
Después de tranquilizarme en los aseos con algunos conocidos, decidí ir hacia casa. No podía permitir que alguien me viera de ese modo, cualquiera. Me monté en la moto y desaparecí sin esperar mi parte del dinero. Llegué a mi habitación y no tenía ganas de nada, tan sólo me tiré en la cama esperando que todo fuera una pesadilla. Sin embargo, él entró en la habitación y se sentó a mi lado.
-Hizaki.-susurró acariciando mis cabellos.
-¡Ni me toques!-gruñí alejándolo de mí.
-Has estado meses esquivándome y no entiendo porqué.-aquello me jodió más que todo lo que había hecho. Me creía idiota o quizás tan cegado por él que no me daba cuenta de las cosas.
-Entérate cabrón ni me toques ¿te enteras?-me levanté colocándome a la defensiva y él rió.
-Si no te importara no hubieras tenido este comportamiento.-se aproximó a mí y me sentí acorralado además de acosado.-Vuelve a mi cama Hiza, es donde mejor estás.-me acarició el rostro y tomé su mano retorciéndola.-¡Bastardo!-gritó mientras lo empujaba en la cama.
-¡No te acerques a mí!-grité bien fuerte, enfurecido y entonces él rió observándome.
-Tan sólo lo hago porque lo deseas.-susurró acariciando su entrepierna.-Nadie te sabe domar como yo.
Me tentó hacerlo, me tentó y yo simplemente lo hice. Pateé sus pelotas pisando también parte de su mano. Mis botas de carreras, las de la moto, que era bastante pesadas y una sola patada con ellas podían hacerte ver las estrellas. Él gritaba retorciéndose y yo simplemente lo pateaba aún más.
-¡Vete de mi cuarto!-mis ojos eran seguramente dos aces de fuego.
-No quiero.-respondió mirándome fijamente.
-¡Vete!-ese alarido hizo que mi hermano entrara en el cuarto y nos viera.
-Hiza ¿qué pasa?-preguntó observando a Lexter.-¿Por qué está en la cama?-fui hasta él y lo tomé en brazos saliendo del dormitorio.
-Nada, ¿de acuerdo?-dije dejándolo en su habitación.-No digas nada a mamá, nada.-él asintió y yo besé su frente observando sus dibujos.-¿Son gatos?
-Sí, yo tendré un gato.-respondió mostrándome algunos dibujos.-El que más me gusta es este, es negro completo con una mancha blanca.-sonrió y mostró los que eran en acuarela.
Era algo heredado, sin más. El amor por los felinos y la pintura sin duda era de mi parte paterna, de mi padre. Revolví sus cabellos olvidando que ese desgraciado aún seguía en mi cuarto, sonreía observando que aún mi hermano seguía inocente y alejado de la realidad que a veces nos rodeaba.
-Debes mostrárselo al viejo.-dije sentándome a su lado.
-¿Crees que me comprará uno?-siempre preguntaba lo mismo, no le importaba obtener la misma respuesta… un no tajante por parte de nuestra madre.
-No te dejará mamá.-resopló y agarró la DS. Tenía un juego donde tenía que cuidar mascotas, su favorito era cuidar gatos.
-Ese es nuevo.-dije observándolo.
-Sí, es que el otro ya murió. Estaba algo viejo, este es su hijo.-comentó y yo eché a reir.
-¿Tiene ese nombre tan idiota?-pregunté mirando la pantalla.
-Nya no es un nombre idiota, es bien bonito y además tú no eres su dueño. No tienes porqué decirle idiota a mi gato, tiene más neuronas que tú.-empecé a reír a carcajadas, ese orgullo y prepotencia… era genial en ese cuerpo tan delgado.
-Está bien Nya es un nombre elegante.-respondí tras carcajearme un buen rato.
-Tú ríete, pero seguro que algún día un dibujo animado se llamará Nya y yo seré su creador.-miré los tomos que estaba leyendo de mangas y sonreí.
-Nekos, siempre nekos. Si no tienen nekos no te gustan.-me mostró entonces un dvd.
-Se llama Chii.-sus ojos brillaron.
-Chii.-respondí.-¿Pipi?
-Sí, luego dices que Nya es idiota. Pues esta gata se llama Chii.-besé su frente y me levanté para irme al dormitorio, esperaba que él no estuviera.
-Adiós baka.-escuché a mi hermano decirme aquello, pero no respondí.
Al entrar en mi habitación él no estaba, parecía haber sido un sueño extraño. Me quité la ropa y me puse en bata para poder chatear por la mensajería. Hablaba con amigos de forma amena hasta que él se conectó. Mario seguía con ese nick desesperado para que le hiciera caso, acto seguido apagué la sesión y me tumbé recordando que tenía que hacer los ejercicios de varias asignaturas.
Estuve toda la madrugada para terminarlos, ni cené, pero lo preferí. Tenía la mente ocupada, no me torturaba nada de lo que había pasado en los últimos meses. Terminé a eso de las dos de la mañana y caí rendido. Al día siguiente sería otro día.
-Hizaki.-susurró acariciando mis cabellos.
-¡Ni me toques!-gruñí alejándolo de mí.
-Has estado meses esquivándome y no entiendo porqué.-aquello me jodió más que todo lo que había hecho. Me creía idiota o quizás tan cegado por él que no me daba cuenta de las cosas.
-Entérate cabrón ni me toques ¿te enteras?-me levanté colocándome a la defensiva y él rió.
-Si no te importara no hubieras tenido este comportamiento.-se aproximó a mí y me sentí acorralado además de acosado.-Vuelve a mi cama Hiza, es donde mejor estás.-me acarició el rostro y tomé su mano retorciéndola.-¡Bastardo!-gritó mientras lo empujaba en la cama.
-¡No te acerques a mí!-grité bien fuerte, enfurecido y entonces él rió observándome.
-Tan sólo lo hago porque lo deseas.-susurró acariciando su entrepierna.-Nadie te sabe domar como yo.
Me tentó hacerlo, me tentó y yo simplemente lo hice. Pateé sus pelotas pisando también parte de su mano. Mis botas de carreras, las de la moto, que era bastante pesadas y una sola patada con ellas podían hacerte ver las estrellas. Él gritaba retorciéndose y yo simplemente lo pateaba aún más.
-¡Vete de mi cuarto!-mis ojos eran seguramente dos aces de fuego.
-No quiero.-respondió mirándome fijamente.
-¡Vete!-ese alarido hizo que mi hermano entrara en el cuarto y nos viera.
-Hiza ¿qué pasa?-preguntó observando a Lexter.-¿Por qué está en la cama?-fui hasta él y lo tomé en brazos saliendo del dormitorio.
-Nada, ¿de acuerdo?-dije dejándolo en su habitación.-No digas nada a mamá, nada.-él asintió y yo besé su frente observando sus dibujos.-¿Son gatos?
-Sí, yo tendré un gato.-respondió mostrándome algunos dibujos.-El que más me gusta es este, es negro completo con una mancha blanca.-sonrió y mostró los que eran en acuarela.
Era algo heredado, sin más. El amor por los felinos y la pintura sin duda era de mi parte paterna, de mi padre. Revolví sus cabellos olvidando que ese desgraciado aún seguía en mi cuarto, sonreía observando que aún mi hermano seguía inocente y alejado de la realidad que a veces nos rodeaba.
-Debes mostrárselo al viejo.-dije sentándome a su lado.
-¿Crees que me comprará uno?-siempre preguntaba lo mismo, no le importaba obtener la misma respuesta… un no tajante por parte de nuestra madre.
-No te dejará mamá.-resopló y agarró la DS. Tenía un juego donde tenía que cuidar mascotas, su favorito era cuidar gatos.
-Ese es nuevo.-dije observándolo.
-Sí, es que el otro ya murió. Estaba algo viejo, este es su hijo.-comentó y yo eché a reir.
-¿Tiene ese nombre tan idiota?-pregunté mirando la pantalla.
-Nya no es un nombre idiota, es bien bonito y además tú no eres su dueño. No tienes porqué decirle idiota a mi gato, tiene más neuronas que tú.-empecé a reír a carcajadas, ese orgullo y prepotencia… era genial en ese cuerpo tan delgado.
-Está bien Nya es un nombre elegante.-respondí tras carcajearme un buen rato.
-Tú ríete, pero seguro que algún día un dibujo animado se llamará Nya y yo seré su creador.-miré los tomos que estaba leyendo de mangas y sonreí.
-Nekos, siempre nekos. Si no tienen nekos no te gustan.-me mostró entonces un dvd.
-Se llama Chii.-sus ojos brillaron.
-Chii.-respondí.-¿Pipi?
-Sí, luego dices que Nya es idiota. Pues esta gata se llama Chii.-besé su frente y me levanté para irme al dormitorio, esperaba que él no estuviera.
-Adiós baka.-escuché a mi hermano decirme aquello, pero no respondí.
Al entrar en mi habitación él no estaba, parecía haber sido un sueño extraño. Me quité la ropa y me puse en bata para poder chatear por la mensajería. Hablaba con amigos de forma amena hasta que él se conectó. Mario seguía con ese nick desesperado para que le hiciera caso, acto seguido apagué la sesión y me tumbé recordando que tenía que hacer los ejercicios de varias asignaturas.
Estuve toda la madrugada para terminarlos, ni cené, pero lo preferí. Tenía la mente ocupada, no me torturaba nada de lo que había pasado en los últimos meses. Terminé a eso de las dos de la mañana y caí rendido. Al día siguiente sería otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario