12/8/09

Marimacho a la vista XI


-Hizaki.-escuché su voz que me llamaba.

-¿Sí?-dije girándome con una sonrisa para prestarle atención.

-¿Quieres tomar algo frío? Hace calor y seguro que tienes sed.-estaba agarrado a mi brazo y algunas personas nos observaban con curiosidad.

Noté la presencia de fotógrafos, pero no me importó. No hacíamos nada malo, era ir de compras, aunque estaba seguro que transgiversarían la noticia como a ellos le reportaran más beneficios. Me daba asco que fuera un medio tan carroñero. Max trabajaba para una revista juvenil de videojuegos e informática, a veces comentaban algo de música y anime. Era una tirada seria a pesar de ser dirigido para un público de entre los quince hasta prácticamente los treinta.

-Sí, claro.-respondí dirigiendo nuestro camino hacia una terraza cercana.-¿Un helado o un zumo?-interrogué observándolo e intentando captar algún síntoma de cansancio. Mi padre me advirtió que con él debía de tener cuidado.

-¿Sabías que Kamijo será nuestro padrino?-cuando dijo aquello alcé una ceja.

-No, no lo sabía.-comenté acomodándolo en la silla.

-Pues sí, espero que no te moleste.-parecía algo atemorizado por mi reacción ante aquello, pero no le di importancia. No me importaba no ser el padrino, supuse que quizás no lo pidió para no dañar a mi madre.

-No me molesta, además pensé que debería de ser Jasmine.-no sabía quién sería la madrina, pero debido a como era mi padre di por hecho que sería mi hermana.

-Es tu hermana la madrina y como Jasmine no pega demasiado de chaqué, además que estoy seguro que se negaría, tomamos a su pareja ya que tu padre lo admira.-sonrió satisfecho con la decisión, parecía que mi padre tenía algo en cuenta sus deseos.

-Vaya, sospechaba algo así.-comenté dejando caer mi espalda en el respaldo y mis codos sobre los brazos de la silla.

Eran sillas de hierro, de esas que están en cualquier cafetería, algo incómodas, pero al menos estas no me hacían sentir tan incómodos como las del mirador. Si alguna vez visitan nuestra ciudad les recomiendo ir allí, pero deben de llevar buenos cojines o terminaran con un severo dolor de espalda. El local en sí parecía mucho mejor de lo esperado. Corría brisa fresca, el ambiente era agradable, los camareros sonreían a cualquier cliente, la música ambiental era de baladas rock de cualquier parte del mundo y mi acompañante era bastante agradable. Lo juzgué mal, lo sé, pero no tengo la culpa. Estaba y está aún en mi retina la imagen del dolor, la desesperación más bien, del corazón roto de mi madre.

-A mi me hubiera gustado que hubiera podido venir a la boda mi hermano.-su gesto se ensombreció con ese comentario y no entendí porqué.

-¿Tienes un hermano?-interrogué curioso.-Tráelo a la boda, si os habéis peleado es un buen motivo para uniros de nuevo.

-No sé si tu padre te comentó algo.-hizo un inciso para dejar, entre sus piernas, las bolsas que llevaba con las cosas de la tienda.-Mi hermano tuvo severas recaídas en la drogadicción y él lo ha internado en un centro.-supe que era algo rebelde, que tenía problemas pero no hasta ese punto. Quizás no quiso decir mucho porque era la vida de Phoenix, no la suya.

-Lamento haber sacado el tema.-dije tomando una de sus manos, que estaban sobre sus piernas cruzadas, terminé apretándola y sonriendo de forma cálida.-Pero es por su bien, pronto saldrá y podrás verlo a diario.

-Eso espero.-susurró.-Aunque él tiene cierta animadversión por tu padre.-comentó.-No vio bien que estuviera con tu madre y conmigo, como no vio bien el comportamiento de Atsushi hacia él y como no ve bien que quiera enjaularlo. En parte lo entiendo.-lo último lo dijo en un murmullo.

-Mi padre jamás hace bien las cosas, es su problema, pero yo tampoco vi con buenos ojos que hiciera ese juego sucio.-dejé de apretar su mano para entrelazar mis manos meditando. Miraba mis anillos y me preguntaba a mi mismo como decirle.-No es justo lo que hizo con mi madre.

-Según él su matrimonio no funcionaba.-aquello me dejó helado. Fue una cuchillada que cortó el aire hasta mi corazón.-Yo no hubiera seguido con él si no hubiera visto amor hacia mí, además el me juraba que no era feliz.

-Él no era feliz, él veía que el matrimonio no funcionaba y sólo él destrozó nuestra familia.-comenté bastante serio.-Pero todo lo que te dijo no es cierto.

-¿Qué?-interrogó confuso.

-Mi madre aún lo ama, siempre lo amó, es cierto que puede ser la reina de hielo y que no la entiendo. Me causa dolores de cabeza ser tan distinto a ella, además no estamos muy apegados, y siento mayor cercanía a mi padre. Pero te diré algo… mi madre lo amaba y lo ama tanto como tú.-suspiré y lo miré a los ojos.-Quizás te dijo eso para no hacerte sentir mal, es normal en él intentar aliviar el sufrimiento de quien realmente ama.

-No sabía eso, yo pensé que Clarissa y él ya no se querían.-sonreí con amargura a su voz temblorosa y regresé mi mano entre las suyas.

-No te estoy culpando, las cosas sucedieron de la peor de las formas, pero ahora llegamos a un punto en el que ambos son felices y mi madre parece ir superándolo lentamente. Las cosas no suceden porque sí, algo hay en el universo que rige todo y que nos pone en nuestro lugar. Estar con mi madre no era lo predestinado, tal vez lo sea estar a tu lado.-él sonrió ante lo que decía, parecía haberlo conformado y aliviado.

-Sí, así pienso yo también.-dijo intentando de calmarse.

-No quiero hacerte sentir mal.-sonreí de nuevo, lo hacía constantemente intentando relajarlo.-¿Por qué no hablamos de otra cosa mejor?

-¿Tienes novia Hizaki?-preguntó tras un silencio y yo comencé a reír a carcajadas.

-No, no tengo a nadie.-no quería decir que estaba con Yue, por obvias razones. La primera era que no lo tenía claro y la segunda es que no me apetecía airear mi vida sexual.

-Tu padre me dijo eres como él.-no entendí bien a que se refería, si era a gustos sexuales o físicos.

-No entendí.-respondí con sinceridad.

-Pues digamos que eres bisexual ¿no es así?-me miró a los ojos con esa mirada cargada de curiosidad.

-Así es, pero mi madre no lo sabe y no quiero que lo sepa de momento.-el camarero apareció al fin.

-¿Qué desean tomar?-interrogó y yo miré la carta por encima.

-Una granizada de limón, si es que la tienen lista, y si no es así por favor una coca cola.-dije observando al muchacho. Era atractivo, pero no era mi estilo.

-Yo un botellín de agua sin gas que esté fría.-el chico anotó su petición y se quedó observándonos.

-Nada más, gracias.-comenté mirándolo a los ojos de forma directa.

-Bien.-dijo en un murmullo algo desconcentrado cuando lo miré de esa forma.

Creo que pensó que yo lo veía como presa fácil o algo similar, pero no era para tanto. Además, no parecía homosexual ni bisexual. Si bien, todos los hombres o mujeres tenían esa reacción cuando miraba al igual que con mi padre. Quizás era la firmeza de mantener una mirada, aunque eso nunca lo he logrado averiguar del todo y queda algo descortés preguntar a quienes tienen esa reacción.

-Tengo que tomarme las pastillas, si me olvido tu padre me mata.-recordé nuevamente su enfermedad, nunca me gustaba tratar ese tipo de cosas con alguien enfermo. Pensaba que tan sólo traía pesadumbre y malestar.


-¿Quieres continuar preguntando cosas sobre mí?-dije para hacerle olvidar todo lo que había a nuestro alrededor.

-Sí ¿cómo te gustan las chicas?-reí a carcajadas otra vez, se notaba que era periodista e iba al grano.

-Me gustan asiáticas, los chicos me gustan europeos. Pero todos tienen que tener algo que me llame la atención. No me importan si son más altos o más bajos, más delgados o más gruesos. Su belleza interior debe estar presente, su riqueza intelectual y también la física para ser sincero.-lo observaba y él no ocultaba la mirada, él estaba acostumbrado seguramente por culpa de mi padre.-Pero eso para parejas estables, para personas de una noche no me importa nada de su interior. Me da igual si son Einstein o pequeñas muñecas Barbie, de esas que sólo tienen silicona en el cerebro, mientras tengan un buen cuerpo y me hagan disfrutar no importa lo demás.

-Eres muy sincero.-declaró algo confuso por ser tan específico en mi comentario.

-Es lo que hay. No busco estabilidad, busco recompensas a mis conquistas.-mis manos estaban cruzadas y mis codos apoyados en los brazos de la silla.

-¿Qué pensaste cuando tu padre te dijo que era bisexual?-esa pregunta ya me la había hecho aquel chico y tan sólo me hizo darme cuenta que realmente nunca lo dijo, sólo lo descubrí.

-Alivio.-murmuré en un suspiro.-Ya no rechinaría sus dientes al tratar el tema, ni escurriría el bulto o se pondría histérico cuando lo dejaban caer.

-Aquí tienen sus peticiones.-dijo el muchacho dejando todo lo que llevaba en la bandeja. Al final trajo una coca cola, para él su botellín de agua y además de todo ello una pequeña ración de frutos secos.

-Arigato ¿cuánto es?-él traía el ticket en el platillo y lo dejó en la mesa para que yo mismo lo viera.

-Son tres euros.-respondió indicando la cantidad.

Saqué mi cartera y Phoenix intentó hacer el mismo gesto que en la tienda.

-Ni se te ocurra.-dije fulminándolo con la mirada y se quedó paralizado.-Tome, aquí tiene. El resto quédeselo de propina.-le di un billete de cinco euros, los billetes más pequeños y los que usualmente llevo encima. Me gusta el dinero en pequeñas cantidades, así siempre hay cambio.

Phoenix mientras tomaba sus pastillas y noté que estaba algo más pálido que momentos atrás. Sonreía e intentaba mostrar normalidad, pero no era lo que veía en él.

-¿Estás bien?-pregunté tras dar un sorbo a mi refresco y ver que el camarero se marchaba.

-Sólo es un mareo.-no parecía ser un mareo pasajero.

-Cuando tomemos el refresco llamaremos a un taxi, el coche puede recogerlo mi padre más tarde o mandarlo a buscar.-dije preocupado.

-No me trates como un inútil por lo que sufro, no soy un enfermo.-sus ojos se llenaron de rabia pero al levantarse molesto se desvaneció. Estuve rápido de reflejos y lo tomé entre mis brazos.-Hizaki.-susurró prácticamente perdiendo el conocimiento.

-Tranquilo.-comenté sacando el móvil y con sangre fría llamé a un taxi que en pocos minutos nos llevó a la casa que compartía con mi padre.

Allí le ayudé a subir por las escaleras y descansar en el colchón. Después busqué entre sus cosas el número del doctor y él me dijo que sólo necesitaba reposo. Esos desvanecimientos eran normales, la medicación era fuerte y lo debilitaba. Fui a echar un último vistazo al pequeño que dormía. La mujer de la limpieza había hecho un gran esfuerzo al cuidarlo, además de atender las necesidades del hogar.

-Debo marcharme, pero quiero que le vigile mientras mi padre no llega.-ella asintió a mi petición y yo me marché.

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