
Él vestía de forma algo estrafalaria, pero así eran todos los diseñadores. Llevaba una especie de falda de cuero negro, una camisa ajustada gris y el pelo suelto. Debo de decir que alcé una ceja cuando vi que no llevaba zapatos. Es decir, yo tenía que fastidiarme sin andar descalzo por mi propia casa y él si podía. Claro todo esto que hablo es sobre Olivier. Allí estaba parado y allí me llevó mi madre jalándome del brazo. Frente a frente me di cuenta que mi estatura era mayor a la de él. Parecía cohibido ante la situación de verse rodeado por tantas personas.
-Te has molestado mucho.-dijo a mi madre y yo a su lado.
-Claro que no mi amor...-le sonreía de forma sutil y pude vislumbrar que también de orgullo. Ella había hecho una gran celebración, era su resurgir de las sombras en esa ciudad sin rostro y torturada por tantos escándalos.-Ahora, mi vida, disfruta del vino, que esta fiesta es para ti.-susurró apartándose de mí.-Deja voy a ver si el servicio está a punto.-sonrió de nuevo al hablar.-Tú camina por ahí corazón.
-Tú eres Olivier, ¿no es así?-sonreí como lo haría mi padre. Clavaba mis ojos en los suyos, era una forma de mirar muy distintiva de los Sakurai. Él me saludó de la forma en que lo haría un oriental.-Te imaginé mayor.-murmuré y él me miraba desorientado.-Perdona mi descortesía.-sonreí de nuevo.-Soy Hizaki, Hizaki el hijo de Clarissa.
-Claro, el joven Hizaki…-sus ojos fueron directamente al piso.-Clarissa me ha encargado varias prendas de mis colecciones pensado en ti... tienes una madre bastante remarcable.
-Mis gustos son totalmente distintos a los de mi madre, soy idéntico a mi padre y espero que eso no sea un problema.-sonreí de nuevo al hablar y me giré al ver el alboroto de un par de jóvenes.
Entonces alguien nos interrumpió, ese alguien era ese gato callejero que siempre iba de un lado a otro de la ciudad. Lo veía en ocasiones, pero como un viandante más. Se podía decir que calentaba bien la bragueta de cualquiera, era capaz de que con su movimiento de cadera más de uno terminara cambiando de acera.
-Hola Hizaki.-susurró con una sonrisa felina.-Saludos de tu hermana.-ese chico era bastante vulgar, al menos así lo había visto siempre. Era de los que se metian en peleas por una bragueta. Le miré con cierto orgullo, demostrándome a mi mismo que yo era mejor que él. Erick, o Cat como todos le llamaban, era un chico que podías ver corretear detrás de cualquiera. Sin embargo, parecía formal y bien arreglado aquella noche. Me causó buena impresión en cierto sentido.-Bonjour monsieur Olivier.-dijo con una sonrisa algo infantil, pero encantadora.-Vine a decirle que fue un honor llevar sus diseños en pasarela. ¿Verdad Lio?-Lionel tan sólo estaba rojo como un tomate y casi temblando.-¿Lio?-interrogó codeándole con disimulo.
-¿Eh? Sí, un honor... un honor. Mi pareja usualmente viste de su firma.-su pareja era un delincuente, a pesar de saber que era uno de los peces gordos de la mafia nadie tenía agallas de enjuiciarlo. Esperaban todos que fuera como Al Capone, que cometiera una infracción pequeña para poder acusarlo de todo lo demás.-Un placer conocerle.-miró a Cat de forma que lo estaba acusando de haberlo arrastrado hasta donde estábamos. Si bien, era zalamero y lo miraba como gatito bajo la lluvia. Sin duda, ese nombre le quedaba bastante bien.
-No tengo el honor de conocer a su padre, joven Hizaki-respondió al fin a lo que yo había dicho.-Podría ser una lástima que no tenga los gustos de su madre, tiene un buen gusto exquisito.-se giró para responder a los otros dos, sonrió intentando recordar.- ¿Pret-a-porter del 08?-tomó aire y lo analizó.- ¿Erick?-dios no era tan difícil saber el nombre de un mocoso caprichoso y zalamero. Al menos así lo estaba observando en ese preciso instante. Pero para ser sinceros era bastante atractivo, sobretodo esa pose de niño perdido.-Disculpadme, no suelo tener modelos masculinos en mis colecciones y soy olvidadizo con los nombres.
-Erick sí y este es Lionel.-Lionel parecía rogar una soga a su cuello.
Conocí a Lionel hacía unos meses cuando llegó, daba clases de religión en ambos colegios. Aunque en el mío simplemente daba ética cristiana a dos clases, la mía y otro grado inferior. Era una persona dulce, atenta y muy preocupado con todos. No parecía hecho para ser cura, sino para ser un gran mediador ante las cámaras de cualquier televisión. Podía hacer que dos personas enfrentadas dejaran de estarlo, que un racista cambiara de opinión y que un homosexual empezara a pensar que a veces no son tan perseguidos por curas como él. Mi madre le ayudó a su obra social, también Taylor y ahí es donde cayó en el profundo pozo de mentiras de ese despreciable.
-Oye, Cat.-murmuró tirando de la manga de su camisa.-Yo...-balbuceó colocando sus cabellos tras su oreja derecha.-Yo voy.-miró a su alrededor.-Voy a dar una vuelta, sí eso voy hacer.-dijo girándose y Cat lo agarró con rapidez del hombro. Noté como una pequeña venita se hinchaba en su frente, era todo un show de comic o programa televisivo de sobremesa.
-¿Vas a dejarme solo aquí?-él tembló al ver que impedía su huída.
-Mi...-intentó pensar rápido antes de que le clavara sus uñas negras traspasándolas en su ropa.-marido me espera... ya sabes.-se zafó y comenzó prácticamente a correr.
-Pobre Lionel.-susurré en francés.-Dejó de ser cura para ser modelo, con lo tímido que es.-sonreí al ver su nerviosismo.- ¿incómodo?-interrogué.-Si lo desea podemos salir al balcón y ahí puede esconderse de toda la fiesta. Mi madre tiene el mal gusto de hacerlas eternas y...claro uno puede llegar a sentirse frente a un pelotón de fusilamiento.-Erick no sabía si moverse o quedarse, yo quería llevar a Olivier a mi terreno.
-Eso es mala educación.-susurró mirándome fijamente, indignado.-Tanto para la anfitriona como para el invitado.-me estaba echando la bronca como lo haría mi madre. Me sentí diminuto en ese instante, pero mi orgullo o quizás mi ego impedían que me viera molesto por el comentario.-y difiero totalmente con respecto a la opinión sobre su madre. Lamento declinar su oferta.
-Claro, como quieras.-dije caminando hacia otro rincón de la fiesta, para echarme un whisky sin que lo notara mi madre. Pronto pasó por mi lado Cat y comenzó a ronronear, o mejor dicho molestar.
-Se lo chivaré a tu hermana, que te alcoholizas en las fiestas.-lo miré desafiante.-y…tu hermana…-calló cuando vio en mis ojos que podía fulminarlo si me lo proponía.
Observaba al amigo de mamá, Olivier. Seguía molesto con ella porque no me creía en lo que decía sobre su amiguito, a parte quería hundir a mi padre y si supiera que yo estaba de su lado me mataba. Su amiguito era Lexter, sentirlo cerca y como jefe de la seguridad me asfixiaba. Quería irme de aquel lugar, pero no podía irme porque tendría reproches de mi madre durante días. Los reclamos de mi madre eran peores que los gritos de mi padre. Me quité la chaqueta y seguí dando vueltas con mi copa. Vi como el antiguo párroco se escondía de todos llamando a su novio, rogándole que viniera a por él. Su acompañante lo miraba preocupado, quizás algo culpable por traerlo a un lugar así.
En la sala había un nuevo invitado, otro amigo de mi madre, pero tampoco parecía un pedorro. Ni Olivier, ni ese hombre ni el chico que le acompañaba eran como los típicos amigos que ella tendría. Se hacía interesante todo aquello, muy interesante.
Me quedé apoyado en la pared con una sonrisa en mis labios. Ese modisto no estaba mal, pero en una parte de mí quería mantenerme "fiel" a mi "novio". Pero supuse que ser infiel de pensamiento no era algo malo, ni delito y mucho menos lo sabría. Había modelos, tanto hombres como mujeres. La noche parecía ser entretenida...hasta que vi al encargado de seguridad y resoplé.
-Hola Hizaki.-dijo aproximándose a mí.-Te eché de menos estas semanas, al fin te veo.-giré mi rostro sin hablarle.-Hizaki...
-Vete con ese chico, no me importa. Conmigo ya no tienes nada que hacer.-me agarró de la muñeca y arrugué la nariz.
-Te estás volviendo como él, no me agrada eso.-me separé y caminé hacia otro lugar de la sala.
Me siguió, era de suponerse. Yo esperaba que tuviera la decencia de no acosarme. Su aliento apestaba a alcohol, quizás era ron o tal vez whisky. Sé que el aroma no era de cerveza ni de cocktail. Cuando me agarró de la cadera sentí que todos descubrirían mi error, sobretodo mi madre. Por una parte me alegré y por otra me preocupé.
-Dame una oportunidad.-susurró.-una sola de hacerte feliz como mereces.-dijo próximo a mi oído y yo simplemente lo empujé.
-¡Chikushou!-grité a pleno pulmón. Era hijo de puta en perfecto japonés. Podría decirse que no dije otra cosa que su verdadero nombre. Entonces, ni corto ni perezoso, le eché una buena fuente de ponche que lo dejó bien mojado. Estaba pegado a Olivier y sus amigos, lo curioso es que uno de ellos me sonaba... me recordaba a uno de los chicos de Dark City.-A ver si así se te bajan los humos.-dije y él ardía de rabia.-Kutabare.-un que te jodan... en mi idioma que seguro jamás conocería el significado.
Me importaba un cuerno que mi madre me dijera algo, no estaba por la labor de dejarme convencer por un capullo. Me sentí mal por haberme enamorado de semejante gilipollas.
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