11/6/10

Tritones de piscina IX


Él estaba buscando las cosas para hacerme de comer, para cenar los dos juntos. Pero paró de inmediato cuando me escuchó decir todo aquello. Se giró sin saber como decirme todo lo que quería hacerme comprender.

-Hiza no.-susurró.-¿Cómo dices eso de ti mismo?-vino a mi lado y me tomó de las manos.-Eres impulsivo, renegado si quieres, celoso en ocasiones. Pero eso es sólo porque sientes demasiado.-intentó sonreírme.-¿Cómo puedes decir que no tienes sentimientos?-agarró mi rostro acariciándome las mejillas.-Es normal que tengas tanto resentimiento. Nunca se siente bien cuando se nos usa y menos de esa forma.-murmuró.-Aunque ahora puedes enfocarte en la parte buena que todo esto te va a dejar, vas a ser padre y vas a poder amar a mares a ese niño que viene.

-Pero no es como hubiera querido.-dije mirándole fijamente sin perder detalle de su rostro, de él en todo su esplendor. Me tranquilizaba su mirada, era algo que jamás le decía y que por eso le necesitaba tanto. Era capaz de calmarme con un sólo vistazo.-No me hubiera importado adoptar un hijo o buscar un vientre de alquiler ¿entiendes?-no sabía como hacerme entender. Yo quería ser padre, siempre lo deseé desde que tuve conciencia que mi hermano sería el muñeco en prácticas.-Pero, que venga porque su madre me usó... no quiero contarle eso a mi hijo.-definitivamente quería contarle un cuento de hadas, pero no existía tal cuento.-No sé que historia me inventaré.-le tomé de la cintura buscando sus labios, besándolo con dulzura.-Y de celoso soy igual que tú.-dije al separarme.

-¡Yo no soy celoso!-me reclamó explotando para luego hacer un puchero recargando su frente en la mía, puesto que yo estaba levemente inclinado hacia delante. Después se acomodó sobre mi pecho pasando sus delgados brazos por mi cintura.-Tienes que decirle la verdad. Tienes que contarle que tú y su mamá eran muy amigos, que un día ambos tomaron una decisión que no sabía que les daría el regalo que es él.-susurró con dulzura, una dulzura de la que no se percataba como yo sí lo hacía.-Tu hijo no tiene culpa de nada. Además lo importante es como salen las cosas, no todo lo que pasó para lograrlo ¿no?-se soltó de mí con una sonrisa.-Anda ahora déjame cocinar, tú quedáte sentadito. Si quieres poner algo de música hazlo.-yo sólo respondí agarrándolo por la cintura.

-Gracias por ser como eres.-murmuré en su oído para besar su mejilla y marcharme al salón.

En el salón me senté en el suelo leyendo sus revistas de moda, decoración y arte en general. Miraba sus diseños quedándome con ciertos detalles, era muy meticuloso con su trabajo al igual que yo con mis canciones. Me gustaba cómo trabajaba, su arte, sobretodo lo que había hecho para mí.

Él se recogió el cabello e iba de aquí para allá colocando los cubiertos y vasos necesarios. Olía bien lo que cocinaba y eso hacía que mis tripas gruñeran pidiendo atención. Me sentía mal quedándome quieto, así que fui a la cocina y lo vi terminando de hablar por teléfono. Estaba blanco y tartamudeaba bajo.

-Era la reina de las nieves, como así la llama Uta.-dije sentándome en la encimera.-¿Ya te dijo que sí iba? seguro que va al viaje sólo para tener una bonita charla en el avión.-lo dije en ironía y la voz era bastante seria.-Niegate a decir algo sin estar yo delante, por favor.-dije bajándome de la encimera para caminar hacia él besando su frente.

-No declarar a menos de que este presente mi abogado, anotado.-dijo con sarcasmo.-Hizaki... sácate de la cabeza la idea que tu madre me comerá vivo. En realidad, le das más atribuciones de las que tiene. Ni ella es un dragón, ni yo soy una princesa como para que te sientas caballero medieval.-rodó los ojos a punto de golpearme.-Siéntate bien, ya está lista la crema.-dijo sacando los platos para servir la porción para cada uno junto a una bolsa de crutones decorándola con eso.

-No la has visto enfadada... echa fuego.-dije sin intentar reírme.-Pero hazme caso, quiero tratar esto a tu lado y no tú solo.

Me senté como se debe y miré el plato. Dudaba de probarlo, era demasiado verde para mí. Lo probé y eché de menos un buen trozo de carne, pero en su presencia no debía de comer nada animal y tenía la lección bien aprendida.

-Está bueno.-dije engullendo, no importaba que quemara. Dios estaba demasiado bueno a pesar de no tener ni un trozo de carne.

-¿A qué hora es tu concierto de mañana?-preguntó removiendo la crema intentando que se enfriara.-Ten cuidado con lo caliente... Hiza no debes comer tan aprisa. Terminarás enfermándote.

Me había llenado la boca de pan y lo miré engullendo casi sin masticar. Di un golpe a mi pecho para que pasara y le miré.

-Once.-dije terminando la última cucharada.-Cocinas bien.-comenté con una sonrisa.-Me gusta esta crema.-no era un halago, me gustaba.

Él apenas empezaba a comer, se quedó mirándome con cara de sorpresa e intentaba salir de ese aturdimiento con algo coherente.

-Bueno, gracias, aunque dudo que hallas tenido oportunidad de ver a que sabia... te la pasaste como agua.-murmuró antes de agitar su cabeza.-¿A las once? ¿Te puedo marcar un poco antes? Sólo para desearte suerte.

-Sobretodo para decirme que llegaste bien.-dije levantándome de la mesa, entonces le besé en el cuello.-Y que el dragón no abrasó a mi querida princesa zanahoria.-susurré mordisqueando su oreja para marcharme hacia el dormitorio. Aún estaba con la toalla puesta.

Busqué unos boxer decentes que estuvieran bien, ya había revuelto todo antes empapado como estaba. Me puse unos jeans que tenía por allí de muestras de modas pasadas, aunque parecían ser la tendencia que ahora se llevaban. Dejé la cremallera y el botón abierto, no me gustaba meter presión en el estómago después de comer. Terminé por tumbarme en la cama con los brazos tras la nuca.

Meditaba sobre el rumbo de todo, sobretodo de nosotros. Parecía increíble que hasta hacía unas semanas ni nos conocíamos, porque me volvía loco si no lo veía y porque no parecía capaz de sobrevivir sin él. Cuando entró en la habitación secándose las manos en un paño lo observé, era demasiado frágil dijera lo que dijera. Abrió su armario y se quedó con los brazos en jarra meditando, para luego agacharse bajo la cama y sacar una maleta de Prada.

-¿Quieres que te ayude?-pregunté mirándolo desde aquella posición de vago sin remedio. Me incorporé y lo observé.-¿Puedo dormir contigo hoy?

-Puedes dormir en mi cama si gustas.-dijo sonriéndome pero terminó suspirando.-Yo salgo en una hora al aeropuerto, Hiza.-se metió en el vestidor para sacar la ropa y la extendió sobre la cama. Las doblaba con cuidado intentando que no se arrugaran en absoluto en la maleta. Buscó con la mirada un neceser que estaba en la mesilla y lo colocó en la maleta

-Lo olvidé...-dije después de un rato.-pero es que no quiero que te vayas.-me levanté y lo agarré por la espalda.-¿No te puedo secuestrar?-pregunté susurrándoselo al oído.-Sería impactante... diseñador de modas secuestrado por uno de sus modelos.-lo agarré por la cintura acariciándole el vientre con la yema de mis dedos.-Anda deja que te secuestre, juro portarme bien contigo y no ponerte ataduras... tan sólo pegarme bien a ti para que no te vayas.

Se echó a reír quitando mis manos de donde las había puesto, para seguir entonces guardando sus cosas.

-En el remoto caso que me dejara secuestrar.-dijo alzando una ceja.-¿No crees que el encabezado seria algo más como "Diseñador pervertido coacciona a joven de alta sociedad de perderse su gran concierto en la ciudad"?-interrogó haciéndome reír bajo al escuchar aquello.-Aparte, en todo caso, no me dejo secuestrar a menos que sea a una cabaña con jacuzzi, spa cerca, champagne y clima en el lugar... ah y chimenea.-dijo sonriéndome por encima del hombro.

-No me des ideas.-susurré besando su cuello.-Sé de una cabaña que tiene todo eso, solo tengo que coaccionar a cierto cuñado inútil que tengo.-murmuré volviendo a quedar bien pegado a él.-Estos días estaré ocupado con trabajo... y ni siquiera podré verte en la noche... será duro.-dije atrapándolo bien.-Echaré de menos tu colonia pegada a mi piel.-murmuré próximo a su oído para apartarme y colocarme la camiseta.-¿Quieres que te lleve al aeropuerto?

-Apenas te iba a pedir ese favor.-echó el neceser en la maleta mientras iba haciendo un recuento a todo lo que tenía, parecía intentar averiguar qué le faltaba.-Necesito también otro favor.-sonrió y yo sonreí esperando que fuera algo agradable, como un beso de despedida.-Van a venir a por Vale mañana bien temprano.-eso me quitó las esperanzas de un plumazo.-¿Podrías venir a entregarlo?-dijo mirándome con unos ojos chantajistas que me hizo asentir prácticamente en el acto.-Viene la chica que se lo queda de guardería siempre, sólo que no pudo venir hoy.

-Se nota que sabe que te largas, no te hace ni caso... eso también es chantaje.-dije cogiéndolo en brazos al ver que estaba en su cesta, quieto y haciendo caso omiso a todo y a todos.-¿Me lo puedo quedar yo esta noche? o mejor me puedo quedar en tu apartamento, así cuando venga ella estoy y no tiene que estar esperando si llego tarde.-comenté y el perro me dio un lametón.-¿Ves? él me quiere... no como otros.

-Convenenciero.-no sabía si era a mí o a los dos, pero creo que iba para ambos.-Puedes quedarte aquí si quieres ve tomando las llaves, están sobre el buró.-me las señaló en lo que cerraba su maleta.-Sólo no toques los bocetos.-dijo mientras se soltaba el cabello y se arreglaba frente al espejo.-Puedes quemar la casa si quieres, pero no toques mis diseños

Vi las llaves, estaban con el llavero que le había regalado y por inercia sonreí. Dejé al perro en el suelo y me pegué a él, prefería a su dueño antes que a él aunque era bastante mono.

-¿Puedo tocar al diseñador?-pregunté colocando mis manos en sus caderas.-Me gusta como te queda el pelo así.-miré hacia el espejo y sonreí.-Hacemos buena pareja ¿no crees?-el perro ladró y reí.-Sí, también contaba contigo.-parecía menos apagado... eso que decían de los animales era cierto, sabían o conocían cosas que nosotros a veces pensábamos que ni por asomo podían tener en conciencia.

Se giró para quedar frente a mí y mirarnos al espejo. Se quedó pensativo unos segundos y se separó.

-No, el diseñador es intocable, inviolable, inexpugnable y casi un santo virgen inmaculado.-se echó a reír tomando un bote de crema entre sus manos y me dio un golpecito en el pecho.-Bonita familia seríamos tú, tu hijo, mi hijo y yo.

-¿Ves? somos perfectos.-dije besando su sien y me fui con el perro que parecía haber resucitado del silencio.-Eres un buen chico. ¿Sabes dar la pata?-pregunté extendiendo la mano y él solo la olisqueó.-No, verás... así.-dije colocando su pata sobre mi mano.-Dar la pata...vamos... otra vez.-dejé su pata en el suelo y extendí la mano.-Dame tu pata.-entonces me puso la pata encima y ladró.-¡Buen chico! Oly enseñé un truco a tu hijo.

-Lamento decepcionarte.-dijo saliendo de su habitación.-Pero mi hijo sabe hacer más cosas que eso, sólo que fue entrenado en francés. Observa.-dijo poniéndose frente del perro en cuclillas.-Vale ¡Assois-toi!-le dijo aquello y se sentó meneando la cola.-¡Chante!-ladró con todas sus ganas.-Endors-toi.-se echó al piso y él se volteó a verme con una sonrisa de satisfacción.

Yo simplemente agarré su cepillo y me puse frente al perro, lo hice a modo de micrófono improvisado.

-Dígame, ¿fue duro el ejercito? ¿Tuvo misiones complicadas? Olfatear culos franceses está de moda ¿qué opina al respecto?-el perro comenzó a ladrar y brincar frente a mí.-Oh.. eso quiere decir que le gustan los franceses, me lo temía...

Oly se echó a reír ante mi estupidez y se metió hacia su cuarto para sacar su maleta a rastras, la maleta podía pesar más que él e incluso ocupaba más espacio vital que su cuerpo.

-Obvio que le gustan los franceses.-dijo con puro orgullo.-Es donde mejor salen las cosas en toda Europa.-me quedé observándolo y no podía otra cosa que asentir. Se fue hacia la cocina para pasar de nuevo bebiendo del botellín, quería ser agua en ese momento o borde de la botella. Regresó al cuarto y yo me quedé con el perro esperando que volviera para responderle.-Creo que estoy listo.-dijo colocándose frente a mí

-Pues los japoneses somos los mejores de toda Asia.-dije con orgullo para luego observarlo.-Perfecto, yo te llevo y si quieres te voy a buscar cuando vuelvas.-así me aseguraba de crear un cerco... aunque en Francia no podía hacer nada y me frustraba. La próxima contrataría a alguien para que lo vigilara.-Dame la maleta.-dije quitándosela y comencé a reír.-¿Vas de visita o a vivir?

-Eso no es nada.-dijo sonriendo.-Mira necesito unos tres cambios de ropa, porque serán unos tres días los que esté ahí. Entonces necesito los cambios más accesorios y por posibles desperfectos llevo un poco más. Así que llevo casi nada.-pues yo hubiera llevado la mitad, eso es todo lo que pensé cuando dijo aquello, aunque luego me quedé pensando que conmigo no hubiera necesitado ropa.-Regresaré con tu madre, así que no creo que sea buena idea. Si de hecho, ella seguro ya estará en la sala VIP y no te verá. Porque sino fuera así mejor tomaba un taxi, pero te hablaré apenas llegue al apartamento, a ver si andas disponible.

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