1/8/09

Marimacho a la vista IX


Estuve hasta las tres de la mañana. Jugaba en red en varios juegos online gratuitos. Amaba hacer rol descriptivo. Es un juego sencillo y fácil de explicar. Cada usuario tiene una ficha, quizás incluso más dependiendo del número de cuentas, rellenada y aceptada por el líder del foro y después cada cual interpreta ese personaje. A veces, mandan misiones y en otras es más liberal. Puedes encontrarte desde guerra, pactos, conflictos de clases e incluso sexo o expresiones artísticas callejeras. Todo lo que había en otras épocas lejanas en el pasado o muy actuales. Depende de la imaginación, también de gustos, pero el único límite es lo que hayas podido idealizar con tus pequeñas neuronas y unas nociones básicas de historia.

Después de entretenerme un buen rato bajé a la cocina, tomé un botellín de agua y jugué un rato con el gato. No sé que hora sería cuando me quedé dormido encima de la cama con Cheshire sobre mi pecho. Estaba desnudo, solo con los boxer, y aún así no tenía frío. La temperatura de la casa era constante y me di cuenta de que mi padre se había encargado de cualquier detalle. La calefacción de la casa era superior a la vivienda que había tenido con mi madre. Era una enorme casona estilo nipón, sí, pero con la confortabilidad de un edificio del siglo XXI.

El sueño fue pesado, eso sí. No puedo negar que venían a mí imágenes extrañas. Sentía como si todo me diera vueltas. El chico del sueño aparecía de nuevo y sonreía mostrando su rostro. Era bastante dulce en sus expresiones, sobretodo cuando se sonrojaba. En lo que más me fijaba era en su físico, extremadamente delgado, y que parecía que no pesaba en mis brazos. Sus cabellos me llamaban la atención. Siempre me gustó el cabello largo, en chicos o en chicas, me parecía un atractivo añadido y él lo lucía como nadie de los que había visto antes. Estaba bien cuidado y recogido, parecía extremadamente coqueto en su cuidado y en cualquier movimiento. Eso no lo entendía. No tenía nada que ver con Lexter y tampoco con Yue. Sí, Yue era delgado y con el pelo algo largo pero no era maduro. Se veía de una edad aproximada a los veinticinco y por como se comportaba no parecía infantil en absoluto.

Cuando me desperté lo hice empapado en sudor. Tenía la cabeza algo perdida en esas imágenes. Intentaba averiguar si ya lo había visto antes, pero era imposible. No lo conocía de nada y esa sensación de proximidad me mataba. Fui directo a la ducha de la casa, busqué el baño como pude y sin hacer demasiado ruido. Necesitaba agua en mi cara, refrescarme y pensar en algo distinto a lo que hacía.

Me despojé de los boxer y, sin esperar al agua caliente, me introduje. Un chorro a presión dio directamente en mi cara, casi me quedo sin respiración, pero valió la pena. Mis cabellos se empaparon y el cuerpo entraba en calor, al mismo ritmo que el agua se calentaba. Dios mío, era como si hubiera estado realmente junto a él. Había podido oler su fragancia dulce, además de sentir sus caricias. Era un sueño premonitorio, sí, pero no sabía que podía tener ese grado de percepción. No sé si sueno a loco o a ebrio, pero os juro que mientras escribo estas líneas no he tomado ni un trago y sobre loco… según sé mi cerebro no tiene anomalía alguna.

Lo mejor de todo lo que me pasó en esa noche fue que recuperé el apetito. Había perdido las ganas de comer cuando la separación de mis padres, poco a poco lo fui recuperando pero aquella noche fue un alcance pleno a mis tripas. Rugía mi estómago mientras me enjabonaba, intentaba no pensar en comida pero un dulce aroma a café se coló por toda la casa.

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