
-Se llama Cheshire.-argumentó mientras se giraba.-Que os llevéis bien.
-Sí.-dije alzando al gato que maullaba y lamía mis manos.
Cuando cerró me senté en la silla cercana a una pequeña mesa de escritorio. Allí comencé a pensar bien en mi vida. Digamos que tener esos segundos al niño en brazos, antes de que mi padre me lo quitara para conversar mejor y dejarlo en sus piernas. Ver a ese pequeño lleno de vida moverse, mirarme, balbucear y sobretodo enternecerme. Me dije a mi mismo que tenía que saber ya a ciencia cierta si era mío el niño de Anne. Tenía que saberlo por mi bien mental. Algo en mí se despertó, llamémoslo instinto paternal o x, pero me removía la conciencia y ya de por si estaba revuelta.
Yue me mandó un mensaje al móvil. Lo vi nada más notar vibrar el aparato en mis pantalones. Pedía que nos viéramos cinco minutos, había discutido con su hermana por algo que no quería decirme. Sabía que muchos conocían ya nuestra relación. Él era así, por mucho que se lo prohibiera. Jamás dejó de hablar de mí con dulzura en todos estos años, de sonreír nada más verme y colgarse de mi cuello. Era normal que quisiera que todos supieran que era para él, nada más que para él. Yo me estaba manteniendo firme, no quería serle infiel. Deseaba enamorarme con su misma intensidad, corresponderle y olvidar al fin los malos momentos.
El gato mientras jugueteaba con mis dedos, los lamía y mordisqueaba. Yo simplemente disfrutaba de ver como aquella bola de pelo retozaba sobre la mesa. Entonces caí en la cuenta del portátil. Si bien, antes de encenderlo mandé un mensaje diciéndole que no llorara, que todo se podía arreglar y que no podíamos vernos porque estaba de visita sorpresa en casa de mi padre. Él respondió rápido con un único “dale recuerdos de mi parte”.
-Papá ¿cual es la clave del portátil?-grité, aunque seguramente llegaría como un murmullo a su alcoba. Tenía la mala costumbre de no poder dormir hasta revisar el correo. Pero para ello tenía que encender el portátil y sin clave no tendría acceso.
-Ne090ko.-escuché de fondo tras el muro de la habitación.
-Vaaaa.-grité de nuevo quedándome en silencio. Comencé a hurgar después de revisar el Hotmail, para mi sorpresa había cosas en carpetas. Sonreí mirando y también buceando por el historial del pc. Entonces me eché a reír y llamé a mi padre.-¡Papá! ¡En el disco duro hay unas fotos extrañas!-era porno. Tanto posiciones eróticas del Kamasutra, como videos gay y multitud de fotos de chicos de mi edad aproximadamente o quizás unos años mayores.
-¿Qué?-dijo entrando en la habitación mientras se abrochaba la bata.
-Nada hay chicos desnudos...y esto.-indiqué la pantalla donde había varias fotografías de porno gay, además de dibujos de animes de la misma temática.
-Eso no es mío, te lo aseguro.-intentaba que quitara eso de su vista y también de la mía, pero su profesión de viejo pervertido se lo impedía. Por un lado no quería ver, por otro quería mirar. Parecía que su lado pervertido y paternal se mezclaba muy mal.
-Pervertido.-murmuré arqueando las cejas mientras las movía.
-¡Falso! ¡Phoenix!-gritó para que viniera.-¡Voy a matar a tu hermano!-creo que si hubiera podido escupir fuego lo hubiera hecho, estaba muy molesto.
Su novio apareció con unos boxer y una franela fina encima para cubrirse. Me repetí entonces en la mente: No es tu tipo, es su novio, tienes pareja y no es tu tipo. Sin embargo, los ojos e iban a su cintura y caderas al igual que a sus labios. Mi padre lo notó y tapó las vistas con su cuerpo, que casi lo duplicaba a él en anchura y también en altura.
-Eso no es porno.-comentó apartándonos a ambos.-Son imágenes y posturas sexuales, es el Kamasutra gay.-murmuró y luego echó a reír a carcajadas.-Sabía que era gay.-sus carcajadas se hicieron más audibles, sin embargo paró de reír para colgarse de su cuello. Sus ojos se clavaron en los de mi padre, sonrió con dulzura y luego con cierta picardía. Susurró algo en su cuello y se puso nervioso. Yo únicamente miraba todo con curiosidad. Con mi madre no se comportaba así, pero lo demás lo veía normal. Eran pareja, tendrían que tener ese tipo de juegos. No era una situación incómoda para ninguno y se notaba en la expresión que ambos teníamos.
-Sí.-dije alzando al gato que maullaba y lamía mis manos.
Cuando cerró me senté en la silla cercana a una pequeña mesa de escritorio. Allí comencé a pensar bien en mi vida. Digamos que tener esos segundos al niño en brazos, antes de que mi padre me lo quitara para conversar mejor y dejarlo en sus piernas. Ver a ese pequeño lleno de vida moverse, mirarme, balbucear y sobretodo enternecerme. Me dije a mi mismo que tenía que saber ya a ciencia cierta si era mío el niño de Anne. Tenía que saberlo por mi bien mental. Algo en mí se despertó, llamémoslo instinto paternal o x, pero me removía la conciencia y ya de por si estaba revuelta.
Yue me mandó un mensaje al móvil. Lo vi nada más notar vibrar el aparato en mis pantalones. Pedía que nos viéramos cinco minutos, había discutido con su hermana por algo que no quería decirme. Sabía que muchos conocían ya nuestra relación. Él era así, por mucho que se lo prohibiera. Jamás dejó de hablar de mí con dulzura en todos estos años, de sonreír nada más verme y colgarse de mi cuello. Era normal que quisiera que todos supieran que era para él, nada más que para él. Yo me estaba manteniendo firme, no quería serle infiel. Deseaba enamorarme con su misma intensidad, corresponderle y olvidar al fin los malos momentos.
El gato mientras jugueteaba con mis dedos, los lamía y mordisqueaba. Yo simplemente disfrutaba de ver como aquella bola de pelo retozaba sobre la mesa. Entonces caí en la cuenta del portátil. Si bien, antes de encenderlo mandé un mensaje diciéndole que no llorara, que todo se podía arreglar y que no podíamos vernos porque estaba de visita sorpresa en casa de mi padre. Él respondió rápido con un único “dale recuerdos de mi parte”.
-Papá ¿cual es la clave del portátil?-grité, aunque seguramente llegaría como un murmullo a su alcoba. Tenía la mala costumbre de no poder dormir hasta revisar el correo. Pero para ello tenía que encender el portátil y sin clave no tendría acceso.
-Ne090ko.-escuché de fondo tras el muro de la habitación.
-Vaaaa.-grité de nuevo quedándome en silencio. Comencé a hurgar después de revisar el Hotmail, para mi sorpresa había cosas en carpetas. Sonreí mirando y también buceando por el historial del pc. Entonces me eché a reír y llamé a mi padre.-¡Papá! ¡En el disco duro hay unas fotos extrañas!-era porno. Tanto posiciones eróticas del Kamasutra, como videos gay y multitud de fotos de chicos de mi edad aproximadamente o quizás unos años mayores.
-¿Qué?-dijo entrando en la habitación mientras se abrochaba la bata.
-Nada hay chicos desnudos...y esto.-indiqué la pantalla donde había varias fotografías de porno gay, además de dibujos de animes de la misma temática.
-Eso no es mío, te lo aseguro.-intentaba que quitara eso de su vista y también de la mía, pero su profesión de viejo pervertido se lo impedía. Por un lado no quería ver, por otro quería mirar. Parecía que su lado pervertido y paternal se mezclaba muy mal.
-Pervertido.-murmuré arqueando las cejas mientras las movía.
-¡Falso! ¡Phoenix!-gritó para que viniera.-¡Voy a matar a tu hermano!-creo que si hubiera podido escupir fuego lo hubiera hecho, estaba muy molesto.
Su novio apareció con unos boxer y una franela fina encima para cubrirse. Me repetí entonces en la mente: No es tu tipo, es su novio, tienes pareja y no es tu tipo. Sin embargo, los ojos e iban a su cintura y caderas al igual que a sus labios. Mi padre lo notó y tapó las vistas con su cuerpo, que casi lo duplicaba a él en anchura y también en altura.
-Eso no es porno.-comentó apartándonos a ambos.-Son imágenes y posturas sexuales, es el Kamasutra gay.-murmuró y luego echó a reír a carcajadas.-Sabía que era gay.-sus carcajadas se hicieron más audibles, sin embargo paró de reír para colgarse de su cuello. Sus ojos se clavaron en los de mi padre, sonrió con dulzura y luego con cierta picardía. Susurró algo en su cuello y se puso nervioso. Yo únicamente miraba todo con curiosidad. Con mi madre no se comportaba así, pero lo demás lo veía normal. Eran pareja, tendrían que tener ese tipo de juegos. No era una situación incómoda para ninguno y se notaba en la expresión que ambos teníamos.
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