31/7/09

Marimacho a la vista VIII


-Eso no es porno.-comentó apartándonos a ambos.-Son imágenes y posturas sexuales, es el Kamasutra gay.-murmuró y luego echó a reír a carcajadas.-Sabía que era gay.-sus carcajadas se hicieron más audibles, sin embargo paró de reír para colgarse de su cuello. Sus ojos se clavaron en los de mi padre, sonrió con dulzura y luego con cierta picardía. Susurró algo en su cuello y se puso nervioso. Yo únicamente miraba todo con curiosidad. Con mi madre no se comportaba así, pero lo demás lo veía normal. Eran pareja, tendrían que tener ese tipo de juegos. No era una situación incómoda para ninguno y se notaba en la expresión que ambos teníamos.

-Me da igual.-dije molesto.-Este ordenador se lo presto si no lo llena de por...-se quedó como en blanco, sus ojos se abrieron y sus pocos rasgos nipones se fueron por el sumidero. A veces me preguntaba si realmente era nipón, si bien ¿de donde sacaría yo los rasgos que poseía? Sería un maldito misterio y todo se reducía a que él tenía esa peculiaridad, nada más.-Que ni se acerque a Uta.-

-Uta...Uta... ¿tu amigo de Japón?-interrogué algo inseguro, pues suponía que él no había estado en su casa ¿o sí? Si hubiera sospechado como era, el encanto que tenía ese maldito y además lo que ocurriría meses más tarde, creo que inmediatamente hubiera advertido de forma desafiante a mi padre.

-Sí, me da que todo es cosa de Uta.-sabía que era uno de sus pálpitos, eran usuales en él. Al igual que los sueños premonitorios en mí. Ya hablé de esto en alguna ocasión.

-¿De Uta-kun?.-preguntó y arqueó una ceja, se formó un silencio y dio una patada al suelo.-Él se puso a bajar esas cosas la noche que se quedó aquí y que mi hermano durmió en el otro cuarto.-dijo todo convencido.- ¡Ja! ¿Ves? y tú dices que son mis amigos los pervertido.-comentó pestañeando de forma coqueta…pervertidos no, los maestros de la perversión y él de hacerse el inocente. A la mañana siguiente conocería a uno de ellos, una persona muy peculiar he de admitir.-Anda no veas esas cosas, para eso lo mejor es la practica.-concluyó con aquel consejo mirándome de forma directa, para luego salir de la habitación. Dios, juro que estuve por ir detrás de él.

El gato dormía en la cama con la tripa hinchada, seguramente acababa de comer y no podía verse más satisfecho. Después de la cara que puso mi padre, del ronroneo del gato y de lo bizarro que era todo terminé por reír a carcajadas.

-No fue Uta.-dijo alto y claro.-Uta ronda a tu hermano o tu hermano a Uta.-respondió desde el marco de la puerta.

-¿Pero no son mayorcitos para andar con críos?-intervine con una sonrisa de oreja a oreja, me divertía sin duda con aquella circunstancia.

-¿Me ves mayor?-interrogó fijando sus ojos con aquella mirada desafiante sobre mí.

-Con tres hijos y un sobrino adoptado, sí.-admití intentando buscarle las cosquillas.

-¿Quieres morir?-preguntó aproximándose a mí y yo terminé por reir de puro nervio. Esa mirada, esas palabras y esa forma de decir todo… me aterraban tanto que terminaba por causarme carcajadas.

-Papá, era broma. Además ya sabes que me gustan maduritos ¿y qué tal es el Uta ese?-seguí con mis bromas. Pero en realidad me causaba curiosidad. Phoenix intervino de la nada, entrando en la habitación y cortando su diatriba de “¿y a ti que te importa?”-¡Chocolate!-admito que olvidé mis modales, me lancé sobre el plato. Me debía de contener, no tenía que comer demasiado y tampoco en poco tiempo. El dulce debía de durarme prácticamente toda la noche o casi un día entero. Afortunadamente era poco, un corte pequeño.-Está bueno.-comenté engullendo el primer mordisco.

-Aprende a cocinar.-dijo observando el pastel.-Es lo primero que hace comestible.-los dos comenzamos a carcajearnos. La verdad es que supe un poco de cómo quedó la cocina, pero levemente y no entró en detalles. Pude imaginarme por obra y gracia de quién fue.

-Ya te vale.-murmuró Phoenix y él acabó levantándose para tomarlo de la cintura.

-Es bueno que aprendas, debes tomarte las bromas con un poco más de calma.-besó su frente y él sonrió complacido con aquellas palabras.

-Te espero en el cuarto, no tardes.-dijo antes de salir de la habitación.

Yo me volví hacia el ordenador y prendí el msn. Él se quedó observando lo que hacía. Me cohibía que estuviera tan cerca, casi podía notar su aliento en mi nuca y su mirada de guepardo al asecho. No entendía porqué tanto reparo. Él también usaba la mensajería, más de una vez lo había visto conversar con amigos de todo el mundo. Pero claro, él antes conocía a la persona a fondo y después le pedía el correo. Yo tenía algunos contactos que había tomado de redes sociales como Facebook.

-No te fíes de nadie de ahí, no se puede saber quién diablos es.-asentí a sus palabras y continué conversando con uno de los chicos de mi escuela. Hablábamos sobre la última película que se estrenaría de Depp en unos meses. Quería verla, estaba impaciente, y no soportaba tanta intriga. Ver a ese hombre de mafioso, su estilo, su profesionalidad… su carisma. Quería llegar a ser alguien con tanto talento como él.

Cuando mi padre se sintió satisfecho, o mínimamente tranquilo, se marchó. No me dijo nada de que era tarde, mucho menos me regañó a altas horas de la madrugada. Quizás me consentía por verme poco, pero no creía que eso fuera bueno en mi hermano

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