8/1/10

Madurar III


-Bueno...-comenzó a decir con un tono dulce y muy calmado mientras se agarraba de mi brazo.-Tu madre ya sabe que te gustan los chicos y se imaginara que tendrás pareja o algo así ¿no?-dijo con una sonrisa.-Un Sakurai como tú no permanecerá soltero mucho tiempo, recuerda que eres tan guapo como tu padre y tienes ciertas cosas buenas de tu madre.-siempre intentaba ser positivo y no hablar mal de ella, creo que lo hacía para no dañarme. En el fondo se odiaban, uno por sentirse atacado y la otra por haber sido abandonada por su culpa.-Oye ¿qué te parece si le invitas a comer en casa? o vayan al lago.-intentaba darme ideas.-Yo he ido con Atsu y con Jun, es un lugar precioso y como esta protegido las aguas son limpias.

-Mi madre no quiere que su hijo esté con uno de sus más allegados.-comenté mirándolo fijamente.-Piensa que no es la mejor elección por cosas que le han sucedido a él, cosas que no voy a contar porque no quiero hacerle daño.

-Hiza.-susurró abrazándome mientras dejaba caer su cabeza sobre mi pecho.-Tus padres te aman y eso debes tenerlo siempre en mente.-murmuró aferrándose bien a mí.-Además a mi me parece que Olivier debe ser encantador por lo que me has contado.

-Tiene miedo de Jun.-reí a carcajadas recordando como discutía con él intentando que le llamara por su nombre y no anoria.-Pobre Zanahoria, ninguneado por un bebé que a penas sabe hablar.

-¡Ah! pero ya por lo menos dice mi nombre.-dijo con una sonrisa encantadora, era parte del atractivo que poseía. Se separó de mí y quedó frente a frente, aunque su estatura me hacía verlo de una forma más tierna y no como un amigo o el novio de mi padre. Parecía practicamente un niño, ya no sólo por sus centímetros sino también por su forma de mirar y su edad.-Bueno...-musitó.-dice oenis, pero es que para un bebe es difícil decir nombres así.-dijo rascándose un poco la cabeza y mientras se acomodaba el peinado siguió hablando.-Al menos a ti de dice Hiza.-tomó mi mano y me guió hacia donde habíamos estado antes, para subir al piso que me indicó y pulsar el timbre. Se giró mirándome fijamente.-Nos están esperando.-chistó.-Andan con la mudanza sacando todo así que debe tener algo de polvo, tú ignora eso y fíjate en el departamento.

-Sí, lo sé.-susurré mientras notaba como abrían la puerta.

Era el piso mejor situado de todos, estaba frente al pequeño apartamento de Olivier y podía incluso verlo con prismáticos si lo hubiera deseado. Además, era un lugar acogedor, el salón era bastante grande a mi parecer, comunicaba directamente con la cocina y con un pasillo que daba a las demás habitaciones. Las vistas eran perfectas si mirábamos por el ventanal e imaginé mis máquinas deportivas allí y unos prismáticos cerca, todo para ver a Olivier mientras yo hacía deporte.

Los antiguos propietarios eran jóvenes, no más de veintiseis años, y ella estaba embarazada. A su alrededor correteaban dos niños muy similares, aunque con rasgos algo distintos por ello no eran gemelos sino mellizos. Sonreí al ver como se peleaban por un peluche. Su padre mientras me miraba fijamente inspeccionándome.

-Me suena tu cara.-comentó mirándome a los ojos.

-Tengo una cara muy común.-respondí intentando ocultar quien era.

-Realmente debes ser alguien conocido, al menos conocido para mí. Me suenas mucho, realmente es como si te hubiera visto durante años.-y así era. Salía a diario en portadas de revistas del corazón, y también en periódicos. Era alguien con talento en el tatami y también el hijo de dos empresarios importantes. Sin duda alguna era el foco de atención de muchas personas.

-No, sólo que los asiáticos nos parecemos entre nosotros ¿no dicen eso los europeos?-dije con una sonrisa intentando escurrir bulto.

-No sé, insisto que me suenas.

-Es luminosa.-comenté para cambiar de conversación.

-Y segura.-añadió su mujer.-Pusimos dispositivos de seguridad para los pequeños, en las ventanas y en todo el apartamento...pero vamos a ser cinco y no hay espacio.-sonrió mientras yo tan sólo asentía.

-Cuanto.-dije sin interrogación, no era una pregunta en realidad sino un mandato.

-Sé que es algo cara pero...-el hombre no se atrevía.

-Cuanto.-repetí.

-Ciento veinte mil euros.-dijo al fin.

Entonces evalué la zona, la cercanía con Olivier, las buenas y nuevas carreteras construidas, las medidas de seguridad puestas, la luminosidad, el suelo que era bastante bueno, una casa que no era realmente vieja sino tendría unos seis años como mucho sus cimientos y también que tenía un centro comercial bastante a la mano por si necesitaba comprar.

-Es barato.-ambos se miraron serios, creo que incluso se apretaron la mano.

-Es algo pequeño, pero está bien situado...-parecían no creerme cuando él comentó aquello.

-Es barato, lo compro. Bueno lo comprará mi padre. ¿Cuándo podemos hacer el trato?-pregunté y ellos sonrieron, creo que estaban a punto de brincar.

-Hizaki, me acompañas.-dijo mirándome como si hubiera cometido un crimen.-¿nos disculpan? queremos ver bien el departamento.-dicho esto tiró de mí hasta la habitación del fondo, la principal.-Hizaki, no eres buen negociante.-puso sus brazos en jarra mirándome con seriedad.-de aseguro que si hubieses pedido rebaja te la daban, que decía negociable en el avis.

-¿Has visto que tienen tres hijos? les hace falta el dinero. Por favor no seas rata.-dije con los brazos cruzados y uno de los pequeños estaba mirándonos en la puerta.

Aquel niño nos miraba con unos ojos enormes tras su flequillo rubio oscuro. Tendría unos cinco años y después de inspeccionarnos miró cada rincón de la habitación.

-Hola.-entró en la habitación y fue hacia un oso de peluche.-Adiós.-

-Sí...adiós...-me quedé mirándolo ¿sería así mi hijo? agité mi cabeza y volví a mirar a Phoenix.-rata eso eres.

-Claro que no.-dijo algo ofendido.-pero eres joven y vas a formar una familia, vas a necesitar el dinero, no puedes gastar tan a manos llenas.-chasqueó la lengua molesto.- Ademas si no lo sabes son gente de por si muy adinerada, ya tienen otra casa.-era cotilla y seguro que había investigado a todos los anunciantes-Lo sé porque la hermana del hombre es amiga mía.

-Me lo paga mi padre, además al precio que están algunos inmuebles... es barato. Tiene cosas que no tendré que poner, de seguridad, algo que me ahorro. Por dios Phoenix no entiendes de vivienda.-yo sí, la verdad es que sí. Esa era la que quería.-Además.-lo llevé a la ventana.-Justo frente a estos bloques es donde vive a quien deseo acosar.-reí a carcajadas al ver su portal, se podía ver incluso su habitación.

-Así que ahí vive.-murmuró aproximándose para ojear la calle.-Hizaki eres un acosador.-se mofó de mí con una de esas sonrisas inexplicables mientras alzaba una de sus finas cejas.-Bueno yo tengo prismáticos.-murmuró acercándose a mí.-No diré nada más, pero lo dejo en el aire.-se salió de la habitación carcajeándose.

La casa constaba de salón con acceso a la terraza y comunicado con la cocina, un pequeño pasillo daba a tres habitaciones, y una de ellas era tipo despacho, además de eso tenía un pequeño armario para usarlo como si fuera un altillo y un cuarto de baño amplio a pesar de que la bañera no era excesivamente grande.

-¿Tengo o no razón? además los armarios están nuevos.-me apoyé en Phoenix y la mujer nos observó.

-¿Son pareja? quizás para dos hombres solos sea ... demasiado grande.-comentó.

-¿Eh? No, es el novio de mi padre.-dije apartándome para que no hubiera malos entendidos.

-Ah...

-Nada que ver.-dijo sonrojado moviendo sus manos.-Sólo que Hiza quiere independizarse un poco más, usted sabe como es la juventud ahora.-rió bajo cuando dijo aquello ocultando los motivos reales.-Hay junta de vecinos ¿cierto?-preguntó y como respuesta ella sólo asintió.-¿Y los vecinos que tal?

-Son muy calmados, no tendrá problemas con ellos si no hace excesivo ruido.-comentó mirándome fijamente.

-Bien, mañana vendré con el notario y terminaremos cerrando el trato. Pagaré los ciento veinte mil euros, ni un euro más.-ella asintió.-Vamos, Phoenix.-entonces una campanilla se encendió en la mente de la mujer.

-¿Eres el hijo de Sakurai?-la observé fijamente cuando dijo aquello.

-¿Algún problema?-interrogué

-No... ninguno.

-Le estaríamos muy agradecidos si no comenta que él vivirá aquí.-ella únicamente asintió y su esposo apareció de la nada con las escrituras.

-Quiero que vea las escrituras, para que tenga en conocimiento que todo está en regla y esté tranquilo.-comentó mostrándomelas.

-Sí, me fío de ustedes.-dije con una sonrisa.-Mañana vendremos a firmar todo con el notario, a la misma hora que hoy.

Nada más despedirnos y salir por la puerta se abalanzó sobre mí besuqueándome.

-¡Felicidades! ¡Ya tienes piso propio Hizaki!-gritó zarandeándome.-Ahora vayamos a comer...¡no!-dijo y yo me alarmé.-Mejor de compras.-comentó tomándose de la cara moviéndose leve.-Me veo muy pálido ¿verdad? Debo comprarme un polvo compacto para darme un poco de color, estoy demasiado pálido y el que tenía murió estrellado al suelo.

-Tengo que comprar ropa de bebé, cuna, biberones, pañales, cambiador...-comencé a decir todo el listado que necesitaba.-Son muchas cosas ¿no?-me rasqué la cabeza y le observé.-Pero quiero que tenga todo...

-Primero ten el departamento.-comenzó a aconsejarme.-Cuando compres las cosas te pedirán una dirección de envío y es mejor tener una segura.-íbamos por la mitad del centro comercial cuando dijo aquello.- en lo que más gastaras sera en pañales, también debes comprar un móvil para la cuna e intercomunicadores.-sonreía mientras.-Son utilisimos, yo tengo uno en la cocina, en la oficina y en mi habitación, todos unidos al que esta en el cuarto de mi Junie.

-Creo que lo que más me hará ilusión será en comprarle juguetes.-me rasqué la cabeza.-Disfrutaré yo más que él.-sonreí y me quedé mirando ropa, pero ropa de adulto en uno de los comercios inferiores.-Eso le vendría bien a Oly.

-¿Sabes que talla es? ¿Es más o menos de tu contextura? ¿O cómo?-preguntó mirando la ropa.-Bien, entremos.-tiró de mi brazo para entrar en la tienda y observar todo lo que había allí.-¿o es mas de mi contextura?

-Es mucho más delgado que tú.-entonces recordé aquel recorte de la noche del desfile y lo saqué de mi bolsillo.-No es una foto, pero la traje para que lo vieras.-dije entregándoselo.

Se veía muy atractivo con aquel traje blanco, sus cabellos estaban algo sueltos y no demasiado recogidos. Era atractivo, pero más que instinto sexual despertaba deseos de protección. Mientras él observaba la fotografía yo observaba las camisetas que había visto en la pequeña vitrina. Cuando al final alcancé a verlas sonreí.

-Y tu papá se queja por que yo soy delgado.-susurró caminando junto a mí cuando iba por los estantes.-Pero es lindo, muy lindo.-dijo analizándolo con la mirada.-Tiene una cara linda, y su cuerpo lo es también.-seguía mirando la foto y yo lo observaba a él de reojo.-A lo mejor le pasa como a mí, que es simplemente su anatomía de huesos finos.

-Sólo come pasta, verduras, frutas y cereales.-dije observando la camiseta que había visto.-Le quedaría bien ¿no? blanca, de tirantas y...-alcé las cejas.-Como dice Jun... tiene una anoria dibujada.

-Come demasiado sano para mi gusto.-dijo arrugando la nariz.-Nada más rico que una hamburguesa con papas fritas y refresco.-tomó una de las camisas que miraba y se fijó en la fotografía.-Sí se le vería bien, muy delicado.-susurró para clavar sus ojos en mí.-¿Le gusta el blanco? mira la hay en otros colores.-comentó señalando los amarillos claros, verdes, rojos, negros...

-No, blanco. Le gusta, créeme.-dije.-tiene la casa de ese color, también el traje que lleva en la foto es blanco...así que blanco.-miré en complementos y no había lo que quería.-Creo que iremos a otra tienda, quiero comprarle algo... aunque suene infantil... vayamos a donde los peluches después de comprar esto.

Me dirigí hacia la dependienta y dejé la camisa doblada sobre la mesa de cristal. La chica nos miraba fijamente a ambos, para luego mirar la prenda. Pestañeó leve y miró la etiqueta.

-Son veinte euros con cincuenta.-masculló mientras masticaba chicle.

-De acuerdo ¿acepta tarjeta?-pregunté mirándola con cierto desagrado por su vulgaridad.

-No, efectivo.-respondió.-La máquina está estropeada hoy.

-De acuerdo.-dije de nuevo sacando el billete de veinte y los cincuenta céntimos.

Ella tomó la camiseta y la metió en una bolsa de color fuxia, tan chillón como horrible. Yo simplemente pensé que tendría que comprar una bolsa mejor para Olivier.

-Claro.-comentó siguiéndome.-Sé donde venden peluches divinos, y de paso aprovechare de comprarles uno a Jun.-decía con una sonrisa que se borró de inmediato.-Aunque tiene muchos y sólo usa el conejo uta-masculló entre dientes.-y además, el otro día pase con Jasmine y vi uno que me encanto para mí.-la chica nos miraba mientras hablábamos y me daba mi tiket.-Le comenté a Atsu, pero últimamente está de lo más raro.-sus ojos se entristecieron al pasar por la puerta del local.-Me compraré yo el peluche.

Sabía que deseaba tener aquel peluche, pero más bien que mi padre se lo comprara. No es lo mismo comprarse uno las cosas que el sentimiento de que sea un regalo y más cuando amas a la persona que te lo entrega.

-Está rogando a Paulo.-dije sin pensar que pudiera sonar mal.-Será su hombre en el poder y él en la sombras, Paulo le está costando decir que sí...un sí definitivo.-fui hasta el mostrador y tomé un cordón negro con una zanahoria.

-Me llevo esto.-dije a la dependienta y ella sonrió.

-Son veinte euros con quince.-susurró amable y yo pagué.

-Anda, vayamos a la tienda de juguetes... veamos que le podemos comprar a Jun y Olivier...también a la de mascotas, quiero comprarle collar al gato de Miho.

-Yo le compraría algo a Astaroth pero... la pobre no es de peluches, les saca el relleno ahí mismo.-dijo aferrándose a mi brazo.-Claro como es tan grande mi niña.-rió bajo al añadir aquella coletilla, porque no era sólo grande sino que parecía un mastodonte que podía aplastarte lanzándose en plancha.-Así que vamos a ver que se ve.

-No, peluche a la gata no. Quiero ir a la tienda de animales que hay al lado...¿qué tal un collar? querría comprarle algo también a Valentino... pero ya le di chucherías.-entonces recordé que no le conté.-Oly tiene perro, se llama Valentino.-

Entramos en la tienda y de inmediato di con un conejo enorme de peluche, sonreí de la misma forma que sonreía mi padre cuando tenía un plan. Él era la princesa zanahoria, por lo tanto vendría bien un complemento conejil.

-Ya tengo lo que quiero.-lo agarré del estante y lo llevé al mostrador.

-Yo voy a mirar por ahí dentro.-comentó Phoenix paseándose por los pasillos, moviendo las caderas y dejando a más de uno de los padres que ahí se encontraban con sus ojos puestos en su trasero. Aunque fuera el novio de mi padre, aunque yo estuviera enamorándome de Olivier, tuve que quedarme mirándolo fijamente.

Sacudí mi cabeza y miré para ambos lados. Quería algo para mi pequeño hermano, algo que fuera con colores llamativos y pudiera usarlo para entretenerse en la cuna. Me fijé en unos sonajeros que había cerca del mostrador y tomé uno, eran de felpa y tenían cascabeles en su interior. Miré la etiqueta y estaba pasado por la unión europea, era una garantía de que el juguete no le haría daño.

-Estas dos cosas ¿cuándo costarían?-pregunté a la dependienta.

-Bueno el conejo cuesta sesenta euros pero está rebajado a cuarenta y siete, y el sonajero tan sólo ocho.-comentó mirándome fijamente mientras se desabotonaba uno de los botones de su ajustada camisa.

-Ah, entonces deme también un coche de estos de felpa que hacen ruido.-dije agarrando uno del estante.-¿Cuanto?

-Con el coche setenta euros y treinta céntimos.-respondió diligente mientras hacía cálculos en una pequeña calculadora.

-¿Y si pido que el conejo lo envíen a una dirección cercana? Es frente a esta tienda.-respondí señalando la calle que se veía al fondo tras el cristal del decorado escaparate.

-Entonces sólo sería un cargo adicional de tres euros por encontrarse en los alrededores ¿desea que lo envolvamos en celofán y pongamos un moño?-jugueteaba con su pelo rizado y me miraba con cierta sensualidad. El yo de otros tiempos se hubiera lanzado sobre ella y pedido el teléfono, pero el de ahora tan sólo intentaba no pedirle un poco de respeto para ella y para mí.

-No, así mismo.-dije.-Pero quiero que el sonajero y el coche estén envueltos en el papel de regalo más llamativo.-sabía como era Jun, incluso con el papel se divertía.

Phoenix se acercó sonriendo con cinco peluches en sus brazos, eran cuatro gatos negros parecidos entre sí y un sapo de color verde chillón. El sapo tenía una de esas coronas de príncipe encantado y unos ojos bastante sobresalientes, junto a una lengua enorme fuera de su boca. Los gatos eran más corrientes, pero parecían blandos y suaves al tacto, imitaban un poco al pelaje de los felinos.

-Por favor quiero que tres de los gatitos vayan cada uno en una bolsa, una azul, otra verde y una roja.-comentó con una sonrisa.-Y el sapito métela en una normal de papel por favor.-ella le observó con cierto asco y fastidio.

-Serán ciento diez euros.-comentó.-pero estoy con él todavía.

-Viene conmigo.-dije apresurándome.-Aunque pagamos a parte.

-Ten, uno para ti y otros para tus hermanos.-dijo entregándome las bolsas.-El de Jun y el mío lo tengo en mi bolsa.-me dio un beso en la mejilla y sonrió de forma inocente, pero no lo pareció para la dependienta.

La chica se nos quedó mirando y yo simplemente la miré harto de que todo el mundo le observara de ese modo. Se veía que era gay, pero no tanto por dios.

-Gracias.-sonreí observando los gatos.-Hero ama los nekos, mamá no le deja tener ninguno y rabia porque todos los niños tienen mascotas menos él.-comenté cerrando los ojos un instante y suspirando.-Supongo que es lo único malo que se tiene si vives bajo el techo de una maniática de las cosas caras...

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