8/12/09

Estrés II


Mientras me vestía y terminaba de arreglarme la lluvia cesó, el solo apareció y poco a poco las escasas nubes que quedaban se marcharon. Hero dormía, no tenía clases y sabía que disfrutaba de esos días de huelga escolar. Cerré la ventana y eché las cortinas para dejarlo descansar, antes de irme besé su frente y le arropé mejor porque en casa siempre había corrientes de aire.

-Nos vemos después, eso espero.-dije apartando algunos cabellos que caían sobre su frente.-Cuidate mucho Hero.

Cerré la puerta mientras enviaba un mensaje de móvil a Miho, quería saber si estaba todo preparado y si ella se encontraba con fuerzas para lo que íbamos a hacer. A penas nos conocíamos como hermanos y ya estábamos dispuestos a morir el mismo día.

Su respuesta no se dejó esperar, ella también estaba impaciente y aterrada pero estaba con Yutaka. Estar con el tío Uta tranquilizaba a cualquiera, era algo irremediable, él daba buenos consejos y con unos abrazos te reconfortaba. Supongo que era una de las cualidades por las cuales mi padre quedó enamorado de él, o porque Miho se sentía tan unida a su tío. Yo, a decir verdad, siempre lo veía como un adolescente eterno y su aspecto también hacía pensar lo mismo.

Cuando entré en el parking de casa miré el móvil, tenía que llamar a mi padre. Preferí hacerlo nada más llegara al hotel. Quería saber si había visto el email de Yutaka, como mis mensajes al móvil, o los mensajes de Miho, recordándole que tenía que asistir. Todos estábamos nerviosos, sobretodo por él y por su corazón, era importante no darle demasiado fuerte al decirle aquello.

Una casualidad de la vida, una pura casualidad del destino, había hecho que sus dos hijos mayores le hicieran abuelo a la vez. Tres nietos quizás, o tal vez dos, que llegarían al mundo en unos meses y él aún no se había enterado. Tenía nervios, pensaba en Olivier durante el trayecto y en sus palabras.

Mi madre, mi madre lo tomaría a mal por no haber puesto medios en la cama y seguramente se preguntaría demasiadas cosas. Si bien, ya le había dicho que tenía algo importante que decirle y que sólo lo haría junto a mi hermana. Por ello iba más preparada que mi padre, mucho más, aunque con curiosidad y preparando la mirada desafiante al oír algo negativo, eso sin duda.

El tráfico era denso, no demasiado fluido, y yo me desesperaba. El sol pegaba fuerte y con el casco quería morir. Di gracias a que era de esos aerodinámicos que tenía pequeñas zonas de refrigeración, es decir para que corriera el aire por dentro del casco, pero si no me movía esas zonas no servían de nada. Miraba impaciente los cambios de los semáforos, las señales, los huecos para colarme y la forma en la que entrar el primero en las glorietas.

Nada más llegar al hotel me saqué el casco y jadeé, tenía el cabello empapado y nada más estar bien aparcado busqué una máquina de agua en el interior del gran hall. Fui al baño y la eché entera en la cabeza. Después de refrescarme me miré al espejo, lo que veía ante mí era un adolescente estúpido que había cometido un gran error pero que no se arrepentía. No sabía si eso me hacía estúpido o maduro. Yo quería ser padre, tenía ganas de que alguien dependiera de mí y poder sentirme importante.

Allí mismo llamé a mi padre. Mis manos temblaban con el teléfono móvil en mis manos. Creo que tuve que abrir varias veces la agenda hasta que pulsé su nombre. El tono sonó una vez, dos veces y la tercera fue la vencida.

-¿Qué demonios quieres?-interrogó.-¿Por qué tengo que ir hoy al Hotel? ¿Qué has hecho?

-Cuando venga el resto lo sabrás.-dije cerrando los ojos, intentando pensar en una escapatoria si todo salía mal.

Eso fue lo más relevante de toda la conversación. Creo que ahí se dio cuenta de que no estaríamos solos, que no era cosa de uno, y supongo que ya se intuía algo al ser llamado por Miho y por Yutaka. Los tres éramos cómplices, pero tan sólo dos éramos los que perdíamos.

Nada más salir del cuarto me fui a la habitación, más bien pedí la llave en recepción y subí. El trayecto en el elevador me hizo palpitar el corazón a mil por hora, creo que incluso sentí una leve claustrofobia. Pegué mi cabeza al cristal del espejo y suspiré, necesitaba llevar aire a mis pulmones pues los nervios me podían. Cuando salí del ascensor me metí en la habitación y puse un poco el aire acondicionado.

Me senté en el sofá meditando. Los recuerdos en mi mente se agolparon. Momentos con mi padre jugando en la playa, dibujos en la pared con su consiguiente regañina, los primeros pasos de mi hermano y sus primeras palabras, las magdalenas de Clara los domingos por la mañana cuando iba a la escuela y me las preparaba para el desayuno del lunes... como esos todos los momentos dulces de mi infancia, todos los que había compartido con mis padres y que yo quería compartir con mi hijo.

Estaba tan concentrado en lo que estaba meditando que cuando sonó el timbre di un brinco, rezaba porque fuera Megumi, Yutaka y mi hermana; pero no todo lo que deseamos en esta vida se cumple, más bien nada. Al abrir la puerta vi la figura imponente de mi padre, me hice a un lado y entró sentándose en uno de los sofá.

-Pide un refresco para cada uno, necesito algo que calme la sed que traigo.-dijo al finalmente para levantarse e ir al aseo.

-De acuerdo.-prácticamente balbuceé. Se olía algo, estaba algo nervioso y lo había notado.

Aún cuando él estaba dentro llegaron el resto, mi madre aún no llegaba a la cita y eso era extraño. Abrí la puerta y los dejé pasar para que se acomodaran. Prácticamente no me dio tiempo a nada, tan sólo a llamar al servicio y a notar que el aire acondicionado no funcionaba.

-Pasad.-dije caminando hacia dentro de la habitación.-Aún falta una invitada ¿queréis algo de tomar?-pregunté antes de que llegara el servicio para incrementar los refrescos que deberían subir.-Oye piernas largas, si sobrevives tú... dile a Oly que quiero un hermoso ataúd decorado por él.

-Venga, que no será tan malo. Os golpeará, seguro, y no será el único. Pero es una buena noticia.-Uta se veía muy convencido de lo que pasaría y no pasaría.

-Si serás idiota, pero de acuerdo, si esa es tu última voluntad se la haré saber por cierto...-se quedó callada unos instantes meditando.-Quisiera que me dejaras de herencia la moto de día que te conocí-dijo sentándose en una de las sillas para quitarse la chaqueta, de tela, que llevaba.-Y sí, es buena noticia…-murmuró mirándome directamente a los ojos.-De que el viejo se infarta, ¡se infarta!

-Buenas tardes Megumi, un gusto conocerla. Más bien un placer.-besé su mano y me comporté como un caballero, luego me acerqué a mi hermana y la codee.- ¿ves? tengo modales, no como tú marimacho.

-Un gusto Hizaki-respondió Megumi un tanto sorprendida por el beso de su mano.

-Deja de llamarme marimacho, mocoso.-dijo con uno de sus instintivos movimientos de macho. No podía evitarlo, mi hermana era atractiva pero todo un hombre en ese sentido.

-Veo que te llevas bien con tu hermano.-Megumi parecía una autentica dama de clase alta, más que de clase alta de otra época. Su forma agradable de hablar, su forma de expresión y toda ella le daban una imagen impresionante. Entendí a papá en ese mismo momento. Cualquier hombre, de cualquier nación, caería ante ella.

-Algo bueno debe de tener este inútil para que me caiga en gracia.-se levantó de nuevo para ir a la cocina y servir agua a su madre.

-Hizaki, deberías decirle al servicio que ya tardan con mi refresco.-comentó mi padre entrando en escena. Estaba con el cabello empapado a lo sexsimbol, una buena entrada supongo.

-Dijeron que traerían. Se agotaron, pero que traerían. Comprarían donde fueran, ya que tú eres uno de sus mejores clientes.-decía quedándome cerca de Yutaka como si eso fuera a librarme de la reprimenda.

-¿Qué hace ella aquí? ¿Qué encerrona es esta?-preguntó bastante desconcertado y molesto, al menos esa es la impresión que me causo y no fue nada buena. Temía que me cortaran en trocitos en ese mismo momento o que me hicieran desaparecer con unas hermosas botas de acero.

-Miho y yo tenemos algo que decir, algo importante, pero aún falta alguien más.-no me dejó ni hablar más, me agarró de la camiseta y me miró directamente a los ojos. Esos ojos asesinos que te hundían en la miseria, daban realmente miedo.

-Dime que no es ese maldito bastardo, dímelo.-agaché y negué con la cabeza, sabía a qué bastardo se refería y yo con Lexter hacía tiempo que no quería saber nada.-Bien, porque hoy he tenido un buen día y si veo a ese maldito musculitos lo usaré de saco de boxeo.-entonces me dejó en paz y se fue hacia Megumi.-Te queda muy bien esa blusa, si me lo permites.-besó su mejilla y se acomodó a su lado.

-¡Hola Atsushi!-esa hiperactividad en aquella mujer me hizo gracia-Gracias por lo de la blusa, me gusta mucho y la compré hace unos días. Es perfecta para el calor, no llevo mangas y veo que tú te estás ahogando.-rió bajo mirándonos a todos, sabía que nosotros nos moríamos de calor.

-Sí, yo también se lo dije al verla.-murmuró Yutaka aunque juraría que estaba babeando por otra camisa, la de mi padre, y por el cuerpo que ocultaba.

-¿Tardará mucho esa persona?-preguntó por mi madre, temía mi hermana a mi madre y eso era normal.- ¿Si le dijiste que era hoy verdad?-susurró en un leve ruego y yo simplemente asentí.

-¿Alguien más va a venir?-su madre parecía desconcertada, pero aún así actuó como toda madre actua.-Miho, quítate las gafas. Estamos en una habitación cerrada, no deberías de usarlas.

-Me gusta así, pero luego me las quito.-resopló.

-¿Quién vendrá? ¿Ese novio nuevo tuyo?-a mi padre por ese entonces no le agradaba Olivier, creo que era más que evidente. Llamaba novio a Olivier, aunque sabía que sólo éramos amigos. Lo decía de esa forma para incomodarme y como burla, jamás pasaba por su mente que termináramos juntos. Supongo que era porque mi madre era la “segunda” madre de Oly.

-Yo lo conozco, hablé con él antes de saber que era el chico de Hizaki. Lo vi aquí hace algún tiempo, tomándose algo en la cafetería.-ese comentario de Yutaka tuvo una ligera mirada de recriminación por parte de mi padre.

-¡Queréis dejar de hablar de mi zanahoria!-mierda, se me acabó escapando y no había vuelta atrás. Todos habían escuchado ese estúpido nombrecito que tenía para mí.

-He escuchado motes tontos de parte de tu padre, pero ninguno como ese.-las carcajadas de Uta eran tan sonoras y contagiosas que todos terminaron secundándolo.

-Iros a cagar los dos.-resoplé bien alto porque me indignaba.

-Yo también lo conozco.-Miho intervino carcajeándose aún.-Es todo mono, pero sobretodo hace diseños muy buenos.-eso tuvo reacción en Megumi y casi salta sobre ella.-Un día de estos, si a Hizaki no le molesta, te llevaré.

-Sí, claro.-sonrió, aunque parecía molesto aún. Lo había hecho tal vez con sarcasmo, con mi padre nada se sabía.

Yutaka se sentó al lado de mi padre aferrándose a su brazo mientras se calmaba, parecía totalmente abstraído de lo que sucedía.

-¿Diseñador de moda?-gruñó bien fuerte porque sí, era Olivier y no era sólo un amigo y ya era uno más uno...no había que ser muy listo para darse cuenta.

-Sí.-dije intentando no agazaparme.-Pero no es mi chico, es un amigo.

-Dime que no es el amiguito de tu madre, ese diseñador al que fuisteis a ver el otro día... ¡Santo Dios Hizaki!-gritaba mientras me agarraba de la camiseta y tiraba de mí, yo simplemente ponía un pie sobre su pecho deseando que no empezáramos a pelearnos frente a todos.

-¡Es amigo de mamá, pero te juro que no se parece a ella!-mi padre jamás me puso la mano encima, pero me acojonaba con esos movimientos bruscos.

-Ya van a empezar con sus juegos de críos.-escuché de lejos a mi hermana.-Tu viejo, compórtate como lo que eres y tú.-dijo mirándome con aquellas enormes gafas de sol.-Tú si que no tienes remedio.-me levanté y fui hacia ella quedando a su lado, me dio un leve golpe en el hombro intentando tranquilizarme.

1 comentario:

Kimy dijo...

aki se ven mas los nervios k tiene hiza k en la version d atushi!
jajajaaj genial genial!
sigue asi!
besotes!