12/9/09

Bonjour XII


-Bu...Buenos días.-balbuceó la chica.

-Ahora princesa te voy a llevar a la cama, no te preocupes ya me voy a casa.-dije recostándolo en el colchón.

-¡Dios!-gruñó bajo ocultando su rostro en mi cuello.- ¿Por qué haces esto? ¿Disfrutas al ponerme en ridículo?-se ocultó corriendo bajo capas de sábanas y mantas.- ¿Es algo patológico?

-No hago eso.-dije colocando bien su pierna.-Me preocupo por ti, es algo habitual en el ser humano.-besé su frente.-Ale, te dejaré el móvil anotado en un papel por si necesitas algo.-comencé a vestirme y busqué una hoja en blanco, anoté mi móvil y mi correo electrónico.-Llámame por si necesitas lo que sea, da igual la hora.-al salir fuera la mujer me miró fijamente y bastante sonrojada.-Que no se levante, que no mueva el pie, ayúdele con la venda y sobretodo si está mal que me llame. Mi madre me mata si le pasa algo, aunque antes le mato a él por cabeza de chorlito. ¿Me oyes?-dije elevando la voz.-¡Cabezón!-el perro apareció y me incliné.-¡Ey! nos vemos otro día Vale.

-¡Puedo cuidarme solo!-gritó antes de que yo desapareciera por la puerta.

Al montarme en mi coche pensé detenidamente en todo. No sé porqué me toqué los labios y sonreí. Me había gustado ese chico, era el chico con el que había tenido aquellos extraños sueños. Por un momento pensé en perseguirlo hasta que cayera, pero luego vino a mi mente el rostro de Yue llorando por ese desliz. No lo quería como novio, sí como amigo. Era un amor obligado. Sin embargo, según Olivier era peor hacerle ilusiones. No sabía que hacer, daba buenos consejos en ese aspecto aunque sin proponérselos.

Arranqué y puse la pista de una de mis canciones. Di varias vueltas por la ciudad hasta llegar a casa. No sabía como afrontar a mi madre. Seguramente pensaría que pasé la noche entera con amigos, después de dejar al suyo. Al llegar a casa noté como un fuerte golpe caía sobre mi cuello.

-¿Se puede saber qué horas son estas?-era Clara, suspiré cuando noté que era ella.

-Pues horas.-murmuré.

-Échame el aliento.-dijo cogiéndome del rostro.

-Clara, por dios.-apretó mis mofletes y eché el aliento como pedía.

-Perfecto, no llegas borracho.-cuando dijo aquello pensé que no me golpearía más, pero me dio otra colleja más.- ¡Pero mira la ropa!-alzó la voz y puse una mano en su boca, eso hizo que me llevara otro golpe más.

-Clara.-murmuré molesto.

-¿Qué chica es?-interrogó olfateándome.-No llevas carmín, al menos no es una lagartona.

-Dios, déjame no estuve con una chica.-me agarró de la cara y me miró fijamente.

-Hizaki Sakurai de la Rosa, no me mientas.-frunció el ceño.-No es verdad lo que dices.

-No estuve con una chica.-repetí.

-Mujer, estuviste con una mujer ¿mayor? Por dios Hizaki.-revoloteé los ojos intentando no pensar, que no viera más en mi mirada.

-No, sólo estuve con un par de amigos.-me miró como hiena que está a punto de capturar presa.

-¿Y llegas con sonrisa de idiota? ¿Me chupo el dedo?-interrogó.

-No Clara, no es eso.-intenté explicarme, pero no me dejaba.

-Tu madre estaba intranquila, ve y dúchate. Después baja y dile que has llegado, el porqué llegaste tarde también.-asentí a lo que decía, para luego correr hacia las escaleras.

Al entrar en mi cuarto me acosté, me quedé dormido aferrado a una almohada. Un maldito sueño erótico me hizo sucumbir en el placer. Era él, de nuevo, esta vez tenía su voz bien taladrada en mi mente. No puedo contar con detalles lo que hacíamos, era demasiado bueno como para poder contarlo. Me desesperaba la lentitud de sus movimientos, pero sobretodo la forma de devorarme con la mirada. Terminé despertándome y noté que había tenido un leve percance por tanta excitación.

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