último que no estaba en la colada. Me había olvidado por completo llevar la bolsa con la ropa sucia al piso inferior. Me puse el mono y los guantes de cuero, también las botas y agarré el casco que usaba en la competición. Fui hacia las escaleras y al final de esta estaba mi madre.

-¿Dónde vas?-preguntó con el ceño fruncido.

-Con papá a las motos.-respondí como si nada.

-¿El cuarto?-interrogó bastante segura de que no estaba recogido, en realidad no lo estaba sino que todo lo amontoné bajo la cama o en algún armario.

-Limpio como una patena.-dije bajando con una sonrisa en mis labios.

-Si vuelves y está todo amontonado, por cualquier lado, te juro Hizaki que estarás recogiendo hasta que quede limpio.-me estaba advirtiendo, sabía que me descubriría pero Rain lo valía.

-Sí mamá.-respondí corriendo hacia el garaje antes de que dijera algo más.

Al entrar y encender las luces la encontré impecablemente tapada. Le quité la manta que la cubría y me subí. Juro que me sentí mejor que nunca, volvía a ser yo. Me puse el casco y abrí el garaje con el mando a distancia de la llave. Cuando comencé a entrar en el tráfico, no corría e iba a una velocidad moderada dentro de los límites permitidos. Pero nada más llegar al circuito me descontrolé. Corría como un loco, daba puño y notaba como se levantaba polvo en el aire.

Cuando estaba allí recordé ciertas llamadas a las que no he hecho referencia, si no las hice hasta ahora fue porque recordar todo aquello era como un golpe en el estómago. Pero deseo explicar todo antes de continuar. Mi padre fue ingresado días antes en el hospital, de urgencia, estuvo tan sólo unas horas y todo por un aviso de infarto. Cuando me llamó para confirmar que ya estaba bien y todo era perfecto para volvernos a ver me alegré. El mensaje de esa mañana no significaba únicamente retomar mi amor por la velocidad, sino también ver a un hombre que pensé que caería derrotado. Mi padre me preocupa a veces tanto que dejo de comer, me comporto como un cubo de hielo frente a todos y sonrío. Suelo enmascarar la dependencia que tengo hacia él, si bien debo de ser sincero y este creo que es el mejor momento. Así que estar sobre la pista, esperar que entrara haciendo su numerito y si añadíamos la emoción por conocer a la “señorita” Sakurai… todo se incrementaba.

Llevaba varias vueltas cuando vi la moto de mi padre entrar a toda velocidad, tras él estaba otra moto y no sabía distinguir si realmente era ella o no. Pronto se puso a mi misma diferencia en distancia. Quedé atónito por su forma de moverse por la pista y noté que me observaba como yo lo hacía con ella. Aquello me distrajo y cuando quise darme cuenta ella estaba adelantándome. Sin embargo, conseguí remontar y llegar el primero a la línea de llegada. Me saqué el casco y observé como ellos hacían lo mismo.

-¡Sakurai power!-dije extendiendo los brazos.-¿Dónde has dejado a tu maridito?-comenté alzando y bajando las cejas.-¿Es él? Dudo que sea él.-hacía bromas sobre quién era sólo para ver como respondía la nenita.- ¡Ah demonios! Si va a ser mis masculinidad en persona.-pero entonces me quedé callado observándola, casi desencajo la mandíbula cuando ella se quitó el casco. Era igual que la abuela físicamente y puedo jurar que mis hormonas por unos segundos dejaron inactivas mis neuronas.

-¿Ves? Nada masculina, sin embargo yo que tú dejaría de imaginármela desnuda o cometerías incesto.-comentó pasando su brazo sobre mis hombros.-Entonces yo, mi pequeño saltamontes, tendría que castrarte y no me gustaría.-me propiné un pequeño cachetazo y salí del shock.

-Así es niño bonito, soy tu hermana mayor.-se había bajado de la moto y caminaba hacia nosotros, rogué porque no hubiera escuchado toda la conversación.-Así que debes de portarte bien conmigo, que ante todas las circunstancias.-se bajó las gafas de sol y sonrió de lado señalándose con el pulgar de su mano izquierda.-Soy la mayor, te guste o no.

-Yo no me meto con mujeres, prefiero hacerlo con hombres. Nosotros nos pegamos, vosotras humilláis que es peor.-eso me recordaba tanto a mi madre y a sus fiestas, donde ella resplandecía y humillaba a todas aquellos que la criticaban.-Hizaki Sakurai encantado de conocerla.-mi forma de hablar y extender la mano, junto a la sonrisa, eran igual que las de mi padre.

-¿Qué tienes ahí?-no recordaba el golpe de días atrás, aún se notaba y más cuando me había dado de nuevo en el gimnasio. Parecía que esa herida no quería curarse nunca. Primero fue un leve corte, después un gran bulto, seguido de una infección y seguiría una pequeña costra tapada con tirita. Tras eso caería y quedaría rojo, pero ahí me fui a dar de nuevo. Era el golpe que me propinó el amante de Lexter.-¡Hizaki!-desde entonces intentaba taparlo con bronceador, hasta que la rojez se fuera disipando, y nadie lo notaba ni siquiera Yue. No hacía tanto, tan sólo unas semanas aunque a mi me pareció un tiempo mayor, y supongo que en unos días ya no estaría.

-Si me pego o me dejo de pegar no es cosa tuya. ¡Tengo dieciocho ya!-grité mientras seguía pendiente de aquel golpe.

-Hizaki.-chasqueó la lengua y me reprendió con la mirada.-Te he dicho mil veces que dejes de meterte en peleas absurdas. ¿Qué fue esta vez? ¿El novio de alguna chica? ¿Un competidor?

-¡El puto nuevo amor de Lexter!-grité con furia.- ¿Feliz? Ya no lo voy a volver a ver, tranquilo.-quería llorar de rabia, pero me contuve.

-Ya pasó, tengamos una buena mañana. Disfrutemos de tener esto para nosotros ¿verdad Miho?-dijo mi padre observándola y ella simplemente sonrió de lado.

-Ah sí.-comenzó a empujar la moto hasta la línea de meta con esa media sonrisa.-Tengamos un buen día.-al pasar frente a mí sonrió ampliamente.-Mira como te pisoteo niño bonito.

-¡¿Qué?! ¡Soy el ganador de esta pista!-mis ojos hervían de furia, no entendía como podía molestarme tanto. No era porque fuera una mujer, sino porque era la mayor. Me había quitado el puesto de privilegio y quería recuperarlo. Sé que suena absurdo, pero esa era mi única idea clara.

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