22/6/09

Ser O No Ser VII


-¿Dónde decías que era esa cafetería?-pregunté y él se apartó de mí, para correr a vestirse.

-¡Está aquí al lado!-gritaba subiéndose los pantalones.

Fui con él a esa maldita cafetería. Durante el camino me observaba con una sonrisa en sus labios, esa que es muestra de haber mantenido sexo la noche anterior. Me rozó la mano y rió bajo para luego apretarla.

-¿Qué haces?-dije apartándola.

-Yo…-susurró guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

-Tú nada, no quiero que nadie sepa lo mío y se te ocurre hacer eso.-cada palabra mía era un puñal para él, lo sabía y no me importaba demasiado.

-Podríamos empezar a salir, no sé.-se puso frente a mí caminando de espaldas.-No digo ser novios desde el primer momento, pero sí quedar e ir conociéndonos.-veía sus ganas de besarme, de abrazarme en medio de todo el mundo y sobretodo de que le dijera que sí.

-No, por ahora amigos si así deseas.-recalqué bien la palabra amigos.

-Por ahora.-susurró y se giró para caminar más rápido.

Su trasero tenía un movimiento hipnotizante, esos jeans oscuros le sentaban bastante bien. Tenía de esas nalgas prietas, redondas y algo alzadas. Sí, esas que son ideales para apretar entre tus dedos y sentir su dureza. Me provocaba morderlas, pegarle un azote y rozarme sobre ellas.

-Dime.-volvió a quedar frente a frente y me agarró de las solapas de mi chaqueta.-¿Ese por ahora significa que podemos en un futuro tener algo?-sus labios gritaban que los devorara, que no importaba si me tomaban fotos con él en pleno romance o así sería el titular.

-No lo sé.-dije soltándome de él, lo agarré por las muñecas y lo aparté.

-Me pones así, cuando te haces el macho.-rió bajo contoneándose frente a mí para pararse frente al local.-Aquí es.-indicó haciendo tintinear las campanillas de la puerta de entrada.

-Vaya, es un sitio acogedor.-por no decir que era minúsculo, aunque olía bastante bien aquellos cruasanes recién hechos.

-Sí, además aquí me conocen.-se dirigió a la barra y golpeó el llamador.

-¡Ya voy!-era la voz de una mujer mayor, de unos sesenta y al salir sonreí por mi acierto.-Mario ¿no me digas que este chico es tu novio?-dijo ella sonriendo como lo haría una madre.-Mario, cariño que buen gusto tienes.

-No se confunda.-dije con un tono de voz bastante serio y calmado.-No confunda, tan sólo es mi amigo.-tomé una carta para ojearla.

-Se llama Hizaki ¿a qué es guapo?-rió a carcajadas después de decir eso.-Pero sí, sólo es mi amigo. Ojala fuera mi novio, sería el chico más envidiado de la ciudad ¿no crees?-preguntó tomando una de las minimagdalenas que había para degustar.

-Mario no me agrada que hablen de mí en mi presencia.-comenté sin quitar la vista de cada producto de la carta.-Deseo un café con leche y un cruasán con relleno de chocolate.-ellos estaban en silencio, quizás por mi forma cortante de dirigirme.-Por favor.-añadí dirigiéndome a una de las mesas.

-Es un poco amargado.-comentó la mujer.-Chico, deberías de tomar la vida con más soltura y felicidad. Pronto tendrás arrugas.-al decir aquello fijé mis ojos en ella y sonreí de forma leve.

-Al contrario que ustedes, los blancos, nosotros los nipones tenemos mejor cutis.-era cierto, se podía comprobar, y hasta en eso parecía no ser mestizo sino cien por cien japonés.

-No seas así, compórtate.-dijo él trayendo su pedido y el mío.

-Soy como soy.-me molestaba, más bien odiaba, que hablaran de mí como si no estuviera presente. Además, con esos argumentos sobre mi sexualidad o si era atractivo o no.

Tomé el desayuno en silencio mientras él parloteaba. Hablaba de la primera vez que vino al local, de cómo conoció a Mary y sobretodo los buenos recuerdos que tenía en la mesa que nos habíamos sentado. Me contó su vida prácticamente en la media hora, yo no lo escuchaba. Tal cual entraba la información en mi cerebro la borraba, formateaba el disco duro y me olvidaba.

-Otro me hubiera mandado a callar.-yo estaba por pegarle un tiro.-Pero tú eres distinto, me has dejado expresarme y me escuchas.-no escuchaba, simplemente intentaba sobrevivir.

-No, no es como piensas.-tomó una de mis manos acariciándola.-¡Suelta!-me levanté observándole con la mirada digna de mi padre, de sus ojos, y solté el dinero suficiente para el desayuno.-Cuando entiendas que únicamente amistad, que no quiero nada contigo, me avisas. Por ahora no quiero saber nada de ti, absolutamente nada.-salí apresurado a la calle y encendí un cigarro.

Él simplemente se precipitó a salir por la puerta, casi se cae con el hielo del suelo al haber nevado. Me tomó del brazo y al girarme lo vi llorando.

-No, no me ablandarás con eso. Lo siento, pero no soy idiota. Pretendes tener un novio, un chico a tu lado, sin embargo yo no soy lo que tú buscas. No quiero pareja, además me gustan las mujeres.-lo aparté y se cayó de espaldas prácticamente.

No dijo nada, allí lo dejé y no me giré para ver si seguía como un idiota clavado en la acera. Al llegar a casa me di un buen baño de agua caliente, relajante, y dormí prácticamente todo el día. Mi madre entró varias veces argumentando que debía de cuidar a mi hermano, de vigilarlo, pero yo simplemente quería ivernar una larga temporada.

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