
Aquella mujer era la doctora de mi ex, de lo que fuera realmente Lee, estaba aturdido e idota. Mi hermano estaba adormilado sobre mí e intentaba no tropezar cuando salía de la consulta. Miho iba detrás de mí, parecía tan perdida como yo.
-¿No planearas conducir en el estado en el que estás cierto?-interrogó.-Bueno, creo que iremos a pie, no queda muy lejos... ¿Quieres que te ayude con Hero?
-Papi.-murmuró y besé su sien como hacía mi padre. Eso le hizo sonreír aferrándose más.
-No, estoy bien.-mi vehículo estaba bien estacionado, había pagado la cuota y no lo inmovilizarían...pero.-Puedo conducir, créeme. Tan sólo es que no pensaba que se pudiera saber eso con cinco meses. Yo...-cerré los ojos un momento.-Ella no se lo ha dicho a sus padres, viven en Japón, y son conservadores. Ella no está enamorada de mí, es de clase media baja y no piensa tener el bebé. Me lo ha dicho, quiere que me lo quede yo y punto... lo hace porque le dije que si abortaba sin mi consentimiento le caería un buen peso legal. Además tiene un prometido…-Hero se aferró un poco más, parecía desear no despertar de aquel abrazo que yo le regalaba.-Ya te conté parte.
-Entonces creo que haces bien en quedártelo, una persona que no ama a sus hijos, ya sean propios o no, no merecen criarlos.-dijo bastante firme en lo que decía.-Créeme, lo se por experiencia, desprecios, reproches...-parecía que lo había vivido en sus propias carnes.-Eso no se lo merece nadie y mucho menos un crío que no tiene la culpa de los errores de sus padres. Perdona, es que eso me pasó a mí.-me lo confirmó con sus palabras y algo en mi estómago se revolvió. Me sentí mal por haber tenido celos de ella, de que mi padre la quisiera proteger y cuidar.-No es mi intención lastimarte, de veras que no.
-Mis padres me quieren, que mi madre sea puro hielo a veces es distinto. A ella la educaron para no exaltarse, para ser una dama, no para ser una mujer pasional. Eso a veces la frustra, lo leo en su mirada.-cuando llegué al coche lo dejé dentro recostado. Saqué una pequeña manta del maletero, mi madre siempre la llevaba.-Veamos.-susurré dejándolo sentado sin que se despertara y abroché el cinturón.-Entra.
-Yo tengo algo que me preocupa demasiado... ¿Cómo se lo diremos a Atsushi?-parecía muy preocupada, no lo decía como meras palabras soltadas al aire sin más.-Se supone que no debemos darle preocupaciones... Yo ya no temo por Eduart, sino por el viejo...
-Lo tuyo se lo espera, te lo digo sinceramente, que le guste o no es otra cosa.-sonreí observando a Hero y arranqué el vehículo.-Ahora lo mío no, y creo que no le agradará la idea ni una pizca.
-Bueno.-murmuró.-Quitando el hecho de que puede esperárselo, o no, deberíamos de pensar en como decirle que será abuelo.-dijo colocándose el cinturón.-Vamos a casa de Eduart, no se qué hora sea, pero no creo que este.-comentó mirando por la ventanilla.-Sirve que nos tranquilizamos y que Hero duerme en un mejor lugar.
-Dime la calle y vamos, por allí vive Olivier.-dije acariciando el volante.-Tu casa sé donde queda, porque me lo dijo mi padre por si quería ir a visitar a Uta algún día. Me llevé bien con él, pero es extremadamente pesado con que coma más. Pero más no puedo, lo juro.
-Es casi cerca de donde vive mi tío Uta, así que ve como si fueras a verlo.-asentí mirándola por el retrovisor.-Tú sólo ve como si fueras a ver a mi tío Uta.-cerró los ojos y yo puse los míos en la carretera. Estaba algo nervioso aún, tenía que templar los nervios.
-Oye es cierto lo que escuché, que Uta y mi padre...-no quería saber mucho.-Vamos que fueron pareja en su día, novios.-Hero seguía a lo suyo, durmiendo como un tronco.
-¿De que era pareja? Sí, lo fueron. Técnicamente fue su primer amor, hablo del lado de mi tío y creo que también del viejo.-mi primer amor fue Lexter y ya no sabía nada de él, a veces no paraba por casa y siempre estaba con mi madre.-Pero más que amor, creo yo que el viejo dejo más que encaprichado a mi tío. Mira que aguantar más de veinte años a que le haga caso.-alcé una ceja al escuchar aquello, no quería creerlo. Mi padre era un hombre de costumbres y ser infiel parecía ser su favorita.-Se tiñó de rubio para gustarle de nuevo a Atsushi.-dijo elevando un poco la voz bastante molesta.-Tuve que obligarlo a que volviera a ser castaño.-susurró.-Simplemente el rubio no le favorece.
-Vaya.-no dije nada más eso de "otra vez" me sonó a que le estaba poniendo los cuernos a Phoenix. Hablaría con él seriamente, aunque dijera que me metía en sus asuntos.
Aparqué en uno de los parkings no numerados, los otros parecían ser únicamente para residentes. Después abrí la puerta y tomé a mi hermano en brazos. Ella salió también del vehículo y me ayudó a conectar la alarma, ya que no podía moverme demasiado para que Hero continuara descansando. Sabía que los días que no le dejaba dormir conmigo no descansaba, pero quería que aprendiera.
Entramos en el bloque de apartamentos y subimos las pequeñas escaleras hacia los ascensores. En el elevador Hero se movió inquieto y se aferró a mi camisa. Miho lo miraba con una sonrisa dulce, la verdad es que era tierno. En mis primeras experiencias con chicas di las gracias a mi hermano, él las atraía y yo me acostaba con ellas.
-Espero que no esté Eduart en casa.-murmuró Miho saliendo del ascensor buscando las llaves.
-Yo también, por su bien.-dije sintiendo los brazos cansados, Hero pesaba más de lo que aparentaba.
-¿Crees que le gustaran?-dijo una voz juvenil tras mi espalda, era un chico que salía de uno de los ascensores.-No sé si le gustará la camiseta…
-Miho...-murmuró un hombre bastante atractivo, que en otra época hubiera sido mi tipo. Si bien, había cambiado mis gustos de forma radical.
-Buenas tardes.-dije con toda mi diplomacia intentando no matar a nadie.
-¡¡Oh!! Eduart.-dijo algo sorprendida aunque pensé que sobreactuaba, estaba agarrada de mi brazo. Noté que estaba algo mareada, eso me hizo preocuparme.-Hola.-sonrió al decir aquella dulce bienvenida.-Hizaki, ellos son los Sea, Eduart y... Eduart.-rió nerviosa, parecía temblar por completo.
El más joven de los dos, el hijo de su novio, abrió la puerta y yo pasé dentro dejando al pequeño en un sofá. Inmediatamente mi hermano se hizo una bola. Los observé cuando me presentó, nos presentó. Mi mirada era un huracán cuando lo miraba a los ojos, era como si mi padre me hubiera poseído. Simplemente la tomé por la cintura y juré tranquilizarme.
-Papá yo mejor que voy guardando lo que compramos.-dijo nervioso y bastante incómodo.
-¿Quién es? ¿Qué haces aquí con él?-los celos de aquel musculitos eran muy evidentes.
-Eduat, no estoy de humor para tus celos.-murmuró.-De verdad que no y para que lo sepas.-dijo separándose de mí.-Son mis hermanos así que calma tus celos o de perdida, piensa antes de hablar.-caminó un poco hacia él bastante firme.-Atsushi te matará por ser así con ellos.-se marchó hacia la cocina inmediatamente.
El chico apareció de nuevo y miró a mi hermano. Dos gatos negros le acompañaban maullando, caminando a su alrededor. Me fui hacia su novio y lo agarré de los hombros sin importarme que estuviera su hijo delante, y me escuchara.
-Mírame atentamente. Si le haces daño a mi hermana, si haces el mínimo daño, te juro que te sacaré los ojos y siendo mi cara lo último que veas. Pero no será únicamente eso, te auguro una muerte lenta y dolorosa a patadas. ¿Me has entendido? Hazla sentir mal y yo te haré arder en el infierno.-mi voz incluso sonaba igual que mi padre.
-Hiza.-susurró mi hermano despertándose.-Hiza.-observó al chico y luego al hombre, estaba pálido por todo lo que había dicho.-¿Y la hermana?-me aparté de aquel tipo y fui hacia mi hermano para acariciarlo en el rostro.
-Ahora viene, tú descansa.-uno de los gatos saltó al sofá lamiéndose una de sus patas observando a mi hermano.
-¡Nekos! ¡Nekos onii-chan! ¡Nekos!-gritaba aproximándose a ellos para tocarlos.
-S...so...son de...de... mi...mi he...hermano y míos.-dijo el chico que no tendría más de ¿diecisiete? Se aproximó a mi hermano y se arrodilló mostrándoselos con una sonrisa encantadora. Su padre aún seguía en shock.
-Piénsatelo Mr. Músculos... se matar a un hombre de veinte formas distintas y únicamente con mis manos.-susurré y comenzó a temblar.
Mi hermana apareció de nuevo, con una bandeja con una tetera y azúcar para echar. También traía pastas y otros dulces. Puso todo en una mesa y vertió un poco de té en una taza.
-Ten, ahí le pones lo que gustes.-dijo dándomelo.
-Quiero uno.-dijo mi hermano casi gimoteando, mientras yo miraba la taza.
-Ya sabes lo que dijo mamá sobre los gatos.-casi se pone a llorar.-Ven aquí.-cuando lo llamé vino y lo senté sobre mis rodillas.
-D...debería...de...dejarle tener gatos.-escuché al muchacho y suspiré.
-Tú no vives en una casa donde la mitad de la decoración vale más que cinco bloques de piso recién construidos. Mamá se muere si se rompe algo.-era cierto, las cosas eran caras, muy caras.
-No...no de...deberías hablar así a mi hijo.-murmuró aquel hombre, lo hizo en un tono parecido al de su hijo.
-Anda que bonito ¿también tartamudeas cuando te ponen contra las cuerdas?-mi hermano me tomó del rostro al escuchar aquel comentario mío, esperando que yo me tranquilizara.-Si sigues así te infartarás.-chisté.
-¿No planearas conducir en el estado en el que estás cierto?-interrogó.-Bueno, creo que iremos a pie, no queda muy lejos... ¿Quieres que te ayude con Hero?
-Papi.-murmuró y besé su sien como hacía mi padre. Eso le hizo sonreír aferrándose más.
-No, estoy bien.-mi vehículo estaba bien estacionado, había pagado la cuota y no lo inmovilizarían...pero.-Puedo conducir, créeme. Tan sólo es que no pensaba que se pudiera saber eso con cinco meses. Yo...-cerré los ojos un momento.-Ella no se lo ha dicho a sus padres, viven en Japón, y son conservadores. Ella no está enamorada de mí, es de clase media baja y no piensa tener el bebé. Me lo ha dicho, quiere que me lo quede yo y punto... lo hace porque le dije que si abortaba sin mi consentimiento le caería un buen peso legal. Además tiene un prometido…-Hero se aferró un poco más, parecía desear no despertar de aquel abrazo que yo le regalaba.-Ya te conté parte.
-Entonces creo que haces bien en quedártelo, una persona que no ama a sus hijos, ya sean propios o no, no merecen criarlos.-dijo bastante firme en lo que decía.-Créeme, lo se por experiencia, desprecios, reproches...-parecía que lo había vivido en sus propias carnes.-Eso no se lo merece nadie y mucho menos un crío que no tiene la culpa de los errores de sus padres. Perdona, es que eso me pasó a mí.-me lo confirmó con sus palabras y algo en mi estómago se revolvió. Me sentí mal por haber tenido celos de ella, de que mi padre la quisiera proteger y cuidar.-No es mi intención lastimarte, de veras que no.
-Mis padres me quieren, que mi madre sea puro hielo a veces es distinto. A ella la educaron para no exaltarse, para ser una dama, no para ser una mujer pasional. Eso a veces la frustra, lo leo en su mirada.-cuando llegué al coche lo dejé dentro recostado. Saqué una pequeña manta del maletero, mi madre siempre la llevaba.-Veamos.-susurré dejándolo sentado sin que se despertara y abroché el cinturón.-Entra.
-Yo tengo algo que me preocupa demasiado... ¿Cómo se lo diremos a Atsushi?-parecía muy preocupada, no lo decía como meras palabras soltadas al aire sin más.-Se supone que no debemos darle preocupaciones... Yo ya no temo por Eduart, sino por el viejo...
-Lo tuyo se lo espera, te lo digo sinceramente, que le guste o no es otra cosa.-sonreí observando a Hero y arranqué el vehículo.-Ahora lo mío no, y creo que no le agradará la idea ni una pizca.
-Bueno.-murmuró.-Quitando el hecho de que puede esperárselo, o no, deberíamos de pensar en como decirle que será abuelo.-dijo colocándose el cinturón.-Vamos a casa de Eduart, no se qué hora sea, pero no creo que este.-comentó mirando por la ventanilla.-Sirve que nos tranquilizamos y que Hero duerme en un mejor lugar.
-Dime la calle y vamos, por allí vive Olivier.-dije acariciando el volante.-Tu casa sé donde queda, porque me lo dijo mi padre por si quería ir a visitar a Uta algún día. Me llevé bien con él, pero es extremadamente pesado con que coma más. Pero más no puedo, lo juro.
-Es casi cerca de donde vive mi tío Uta, así que ve como si fueras a verlo.-asentí mirándola por el retrovisor.-Tú sólo ve como si fueras a ver a mi tío Uta.-cerró los ojos y yo puse los míos en la carretera. Estaba algo nervioso aún, tenía que templar los nervios.
-Oye es cierto lo que escuché, que Uta y mi padre...-no quería saber mucho.-Vamos que fueron pareja en su día, novios.-Hero seguía a lo suyo, durmiendo como un tronco.
-¿De que era pareja? Sí, lo fueron. Técnicamente fue su primer amor, hablo del lado de mi tío y creo que también del viejo.-mi primer amor fue Lexter y ya no sabía nada de él, a veces no paraba por casa y siempre estaba con mi madre.-Pero más que amor, creo yo que el viejo dejo más que encaprichado a mi tío. Mira que aguantar más de veinte años a que le haga caso.-alcé una ceja al escuchar aquello, no quería creerlo. Mi padre era un hombre de costumbres y ser infiel parecía ser su favorita.-Se tiñó de rubio para gustarle de nuevo a Atsushi.-dijo elevando un poco la voz bastante molesta.-Tuve que obligarlo a que volviera a ser castaño.-susurró.-Simplemente el rubio no le favorece.
-Vaya.-no dije nada más eso de "otra vez" me sonó a que le estaba poniendo los cuernos a Phoenix. Hablaría con él seriamente, aunque dijera que me metía en sus asuntos.
Aparqué en uno de los parkings no numerados, los otros parecían ser únicamente para residentes. Después abrí la puerta y tomé a mi hermano en brazos. Ella salió también del vehículo y me ayudó a conectar la alarma, ya que no podía moverme demasiado para que Hero continuara descansando. Sabía que los días que no le dejaba dormir conmigo no descansaba, pero quería que aprendiera.
Entramos en el bloque de apartamentos y subimos las pequeñas escaleras hacia los ascensores. En el elevador Hero se movió inquieto y se aferró a mi camisa. Miho lo miraba con una sonrisa dulce, la verdad es que era tierno. En mis primeras experiencias con chicas di las gracias a mi hermano, él las atraía y yo me acostaba con ellas.
-Espero que no esté Eduart en casa.-murmuró Miho saliendo del ascensor buscando las llaves.
-Yo también, por su bien.-dije sintiendo los brazos cansados, Hero pesaba más de lo que aparentaba.
-¿Crees que le gustaran?-dijo una voz juvenil tras mi espalda, era un chico que salía de uno de los ascensores.-No sé si le gustará la camiseta…
-Miho...-murmuró un hombre bastante atractivo, que en otra época hubiera sido mi tipo. Si bien, había cambiado mis gustos de forma radical.
-Buenas tardes.-dije con toda mi diplomacia intentando no matar a nadie.
-¡¡Oh!! Eduart.-dijo algo sorprendida aunque pensé que sobreactuaba, estaba agarrada de mi brazo. Noté que estaba algo mareada, eso me hizo preocuparme.-Hola.-sonrió al decir aquella dulce bienvenida.-Hizaki, ellos son los Sea, Eduart y... Eduart.-rió nerviosa, parecía temblar por completo.
El más joven de los dos, el hijo de su novio, abrió la puerta y yo pasé dentro dejando al pequeño en un sofá. Inmediatamente mi hermano se hizo una bola. Los observé cuando me presentó, nos presentó. Mi mirada era un huracán cuando lo miraba a los ojos, era como si mi padre me hubiera poseído. Simplemente la tomé por la cintura y juré tranquilizarme.
-Papá yo mejor que voy guardando lo que compramos.-dijo nervioso y bastante incómodo.
-¿Quién es? ¿Qué haces aquí con él?-los celos de aquel musculitos eran muy evidentes.
-Eduat, no estoy de humor para tus celos.-murmuró.-De verdad que no y para que lo sepas.-dijo separándose de mí.-Son mis hermanos así que calma tus celos o de perdida, piensa antes de hablar.-caminó un poco hacia él bastante firme.-Atsushi te matará por ser así con ellos.-se marchó hacia la cocina inmediatamente.
El chico apareció de nuevo y miró a mi hermano. Dos gatos negros le acompañaban maullando, caminando a su alrededor. Me fui hacia su novio y lo agarré de los hombros sin importarme que estuviera su hijo delante, y me escuchara.
-Mírame atentamente. Si le haces daño a mi hermana, si haces el mínimo daño, te juro que te sacaré los ojos y siendo mi cara lo último que veas. Pero no será únicamente eso, te auguro una muerte lenta y dolorosa a patadas. ¿Me has entendido? Hazla sentir mal y yo te haré arder en el infierno.-mi voz incluso sonaba igual que mi padre.
-Hiza.-susurró mi hermano despertándose.-Hiza.-observó al chico y luego al hombre, estaba pálido por todo lo que había dicho.-¿Y la hermana?-me aparté de aquel tipo y fui hacia mi hermano para acariciarlo en el rostro.
-Ahora viene, tú descansa.-uno de los gatos saltó al sofá lamiéndose una de sus patas observando a mi hermano.
-¡Nekos! ¡Nekos onii-chan! ¡Nekos!-gritaba aproximándose a ellos para tocarlos.
-S...so...son de...de... mi...mi he...hermano y míos.-dijo el chico que no tendría más de ¿diecisiete? Se aproximó a mi hermano y se arrodilló mostrándoselos con una sonrisa encantadora. Su padre aún seguía en shock.
-Piénsatelo Mr. Músculos... se matar a un hombre de veinte formas distintas y únicamente con mis manos.-susurré y comenzó a temblar.
Mi hermana apareció de nuevo, con una bandeja con una tetera y azúcar para echar. También traía pastas y otros dulces. Puso todo en una mesa y vertió un poco de té en una taza.
-Ten, ahí le pones lo que gustes.-dijo dándomelo.
-Quiero uno.-dijo mi hermano casi gimoteando, mientras yo miraba la taza.
-Ya sabes lo que dijo mamá sobre los gatos.-casi se pone a llorar.-Ven aquí.-cuando lo llamé vino y lo senté sobre mis rodillas.
-D...debería...de...dejarle tener gatos.-escuché al muchacho y suspiré.
-Tú no vives en una casa donde la mitad de la decoración vale más que cinco bloques de piso recién construidos. Mamá se muere si se rompe algo.-era cierto, las cosas eran caras, muy caras.
-No...no de...deberías hablar así a mi hijo.-murmuró aquel hombre, lo hizo en un tono parecido al de su hijo.
-Anda que bonito ¿también tartamudeas cuando te ponen contra las cuerdas?-mi hermano me tomó del rostro al escuchar aquel comentario mío, esperando que yo me tranquilizara.-Si sigues así te infartarás.-chisté.
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