14/9/09

conversaciones


Capitulo 7

Conversaciones demasiado importantes.

Estuve varios días preguntándome como decirle todo a Yue. No era justo que le hiciera daño, que le mintiera. Así que llamé a mi hermana. Pensé que ella podría ayudarme. Aún temía que mi padre me dejara de lado por ella, pero sabía que tenían poco tiempo para conocerlo y no perder más durante el camino.

Hacía unos meses que la conocía, pero en realidad desconocía todo de ella. Era como una extraña con una imagen similar, familiar más bien. Me dio consejos sin pedírselos acerca de Yue, dijo que sería el apropiado, y en ese momento todo estaba encaminándose hacia un lado que no me gustaba.

Cuando digo que desconocía todo de ella era realmente cierto. Conocía su voz, sus gustos por la velocidad, algunos de sus platos favoritos y que no me mandó a la mierda cuando la llamé. Quería conocerla mejor, ir conociendo quien era la princesita de papá.

Quedé con ella en el restaurante japonés, era el mejor de toda la ciudad a pesar de donde estaba situado. Llegué diez minutos antes, usé una de mis motos de ciudad y la aparqué frente a la cristalera por donde miraba. De ese modo vería si le sucedía algo. Mis gafas de sol permanecían sobre mis ojos, mis cabellos revueltos, mi camisa negra y mis jeans negros desgastados y algo rotos junto a mis deportivas negras. Tenía el cigarrillo en los labios sin prender aún, pero al final terminé haciéndolo.

Me pedí un sake, necesitaba beber algo porque tenía la garganta seca. Di una calada al cigarrillo, una tan profunda que llenó mis pulmones. Estaba confuso, quería dejarlo con Yue pero no tenía huevos suficientes ni para quedar con él.

No dejaba de pensar en las palabras de Miho y también en las de Olivier. No quería dañarlo, era lo último que pretendía. Intenté amarlo, realmente lo intenté, pero únicamente lo deseaba entre mis sábanas... no había amor, si cariño, y con eso una relación solo naufraga. Ya había visto fracasos como los de mis padres y fue por ello, aunque mi madre no lo creyera aún mi padre guardaba cierto cariño hacia ella.

Después estaba lo del bebé. Yue no era capaz de hacer nada solo. Estar con él cuando naciera el bebé sería peligroso. Sabía que tendría celos de él y llantina porque quería cogerlo a la vez. Ese niño no se entendía ni él. No podía ser. Tenía que cortar todo de raíz y centrarme en mi paternidad.

El cigarro se consumía mientras fumaba y miraba mi moto. Estaba bien estacionada, se veía perfecta cautivando a todo aquel que pasaba por su lado. Algún chico le hacía fotos por su belleza. Sin duda, muchos no volverían a ver algo igual en directo en su vida.

La vi entrar al fin. Llegó puntual, como haría cualquiera de nuestra familia. Teníamos esa manía, si llegábamos tarde a las citas algo en nosotros se desplomaba. Pero nada más entró se fue al baño. No lo pensé ni dos veces, tal vez estaba enferma o me necesitaba. El color de su rostro no era el mejor, parecía agotada. Apagué el cigarrillo y me encaminé a los aseos, me aposté en el de señora y golpeé.

-Miho.-dije algo preocupado, a fin de cuentas éramos familia.-Miho.-no podía controlarme pero ¿y si estaba con la falda bajada? me dio igual, podía estar mal. Abrí y la vi vomitar. Mis ojos rasgados se empequeñecieron levemente, para luego acariciar sus cabellos.- ¿Qué pasa? Oye si te enfermas no voy a poder meterme contigo.

-Nada.-tosió incorporándose lentamente de la taza.-No me pasa nada.-se limpió con un poco de papel y lo arrojó al inodoro.-¿No te han dicho que es malo entrar al tocador femenino? ¡Si qué eres cabezota!-se levantó para ir al lavabo, abrir la llave y empezar enjaguar su boca como sus manos.

-Sí, pero resulta que vi entrar a mi hermana directa a él con una cara parecida a la novia cadáver.-la observaba por detrás y mi aspecto no podía ser más similar al de mi padre de su juventud, aunque con el pelo corto.-¿Estás preñada? ¿Voy a ser tito? papá lo mata, no al niño, sino a tu maridito.

-No digas idioteces, no estoy embrazada.-decía mientras se echaba agua en la cara.-Me he hecho una prueba casera y salió negativa.-esas pruebas podían tener errores, yo lo sabía bastante bien. Tuve un amigo con una novia que creyó estarlo, por culpa de un aparato como el que mencionaba, pero luego no era cierto y todo era una falsa alarma.-Así que te quedo a deber a tu sobrino.-dijo cerrando la llave de paso del grifo.-Y no es mi "maridito" que te quede claro.-comentó señalándome con el dedo.-Bien... ¿Quieres que hablemos aquí o mejor allí donde estabas?

-¿Desde cuando las pruebas caseras son fiables?-interrogué agarrándola por la cintura para pasar su brazo por mis hombros.-Agarra idiota o te darás de bruces.-una mujer nos miró fijamente y yo simplemente sonreí.

-¡Yo que voy a saber! ¡Fue lo primero que se me ocurrió comprar!-reprochó casi golpeándome.

-Descarados.-comentó.

-Es mi hermana idiota. ¿No ve el parecido?-gruñí saliendo con ella del lavabo, porque era cierto. Nos parecíamos bastante, yo tenía cierto aire a mi padre y ella también. Sin embargo, no era tanto físicamente como psicológicamente.-Te pediré agua con unos hielos, tú quieta y no te muevas o te darás la ostia del siglo.-la coloqué donde me había sentado y sonreí intentando ser amable, también apaciguar sus nervios. Notaba que no estaba bien, me sentí culpable de llamarla sin importarme si podía o no.-Vuelvo.

-Sí, agua me vendría bien.-murmuró cuando me iba.

Fui hacia el mostrador de pedidos, pedí por favor un botellín de agua y un vaso. Eché la botella en el vaso y me dirigí hacia donde estaba. Cuando le dejé el agua vi entonces a un cretino que intentaba robarme mi moto. Mi moto era sagrada.

-Elisa.-susurré corriendo hacia fuera para comenzar a pegarle patadas giratorias y llaves de un estilo de lucha, y también de otros. Sí, llamaba así a mi moto. Todas mis motos tenían, o habían tenido, un nombre. Cuando lo dejé medio muerto besé a mi moto y sonreí entrando de nuevo con ella.-Lo siento, un desgraciado ponía los dedos sobre algo que no es suyo.-tenía el labio roto, lo noté y revoloteé los ojos. Odiaba tener el labio hecho un cristo, primero por lo que me decía Clara y segundo porque me molestaba al comer.-Mierda...-dije palpándolo.

-Ya no te molestaré, o no tanto, no quiero terminar como ese tío.-dijo señalando al desgraciado que aún estaba tirado fuera del local.-Haber nene, ven, que te curo el labio o al menos…-comentó con una sonrisa.-hago que te deje de sangrar.-buscó entonces con la mirada a un camarero, estaba en una mesa próxima.-¿Tiene botiquín?

-Sí. ¿Se lo traigo?-preguntó bastante alejado de mí, como con miedo.

-Sí, tráigamelo.-respondió con una sonrisa cortés.

No tardó demasiado, tan sólo unos segundos ya que lo tenían bien a mano. A veces cortando demasiado rápido la carne, o el pescado, podías cortarte.

-Duele.-murmuré, mientras observaba al camarero dejar el botiquín inspeccionándome con pavor en su mirada.-Debo de hacerte unas confesiones, vengo a por consejos.-cerré los ojos.-Ah... joder duele.-susurré. Ya era la segunda vez que me lo partían en pocos meses, iba a quedarme sin labios un día.

-Puede irse, yo me encargo de la maquina de matar.-aquello me recordó a como me llamaba mi padre. El camarero se marchó corriendo, estaba deseando marcharse.-Anda, siéntate junto a mi, así es más fácil hablar y curarte.-me senté a su lado y cuando vi el alcohol quise salir corriendo, eso que me iba a hacer me dolería.-¿Confesiones? ¿Ahora que hiciste? Dios Hizaki, ¿no puede haber un día donde no metas la pata?

-¡Escuece! ¡Escuece!-entendía un poco a Olivier, yo no podía con el dolor en mi cara, en el resto del cuerpo no me importaba.-El primero es un lío bastante jodido.-me aparté y tomé sus manos para que lo dejara ya.-Yo quizás no sea tío, pero tú puedes ser tía.-bajé la mirada y me esperé un buen golpe.

-¿De qué hablas?-estaba confusa y yo seguía esperando el golpe, la miraba de reojo hasta que vi que estalló.-¡Por dios! ¡¿Has dejado a una tía preñada?!-gritó, pero no me arreó. Tal vez dejaba ese honor a mi padre, a nuestro padre.-¿Estas seguro que es tuyo?-asentí cuando preguntó eso.-En primera... ¿Lo usaste cierto? El dichoso preservativo...

-Siempre uso, pero se rompió y las fechas concuerdan…Además de que las pruebas esclarecen demasiado, es mío.-me recosté sobre la mesa.-No lo quiere tener, no es una chica con alto nivel adquisitivo y su familia no se hará cargo del niño.-la miré de reojo.-Está de cuatro meses.-susurré.-Ella tiene novio, en Japón, así que ella fue infiel y yo luego empecé con Yue.-me recosté en el asiento y rogué porque no se lo dijera a papá, que no gritara como loca cuando lo asimilara.-Lo otro...-entrecerré los ojos.-es eso, quiero dejar a Yue. Lo he intentado, he intentado amarle, pero tan sólo lo quiero para la cama y ya ni eso. Cuando estoy con él se cruzan en mi cerebro imágenes de otra persona...alguien que no estará jamás conmigo.

-¿Y tu quieres tenerlo?-preguntó tomando un poco de agua.-Es más... ¿estás listo para semejante responsabilidad? Porque lo que he visto con Eduart...-murmuró mencionando a su novio.-Tener un hijo no es cosa fácil...-yo sabía que no era fácil, no tenía que repetírmelo.-Ahora, lo de Yue...-suspiró pesado.-Bien te dijimos que si no lo querías que no estuvieras con él, porque puede que no lo hayas usado pero tal vez él lo tome así y lo último... ¿Por qué dices que no estará contigo? ¿Es casado? o ¿qué?

-Veamos es una larga historia. La historia de la princesa Oly es muy larga.-dije recostándome en la mesa.-Mi madre me encargó custodiarlo y hacerle sentir bien en la fiesta, es su modisto y tiene veinticinco.-giré mi rostro hacia ella y continué.-Le he cuidado cuando se ha caído y bueno tenemos una cierta ¿amistad? se puede decir así... pero cuando fui a besarlo casi se infarta. No creo que quiera algo conmigo, a pesar de que es gay.-tomé aire y un poco de su agua.-Quiero tenerlo, el niño... estoy acostumbrado a cuidar de Hero.

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