20/11/09

Medidas del alma XV


-¡No seas mentiroso!- gritó desde lo alto de la escalera, antes de que saliera.-¡No puedes sentir todo eso! ¡No me conoces! ¡Ni te has... no me puedes querer! ¡Y yo también tengo mi límite y aquí fue!-gritaba a pleno pulmón sin importarle nada, yo simplemente me salía del lugar escuchando sus gritos desde lo lejos.

Cuando salí fuera y llegué al parking me hundí en la miseria. Supuestamente era mi momento, debía conquistarlo y hacerlo con clase. Pero lo único que había conseguido era alejarlo de mí. Me quedé recostado sobre el volante, las lágrimas no dejaban de fluir y yo no podía conducir de esa forma. Tan sólo lo imaginaba compinchado con sus amigos, dejando que me acuchillaran con suposiciones haciéndome mártir.

El teléfono comenzó a sonar de forma insistente. La canción de “Pure Morning” sonaba con fuerza y no acepté la llamada pensando que era Miho. No quería hablar con ella, no deseaba demostrarle que era un inútil y que no había logrado siquiera besarlo. Cuando creí estar más tranquilo y tener fuerzas arranqué, si bien al pasar por la puerta lo vi. No dije nada, pero me quedé parado observándolo desde el coche. Él también me miraba fijamente.

-Lamento todo.-susurré.-Pero no volverá a ocurrir, yo no voy a conseguir superar esto y tú vas a seguir diciéndome que no.-tomé aire y cerré los ojos.-Así que es mejor que ni amigos, porque yo contigo no sé serlo. Me han jodido la vida muchas veces en esto del amor...-dije recordando a Lexter.-Primero un tio que juega a dos bandas conmigo y con mi madre, después una chica que pensé que no tenía novio, luego el borracho que has visto me puso los cuernos con media ciudad y por último un chico que no he sabido querer. Creo que con este currículum sólo faltaba añadirlo un poco más con otro desengaño. Pensaba.-bajé del coche para decírselo mejor cara a cara.-Pensaba invitarte al teatro, conseguir salir contigo una única vez... pero ya veo que me cortas por el mismo patrón que a todos.-me giré para ir hacia mi coche. Mis ojos estaban rojos y el sitio iluminado para poder verlos bien. No quería mostrarme tan derrotado.

-¡Espera!-gritó levantándose del escalón donde estaba.-No... ¿no me vas a dar la oportunidad de oírme?-preguntó con voz temblorosa, en sí podía notar que todo él temblaba.-Sólo déjame hablar contigo...-masculló.-si no quieres que sea hoy no importa.-parecía tan dócil y abatido, como si no hubiera nada por lo que luchar.-cuando quieras... pero… no dejes que se quede así.-dio un paso más y se quedó clavado allí sin saber donde poner sus manos o qué hacer.-...por favor...-suplicaba como si lo estuviera condenando a muerte.-El primer día tú me juzgaste y tal vez yo hice lo mismo.-agachó la cabeza para luego clavar sus ojos hacia mi dirección.-pero sólo...déjame platicar contigo y ya si así lo deseas jamás volverás a verme.

Lo escuché atentamente y jugueteé con el sombrero entre mis manos, para luego volver a colocarlo correctamente.

-Te llevaré a tu casa y allí me cuentas lo que quieras, pero no más públicamente.-comenté observándolo fijamente a los ojos.-Tan sólo te diré que no tienes ni idea de lo que puede pasar por mi mente y que no te perdono que digas que no siento lo que digo. Quizás te han dañado, te han hecho polvo, decepcionado y hundido tanto en la mierda que temes que incluso el viento te toque. Pero créeme, eso es una actitud de cobarde y no quiero llevarme esa impresión de ti.-entonces sonó el móvil y vi un móvil desconocido. Alcé una ceja y lo miré.- ¿Me llamaste?- dije antes de aceptar la nueva llamada entrante, era mi padre.

-¿Sí?-pregunté.

-Hizaki.-su voz parecía cargada de preocupación.-¿Estás fuera de la fiesta?

-Sí, saliendo de la fiesta.-respondí afirmando lo que decía, aunque eran las dos de la mañana, para mí era temprano.

-¿Y Miho?-interrogó aún más preocupado.

-¿Miho? con su pareja.-al decir eso escuché un gruñido bajo.-No gruñas.

-¿Pero dónde? ¿Se fue a descansar? ¿Dónde está?-demasiadas preguntas que no tenía respuesta.

-No, no sé. Si no contesta es porque estará con su pareja, papá por dios que tenemos ya edad.

-Lo sé, pero soy vuestro padre.-era un coñazo, eso es lo que era.

-Aja, sí.-dije de pasada.

-¿Puedes quedarte mañana con Jun?-preguntó aquello y me hizo sonreír, pero luego lo observé.

-¿Qué me quede con Jun? ¿Mañana?... de acuerdo.-colgué y apagué el móvil.- ¿Y bien? ¿Entras al coche o tengo que llevarte en brazos?

Asintió algo sonrojado caminando hacia mi vehículo. Lo hizo apoyándose en el pie que se había lastimado, iba a reclamar pero preferí no hacerlo. Él era un adulto, no teníamos nada y parecía que menos íbamos a tener a partir de esa noche. Durante el trayecto ambos estuvimos en silencio. No sabía como reaccionar ante lo que fuera a confesarme, si bien ya no importaba. Me había quedado claro que él no podía ser mi pareja.

Al entrar en su apartamento el perro no salió a buscarnos, parecía no estar. No pregunté, yo simplemente lo seguía sin más. Se giró nada más llegar al salón con un leve rubor en sus mejillas.

-Yo.-murmuró.-No aguanto más esta ropa.-yo tampoco aguantaba la ropa que llevaba, prefería estar con ropa holgada.-¿Qué te parece si pongo agua para un té? Mientras hierve me cambio rápido para que pueda hablar cómodo contigo. Claro, eso es si así lo deseas.

-¿Y Vale?-pregunté quitándome la chaqueta, lo hice como excusa para poder hablar.-Yo te espero aquí en el salón. Tranquilo no voy a violarte.-comenté como si nada.

-Vale se ha quedado estos días con una amiga porque no me lo iba a poder llevar a París, mañana me lo regresa.-comentó templando un poco sus nervios, o al menos eso pude notar en él.-Pasa, ponte cómodo y tranquilo que no tardo.-dijo entrando en la cocina para poner la tetera en el fuego. Después se marchó al baño, sabía que terminaría dándose una ducha para calmarse. Siempre pensé que era la mejor forma para poder olvidar los malos tragos, eso y la música.

Me había sentado en un lado de la habitación husmeando sus revistas de moda. Yo únicamente tenía de música y motor, era como un vicio. También tenía las típicas revistas que todo adolescente posee bajo el colchón y ruega porque su madre no sepa de su existencia.

-Tienes una buena colección de revistas para espiar a la competencia.-dije dejándolas a un lado cuando noté que salía del baño. Al verlo vestido con ropa holgada y blanca tuve que controlar mis impulsos. Él no respondió nada, tan sólo fue a terminar de preparar el té.-Gracias.-comenté tomando una de las tazas.

-No es competencia...es inspiración.-dijo tomando su taza para sentarse en uno de los pequeños sofá de una plaza, subió sus piernas al asiento mientras me miraba. Ambos estábamos calmados.

-¿Qué era lo que deseabas confesarme? Aunque yo necesito hablar de varias cosas con alguien, si lo hiciera con mi padre o mi madre habría derramamiento de sangre.-sonreí leve tomando un trago.-Sería la primera vez que se pondrían de acuerdo en algo... desde la navidad.

-Supongo que es cuestión de tiempo.-comentó respecto a mi comentario sobre mis padres.-Aún están dolidos, la separación siempre es difícil.-entonces su rostro se quedó algo más serio que de costumbre.-¿Te dijo Clarissa porqué me fui de París? ¿Por qué me fui de la ciudad que más adoro en este mundo? Esa que defiendo y que creo que es la más bella, inspiradora, del mundo y donde están mis amigos ¿te lo confesó-negué, pues bien debía saber él que ese tipo de comentarios no eran típicos de mi madre.-Me dijiste que era cobarde y la verdad creo que ahora lo soy, pero es que he tenido que aguantar tanto... demasiado diría yo, desde niño.-su mirada era amarga y su tono de voz cómplice. Se levantó del sofá y dejó la taza en la mesilla auxiliar, para después tenderme la mano con un dulce gesto.-Mira, ven-entró en su habitación y abrió su armario, estaba lleno de ropa. La ropa que allí se colgaba era colorida, tenía faldas largas que parecían túnicas, entre otras camisas y camisetas extrañas.-¿Qué ves?-preguntó señalándola.

-Ropa.-dije sin más.-Cada uno va como le apetece. El amigo de Phoenix parece una chica y es más, se comporta como tal.-me encogí de hombros.-¿Te han juzgado por ello? pues me parece un poco de inútiles. Sí es eso lo que quieres decir.-mi padre me había dicho siempre eso, las apariencias no importan sino lo que realmente seas.

No hay comentarios: