-Tú debes de ser Hero, yo soy Uta... tu padre y yo somos viejos amigos.-acarició su rostro y entonces vio la camiseta.-¡Chi! ¿Ves Miho? no es anime de niñas, los hombres también lo vemos.
Miho reía bajo mientras acariciaba el gato. Parecía una auténtica mafiosa y únicamente le faltaba una mesa de despacho frente a ella y un puro en una de sus manos.
-Es muy divertido ver como te hacen esas muestras de afecto.-comentó con una sonrisa.-Y yo jamás dije que Chi fuera anime de chicas... ¡Chi es niña! Es más... ¡Se parece a mi!-comentó tratando de agarrar una de las tostadas que había en una bandeja del salón, hasta ese momento no había deparado en ellas.-Ahhhh... No alcanzo... ¡Hizaki! Pásame una...
-Yo te la llevo.-dijo mi hermano dándole unas tostadas.
-Tan caballeroso como Acchan.-comentó sentándose a mi lado. Su forma de sentarse era algo ¿afeminada? su sonrisa, todo. Era atractivo, para su edad, era bastante atractivo.-Nada más por eso haré que te llegue mi famoso sushi de cangrejo.-era igual que Yue, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
-Gracias Hero.-susurró mi hermana acariciando el rostro de nuestro pequeño hermano.-Yo quiero sushi de cangrejo... ¿Cuándo me lo haces? Hace mucho que no lo haces... No desde esa vez que hiciste en exceso y dijiste que era para "alguien especial".-él se sonrojó al escuchar aquellos de labios de mi hermana, y yo ya me olía algo extraño. Mi padre seguramente estaba detrás de ese comportamiento adolescente de Yutaka.-Tengo antojo de cangrejo.
-Igual que tu padre, andáis los dos con antojos. Ni que estuvierais embarazados, aunque bueno de ti no me sorprendería.-cuando dijo aquello en ese tono casi me caigo al suelo de la risa.
-Miho ¿a él tampoco se le dice que vas a tener un niño?-y mi hermano el bocazas ayudando.
-¡Lo sabía! ¡Lo sabía!-dijo levantándose señalándola.- ¡No me dices nada! ¡Tan malos modales como tu madre!-definitivamente reía a carcajadas.
-No es que no te dijera, es que simplemente no lo sabía, me había hecho prueba casera y salía negativa. Pero los mareos y vómitos seguían.-intentaba explicarlo todo para que él se calmara y no pensara mal de ella.-y... me canse.-añadió con un suspiro.-Hoy precisamente Hizaki y Hero me acompañaron al hospital para verificar lo que ya sospechaba... Sospechábamos.-lo decía todo con un aura de seriedad y un rostro, de figurita de hielo, parecido al que tomaba mi padre para tratar asuntos peliagudos.-Y no grites, que tus gritos se podrán oír hasta casa de Eduart y... No quiero que se entere, no aún.
-Como te cazan hermanita.-comenté observándola fijamente.-La princesita de papá está embarazada, veremos como se lo soltamos a él y a su madre... aunque yo también tengo que decirle lo mío.-
-¿Qué?-dijo Uta observándome.- ¿Te pegaste de nuevo con alguien?
-¡Y tu, idiota, cállate!-gruñó mirándome.-¡Qué el tuyo nacerá antes! Mucho antes...-murmuró intentando hacer cuentas.-En unos cuatro meses, así que al que mataran primero será a ti.
Entonces Uta me miró fulminándome con la mirada.
-¿Quién es la chica?-preguntó haciéndome sentir una hormiga.
-Esto...-me rasqué la cabeza.-Si piensas que no seré responsable te equivocas, me lo quedaré yo. Ella está comprometida con otro chico, no quiere que se entere. Es japonesa, él también pero él vive en Japón y no sabe nada.-tomé aire sentándome bien.
-¡Seré tito! ¡Tito!-gritaba eufórico mi hermano y le di un golpe en el culo con el pie.
-Di algo a mamá y te mato.-él me miró casi a punto de llorar, no era por el golpe sino porque le costaría mantenerse callado.
-Pero necesitamos que esto no se lo digas a Atsushi. No es para que no se entere, sino que...-tomó aire y siguió su explicación.-Creo que nosotros somos adultos y podremos decírselo.-si claro, decírselo sería pan comido… claro que yo ya estaba averiguando cuanto valía una parcelita en el cementerio.-¿Nos ayudas?-dijo mirándolo de forma dulce.-Es decir... ¿Nos apoyarás cuando vayamos a decírselo a Atsushi y a nuestras respectivas madres?
-¿Qué? ¿Frente a Clarissa aka terminaitor woman? esa mujer te fusila con una mirada.-tembló y yo me eché a reír a carcajadas.
-¿Ves? no soy el único que teme a mi madre.-le di una pequeña palmada, moviéndolo un poco.-Anda Uta, será tres contra tres, mucho más equitativo.
-Por favor.-dije chocaba sus manos hechas puños.-¿Si?.-interrogó alargando la i hasta quedarse prácticamente sin aire.-Mira si nos ayudas.... a mi hijo le pondré tu nombre, claro, si es niño ni modo de que a mi hija le ponga nombre de niño.
-¿De donde has sacado esa táctica?-dijo mi hermano pequeño.
-Calla que surtirá efecto.-lo agarré y senté sobre mí.
-Sois iguales a él, idénticos.-murmuró asintiendo con la cabeza.-os ayudaré a ir al matadero.
-¡Sí! Gracias tío Uta.-se me levantó para abrazarlo haciendo que su gata cayera al suelo.-Y con esto tampoco se lo puedes decir a Eduart...-dijo apartándose de él.-Eso se lo diré yo.-comentó bastante seria.-Pero eso cuando sea su cumpleaños.-dijo alzando un dedo.-Será su regalo.
-Si papá deja que viva para contarlo.-comenté recostado en el sofá sin importarme que se vieran mis boxer.
-O que lo mates tú.-añadió mi hermano.
-Cierto, cierto.-me coloqué un cigarrillo en los labios y miré a Uta.- ¿Puedo salir al balcón a fumar?
-No deberías fumar, yo lo hice y me arrepiento.-tenía su ceño fruncido, me miraba con los misma mirada que me había echado mi padre.
-Tú hoy casi lo matas del susto y de los celos que le tiene a cualquier hombre joven que se me acerque.-eso era cierto, bien que me había divertido en parte con su comportamiento de macho en peligro de extinción.-Y con lo del cigarrillo no deberías de fumar, estas con una mujer embarazada y pronto tendrás un hijo.-empezó una minicharla que no quería escuchar.-Así que deja el maldito vicio de una buena vez.-rompió mi cigarrillo arrancándomelo de la boca.-Anda, dame la cajetilla.-dijo extendiendo su mano mirándome con severidad.
-¡Qué! Son importados, son caros... es mi pequeño vicio. Te juro que sólo son dos al día y me calman.-entonces Uta se abalanzó sobre mí y me cacheó, mientras me removía.
-¡Quieto! ¡Hizaki se lo diré a tu padre!-gruñó y entonces sacó el paquete de cigarrillos, casi por estrenar, de mi bolsillo del pantalón trasero.
-Los míos también son importados, así que deja de hacer berrinche de princesa y dame la cajetilla.-agarró mi cajetilla y los aplastó, incluso los pisoteó.
-Mis cigarros... os acusaré con...-no sabía con quién
-Con tu novio el zanahoria.-cuando dijo aquello lo agarré de los calzoncillos y los subí hasta arriba. Mi hermano sólo gimió por la presión
-¡No es mi novio!-grité.- ¡Tampoco te importa si lo es, enano!
-¡Eres un salvaje! ¡Se lo diré a papá!-respondió
-¡Acusica!-grité mientras veía como sus ojos se llenaban de lágrimas.-¡Llorica!-le dije y entonces vino hacia mi y me mordió en el cuello, yo a él le comencé a hacer cosquillas, para luego echar a reír.-No digas más eso.
-Ahhh... Hombres.-murmuró suspirando para ir a tirarlos a la cocina.
A su regreso parecía mareada, con la mirada como perdida y algo pálida. Le había dado un mareo seguro, porque caminaba de forma torpe.
-Miho.-dijo su tío aproximándose a ella, en realidad era también mío y de mi hermano. Es decir, no tocaba nada de parentesco pero sí de historia.
-Debemos irnos, si mamá regresa y no nos ve nos fusila.-dije tomando a mi hermano en brazos prácticamente.-Miho, cuídate y te llamo luego para seguir hablando.-quería que descansara, con Hero allí sería imposible.
-Ah, sí, ustedes también cuídense y suerte con tu Princesa Zanahoria.-acariciaba su sien intentando calmarse.
Nosotros nos marchamos cerrando la puerta. Los dejé solos y esperé que Yutaka cuidara bien de ella. Hero caminaba agarrándome de la mano, con su mano buena. No hablamos de nada especial hasta llegar al coche. En casa ya estaba esperándonos nuestra madre, se sintió aliviada con lo que dijo el pediatra.
Yo nada más llegar a mi habitación vi una caja. Era un regalo y estaba bien envuelto en su papel de celofán. Lo abrí rasgando el papel y vi que había dentro. Había mangas que deseaba desde hacía años, junto a ellos una nota y era de Yue. Otra persona no podía ser, lo supe desde que vi el paquete. La nota era algo sencilla, pero me impactó:
“He estado ahorrando algunas semanas para conseguirte esto. Te entrego este regalo para que sonrías, creo que te hará sonreír y tu sonrisa me hará sentirme especial.
No sé si estas molesto conmigo o hay algo que te preocupa.
Mi amor, deseo tanto tenerte como al principio y sentir tu cuerpo sobre el mío. Deseo tus labios, tu mirada fija en la mía, y sobretodo el calor de tu alma arropándome. No paro de pensar en ti, no puedo dejar de hacerlo. Eres mi primer y último pensamiento del día.
Ojala todo fuera más sencillo y pudiéramos gritar nuestro amor al mundo. ¿Te imaginas? Poder ir por la calle como cualquier otra pareja, tomarnos de la mano y ser felices. Quiero hacerte muy feliz Hizaki, mucho. Haré cualquier cosa por mantenerme a tu lado, porque esto funcione. Perdóname si soy pesado… pero sin ti no respiro.”
Me sentí un desgraciado por seguir con él, todo debía de acabar. Ya era tarde para hablar, casi era la hora de la cena. Así que llamé para poder quedar bien temprano. No iría a clases, hablaríamos.
-Yue.-dije al notar que contestaba.
-Hola mi amor, ¿viste el regalo? Se lo dejé a Clara.-parecía más dulce que de costumbre.
-Sí, me gustó.-susurré sin saber que decir, seguramente esperaba algo más.-Eres muy detallista.
-No, sólo quiero que lo tengas todo.-parecía risueño al escuchar que había aceptado el regalo.-¿Me echabas de menos? Yo te eché mucho, desearía que estuvieras aquí abrazándome. Necesito verte Hiza.
-Precisamente por eso llamo, quiero verte.-no era para lo que él deseaba, seguramente si hubiera sabido para lo que era no se hubiera emocionado en absoluto.
-¡Te amo!-gritó.-¿Cuándo? Quiero verte ya, podemos vernos ahora y escaparnos toda la noche. Hiza, podemos estar juntos hoy durmiendo abrazados. Llevo días soñando con eso… soñando con algo que quiero que sea real. Quiero hablar contigo.-me hundía más y más, tanto que comencé a llorar e intenté que no se notara en absoluto.
-Yue.-murmuré.-Mañana, mejor mañana. ¿Qué tal si hacemos novillos?
-Mi papá me matará, pero moriré feliz.-me recosté en la cama con la cabeza dándome vueltas.
-Mañana pasaré a recogerte, ponte el uniforme y aparenta normalidad. No quiero que sepan que nos escapamos.-ante todo era poder decirle que lo nuestro no iba a ningún lugar, después que podíamos ser amigos al menos.
-Mi amor.-dijo riendo bajo.
-¿Sí?-interrogué.
-He tenido un sueño guarro, parecía real.-me llevé la mano a la frente, cada vez me lo ponía peor para poder dejarlo al día siguiente.-Chocolate y tu piel, algo muy dulce y muy sensual. ¿Podríamos probarlo?-volvió a reír, pero de forma más nerviosa.-Verás, estábamos tú y yo en mi cocina preparando dulce y acabé cubriéndote de chocolate. Hizaki, jamás he tenido de esos sueños hasta ahora. Tú haces que mi apetito aumente, que quiera estar contigo en la cama todo el día.
-Yue.-quería pararlo como fuera.
-¿Sí?-preguntó con curiosidad.-¿Te has excitado? Yo lo estoy mi amor, estoy sintiéndome como nunca. Creo que entré en época de celo y no pienso dejarte escapar sin rasguñarte.-Yue no era tan suelto, pero se estaba arriesgando por darme sexo y cambiar para gustarme.
-Tengo que cortar.-dije fingiendo amargura por ello, al menos le dejé creer que me dolía no seguir.
-Mi vida, te amo.-murmuró.
-Ídem Yue.-susurré apagando el móvil.
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