27/6/09

Ser O No Ser X


Me excitó con facilidad y yo a él. Parecía que nos cumplimentábamos de alguna forma. Sus labios ardían y prendían a los míos, pronto los tuve pegados a mi entrepierna. Me agarré de sus cabellos pegándolo bien a mí, no quería que dejara de hacerlo. Era bueno con la boca, realmente bueno. Sin embargo, no me quedé quieto y terminé cogiéndomelo de forma que lo dejé roto en mis brazos. Me movía de forma brusca y él gemía buscando donde agarrarse.

-¡Hizaki!-gritaba descontrolado.

-¡Muévete!-le reprochaba, mientras le maniataba las muñecas.

Era desquiciante el ritmo que tomábamos. Tanto era así que no tardamos demasiado en finalizar entre alaridos. Mis manos se aferraron con fuerza a sus nalgas, se aferró a la almohada, y su espalda se arqueó echando hacia atrás su cabeza para apoyarla a mi pecho. Juro que jamás vi a alguien contorsionarse tanto al momento de la eyaculación.

-Te quiero.-dijo girándose para quedar cara a cara.-Te quiero.-repitió besando mis labios con cierta ansiedad.

Yo por supuesto no dije nada, decir algo hubiera quedado falso y una mentira no era lo mejor. Tan sólo lo abracé arropándolo bien con las mantas, para dejar mi mente en blanco hasta que él se quedó dormido. No pude pegar ojo hasta pasadas las dos de la mañana, entonces caí en un sueño extraño del que sólo recuerdo fragmentos. Los fragmentos eran únicamente ojos café, un aroma agradable y la sensación de un abrazo lleno de dulzura. Ese sueño hizo que al despertar me sintiera bien, por primera vez en mucho tiempo me notaba lleno de paz.

Eran las ocho de la mañana, él dormía y yo decidí largarme sin decir nada. No dejé ninguna nota, no estaba acostumbrado a ello. Me di una ducha rápida antes de marcharme y al llegar a casa me inventé la excusa de que ensayaba para la obra. Mi madre se alegró de que hiciera algo artístico además de estudiar, que me desahogara de alguna forma. No sabía lo bien que me había desahogado la noche anterior, no tenía ni idea.

Los días fueron pasando, yo me fui preparando exámenes y el libreto. Él seguía mandándome mensajes, quedábamos para desfogarnos y también lo hacía con mujeres. Ellas me tentaban, a pesar de no querer nada con ellas siempre me apetecieron. Chicas descaradas o maduritas con demasiado bisturí encima, no importaba. Todas caían a mis pies, eso me hacía resarcirme de fracasos. Cuando llegó el día acordado para el casting, más bien para la designación de quién sería quién, me sentía bastante nervioso. Una semana completa había trascurrido, una semana de ensayos frente al espejo y al final lo logré.

Mario dijo que debíamos celebrarlo, que era un logro. Ambos habíamos conseguido papeles importantes dentro de la obra, yo por supuesto el del Tenorio y él mi contrincante. Por supuesto que lo festejamos y fue en los servicios del instituto en horas de clases. Allí volvió a pedirme salir formalmente, me dijo que lo necesitaba y yo acepté. Lo hice por la euforia que mantenía tras la prueba.

-Soy feliz.-susurró abrazándome con fuerza.-No te arrepentirás.

-Supongo que no.-dije acariciando su rostro antes de abrir la puerta de los baños.-Nos vemos a la noche, hoy tengo clases de baile y Aikido.-él sonrió apoyado en los lavabos mientras acomodaba la corbata del uniforme.

Pasadas las clases de Matemáticas e Historia del Arte llegó la hora de la comida. Solía comer en casa, pero iba con prisas así que fui al comedor. Había un buen menú mediterráneo con ensaladas y macedonia de frutas. Creo que repetí, no lo recuerdo bien, sin embargo sé que fue la primera vez que me sentí satisfecho de la comida de la cafetería. Después corrí hasta mi moto, Elena, la cual me esperaba dispuesta a que la montara hasta la academia en la zona nueva de la ciudad.

Digamos que la zona nueva es donde está parte dormitorio de la ciudad, hoteles caros y construcciones de más de veinte pisos. Por sus calles había tiendas de moda, cafeterías bohemias, el casino y galerías de arte. Se estaba convirtiendo en un lugar para descansar y para el ocio. Los trabajos serios estaban en el centro de la ciudad y en la zona norte, donde se encontraban las fábricas junto al campamento militar.

Nada más llegar a la academia “Apocalipsis in the Scene” me sentí como en casa. Fui hacia los vestuarios y me arranqué prácticamente el uniforme, colocándome la ropa de baile. La ropa era algo holgada y parecida a la que usaba en el gimnasio. Entré en el salón de baile donde estaba mi maestra y sonrió.

-Hola cariño-dijo caminando hacia mí.-Te eché de menos el otro día cuando no pudiste venir.-me abrazó y besó mi mejilla.-Te tengo una sorpresa, espero que sea de tu gusto.-me extendió entonces un Cd.-Tiene canciones que aprenderás a bailar, son de varios cds que tenía en casa y que opino que sacan lo mejor de uno mismo.-miré el listado que había en el dorso de aquella cajetilla y sonreí.

Las canciones que había escogido tenía distintos ritmos, pero predominaba el gran Michael Jackson. La primera de todas era sensual “In the closet”, la siguiente movida y que se podía aplicar a mi familia “Smooth Criminal”, seguida de la mítica “Thiller” y mi favorita “Bad”. También había algo de Elvis “Jailhouse” o “Heartbrak” añadiendo a James Brawn con “I feel good” y por supuesto como colofón “Let’s dance” de David Bowie. Ella tenía una filosofía bastante tajante a cerca de la música de baile, la que usábamos para aprender, y era que la buena música se había hecho en los ochenta y noventa, que ahora tan sólo eran ecos de vertederos. La entendía, mucho mejor de lo que ella pensaba.

-Vaya, menuda selección.-sonreí y ella me acarició el rostro.

-Lo mejor para mi mejor alumno, además hoy no vendrá nadie más.-comentó tomando el cd de mis manos.

-Genial, a veces me ponen de los nervios los que comienzan.-dije mientras ella daba a play a la minicadena y esta comenzó a resonar la voz del Rey.

-Lo sé y eso que solo damos clases con tres más durante tu estancia en el aula.-rió bajo quedándose frente a mí y sonrió.-¿Has visto alguna vez el videoclip?

-Sí, por supuesto.-he de ser sincero pues la primera vez que vi el video no me fijé en Michael, sino en Naomi.

-Bien, inténtalo conmigo y veremos en qué hay que corregirte.-inició esos movimientos provocadores y yo me quedé mirándola fijamente.

Mi profesora se llamaba Victoria, era de orígenes cubanos y su suave tono de piel canela me incitaba. Había sido mi amante de una noche, lo habíamos pasado bien y la verdad es que se movía mejor en la cama que en la pista de baile. Creedme era y es una gran bailarina, la mejor que haya conocido en mi vida, pero sobre el colchón era la mejor.

Los pasos surgieron de mis pies a medida que el ritmo llegaba a ellos, me movía parecido a él ya que igual era imposible. Se puede imitar, pero no igualar, y ella me lo dijo mil veces. Cada uno tiene un estilo, una forma de ser que deja en sus pasos. Nuestros cuerpos se tocaban, los pies se deslizaban por el parquet y al término de mis pasos me di cuenta que ella aplaudía algo alejada de mí.

-Lo has hecho muy bien.-se aproximó a mí y me besó en la mejilla.-Deberías de inscribirte en el concurso de baile, se hará en un mes y seguro que terminarás deslumbrando. Aunque deberemos de mostrar pasos nuevos, algo que sea interesante y atractivo.-se cruzó de brazos frente a mí y me miró de arriba hacia abajo.-Con esa pinta de gángster que siempre llevas podríamos hacer algo atrevido, que recuerde a Jackson pero que a la vez deslumbre.

-Siempre con él en los labios.-ella asintió con una sonrisa.

-Es mi ídolo y me alegro que a ti te guste, no te soportaría si no fuera así.-me revolvió los cabellos y fue hacia la minicadena pasando a una de las pistas de Brown.

-Cuando alguien es bueno, con tanto talento y pasión, hay que admirarlo sin más.-se giró con esa encantadora sonrisa y me tomó de la mano.

-Con esta canción haremos los pasos que te mostré el otro día, ya sabes cuales son, y te dije que debías de aprenderlos bien en casa.-eran difíciles, demasiado acelerado, pero un par de noches que no pude dormir me vinieron bien.

-Lo sé.-iniciamos el ritual frente al espejo que había en el fondo y comenzamos a movernos.

-Paso al frente, giro… paso.-su voz resonaba junto a “I feel good”.

Yo simplemente tarareaba mientras bailaba junto a ella. Terminamos riendo a carcajadas, pues nos estaba quedando bastante bien a pesar de unas leves equivocaciones mías.

Las horas pasaron con rapidez, dos horas inigualables. Amaba esa música de los cochenta, música que realmente valía la pena, y también la de los noventa junto a Elvis que siempre sería el rey de cualquier época. Tenía razón cuando decía todo aquello, lo notaba tras las clases. Al llegar a casa simplemente me di una buena ducha y estudié el resto de la tarde hasta la noche.

No hay comentarios: