
En el móvil había más de sesenta llamadas perdidas y todas de él. Mario no se iba a dar por vencido tan fácilmente y temía que llegara el lunes. Sin embargo, irremediablemente el lunes llegó y yo tuve que verlo en los pasillos. Su rostro estaba lleno de ojeras y una chica estaba a su lado. Era una mujer esbelta, de ojos claros, piel clara y cabellos rubios. Se podría decir que podía pasar por la imagen exacta de mi madre en sus años de juventud.
-¿Puedo hablar contigo?-una voz suave preguntó aquello, no supe si era a mí o no. me giré y la vi a ella observándome.
-¿Qué deseas?-respondí con un semblante serio.
-Hablar, mi hermano está muy arrepentido y tú no me recuerdas pero fuimos al mismo colegio.-entonces la recordé. Era aquella chica que siempre me negó salir conmigo. Una mujer atractiva desde el jardín de infancia, pero que jamás me vio como hombre sino como hermano.
-¿Inmaculada?-pregunté algo desconcertado.
-Recuerdas a las viejas compañeras de clase ¿verdad? Eso me gusta.-dijo golpeando mi brazo.-¿Podemos hablar?
-Si es sobre Mario, lo siento pero lo que hizo no tiene perdón alguno.-ella asintió levemente aunque algo decaída.
-Tenía la esperanza de que lo perdonaras, fue un desliz idiota. Sin embargo, te entiendo.-tomó una de mis manos y las observó.-¿Sigues siendo el manazas de siempre?-sonrió leve y Mario corrió por el pasillo, quizás para ocultarse de mi vista fría hacia él.
-Sí, pero las uso también para golpear en competiciones.-eso hizo que riera casi a carcajadas.
-Nunca podrás quitarte esa imagen de matón y más si buscas pelea.-me alegraba volver a ver.
-¿Estás aquí? ¿Desde cuando?-interrogué confuso, no sabía que ella había venido a este instituto. Lo último que supe de ella es que se iba con su familia a vivir a otro país.
-Vinimos de Australia este verano, volví a clases, y te llamé un día cuando corrías por las pistas… pero se ve que tienes tantas admiradoras que no escuchaste.-me colocó bien el cabello y besó mi mejilla.-Me agrada volver a verte, quiero quedar contigo para tomar algo y revivir los tiempos de primaria.-rió bajo para después descolocar mi flequillo.
-Claro.-estaba en shock, mi amor de niñez en el instituto y yo sin saberlo.
-Pero no te hagas ilusiones don Juan, soy lesbiana.-comentó girándose para caminar hacia el fondo del pasillo, donde la esperaba una chica.
-Mierda.-murmuré o eso creo.
Me marché a clases, hice mi vida normal y en la salida me esperaba de nuevo. Me dio su teléfono móvil y me presentó a su novia. Ambas eran bastante atractivas, por un instante me hice que mi imaginación volara y me imaginé a ambas como esos dibujos Yuri que solía ver. Dios, fue demasiado excitante. Creo que tuve suerte de no tener cara de pervertido, pero por dentro mi cerebro era una máquina perfecta. Amé la imaginación que tenía de herencia de mi padre, como amé aquella coincidencia. Si bien supe de donde sacó tanta información Mario, de su hermana. Quedé con ellas para tomar algún día un café o un refresco, quizás un té, mientras pudiéramos los tres con los exámenes todo iría bien.
Cuando me marchaba Yue vino de la nada agarrándose a mí por la espalda, colgándose como si nada. Se quedó con los ojos clavados en las dos chicas y sonrió leve. Recé porque no se presentara como novio, no lo hizo y sí como mi mejor amigo. Entonces recordó a la chica y resopló. No le agradaba la idea tanto como a mí, más bien detestaba que ella estuviera en el mismo instituto. No lo dijo abiertamente, pero sus ojos lo decían todo. Era tan simple leerle los pensamientos que me asombraba.
-Yue no deberías de ser así, no trates a las chicas con tanto despropósito.-dije caminando hacia casa con él a mi lado.
-Es que sé como las mirabas, sé como es esa mirada.-comentó abrazando su carpeta para luego observarme de reojo.-Es como me mirabas ayer en la cama ¿por qué no me miras de habitual así?-interrogó.
-Porque no me gusta llamar la atención.-respondí.-Y deja de hablar de eso en medio de la calle, por dios.-comenté algo molesto y él me tomó del brazo.
-Hizaki yo quiero que me mires así.-susurró.
-No lo haré.-dije apartándolo.-Punto… y hoy no quedamos, me voy al circuito.
Salí corriendo a sabiendas que él no podría alcanzarme. Al llegar a casa dejé los asuntos pendientes para luego. Me vestí con ropas de cuero de protección, totalmente oscuro, el casco, los guantes y llegué en quince minutos al circuito. Había carrera ilegal y me apunté, a veces las había y no pasaba nada. La policía miraba hacia otro lado porque lo que hacíamos daba ingresos a la ciudad.
Era un circuito de tierra, pero tenía su guardia que cobraba por ver a otros gozar con las motos, al igual que un precio para motociclistas. El de competición estaba metros más allá, pistas perfectas que se usaba únicamente para eventos especiales o para practicar. Yo tenía abono para ambas actividades, tanto para el de tierra como para el normal. El abono de tierra era pagarle al seguridad una cantidad, a veces fluctuaba, y el otro era el típico talón que comprabas en ventanilla. Terminé en la pista con furia mientras por los altavoces se podía escuchar retumbar una de mis canciones favoritas.
Gané, al final gané. Todos me ovacionaron como siempre, me sentía igual de bien que un Dios ante un paraíso terminado. Joder, me sentía poderoso. Era el mejor. Nadie me vencía, nadie podía hacerlo. Cuando lo hice vi a un chico que me hablaba.
-Buenos días, ¿hablo con Hizaki Sakurai de la Rosa? Soy de una revista juvenil y escribo sobre los herederos de familias influyentes, su estilo de vida y demás.-dijo presentándose tendiéndome la mano
Me saqué el casco y lo miré directamente con cierto aire de superioridad, además de frialdad, era la mirada de mi padre, los mismos ojos, y la que hacía que muchos me vieran con cierto temor.
-Sí.-dije bajando de la moto mientras la dejaba descansar sobre su pie.-Soy yo.-lo examinaba minuciosamente, calculé su edad y no lo vi un peligro. No traía guardaespaldas, no quería llevarlo a un sitio como aquel donde me sentía libre.-No me gusta la prensa.-eché a caminar esperando que no me siguiera, quería un batido o un zumo... no había desayunado nada. Fui hacia el puesto y me quedé mirando lo que tenían.
-Lo mío no es periodismo, es sólo hablar superficialmente de gente joven y atractiva con influencia para que niñatas quinceañeras hormonadas compren revistas similares a montones.-me contó mientras me seguía sin acercarse demasiado.
-¿Crees que me interesa que una niña sueñe con tenerme en su hermosa colección de despegables y luego me acose por la calle?-interrogué antes de decidirme por un batido de vainilla.-Déme uno de estos.-dije al tendero y sonreí de forma afable.
-Que tenga buen día.-entregué el dinero justo con una pequeña propina.
-No saco nada bueno de exponerme como carne de ganado.-dije clavando mis ojos en él y clavé la pajita en el maldito cartón. Di un sorbo y eché hacia abajo la cremallera, tenía calor. Terminé con medio mono quitado y una camiseta de tirantas.
-¡Hizaki! ¡Hola!-una chica en las gradas me saludaba y yo resoplé.
Había estado con ella, pero nada más. No quería ni que me dijera hola, era una de ese tipo de chicas superficiales y sin nada en el cerebro.
-Mierda... por qué yo.-
-¡Hizaki! ¡sube! ¡hace mucho que no hablamos!-solo tetas, eso es lo que tenía... dos enormes pechos y nada más.
-¡No puedo!-grité
-¡¿Por qué?!-preguntó.
-Etto...-balbuceé mirando a mi alrededor.-¡Estoy hablando con un conocido de un asunto importante!-lo agarré del brazo.-Di algo contrario a lo que digo y te juro que no sigues vivo mañana.-mi rostro con él era el de un asesino en serie, rostro que era exacto al de mi padre en ese estado. Volví a mi sonrisa encantadora hacia ella y giré leve la cabeza.-¡Nos veremos otro día!
¡Vale!-se quedó contenta o eso esperaba, si quería sexo podía buscarla. Pero mientras tanto estaba bien con Yue, cuando no funcionara podría acostarme con una furcia de alta sociedad.
-Gracias.-cuanto más borde menos me preguntaría y se daría por vencido.
-Ya veo lo que quieres decir, esas jovencitas pueden agobiar a cualquiera.-comentó nada más alejarnos de ella.-No me he presentado, me llamo Adso.-dijo estirando su mano hacia mí, la cual estreché brevemente.
-Y si lo has entendido, entonces entenderás que no quiero una entrevista donde se hable de mi vida.-también pensaba en el viejo, si mi padre me veía hacer aquello me mataría. Me aparté de él y eché a caminar hacia mi moto, la cual estaba siendo avasallada a fotografías.
-En realidad...-balbuceó y yo me giré un instante.-No soy periodista, estoy aquí por cuenta propia para saber cómo te iba, tengo un amigo... que está preocupado por ti.-¿un amigo? ¿Qué amigo podía tener él ligado a mí?
-Mis amigos son pocos y con ellos hablo todos los días, te confundes de persona.-no había otro Hizaki Sakurai, no se equivocaba, pero tampoco sabía que Lexter iba a tener el descaro de intentar influir en alguien para buscarme. Sin embargo se iluminó la bombilla y bufé.-Ese miserable. Dile que me deje en paz, no quiero saber nada y ojala se pudra. No sé porqué mi madre no lo manda a la maldita calle.-tiré el cartón a medio tomar, estaba enfurecido y se notaba.-¡A tomar por culo!-grité apretando el paso.
-No sé lo que pasó entre vosotros.-claro que no lo sabía.-Pero.-me giré para verle bien la cara y me encaminé hacia él.-Está bastante mal, él sólo quiere saber cómo estás, al menos para sentirse un poco mejor.-
-¿Mejor?-mis ojos gritaban la cólera que sentía.-¡Mejor!-grité alzando los brazos.-Sí, hagamos sentir mejor a un desgraciado que jugó conmigo y con mi privacidad. Aja, hagamos que se sienta bien y yo siga sintiéndome como una basura.-me aparté de él o terminaría golpeándole. Me había fastidiado el día. Caminaba hacia mi moto, quería irme de allí.
-Venga, reconozco que ha cometido errores.-él no sabía de lo que hablaba, no sé porqué no se callaba de una puta vez y dejaba de seguirme.-Si tan sólo dejara de estar confuso verías que no es tanto como dices.-me paré lleno de ira.-No puedo obligarte a nada pero está realmente mal.
No me controlé, me giré y le golpeé bien duro en la cara.
-¿Cuánto te ha pagado para que digas eso? ¡¿Cuanto!? ¿A caso te lo has follado? sí, seguro que ha sido eso.-volví a golpearlo en el vientre y cayó al suelo.
Un par de conocidos de la pista me agarraron e intentaron controlarme. Sabía boxeo, karate y niu jitsu... y ellos me habían visto romper madera con la mano ¿por qué no un hueso o dos?
-Cálmate.-murmuró uno de mis dos únicos amigos.
-¡Estoy harto! ¡Harto de que se hagan la victima!
-¡Cállate! ¡Si esto llega a oídos de tu padre se enfadará!-gritó y me quedé quieto impotente.
No sabía qué me daba más rabia... si Lexter engañara a alguien para que hablara con él, tenerlo pegado a mí o sospechar que se había acostado con ese chico.
-No, no me ha pagado nada. Esto es idea mía.-murmuró mientras tosía y recobraba el aliento.-Pero ya veo, no hay nada que hacer. Quédate con tu vida cómoda y arreglada que yo me vuelvo por donde he venido.
Comencé a llorar deseando que todo fuera una pesadilla, volver a aquella habitación privada y escasa de muebles. Él me hizo creer que era especial, que podía tener todo lo que quería... cosas que no se pagan con dinero. Aun recordaba su cuerpo sobre el mío y sus besos, además de su aroma masculino embriagándome. Quería volver al pasado y ser un idiota que no se daba cuenta de nada, no descubrir lo que hacía y seguir pensando que algún día diríamos la verdad para empezar una vida juntos... pero Lexter no era bueno, no era bueno en ninguno de los sentidos. El chico se marchó, pero a mi me había hecho recordar cuando necesitaba verlo. Sin embargo, no lo volvería a hacer...salvo en compañía de mi madre. Aunque ahora viéndolo desde otro punto de vista reconozco que no era eso, sino volver a ser feliz sin importar nada.
-¿Puedo hablar contigo?-una voz suave preguntó aquello, no supe si era a mí o no. me giré y la vi a ella observándome.
-¿Qué deseas?-respondí con un semblante serio.
-Hablar, mi hermano está muy arrepentido y tú no me recuerdas pero fuimos al mismo colegio.-entonces la recordé. Era aquella chica que siempre me negó salir conmigo. Una mujer atractiva desde el jardín de infancia, pero que jamás me vio como hombre sino como hermano.
-¿Inmaculada?-pregunté algo desconcertado.
-Recuerdas a las viejas compañeras de clase ¿verdad? Eso me gusta.-dijo golpeando mi brazo.-¿Podemos hablar?
-Si es sobre Mario, lo siento pero lo que hizo no tiene perdón alguno.-ella asintió levemente aunque algo decaída.
-Tenía la esperanza de que lo perdonaras, fue un desliz idiota. Sin embargo, te entiendo.-tomó una de mis manos y las observó.-¿Sigues siendo el manazas de siempre?-sonrió leve y Mario corrió por el pasillo, quizás para ocultarse de mi vista fría hacia él.
-Sí, pero las uso también para golpear en competiciones.-eso hizo que riera casi a carcajadas.
-Nunca podrás quitarte esa imagen de matón y más si buscas pelea.-me alegraba volver a ver.
-¿Estás aquí? ¿Desde cuando?-interrogué confuso, no sabía que ella había venido a este instituto. Lo último que supe de ella es que se iba con su familia a vivir a otro país.
-Vinimos de Australia este verano, volví a clases, y te llamé un día cuando corrías por las pistas… pero se ve que tienes tantas admiradoras que no escuchaste.-me colocó bien el cabello y besó mi mejilla.-Me agrada volver a verte, quiero quedar contigo para tomar algo y revivir los tiempos de primaria.-rió bajo para después descolocar mi flequillo.
-Claro.-estaba en shock, mi amor de niñez en el instituto y yo sin saberlo.
-Pero no te hagas ilusiones don Juan, soy lesbiana.-comentó girándose para caminar hacia el fondo del pasillo, donde la esperaba una chica.
-Mierda.-murmuré o eso creo.
Me marché a clases, hice mi vida normal y en la salida me esperaba de nuevo. Me dio su teléfono móvil y me presentó a su novia. Ambas eran bastante atractivas, por un instante me hice que mi imaginación volara y me imaginé a ambas como esos dibujos Yuri que solía ver. Dios, fue demasiado excitante. Creo que tuve suerte de no tener cara de pervertido, pero por dentro mi cerebro era una máquina perfecta. Amé la imaginación que tenía de herencia de mi padre, como amé aquella coincidencia. Si bien supe de donde sacó tanta información Mario, de su hermana. Quedé con ellas para tomar algún día un café o un refresco, quizás un té, mientras pudiéramos los tres con los exámenes todo iría bien.
Cuando me marchaba Yue vino de la nada agarrándose a mí por la espalda, colgándose como si nada. Se quedó con los ojos clavados en las dos chicas y sonrió leve. Recé porque no se presentara como novio, no lo hizo y sí como mi mejor amigo. Entonces recordó a la chica y resopló. No le agradaba la idea tanto como a mí, más bien detestaba que ella estuviera en el mismo instituto. No lo dijo abiertamente, pero sus ojos lo decían todo. Era tan simple leerle los pensamientos que me asombraba.
-Yue no deberías de ser así, no trates a las chicas con tanto despropósito.-dije caminando hacia casa con él a mi lado.
-Es que sé como las mirabas, sé como es esa mirada.-comentó abrazando su carpeta para luego observarme de reojo.-Es como me mirabas ayer en la cama ¿por qué no me miras de habitual así?-interrogó.
-Porque no me gusta llamar la atención.-respondí.-Y deja de hablar de eso en medio de la calle, por dios.-comenté algo molesto y él me tomó del brazo.
-Hizaki yo quiero que me mires así.-susurró.
-No lo haré.-dije apartándolo.-Punto… y hoy no quedamos, me voy al circuito.
Salí corriendo a sabiendas que él no podría alcanzarme. Al llegar a casa dejé los asuntos pendientes para luego. Me vestí con ropas de cuero de protección, totalmente oscuro, el casco, los guantes y llegué en quince minutos al circuito. Había carrera ilegal y me apunté, a veces las había y no pasaba nada. La policía miraba hacia otro lado porque lo que hacíamos daba ingresos a la ciudad.
Era un circuito de tierra, pero tenía su guardia que cobraba por ver a otros gozar con las motos, al igual que un precio para motociclistas. El de competición estaba metros más allá, pistas perfectas que se usaba únicamente para eventos especiales o para practicar. Yo tenía abono para ambas actividades, tanto para el de tierra como para el normal. El abono de tierra era pagarle al seguridad una cantidad, a veces fluctuaba, y el otro era el típico talón que comprabas en ventanilla. Terminé en la pista con furia mientras por los altavoces se podía escuchar retumbar una de mis canciones favoritas.
Gané, al final gané. Todos me ovacionaron como siempre, me sentía igual de bien que un Dios ante un paraíso terminado. Joder, me sentía poderoso. Era el mejor. Nadie me vencía, nadie podía hacerlo. Cuando lo hice vi a un chico que me hablaba.
-Buenos días, ¿hablo con Hizaki Sakurai de la Rosa? Soy de una revista juvenil y escribo sobre los herederos de familias influyentes, su estilo de vida y demás.-dijo presentándose tendiéndome la mano
Me saqué el casco y lo miré directamente con cierto aire de superioridad, además de frialdad, era la mirada de mi padre, los mismos ojos, y la que hacía que muchos me vieran con cierto temor.
-Sí.-dije bajando de la moto mientras la dejaba descansar sobre su pie.-Soy yo.-lo examinaba minuciosamente, calculé su edad y no lo vi un peligro. No traía guardaespaldas, no quería llevarlo a un sitio como aquel donde me sentía libre.-No me gusta la prensa.-eché a caminar esperando que no me siguiera, quería un batido o un zumo... no había desayunado nada. Fui hacia el puesto y me quedé mirando lo que tenían.
-Lo mío no es periodismo, es sólo hablar superficialmente de gente joven y atractiva con influencia para que niñatas quinceañeras hormonadas compren revistas similares a montones.-me contó mientras me seguía sin acercarse demasiado.
-¿Crees que me interesa que una niña sueñe con tenerme en su hermosa colección de despegables y luego me acose por la calle?-interrogué antes de decidirme por un batido de vainilla.-Déme uno de estos.-dije al tendero y sonreí de forma afable.
-Que tenga buen día.-entregué el dinero justo con una pequeña propina.
-No saco nada bueno de exponerme como carne de ganado.-dije clavando mis ojos en él y clavé la pajita en el maldito cartón. Di un sorbo y eché hacia abajo la cremallera, tenía calor. Terminé con medio mono quitado y una camiseta de tirantas.
-¡Hizaki! ¡Hola!-una chica en las gradas me saludaba y yo resoplé.
Había estado con ella, pero nada más. No quería ni que me dijera hola, era una de ese tipo de chicas superficiales y sin nada en el cerebro.
-Mierda... por qué yo.-
-¡Hizaki! ¡sube! ¡hace mucho que no hablamos!-solo tetas, eso es lo que tenía... dos enormes pechos y nada más.
-¡No puedo!-grité
-¡¿Por qué?!-preguntó.
-Etto...-balbuceé mirando a mi alrededor.-¡Estoy hablando con un conocido de un asunto importante!-lo agarré del brazo.-Di algo contrario a lo que digo y te juro que no sigues vivo mañana.-mi rostro con él era el de un asesino en serie, rostro que era exacto al de mi padre en ese estado. Volví a mi sonrisa encantadora hacia ella y giré leve la cabeza.-¡Nos veremos otro día!
¡Vale!-se quedó contenta o eso esperaba, si quería sexo podía buscarla. Pero mientras tanto estaba bien con Yue, cuando no funcionara podría acostarme con una furcia de alta sociedad.
-Gracias.-cuanto más borde menos me preguntaría y se daría por vencido.
-Ya veo lo que quieres decir, esas jovencitas pueden agobiar a cualquiera.-comentó nada más alejarnos de ella.-No me he presentado, me llamo Adso.-dijo estirando su mano hacia mí, la cual estreché brevemente.
-Y si lo has entendido, entonces entenderás que no quiero una entrevista donde se hable de mi vida.-también pensaba en el viejo, si mi padre me veía hacer aquello me mataría. Me aparté de él y eché a caminar hacia mi moto, la cual estaba siendo avasallada a fotografías.
-En realidad...-balbuceó y yo me giré un instante.-No soy periodista, estoy aquí por cuenta propia para saber cómo te iba, tengo un amigo... que está preocupado por ti.-¿un amigo? ¿Qué amigo podía tener él ligado a mí?
-Mis amigos son pocos y con ellos hablo todos los días, te confundes de persona.-no había otro Hizaki Sakurai, no se equivocaba, pero tampoco sabía que Lexter iba a tener el descaro de intentar influir en alguien para buscarme. Sin embargo se iluminó la bombilla y bufé.-Ese miserable. Dile que me deje en paz, no quiero saber nada y ojala se pudra. No sé porqué mi madre no lo manda a la maldita calle.-tiré el cartón a medio tomar, estaba enfurecido y se notaba.-¡A tomar por culo!-grité apretando el paso.
-No sé lo que pasó entre vosotros.-claro que no lo sabía.-Pero.-me giré para verle bien la cara y me encaminé hacia él.-Está bastante mal, él sólo quiere saber cómo estás, al menos para sentirse un poco mejor.-
-¿Mejor?-mis ojos gritaban la cólera que sentía.-¡Mejor!-grité alzando los brazos.-Sí, hagamos sentir mejor a un desgraciado que jugó conmigo y con mi privacidad. Aja, hagamos que se sienta bien y yo siga sintiéndome como una basura.-me aparté de él o terminaría golpeándole. Me había fastidiado el día. Caminaba hacia mi moto, quería irme de allí.
-Venga, reconozco que ha cometido errores.-él no sabía de lo que hablaba, no sé porqué no se callaba de una puta vez y dejaba de seguirme.-Si tan sólo dejara de estar confuso verías que no es tanto como dices.-me paré lleno de ira.-No puedo obligarte a nada pero está realmente mal.
No me controlé, me giré y le golpeé bien duro en la cara.
-¿Cuánto te ha pagado para que digas eso? ¡¿Cuanto!? ¿A caso te lo has follado? sí, seguro que ha sido eso.-volví a golpearlo en el vientre y cayó al suelo.
Un par de conocidos de la pista me agarraron e intentaron controlarme. Sabía boxeo, karate y niu jitsu... y ellos me habían visto romper madera con la mano ¿por qué no un hueso o dos?
-Cálmate.-murmuró uno de mis dos únicos amigos.
-¡Estoy harto! ¡Harto de que se hagan la victima!
-¡Cállate! ¡Si esto llega a oídos de tu padre se enfadará!-gritó y me quedé quieto impotente.
No sabía qué me daba más rabia... si Lexter engañara a alguien para que hablara con él, tenerlo pegado a mí o sospechar que se había acostado con ese chico.
-No, no me ha pagado nada. Esto es idea mía.-murmuró mientras tosía y recobraba el aliento.-Pero ya veo, no hay nada que hacer. Quédate con tu vida cómoda y arreglada que yo me vuelvo por donde he venido.
Comencé a llorar deseando que todo fuera una pesadilla, volver a aquella habitación privada y escasa de muebles. Él me hizo creer que era especial, que podía tener todo lo que quería... cosas que no se pagan con dinero. Aun recordaba su cuerpo sobre el mío y sus besos, además de su aroma masculino embriagándome. Quería volver al pasado y ser un idiota que no se daba cuenta de nada, no descubrir lo que hacía y seguir pensando que algún día diríamos la verdad para empezar una vida juntos... pero Lexter no era bueno, no era bueno en ninguno de los sentidos. El chico se marchó, pero a mi me había hecho recordar cuando necesitaba verlo. Sin embargo, no lo volvería a hacer...salvo en compañía de mi madre. Aunque ahora viéndolo desde otro punto de vista reconozco que no era eso, sino volver a ser feliz sin importar nada.
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