
Nada más llegar a mi cuarto me quité lo que me quedaba de ropa, incluso los calzoncillos estaban empapados. Al meterme bajo el agua caliente jadeé y agité mi cabeza. Me sentía un animal salvaje, lo que era realmente, que se liberaba tras haber estado encerrado semanas.
Durante la noche tuve varios mensajes con un número oculto. Al abrirlos pensé que eran de una chica en un principio, no sabía como había dado con mi número y terminé creyendo que algún amigo se lo pasó. Había chicas que me pedían mi teléfono, pero yo jamás lo daba por seguridad. Si quería una chica me gustaba dar el paso yo y no verlas a ellas venir hacia mí, además no deseaba a una mujer como pareja tras lo de Anne.
“No sé como me atrevo, pero lo he hecho. Estoy escribiéndote mensajes. Lo hago de forma anónima porque no me atrevo al rechazo. Me conformo con esto.”
Ese fue el primero de una larga cadena, me divertía ver como tonteaba sin a penas dar pie a nada.
“Pensarás que lo que hago es desesperado, pero tenía tantas ganas de liberarme al menos así. Me gustas y yo sé que a ti no te gusto yo.”
Eché a reír imaginando que seguramente era una de esas chicas poco agraciadas, pero inteligentes, y que era probable que pensara que únicamente miraba el físico en mis parejas. Era lo normal, tanto en hombres como en mujeres, y la tendencia sigue. El físico lo es todo para el noventa por ciento, otros optan por físico y psicología… pero son escasos los que únicamente se quedan con el interior de la persona sin importar nada.
“No sabes cuanto me gustaría que estuvieras aquí, que rellenaras el hueco frío de mi cama y me hicieras sentir placer como jamás me lo han hecho”
Aquello subió de tono y contesté, no perdía nada en hacerlo y la verdad me sería divertido ver hasta dónde llegaba todo.
“¿Cuánto?”
Fue escaso, pero seguro que di alas a su mente y a sus manos. Me imaginaba a una chica común medio desnuda en la cama, desquiciada porque estuviera a su lado y algo en mí se activó. Tuve una leve erección, aunque simplemente fue por pura imaginación.
“Más de lo que crees, más de lo que puedes imaginar. Suelo hacer pensar que no te conozco, pero lo sé todo de ti. Desearía que fueras mi Tenorio.”
Aquello me dio una pista, pensé en la chica que me ayudó a rellenar la ficha en el ordenador días antes. Era una muchacha delgada, sin mucho pecho y con unas minúsculas gafas. Siempre iba mirando al suelo, se quedaba absorta observando por la ventana y era la típica chica con grandes notas. Nunca me llamó la atención sexualmente, pero sí creaba en mí curiosidad por saber que albergaba tras su desarrollado cerebro.
“Si quieres, esta noche puedo serlo”
Al día siguiente no tenía clases, por huelga estudiantil, así que no me suponía un problema quedar y ver de quién se trataba.
“No, si me ves me rechazarás y te burlarás de mí. Eso como mínimo.”
Esa respuesta era más que evidente, pero yo insistiría como cualquier adolescente cargado de hormonas.
“Vamos, no seas estrecha. Tú misma te has puesto en contacto conmigo y estoy dispuesto a darte todo.”
Media hora tuve que esperar para su siguiente respuesta, casi me quedo dormido. Sin embargo mereció la pena. Me envió su dirección y me pidió que si no sucedía nada que fuera discreto. Entendía sus miedos, yo también quería discreción por mi madre.
Llegué a la hora acordada y llamé a la puerta. Tardó en encenderse la luz de la ventana próxima a la entrada, para luego sentir nervios por poder al fin ver quien tonteaba conmigo sin pudor alguno. Al ver quien estaba detrás de aquella puerta de madera y chapa me quedé en shock. Era el chico de la audición y sus ojos evitaban cruzarse con los míos. Pensé entonces que se había burlado de mí y no le golpeé por ser civilizado.
-¿Te ha gustado hacer la broma?-pregunté y él agachó aún más la cabeza con timidez.-Voy a hundirte.-susurré antes de girarme.
-No fue broma.-respondió en un tono tan bajo que me costó distinguir bien lo que decía.-No fue broma.-repitió algo más elevado.-Pero no debí.-dejé de darle la espalda y alcé su rostro. Estaba empapado en lágrimas y noté que eso no era un juego, más bien era algo importante para él.-Sé que no eres gay, que te gustan las chicas y pensé que coquetear sin decirte lo que había era…-lo callé besándolo y empujándolo hasta dentro de aquel pequeño departamento.
Durante la noche tuve varios mensajes con un número oculto. Al abrirlos pensé que eran de una chica en un principio, no sabía como había dado con mi número y terminé creyendo que algún amigo se lo pasó. Había chicas que me pedían mi teléfono, pero yo jamás lo daba por seguridad. Si quería una chica me gustaba dar el paso yo y no verlas a ellas venir hacia mí, además no deseaba a una mujer como pareja tras lo de Anne.
“No sé como me atrevo, pero lo he hecho. Estoy escribiéndote mensajes. Lo hago de forma anónima porque no me atrevo al rechazo. Me conformo con esto.”
Ese fue el primero de una larga cadena, me divertía ver como tonteaba sin a penas dar pie a nada.
“Pensarás que lo que hago es desesperado, pero tenía tantas ganas de liberarme al menos así. Me gustas y yo sé que a ti no te gusto yo.”
Eché a reír imaginando que seguramente era una de esas chicas poco agraciadas, pero inteligentes, y que era probable que pensara que únicamente miraba el físico en mis parejas. Era lo normal, tanto en hombres como en mujeres, y la tendencia sigue. El físico lo es todo para el noventa por ciento, otros optan por físico y psicología… pero son escasos los que únicamente se quedan con el interior de la persona sin importar nada.
“No sabes cuanto me gustaría que estuvieras aquí, que rellenaras el hueco frío de mi cama y me hicieras sentir placer como jamás me lo han hecho”
Aquello subió de tono y contesté, no perdía nada en hacerlo y la verdad me sería divertido ver hasta dónde llegaba todo.
“¿Cuánto?”
Fue escaso, pero seguro que di alas a su mente y a sus manos. Me imaginaba a una chica común medio desnuda en la cama, desquiciada porque estuviera a su lado y algo en mí se activó. Tuve una leve erección, aunque simplemente fue por pura imaginación.
“Más de lo que crees, más de lo que puedes imaginar. Suelo hacer pensar que no te conozco, pero lo sé todo de ti. Desearía que fueras mi Tenorio.”
Aquello me dio una pista, pensé en la chica que me ayudó a rellenar la ficha en el ordenador días antes. Era una muchacha delgada, sin mucho pecho y con unas minúsculas gafas. Siempre iba mirando al suelo, se quedaba absorta observando por la ventana y era la típica chica con grandes notas. Nunca me llamó la atención sexualmente, pero sí creaba en mí curiosidad por saber que albergaba tras su desarrollado cerebro.
“Si quieres, esta noche puedo serlo”
Al día siguiente no tenía clases, por huelga estudiantil, así que no me suponía un problema quedar y ver de quién se trataba.
“No, si me ves me rechazarás y te burlarás de mí. Eso como mínimo.”
Esa respuesta era más que evidente, pero yo insistiría como cualquier adolescente cargado de hormonas.
“Vamos, no seas estrecha. Tú misma te has puesto en contacto conmigo y estoy dispuesto a darte todo.”
Media hora tuve que esperar para su siguiente respuesta, casi me quedo dormido. Sin embargo mereció la pena. Me envió su dirección y me pidió que si no sucedía nada que fuera discreto. Entendía sus miedos, yo también quería discreción por mi madre.
Llegué a la hora acordada y llamé a la puerta. Tardó en encenderse la luz de la ventana próxima a la entrada, para luego sentir nervios por poder al fin ver quien tonteaba conmigo sin pudor alguno. Al ver quien estaba detrás de aquella puerta de madera y chapa me quedé en shock. Era el chico de la audición y sus ojos evitaban cruzarse con los míos. Pensé entonces que se había burlado de mí y no le golpeé por ser civilizado.
-¿Te ha gustado hacer la broma?-pregunté y él agachó aún más la cabeza con timidez.-Voy a hundirte.-susurré antes de girarme.
-No fue broma.-respondió en un tono tan bajo que me costó distinguir bien lo que decía.-No fue broma.-repitió algo más elevado.-Pero no debí.-dejé de darle la espalda y alcé su rostro. Estaba empapado en lágrimas y noté que eso no era un juego, más bien era algo importante para él.-Sé que no eres gay, que te gustan las chicas y pensé que coquetear sin decirte lo que había era…-lo callé besándolo y empujándolo hasta dentro de aquel pequeño departamento.
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