
-Cariño.-dije pestañeando con las manos cruzadas bajo mi mejilla derecha.-Tu mujercita te va hacer ricas y engordantes tortitas.-comenté en un tono pasteloso y que para nada iba con mi personalidad, o físico. Entonces eché a reír y me giré lavándome las manos para comenzar a realizar la masa.
-Toma.-dijo tendiéndome una bata que rechacé.-Hizaki no puedes andar así por mi casa, con el puro delantal por encima y nada más.-no entendía que había de malo, ambos éramos hombres.-Prepárate lo que quieras, yo sólo desayuno jugo y Valentino está comiendo croquetas fortificadas.-nada más el nombre me dio ganas de vomitar. Eso no era sano, por mucho que dijeran que era lo mejor para un perro. Se desplazó entonces dando brinquitos hasta la puerta del mueble, se inclinó y sacó la bolsa de comida especial para perros.-¿Ves?-dijo sirviéndole en su plato. Luego simplemente se recostó en la barra americana de la cocina, quedándose sentado en un taburete con el pie en el aire.
-No, tú vas a comer mis tortitas.-dije señalándolo cuando vi que se quedó quieto.-Mi hermano las ama... aunque el pequeño aún no lo hice adicto, pero lo haré.-comenté moviendo el cucharón antes de verter la masa en la sartén.
No me pude controlar y mientras cocinaba cantaba una canción concentrado en lo que hacía. Tenía que aprendérmelas, saberlas al dedillo para no cagarla. Era una romántica y esta vez no era en japonés...aunque también la tenía en japonés y coreano.
-¡Tadá!-dije girándome para que viera las tortitas.-Cuatro para mí, dos para ti para que no te quejes que comiste mucho... aunque eres tan delgado que un día desaparecerás.-saqué zumo de la nevera y le serví un vaso.-¡Itadakimasu!
Coloqué el plato frente a él y vi su cara de “quiero pero no puedo”. Estaba seguro que sería tentador para él, pero el muy cabezota me lo negó.
-No como carbohidratos complejos antes del medio día.-soltó un suspiro alto.-Ni huevo, harina o cosas procesadas.-tomó su vaso con jugo y se lo llevó a los labios, si bien notaba como miraba de reojo las tortitas.-Bonn appetitte.
-¿Eh?-dije saliendo de la cocina para agarrarlo por los hombros.-A ver si lo he entendido ¿me vas a decir que no tomas tortitas caseras? vamos, es un día.-puse cara de cachorro perdido y me puse de rodilla frente a él.-Oh Julieto, Julieto tomate mis alimentos que hice con amor y esfuerzo.-luego sonreí y me puse de pie tomando su plato.-Anda, al menos un bocado.-le guiñé esperando que aceptara.-¿O es que no quieres saber de mis artes culinarias? si las pruebas te aseguro que son muy inferiores a las amatorias.
- ¡No seas imprudente! -dijo casi golpeándome.-No puedo.-murmuró.-En serio.-añadió algo entristecido.-No como lácteos, ni huevo... ¿recuerdas que soy vegetariano?-le miré bastante serio con los ojos entrecerrados. Seguramente tenía los condimentos para el desayuno por alguna razón, pero recordaba que me había dicho que nada de animales.
Inflé los mofletes y me metí un trozo de los míos en la boca. Me relamí los labios frente a él y tomé otro haciendo lo mismo.
-¿No quieres?-observaba sus ojos.- ¿Seguro?-dije pegándome a él cogiendo un trozo para metérmelo en la boca y lo besé, dejándole el trozo en la suya. Me iba a matar, pero si tenía que darle como si fuera un polluelo la comida lo haré.- ¡Me siento gorrión! Mírame.-dije señalándome.-Lo que tengo que hacer para que comas.-le miré indignado porque me obligó hacer aquello.
-¡Dios!-gritó haciendo equilibrio tras golpearme, con sus manos delgadas y afiladas, intentando apartarme.- ¡Siempre eres así! ¿¡No puedes tomar un no!?
-No, no me vale un no con la comida.-dije mirándolo fijamente.- ¿Quieres enfermar? vamos, un día es un día. Una gallina pone huevos no fecundados porque son óvulos ¿lo sabías? la leche es necesaria tanto para nosotros, como las ubres de la vaca. Además hay alimentos de animales que no están estabulados, con optimas condiciones de calidad de vida y que son sacrificados sin que sea una tortura.-me paré frente a él tomándolo por la cintura para que no se cayera, lo veía en el suelo.-Ve a la cama, yo limpiaré la cocina y llévate tu desayuno.
-¡No! ¡No! ¡No!-me recordó entonces a la princesa que siempre decía No, era un cuento que me contaba mi padre y que leía de un libro infantil. Siempre con un no en sus labios, hasta que tuvo que aprender a decir sí.-No sabes como es esto. La asistente no tarda en venir.-alcé una ceja permitiéndole que me contara lo que no entendía, según él.-Ella sabe como se limpia y desinfecta todo.-suspiré y él siguió contándome lo escrupuloso que podía llegar a ser, además de prácticamente insultarme.-Dejarás todo hecho un desastre.-se arqueó para alejarse de mí, pero eso hizo que su cintura y cadera se pegaran más a mí.
-¿Me llamas guarro?-dije mirándole fijamente.-Oye eres flexible, eso es bueno.-lo tomé en brazos sin permiso.-Te llevaré a la cama, quieras o no, gruñas, muerdas o me arañes.-entonces escuché la puerta abrirse y entrar una mujer.- ¡Buenos días! -saludé de forma cantarina.
-Bu...Buenos días.-balbuceó la chica.
-Ahora princesa te voy a llevar a la cama, no te preocupes ya me voy a casa.-dije recostándolo en el colchón.
-Toma.-dijo tendiéndome una bata que rechacé.-Hizaki no puedes andar así por mi casa, con el puro delantal por encima y nada más.-no entendía que había de malo, ambos éramos hombres.-Prepárate lo que quieras, yo sólo desayuno jugo y Valentino está comiendo croquetas fortificadas.-nada más el nombre me dio ganas de vomitar. Eso no era sano, por mucho que dijeran que era lo mejor para un perro. Se desplazó entonces dando brinquitos hasta la puerta del mueble, se inclinó y sacó la bolsa de comida especial para perros.-¿Ves?-dijo sirviéndole en su plato. Luego simplemente se recostó en la barra americana de la cocina, quedándose sentado en un taburete con el pie en el aire.
-No, tú vas a comer mis tortitas.-dije señalándolo cuando vi que se quedó quieto.-Mi hermano las ama... aunque el pequeño aún no lo hice adicto, pero lo haré.-comenté moviendo el cucharón antes de verter la masa en la sartén.
No me pude controlar y mientras cocinaba cantaba una canción concentrado en lo que hacía. Tenía que aprendérmelas, saberlas al dedillo para no cagarla. Era una romántica y esta vez no era en japonés...aunque también la tenía en japonés y coreano.
-¡Tadá!-dije girándome para que viera las tortitas.-Cuatro para mí, dos para ti para que no te quejes que comiste mucho... aunque eres tan delgado que un día desaparecerás.-saqué zumo de la nevera y le serví un vaso.-¡Itadakimasu!
Coloqué el plato frente a él y vi su cara de “quiero pero no puedo”. Estaba seguro que sería tentador para él, pero el muy cabezota me lo negó.
-No como carbohidratos complejos antes del medio día.-soltó un suspiro alto.-Ni huevo, harina o cosas procesadas.-tomó su vaso con jugo y se lo llevó a los labios, si bien notaba como miraba de reojo las tortitas.-Bonn appetitte.
-¿Eh?-dije saliendo de la cocina para agarrarlo por los hombros.-A ver si lo he entendido ¿me vas a decir que no tomas tortitas caseras? vamos, es un día.-puse cara de cachorro perdido y me puse de rodilla frente a él.-Oh Julieto, Julieto tomate mis alimentos que hice con amor y esfuerzo.-luego sonreí y me puse de pie tomando su plato.-Anda, al menos un bocado.-le guiñé esperando que aceptara.-¿O es que no quieres saber de mis artes culinarias? si las pruebas te aseguro que son muy inferiores a las amatorias.
- ¡No seas imprudente! -dijo casi golpeándome.-No puedo.-murmuró.-En serio.-añadió algo entristecido.-No como lácteos, ni huevo... ¿recuerdas que soy vegetariano?-le miré bastante serio con los ojos entrecerrados. Seguramente tenía los condimentos para el desayuno por alguna razón, pero recordaba que me había dicho que nada de animales.
Inflé los mofletes y me metí un trozo de los míos en la boca. Me relamí los labios frente a él y tomé otro haciendo lo mismo.
-¿No quieres?-observaba sus ojos.- ¿Seguro?-dije pegándome a él cogiendo un trozo para metérmelo en la boca y lo besé, dejándole el trozo en la suya. Me iba a matar, pero si tenía que darle como si fuera un polluelo la comida lo haré.- ¡Me siento gorrión! Mírame.-dije señalándome.-Lo que tengo que hacer para que comas.-le miré indignado porque me obligó hacer aquello.
-¡Dios!-gritó haciendo equilibrio tras golpearme, con sus manos delgadas y afiladas, intentando apartarme.- ¡Siempre eres así! ¿¡No puedes tomar un no!?
-No, no me vale un no con la comida.-dije mirándolo fijamente.- ¿Quieres enfermar? vamos, un día es un día. Una gallina pone huevos no fecundados porque son óvulos ¿lo sabías? la leche es necesaria tanto para nosotros, como las ubres de la vaca. Además hay alimentos de animales que no están estabulados, con optimas condiciones de calidad de vida y que son sacrificados sin que sea una tortura.-me paré frente a él tomándolo por la cintura para que no se cayera, lo veía en el suelo.-Ve a la cama, yo limpiaré la cocina y llévate tu desayuno.
-¡No! ¡No! ¡No!-me recordó entonces a la princesa que siempre decía No, era un cuento que me contaba mi padre y que leía de un libro infantil. Siempre con un no en sus labios, hasta que tuvo que aprender a decir sí.-No sabes como es esto. La asistente no tarda en venir.-alcé una ceja permitiéndole que me contara lo que no entendía, según él.-Ella sabe como se limpia y desinfecta todo.-suspiré y él siguió contándome lo escrupuloso que podía llegar a ser, además de prácticamente insultarme.-Dejarás todo hecho un desastre.-se arqueó para alejarse de mí, pero eso hizo que su cintura y cadera se pegaran más a mí.
-¿Me llamas guarro?-dije mirándole fijamente.-Oye eres flexible, eso es bueno.-lo tomé en brazos sin permiso.-Te llevaré a la cama, quieras o no, gruñas, muerdas o me arañes.-entonces escuché la puerta abrirse y entrar una mujer.- ¡Buenos días! -saludé de forma cantarina.
-Bu...Buenos días.-balbuceó la chica.
-Ahora princesa te voy a llevar a la cama, no te preocupes ya me voy a casa.-dije recostándolo en el colchón.
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