31/7/10

Un buen chico VII


-No le viste a él, en su pose de francés come croasanes.-reí bajo, puesto que me tomaba su berrinche como algo sin importancia, y mi amigo nos miraba con media sonrisa.-El chico de la barra se llama Hefesto, es un nombre raro, pero está bien. Entró con beca, es uno de los cerebrines de la escuela... hacía varias semanas que no lo veía. Gracias a él hay jazz aquí.

El seguía en silencio, parecía que le había tocado la fibra. Miraba a los músicos dejándose llevar tal vez por la sensualidad del jazz. Siempre creí que el jazz era música para amantes y desesperados, podía incitar ambas cosas. Verlo a él allí sentado a mi lado, moviendo levemente su cabeza por inercia y a pesar de su seriedad... parecía dulce y apetecible.

-No te pongas de morros.-susurré.-Te traje la bebida que querías y mi amigo incluso nos dio un aperitivo gratis.-acaricié su rostro y acomodé sus cabellos tras su oreja.-Te ves perfecto con esa ropa. Así que no quiero que te pongas perdido en tu mundo.-sonreí y le miré.-¿Sabes? mañana podría acompañarte a comprar la ropa que deseas llevar en la boda.

-¿De tiendas yo?-dijo sonriendo mientras me miraba fijamente, hubiera deseado besarle pero quería escuchar qué tenía que decirme sobre eso.-No me gusta ir a comprar. Cuando quiero algo tengo compradores personales y me llevan todo a mi casa. Las únicas ocasiones que voy de tiendas es cuando acompaño a alguien para darle mi opinión, como a tu madre.-supe entonces porqué siempre vestía tan envidiable frente a todas, tenía un diseñador que le decía qué era lo que mejor le sentaba. Aunque creo que mi madre con cualquier cosa se veía elegante, incluso con unos jeans y una camiseta vieja.-Pero para mí es muy raro que lo haga.

-Vaya... vaya.-dije con una leve sonrisa.-Así que mandas a otros a comprar... interesante... eso haré a partir de ahora. Odio comprar.-di el último trago a mi bebida y suspiré cuando vi entrar a mi ex, pensaba que él no estaría hoy.

Se había cambiado el cabello, lo tenía más largo y levemente recogido. Tenía el rostro libre, para que todos vieran sus perfectas facciones como él solía llamar a su cara. La ropa que llevaba era de un chico con clase, arreglado pero informal. Sin duda sabía lo que era ser un fashion victim de pasarela.

Entró en el local con paso firme, sin mirar a nada ni a nadie, agarrado al brazo de otro chico que parecía algo mayor que nosotros. El acompañante lo miraba con cara de bobo, como si hubiera tenido el polvo más bueno de su vida y aún no pudiera creérselo.

Cuando sus ojos se clavaron en los míos, ya que estábamos prácticamente en el centro, sonrió con superioridad. Su paso se volvió más firme y su rostro más cruel. Toda la inocencia se la había arrebatado yo, o eso creí en ese momento, cuando quedó frente a nosotros en pose de víbora.

-Hola.-dijo cuando estaba frente a nosotros.-No pensé que estarías aquí.-clavó sus ojos en Oly como si deseara clavarle mil dagas.-Y que vendrías con él.-a pesar de sus años en esta ciudad conservaba el acento francés, todo por parecerse a su madre, pero esa noche lo acentuaba más que nunca.

No sabe nadie lo molesto e incómodo que estaba. El presente y el pasado se estaban fundiendo en una velada que creí tranquila, pero de tranquila parecía no tener nada.

-No empecemos Yue.-dije obviamente molesto, pero su respuesta fue una pequeña risotada.

Su acompañante seguía ahí pasmado porque lo agarrara como si fuera muñequito de bodas. Mis suposiciones de un buen polvo se hacía cada vez con más peso.

-Tranquilo, no voy a despellejar a tu francés ni tirarme a tu cuello.-sonrió como felino y miró de nuevo a Oly.-Cuídalo o te juro que te patearé el hígado.

-¡Yue!-alcé la voz muy molesto, tanto que creo que todo el salón pudo escuchar ese grito.

Él se mostraba victorioso, es más hizo el símbolo de la victoria frente a mis narices.

-Ya no somos novios, pero si amigos.-eso de amigo estaba por discutirse, porque yo no lo quería cerca de momento.-Así que sólo cuido tus intereses.

-Yue, cielo... ven.-el otro ya salió del pasmo, o tal vez quería que sólo le atendieran a él.

-Au revoir...-dijo tras lanzarme un beso, bueno a ambos.-Nos vemos en la boda Hiza...-rió bajo aferrándose a su chico.-y compañía.-escuché cuando se alejaban.

-Olivier, se llama Olivier.-aquello lo dije furioso y entre dientes, quería extrangularlo.

-Pues Olivier.-se giró antes de abrazarse a su estúpido amante, para luego acariciar con disimulo su bragueta.

Suspiré y picoteé lo que había en el plato. No estaba celoso, él no me ponía celoso. Estaba molesto porque hiciera una escena frente a Oly. Mi Oly no se merecía que lo trataran como un buscon.

-Te juro que no sabía que él estaría.-le dije intentando que me atendiera a mí, no a él.-Dios tan infantil como siempre, ni le hagas caso...-murmuré.-Sólo tiene dieciséis, aunque parezca lo contrario.

Olivier tenía el ceño fruncido y parecía que sus ganas de matar aumentaban con cada segundo. Sobretodo cuando a pocas mesas se sentó como gato zalamero junto a su pareja. Tomó un apio de aquel aperitivo vegetal y lo apretaba entre su boca, tal vez deseando canalizar su mal humor.

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