24/8/09

Hola Marimacho VI


-Creo que has hecho mal al decirle que eres "puro y casto".-Miho dejó a un lado aquellas tarrinas y se recostó un poco mejor en las escaleras.-Pero creo que eso no es lo que importa, o no. En mi caso así fue, pero no todos somos iguales. No hay que medirse por una regla, Hizaki. Todos somos distintos y él debería de aceptar eso y por ello tú también. Deberías de sincerarte con él, decirle la verdad. Si no te sientes con las ganas de decirle te amo, no se lo digas. Simplemente dile algo en término medio que seguro que si sientes, le aprecias y seguro que le quieres como un buen amigo. Así que no sería mentirle decirle te quiero, eso si en verdad lo sientes. Si no, si pasa tiempo y no hay nada, mándalo volar y ya. Insisto, nadie merece ser ilusionado y más con eso.-me gustó su consejo, pero no era factible.

Estuvimos hablando un rato más, subimos a las motos y corríamos como locos. Me gustaba sentirme tan libre. Pero llegó la hora en la que debíamos marcharnos cada uno a nuestros hogares. Al llegar a casa tuve como recibimiento un grito agudo con mi nombre completo. Clara me acompañó bufando, mi madre también. Habían descubierto mi truco de esconder todo en los rincones y bajo la cama.

Me llevé un buen golpe en la nuca por parte de Clara. Mi madre tan sólo me miraba fulminándome. Yo comencé a recoger supervisado por ambas. Tardé horas, muchas más de las que pensé que podría pasar recogiendo aquella pocilga. Cuando terminé era casi las dos de la mañana. Caí rendido en la cama y dormí hasta la mañana siguiente.

La semana se hizo dura. Yue no paraba de pedirme cosas y yo se las daba. Quería verme todas las tardes e intenté que así fuera. Teníamos sexo y también momentos de pareja normales. Intentaba que no me besara en la calle, que no hiciera comentarios o me tomara de la mano. Para todos éramos un par de amigos, pero él quería reconocimiento.

-¿Cuándo lo sabrá tu madre?-interrogó.-He pensado que después de la fiesta de tu madre se reúna con la mía.-sonreía mientras hablaba, se notaba su nerviosismo y su ilusión.

-No lo sé Yue.-dije intentando ser honesto con él y conmigo.-Debo de estar bien seguro de mis sentimientos, ambos debemos de estarlo, y que esto tome un matiz más formal. Es mejor ir poco a poco, acostumbrarnos mutuamente uno al otro y formalizarlo frente a mi madre.-aquello no le gustó, lo noté.

-De acuerdo.-sonrió con cierta amargura.-Pero mi madre explota por decirle a tu madre que son familia ahora. Me ha preguntado si pensamos casarnos en un futuro, que si deseo hacerlo ella no lo vería mal.-me besó en la mejilla en plena calle. A pesar de que no había nadie casi lo empujo allí mismo. Me controlé como pude, pues yo tenía la culpa de todo y él sólo era una victima más.

-No hagas eso en plena calle.-dije con mi tono más serio.

-Lo siento, pero quiero que me toques y me hagas todo lo que me haces en privado. Quiero abrazos, besos, caricias y sobretodo gritar al mundo entero que eres mío. No me gusta como te miran las chicas, como las miras tú a ellas y como sonríes sintiéndote el rey de la creación. Hizaki, hay cosas que haces que duelen, duelen mucho.-susurró dejando escapar una lágrima.-Hiza quiero ser el único y quiero que me respetes.

-Te soy fiel, eres el único y no entiendo porqué tanta tontería. Una pareja no se quiere más por andar metiéndose mano en la calle.-aquello era cierto, aún lo veo de ese modo.

-¿Me amas?-dijo parándose frente a mí.

-Ya te lo dije una vez.-no quería decirle siempre te amo, eran puras mentiras.

-Dímelo otra vez, me gusta oírlo.-suspiré y le miré a los ojos.-Por favor, me gusta escucharlo.

-Te amo Yue.-me obligaba a mentirle, no sé si él se daba cuenta de ello. Grabó mi voz en esa ocasión con el móvil y gritó como una adolescente.

-Sales tan guapo diciéndome eso.-sus mejillas ardían y echó a correr hasta la fuente cercana en un parque. Se echó agua en la cara y bebió un poco.

Me preguntaba porqué se comportaba así, tan sumamente gay. Ya no era ser gay, era ser chica. Se estaba comportando como una mujer enamorada. Supuse que no había reglas en ese comportamiento, en esa forma de sentir. Pero si se ponía por cualquier cosa a dar brinquitos y a sentirse especial me costaría amarlo y aceptarlo.

-¿Ya estás feliz?-interrogué y él sonrió.

-Un poco, esto lo veré cada noche hasta que vivamos juntos.-quería a la fuerza atarme.-Podríamos vivir juntos en un año o tal vez en menos, cuando lo sepa tu madre seguro que querrá darnos intimidad.

-Oye, para.-dije tomándolo de los hombros.-No quiero ir rápido.

-Pero sería bonito.-susurró.

-No.-dije tajante y me di media vuelta.-Me voy a casa.

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