27/5/10

Tritones de piscina VII


-No entendiste.-dije comenzando a reír.-En serio, eres demasiado inocente.-me había subido a uno de los mostradores a comer.-Está bueno, pero sigo prefiriendo otro lugar mejor donde estaría esta miel.-comenté engullendo cada trozo como si me fuera la vida en ello.

Se chupó los dedos y yo simplemente me quedé pensando en lo bien que lamía la miel. Quería pegarme a su boca y que su boca se pegara a mi cuerpo.

-No sé que no entendí.-murmuró.-Pero tú eres quién tiene problemas.-sí, tenía uno enorme que iba creciendo entre mis piernas. Se sentó en un banco quedando algo más bajo que yo, una posición indicada y perfecta.-Si quieres hay más, de esto nunca faltará en esta casa.-murmuraba pasando su lengua por sus labios.-Y también si quieres quedarte a cenar puedo prepararte mi famosa crema de elote, es mi especialidad.

-¡Dios!-me ponía enfermo que hiciera eso, giré el rostro hacia otro sitio, más bien todo mi cuerpo hacia otro sitio. Verlo hacer aquello y yo con tan poco sexo... ya me estaba excitando.-Pues la miel, por si no lo sabes, se usan en artes amatorias al igual que otros productos.-dije tras carraspear y salir de la cocina.-Dios que calor hace ¿no?...-con tal de desaparecer y meterme en el baño... lo antes posible mejor.

-¿A donde vas?-preguntó.-Puedes si quieres tomar un baño o subirle de nuevo al aire acondicionado.-dijo detrás mía.-¿O quieres algo frío de tomar? Tengo agua de shia.

-Dejame solo unos minutos ¿eh? una ducha me vendría bien...helada más bien.-cerré la puerta con pestillo y me metí bajo la ducha aun con los pantalones. El agua estaba helada, pero eso no bajaba.-Me cago en la puta.-me daba cabezazos contra los azulejos mientras maldecía a todas mis hormonas.-Baja, joder... baja!

-¿Hiza? ¿Estás bien?-dijo en un tono preocupado tras el otro lado de la puerta del aseo.

-No.-dije casi llorando.-Pero esto lo arreglo yo.-lo hice en un tono elevado y comencé a masturbarme.-Si no es de una forma es de otra...-dije en un tono bajo.-Joder... todo a mí, todo me pasa a mí. Esto es el jodido Karma.-murmuraba mientras me tranquilizaba al notar mi mano sobre mi miembro.-Dios... que gusto.-jadeé pegado a los azulejos.

Tocó de nuevo la puerta. Quería entrar, porque incluso escuchaba como manipulaba el pomo de la puerta. No le iba a dejar pasar, no con lo que tenía entre manos.

-¿Hiza? ¿Quieres que le hable a un médico?

Un médico no ayudaría en nada a mi problema, tan sólo diría que no necesitaría recetarme viagra al menos en décadas. Estaba rematadamente mal de la cabeza al hacer aquello, pero era eso o que me viera con la campaña montada.

Cuando terminé intenté no gemir alto, me lavé las manos de forma rápida pero a conciencia y salí empapado con los pantalones bien pegados al cuerpo. Había limpiado bien todo, a fondo, y lo miré.

-Estoy bien ya.-dije relajado.-No digo que me pasaba porque te avergonzaría.

Él estaba sentado en el piso. Estaba hecho un ovillo al lado de la puerta. Sus ojos emitían una cierta preocupación en su mirada, era como cuando uno enferma y tu madre te mira a los ojos preocupada y deseando cuidarte a pesar que está agotada.

-Ok.-respondió.-Bueno, no importa. Lo bueno es que te sientes mejor. ¿Quieres agua o algo?

-Estoy bien Oly.-estaba preocupado por mí y suspiré intentando sacar mi poca hombría para decirle cara a cara que me pasó, pero sin embargo giré el rostro.-Simplemente estaba erecto, eso es todo.-después giré el rostro hacia él y me rasqué la nuca.-Pero tranquilo, que ya pasó, no voy a saltarte encima.

Abrió sus ojos al oírme, parecían que se iban a salir de sus cuencas. Estaba sonrojado hasta la médula. Sin embargo, empezó a reír a carcajadas al verme como si me hubiera sorprendido mi propia madre.

-¡Dios Hiza!-gritó carcajeándose.-¡Eres todo un adolescente!

-¡No te rías!-dije para luego empezar a reír yo.-Además soy un adolescente, tengo diecinueve.-me puse a su lado aún empapado.-Pero como ves aunque tenga ganas me las guardo, porque sé que tú no quieres y por eso no quería decírtelo.-mi tono de voz era demasiado maduro incluso para mi edad.

-¡Hiza! ¡Hazte para allá que me estas empapando!-dijo moviéndose un poco.-¡Y esto es lino!-señaló su pantalón.-¡Se encoge si se moja!

-¿Y como lo lavas?-pregunté antes de ir hasta el baño, para aún con la puerta abierta quitarme los pantalones.-¿Donde tienes una toalla para mí?-interrogué buscando por el armario de las toallas.-¿Puedo coger cualquiera?

-Sí, toma la que quieras.-dijo prácticamente en su tono normal.-Y casi toda mi ropa es de tintorería obviamente.-alzó una ceja mientras le miraba de reojo intentando encontrar algo que me estuviera bien.-¿Me ves a mí metiendo la ropa en una lavadora? Claro que no, la mando a limpiar.

-Vaya, eso es caro.-me coloqué una toalla en la cintura tras secarme un poco.-Mañana es el otro concierto.-le recordé.-Hoy me estoy relajando, tenemos todo más que preparado, y estoy nervioso... ¿crees que me saldrá bien?-tenía miedo, miedo a no dar la talla, a que no fuera como el anterior.-Oly... vendrás ¿Verdad?


-Hiza... te dije desde antes, yo salgo a Paris hoy en la noche, ya te había dicho.-sí me lo había dicho, pero ya se perdió el primero y no quería que se perdiera el segundo.-pero estarás perfecto, haz ensayado demasiado...-empezó a decir todo aquello para que me tranquilizara, sin embargo yo quería algo más que palabras y era a él.-Todo saldrá muy bien, no te preocupes

Me aproximé a él para tomarlo de la cintura y comenzar a besarlo. Mis manos estaban en sus caderas, rozándolas, mientras mi cuerpo se pegaba más y más al suyo.

-Te quiero, no me gustan los aviones...-tenía miedo que le pasara algo y yo no estar ahí.-Cuando llegues por favor házmelo saber.-me separé de él y fui hacia su cocina, necesitaba agua. Tenía un nudo en la garganta... había querido olvidar ese viaje.

Le había arrinconado en el pasillo, prácticamente pegado contra la pared al hacer aquello. Yo era una mole humana junto a su cuerpo tan delicado y delgado. Era realmente adorable, era lo que siempre había deseado tener en una pareja. Su mirada dulce, su rostro de facciones suaves y serenas se afianzaba con un cuerpo frágil. Todo él parecía de cristal, un cristal que podía romperse en mil pedazos y yo no poder hacer nada.

Ya en la cocina tomé un vaso y la jarra de agua helada de la nevera. Me eché un trago e intenté refrescarme, además de refrescar las ideas. A él lo había dejado en el pasillo, pero me siguió.

-Hey no te preocupes.-dijo sonriéndome.-A mí tampoco me gustan mucho los aviones, pero estoy acostumbrado.. viajo muy seguido y ni modo de hacerlo a pie.-intentaba tranquilizarme.-A parte.-suspiró.-me llevo a tu madre.-levantó una ceja.-¿Cómo ves? Bueno, aún no me cancela después de lo que vio hoy, al rato le hablaré para ver si va a ir o no.


Me tensé por completo y un tic apareció en mi ojo, casi tiro el agua. Sabía lo rencorosa que podía ser mi madre, lo sabía. A pesar que dijera que todo estaba perfecto, ella seguía intentando averiguar que castigo imponer.

-Oly.-suspiré girándome hacia él dejando el vaso en la encimera, lo abracé acariciando sus cabellos.-Por favor, ten cuidado...-besé su frente mientras acariciaba su espalda.-No quiero que os peleéis, no me gustaría que te hiciera llorar.

Él simplemente se echó a reír como si nada. Parecía totalmente seguro que nada malo pasaría, que no sería como yo me imaginaba.

-Se nota que no conoces a tu propia madre Hiza. Clarissa y yo tenemos años de ser amigos. Creo que tenía tu edad cuando la conocí.-dijo sentándose en uno de los bancos.-Claro, lo más probable es que me demande por abuso de menores o algo así. Pero me dejará hablar y le diré la verdad, que somos amigos y que nos estamos conociendo. También que la escena del club fue para preservar tu integridad y te aseguro que dará cátedra de la discreción y luego marcharemos de compras a la tienda Dior que tengamos en frente.

-Soy mayor de edad, Oly.-dije abrazándolo mientras intentaba no pensar que pasara algo malo.-La conozco desde hace diecinueve años... y ella sabe que me gustas, me dijo que no sería bueno para mí estar contigo... quizás por lo de tu pareja, estoy seguro de que fue por ello.-suspiré.-Yo le dije que haría lo que yo creía correcto, que era mi vida... y por eso seguí insistiendo contigo... hasta casi agobiarte, si no lo hice ya.

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