Capitulo 9:
Medidas del alma.
Los días pasaban y era un calvario. Yue seguía con sus intentos desesperados. Me encontraba tarjetas con poesías en mi taquilla, también bollos de crema en mi pupitre y seguía mandándome mensajes. Su hermana deseaba desmembrarme, aún más tras lo que escuchó del propio Hiro. Terminé solo en un rincón del aula, no quería hablar con nadie y únicamente esperaba una llamada.
Concerté cita con los agentes de Olivier. Me dijeron una fecha y una hora. Ese día estuve demasiado nervioso para tomar apuntes, tampoco fui a la academia de baile y me dediqué a ponerme nervioso frente al espejo. Intentaba expresarme con mis mejores dotes de actor, hacerle ver que no le necesitaba y que no me importaba como amante. Pero era imaginarlo frente a mí y todas mis tácticas quedaban en papel mojado.
Así que antes de ir a su encuentro llamé a mi hermana. Me encontraba desesperado y era ella la única que me daría buenos consejos. Cerré la puerta y puse la mesa delante de la entrada, no quería que mi hermano entrara y metiera sus narices en aquella conversación.
-Miho.-dije cuando escuché que alguien aceptaba la llamada.
-Hola princesa de flor de Sakura.-ese tintineo y ese apodo, así sólo me llamaba Amaury y lo acortaba todo a Princesa.
-¡Quién te dijo eso!-gruñí.
-Amaury, es todo cute el uke de los chocolates.-cuando dijo uke y chocolates me eché a reír, ese crío no podía ser así. Me negaba a creer que fuera un maldito uke como Yue.-Deja de reírte como bobo y dime qué quieres.
-Consejo.-respondí rápido.
-Dime en qué te puedo ayudar.-podía imaginármela mirándose sus enormes uñas negras y con la pose de mi padre al teléfono, medio de lado en una silla giratoria y una sonrisa maquiavélica en sus labios.
-Olivier me odia.-dije tirándome en la cama.-Dijo que si quería que fuera mi diseñador que hablara con sus agentes, pero minutos antes estaba bien y me invitó a una fiesta. Cuando lo beso me rehúye, e incluso creo que le disgusta cuando lo abrazo. No sé que hacer.-se empezó a reír a carcajadas, parecía el festival del humor y a mi me estaba encabronando.-¡Miho!-gruñí.
-Tu princesa ¿tiene la regla? Porque me da que tú mi pequeño principito encantado has dado con el único hombre con problemas hormonales.-iba a replicar pero siguió hablando.-Mi sexto sentido habla de cruce de cables, no te preocupes y sé un Sakurai conquistando a ese chico.
-Gracias por los ánimos.-susurré.-Por cierto te quería invitar a un desfile de moda, además darán canapés y habrá una pequeña fiesta.
-¡Sí!-gritó.- ¡Sí! ¡Así podré engullir dulces gratis!-aquellos gritos me pillaron de sorpresa y casi quedo sordo de inmediato.
-Tendrás que ir como toda una señorita de mi brazo, serás mi acompañante.-dije con el auricular un tanto despegado.
-Sí, al menos así podré salir un rato de noche y despegarme de Josep.-eso no me sonó bien.
-¿Qué pasa con él?-fruncí el ceño y mi tono de voz se enrareció.
-Nada, no se lo dije aún y estoy haciéndoselo pagar. Verás, no le hablo dulce y no le doy sexo. Creo que el pobre está preocupado con que lo deje, pero no se va a librar de mí. Le quiero, pero sigo molesta por lo que ha hecho.-realmente parecía preocupada.- ¿Crees que me estoy pasando con el pobre?
-No, hazle sufrir un poco.-respondí.-Pero ten cuidado con pasarte, todos tenemos un límite.
-Tranquilo, lo sé.-dijo de inmediato.-Tendré que ir a ver qué vestido compro o cual me presta Megumi.-siempre hablaba así de su madre, no decía mamá o mi madre. Yo en ocasiones también le decía así a la mía.-También al ir a la fiesta podré ver qué comprarle a ella.
-Nos invita Olivier, así que espero que cuando lo tengas delante le hables bien de mí.-rió bajo nada más escuchar aquello.
-Entonces tendrás que conseguirme muchos canapés y pastelitos, ya sabes que debes cuidar de tu linda hermana mayor.-replicó.
-¿Qué puedo hacer para que me haga caso?-interrogué sin saber qué hacer.
-Evítalo, hazle creer que no quieres nada.-ese era mi plan desde un principio.-Además si te pones de duro le hará pensar en ti, en qué te pasa y al final caer.
Poco después colgó. Me quedé algo más tranquilo, pero seguía pensando que él me odiaba por algo distinto a lo que ella creía. Según ella no era el único interesado en él, él estaba interesado en mí.
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