27/11/09

Medidas del alma XIX


Como pude lo saqué del canguro sin que se despertara. Se llevó una mano a la boca y le quité la gorra, tenía el mismo peinado que yo y realmente nos parecíamos.

-¿Donde puedo dejarlo?-dije quedando frente a él.-Así podremos hablar mejor si lo dejo tumbado en algún lugar.

-En mi habitación...-dijo algo preocupado, seguro que pensaba en que podía manchar su cama.-Si dejamos la puerta abierta se oirá cualquier ruido.-susurró.-aunque hoy no viene mi asistente y no.-suspiró leve cruzándose de brazos.-No hice gran cosa al levantarme.

-Tranquilo, luego te ayudo a limpiar.-dije caminando hacia su habitación, mientras besaba en los mofletes al pequeño.

Con cuidado lo coloqué y puse las dos almohadas a ambos de sus costados, lo recosté de lado y en una posición cómoda. Todo para evitar la muerte súbita o cualquier golpe, Phoenix me había hablado de todo ello un día que fui a su casa. Dejé su conejo cerca por si despertaba y quería al maldito peluche, pero después lo dejé junto a él.

En segundos se hizo un ovillo aferrado al conejo. Eso era instinto y lo demás eran puras patrañas. Parecía totalmente perdido en sus sueños infantiles. Me pregunté por un segundo qué estaría soñando con esa sonrisa en sus labios, seguramente alguna diablura y lo más probable es que sus sueños fueran llenos de fantasía.

-Bueno, ya podemos seguir hablando.-comenté saliendo del cuarto mientras me acomodaba bien la ropa tras quitarme el canguro donde lo había llevado.

-¿Y así eras tú de niño?- dije sonriendo dirigiéndose a la cocina y yo me quedé clavado en el movimiento de sus caderas.-¿Entonces la cola y los cuernos te salieron después?-interrogó en tono de broma mientras husmeaba en su refrigerador.-¿No quieres nada entonces?-preguntó tomando zanahorias, naranja y otras frutas.-Claro que es agua, jugo, fruta, verdura o soya... así que muchas opciones no te dejo.

-En serio, Phoenix me hizo un desayuno completo. Creo que como pago de las molestias.-me quedé en el marco de la puerta mirándole con mayor atención que antes. Seguro que si estuviéramos en un documental él era la pobre cebra en la charca y yo el malvado león que intentaba cazarla. Un pobre león en realidad, un desgraciado tentado por la carne y el pecado de la gula-Yo seré un demonio, pero es por tu culpa. Harías pecar a cualquiera.-clavaba mis ojos en su trasero, me preguntaba como sería pellizcarlo o al menos sentirlo muy cerca de mi entrepierna.

Se giró rodando los ojos y cerró la puerta del frigorífico, para después poner una pequeña radio. Aunque lo puso a un volumen que no despertaría al bebé y opacaría un poco el sonido de la licuadora. Era Nina Somone con su canción Feeling Good, y él la seguía tarareándola... la cebra se había trasformado súbitamente en serpiente.

No me pude contener mucho tiempo tan sólo contemplando. Fui hasta él y lo abracé por la espalda. Oculté mi cara en su cuello, dejando un suave beso. Mis manos estaban sobre su vientre e intentaba levantar un poco la tela de su camiseta, quería acariciar su piel con cierto disimulo.

-Hueles bien.-murmuré en su oído.-Pero sigo diciendo que estás muy delgado, temo abrazarte así por si termino haciéndote añicos.

-Quita haces cosquillas.-dijo codeándome en broma para así despegarme.-y no estoy flaco.-murmuró en un suave reproche girándose un poco hacia mí, pero no demasiado.-es más, aún debería de restringirme más en la comida.-fruncí el ceño cuando dijo aquello, era una absoluta tontería. Yo quería que engordara un poco más porque lo necesitaba, además sus facciones se verían algo más resaltadas con un poco de carne.-pero después.-añadió.-terminaré pareciendo Jack Skellington o algo así.-se señaló leve con el cuchillo mientras continuaba echando la fruta en la licuadora.-Con esta cabezota que tengo.-movió levemente la hoja del cuchillo y la dejó en la encimera.-Desyuno listo.-dijo con una sonrisa levantando su vaso mientras se giraba por completo hacia mí.

Cuando quedó frente a mí le observé con ganas de besarlo, pero no lo hice porque comenzó a llorar Jun.

-Jun.-dije separándome para ir hasta él.-Ya, ya.-lo tomé en brazos y besé su frente.-Ya, tito Hiza está contigo ¿Ves?-tomé una de sus manos y la besé.

Pronto dejó de llorar y yo comencé a cantar suave, casi pegado a su oído, una pequeña nana. Era la única que me sabía y comprendí que debería aprender más para cuando fuera padre. Tan sólo las primeras estrofas y quedó dormido de nuevo.

-Dulces sueños.-susurré besando su frente y él se encogió.

1 comentario:

Kimy dijo...

kawaaaaaaaaaaaay me encantan ^^
i Hiza es tan tremendamente adorable! :D
sige asii!! ^^
mil besos Lest!
por cierto como estas?
espero k muy bien
cya!