25/6/09

Ser O No Ser VIII


Cuando me di cuenta era de noche y al mirar el móvil para ver bien la hora ahí había más de veinte mensajes. Todos eran de él, todos disculpándose y pidiendo una nueva cita más calmada. Quería que nos viéramos a escondidas, decía que me necesitaba y extrañaba. Ese chico tenía una especie de obsesión conmigo, me estaba dando cuenta y no me agradaba del todo. Pero mi ego, sobretodo mi ego, me gritaba que era una oportunidad única. Esa oportunidad de hacer que alguien me adorara hiciera lo que hiciera, sus alabanzas resonarían en la cabeza los malos días y los buenos.

Terminé por llamarlo y citarme con él ese mismo fin de semana. Sería el sábado por la tarde, unas películas, palomitas, media luz y una manta. Eso era lo que quería, me sonaba más a noche de pareja que a otra cosa. Pero no lo vi mal, quería ver algunas que todavía no había logrado conseguir. Así que simplemente me propuse estudiar bastante el viernes y después por la mañana practicaría horas.

Por supuesto cuando llegó la cita aparecí puntual. Él se abalanzó a mi cuello y besándome, mientras cerraba la puerta. Parecía haber olvidado todo lo que había pasado en la cafetería, claro que el viernes fue un día de mensajes subidos de tono por su parte y fríos por la mía.

-Hizaki.-dijo tomándome del rostro.-¿Podríamos intentarlo? Sé que no vas a salir del armario, también que no soy tu tipo.-en eso tenía razón. Por aquellas fechas únicamente me atraían los asiáticos o los europeos de cabellos oscuros.-Sin embargo, yo puedo hacerte feliz.-lamió la comisura de mi boca y se apartó contoneándose.-Anda, vamos al salón alquilé varias películas.

-Yo también traje.-mis ojos seguían hieráticos, al igual que mi actitud.-Además de cerveza.-levanté las latas que llevaba en la bolsa y pasé siguiéndole.

-¿Lo intentamos?-preguntó recostándose en el sofá, quizás pensaba que eso me la pondría dura.

-No.-respondí.-Amigos y nada más.-estaba siendo terco cuando en realidad quería sexo. Desde lo de Anne yo era alguien algo frívolo en ese aspecto. No me importaba en absoluto el sexo por sexo.

-Por ahora estará bien.-dijo poniendo una de sus películas y al mirarlas resoplé.

-¿Romeo y Julieta? ¿Shakespeare in love?-interrogué con el ceño fruncido. No me gustaban las románticas, no quería ver ese tipo de cine.

-Pensé en algo más como El último samurai, Constantine o Death Note.-quería ver esas películas, algo de acción con argumentos lejos del colapso por colesterol.

-No.-dijo buscando el tono de brillo adecuado.-Es una tarde especial, no está bien ver ese tipo de película.-se recostó sobre mí al sentarme a su lado.-Anda, podemos tener una velada romántica.-susurró mordisqueando mi cuello, para luego abrazarme con una sonrisa de enamorado.

-¿Tan bien follo?-dije con cierto tono ególatra.

-¿Cómo?-preguntó algo dudoso.

-Debo de hacerlo bien para que te creas enamorado y que todo saldrá como quieres.-se despegó de mí observándome de forma confusa.

-¿Sólo sexo?-era evidente que sólo fue eso, pero me di cuenta que él puso su ilusión y su deseo de que no fuera de ese modo.

-Lo he dicho varias veces y creo que no escuchas.-se levantó del sofá sin saber bien qué decir o qué hacer.-Amigos está bien, no quiero otra cosa.-tomé unas cuantas palomitas como si lo que dijera fuera normal o habitual.

-Pero sabías que estaba enamorado de ti.-eso no lo sabía, conocía sus ganas de mí pero no lo otro.

-Falso, que estabas obsesionado sí.-cuando escuchó esas palabras vi como le temblaba el labio.

Empezó a llorar como un crío abandonado en medio de un parque en pleno invierno. Sí, eso parecía. Tan sólo faltaban los mocos congelados y el oso de peluche en la mano. Lo estuve contemplando varios segundos en silencio, me gustaba ver como sufría por mí y quizás rogaba porque yo le amara alguna vez.

-Me hiciste muy tuyo.-dijo con una leve sonrisa, una amarga y que quizás intentaba borrar el sufrimiento que crecía dentro de él.

-Te hice el sexo.-respondí.

-Pero yo bien que te dije que te quería.-me levanté del sofá nada más escuchar eso. Me iría, si no captaba lo que era un sexo por sexo que no lo hubiera hecho. Le dejé bien claras mis intenciones.-Espera, no te marches.-dijo tomándome del brazo.-Por favor, quédate.

-Me quedaré, pero no pienso ver esas películas. No soy fan de las historias románticas, es más me dan urticaria.-en realidad me agradaban un par de películas de ese género, pero para nada eran europeas u occidentales.

-De acuerdo.-susurró abrazándome.

-Salgamos.-dije apartándolo para ir hacia la puerta.

-No, si salimos no podré pegarme a ti.-eso me hizo resoplar y bien alto.

-¿Qué no entiendes? Si me acosté contigo es porque tenía ganas, sólo eso.-sus brazos me rodeaban por encima de mis hombros y acariciaba mi nuca con sus dedos.-En serio Mario, que no quiero nada contigo.-besó mi oreja izquierda y la mordisqueó.-¡Mario!-lo aparté como pude y él se quedó con la mirada gacha.

-Si nos acostamos haré lo que quieras.-era una oferta tentadora y sólo era acostarnos.

-¿Sólo sexo?-pregunté.

-Sexo y de vez en cuando tener cenas, algo romántico aunque sin ser excesivo. Podrás salir con otros y otras, verte con quien quieras, pero volver a mí.-me sugería un buen negocio, un trato bastante deseable.

-Conforme.-respondí y él me besó con cierta ternura. Supe que me arrepentiría, pero en esos momentos me venía bien tener ciertos favores y cariño.

-Entonces genial.-puso su mano en mi entrepierna y la acarició.-No veremos películas ¿te apetece otra cosa?-susurró bien pegado a mi cuello, para luego lamerlo.

-Sí, ¿tienes play?-no tenía ganas de sexo y ya, quizás primero podría desfogarme con algún videojuego.

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