22/5/10

Tritones de piscina VI


Manoteó en la cama buscando el mando del aire acondicionado y lo puso al máximo. Allí se estaba como en una nevera, fuera era una freidora. Se sacó las sandalias y la camiseta, para luego meterse dentro. Yo me quedé fuera, pero de inmediato me metí dentro para abrazarlo. Besaba su cuello y su espalda mientras acariciaba su costado y cadera.

-Dulces sueños zanahoria.-susurré cerrando los ojos para calmar los impulsos que a veces me daba al tenerlo tan pegado. Terminé por abrazarlo de nuevo bien pegado a mí, como si fuera una presa.

Escuché su risa mientras se iba adormilando aún más, creo que le producían cosquillas mis besos en su nuca. Sólo se arremolinó más contra mí, agarrando mis manos entorno a él. Se dejaba ceñir contra mi cuerpo y yo me desquiciaba. Acaricié su rostro y rocé sus labios, me abracé bien a él y quedé dormido. Tenerlo así era un vicio. Me estaba acostumbrando a dormir de esa forma y cuando no estaba me costaba. Tenía que leer o escribir, hacer algo. El sueño aquel regresó y entonces vi bien su cara, era él dijera lo que dijera.

En el sueño se disipaban mis dudas. Caminábamos por la ciudad mientras conversábamos, pero no oía su voz por culpa del tráfico. Podía sentir el aire que revolvía sus cabellos y también que era una temperatura agradable. Sin embargo, me desperté cuando él empezó a estremecerse. Mi primera reacción fue intentar calmarlo con caricias y besos.

-Tranquilo.-susurré en su oído.-No pasa nada.-las pesadillas también venían a mi hermano cuando dormía, solía calmarlo en susurros y eso hacía.-Zanahoria..-murmuré.-Yo estoy aquí.-lo estreché bien pegado a mí arropándolo.

Se revolvió más, se puso aún más agitado, y al abrir los ojos se apartó asustado. Supuse qué era lo que soñaba. Supuse que era él.

-Hiza.-dijo en un sollozo pegándose bien a mí, buscando refugio entre mis brazos.

Sabía que era él. Sabía a ciencia cierta que había soñado con él. La impotencia me podía, me puse a llorar con él y no podía evitarlo. La rabia la desahogaba solo de dos formas y a ese cabrón no podía golpearlo, no quería que Oly se enfadara conmigo por matar a golpes a ese hijo de puta.

-No tienes que preocuparte... yo estoy contigo.-susurré besando su frente, intentando que dejara de pensar en ello.

-Gracias Hizaki.-dijo pegándose a mí, abrazándome por la cintura, para regarse en mi pecho. Su cabello se desparramó sobre mi piel y tuve una sensación extraña de paz, de una paz intensa.-Soy muy idiota a veces, perdona si te desperté.-noté como contenía su llanto, iba tranquilizándose al fin.-Ahora me ha dado frío.-susurró intentando sonreírme mientras se pegaba más a mí tapándose más con las sábanas.

-Tranquilo, yo bajaré un poco el aire.-busqué el mando por la cama y bajé un poco la temperatura.-Además duermes con una manta humana.-murmuré buscando sus labios para besarlo. No me gustaba verlo así, ese cabrón tendría su merecido... pero aún no sabía de qué forma. Acariciaba su espalda y brazos, frotándolos lentamente, para después pegarme aún más si podía a él.

Giró su rostro escondiéndolo en mi hombro. No podía besarlo si hacía eso. Aunque no dudo que lo hiciera a posta, ya que parecía incomodarle cuando hacía avances sin su consentimiento. Se quedó bien pegado a mí sintiendo él mi piel y yo la suya.

-Pues que manta más rara me he conseguido.-murmuró casi riéndose.

-Pero gratuita.-susurré acariciando sus cabellos, retirándolo de su cuello para pasar mis dedos por el.-Eres demasiado dulce para que temas, no debes hacerlo.-no entendía como podían golpear a alguien y más a él, cuando con unas caricias podías tenerlo feliz. Ese idiota merecía que le patearan hasta la muerte.

-A ti no te tengo miedo.-dijo levantando la vista para luego empezar a esperezarse sentándose en la cama, estirándose hacia todos los lados.-Si te tuviera aunque fuera un poquito de miedo créeme que ni siquiera estarías aquí.-eso lo sabía, pero a veces pensaba que sí me temía.-Ya tengo hambre de nuevo.-murmuró tras un leve murmullo.-Hiza eres mala compañía, cuando estoy contigo siempre estoy comiendo algo.-Me reí bajo ante eso de "siempre estoy comiendo algo" mi mente pervertida no podía parar ni en momentos como ese. Sonreí intentando no soltar una buena risotada. Se levantó para ir al baño y desde allí me habló.-¿Compota de fruta con miel?-interrogó.

-Claro.-comenté caminando hacia la ventana, observando la calle y notando como fuera aún se podía freír huevos en los capó de los coches.

Me quedé un buen rato observando la calle. Parecía que nadie era capaz de caminar con esa temperatura, y era normal. El verano había venido de forma implacable como cada año y se hacía pegajoso.

-¿Hiza? ¿Lo quieres aquí o en la recámara?-gritó sacándome de las tonterías que estaba pensando, creo que lo hacía para no incrementar mis ganas de matar al capullo de su ex.

Al escucharle fui hasta la cocina y me recargué en la puerta observándolo. Me provocaba decirle cualquier cosa que no fuera inocente, todo lo contrario.

-Lo prefería en otro sitio, no en la copa... -le miré como todo buen pervertido y alcé las cejas.-Anda, dame.-tomé la copa y besé sus labios de forma rápida.-Nunca comí esto así.

Se quedó mirándome como si no entendiera nada de lo que decía, ni siquiera reaccionó frente al beso. A veces pensaba que era demasiado inocente.

-Sí, con miel de abeja es mejor.-comenzó a decir.-No tiene los procesados de otro tipo de azúcar y así fría sabe muy bien.-dijo sacando los tenedores para comenzar a comer.

-No entendiste.-dije comenzando a reír.-En serio, eres demasiado inocente.-me había subido a uno de los mostradores a comer.-Está bueno, pero sigo prefiriendo otro lugar mejor donde estaría esta miel.-comenté engullendo cada trozo como si me fuera la vida en ello.

No hay comentarios: