19/7/09

Demasiado rápido V


-Hizaki ¿has visto mi maletín?-interrogó algo nerviosa.-Tengo varios documentos importantes en ese maletín y juraría que estaba en mi despacho.

-Tal vez lo tiene el inútil de Lexter.-ella cruzó los brazos clavando sus ojos en mí, como si fueran dagas.

-No voy a tolerar que ningún hijo mío llame inútil a nadie, tienes una educación Hiza, además te recuerdo que es fiel a nuestra familia y un gran trabajador.-lo defendía porque se acostaba con ella, porque únicamente tenía ojos para él y eso me enfermaba.

-Lo tendrá tu adorado Lexter, ¿mejor?-respondí con cierta ironía y tirantez en la voz.

-Estás castigado, que te quede claro. No voy a tolerar que me hables de esa forma.-cerró la puerta y se marchó.

Sus tacones resonaban por todo el pasillo, bajó las escaleras y luego escuché a Lexter llamarla. Decía tener su maletín, se lo había dejado en el vehículo la noche pasada. Yue me agarraba de las manos, me besó la mejilla y sonrió leve.

-No seas así con tu madre.-susurró.

-Soy como soy.-respondí molesto.-Pudo habernos visto, pudo haber entrado sin más. Nunca hace eso, siempre llama, pero imagina qué hubiera pasado.

-¿Me echas la culpa del sexo?-interrogó confuso.-Tú también querías.

-Porque tú no paras de insinuarte.-

Supongo que eso le molestó, porque acto seguido guardó todo en su mochila y se marchó de la casa. No le impedí que se fuera, no sé porqué le dejé marchar cuando me sentía culpable de todo. Yo era el idiota que le estaba dando alas, que le hacía entregarse a mí y para colmo me portaba como un capullo.

Al día siguiente me desperté con un terrible dolor de cabeza, no había examen y podía pedir a otros mis apuntes por Internet. Me quedé tumbado y no hice nada. Mi madre no dijo nada al respeto, pues incluso tenía algunas décimas de fiebre. Yue apareció de la nada en mi habitación, llorando.

-Pensé que te habías enfadado conmigo.-murmuró.-Por eso no fuiste a clases, para no verme.

-Por dios Yue, no te creas tan centro del mundo.-repliqué con una sonrisa.-Estoy bien idiota, además tengo que pedirte disculpas yo a ti.-dije tomando su mano para recostarlo a mi lado.

-¿Lo dices de verdad?-preguntó tumbándose junto a mí, dejando que yo lo rodeara con mis brazos.

-De verdad.-se giró y se acurrucó entre mis brazos, como si fuera un niño pequeño.

Había soñado con él otra vez, con el chico misterioso y cada vez que lo buscaba huía. Sin embargo, en ese sueño fue ir tras él y no huyó. Mantuvimos un sexo cómplice, pausado y el mejor de mi vida. Así que estaba de buen humor para soportar a Yue. Era demasiado infantil para mí, quería algo más maduro a pesar de que los chicos de mi edad eran como yo o peores. Tenía que conformarme con él y él conmigo.

Estuve con gripe una semana, pero no paraba de estudiar aún estando en cama. No sabía donde había agarrado el virus. Si bien supuse que sería por los días de lluvia, los que había estado corriendo bajo las tormentas y liberándome. Uno no es superman, siempre tiene sus límites.

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