11/11/09

Marimacho a la vista XXI


-¿Y qué quieres que se entere cuando te vea con un bombo tan grande que no quepas por la puerta?-interrogué asintiendo.-Papá, mira me picó una abeja enorme.-dije de forma irónica.-Por dios Miho que no es idiota ni chochea.-comenté intentando colocarme bien la chaqueta, quitarle la leve arruga que le había hecho.-Además yo cuando tenga el bebé ¿Dónde lo voy a meter? ¿Me voy bajo un puente? Hay que decírselo a los tres, por eso creo que la más calmada es mi madre.-realmente era una mujer serena, a pesar de sus pequeños lapsus de ira que hacía de forma privada. Todos teníamos un límite, y su límite era cuando le contaban cosas de mi padre o le comentaban lo feliz que lo veían.-Aunque con sólo una mirada me pondría pelotón de fusilamiento.-me imaginé sus ojos glaciares, sus labios apretados levemente y una de sus finas cejas rubias alzada como pequeña antena.-Miho, no la conoces, me da más miedo que mi padre ella piensa de forma fría todo.

-No pero...-murmuró contrariada.-Él dijo que no quería estrés ni preocupaciones.-temblequeaba un poco, no demasiado pero era notable.-No quiero que le pase nada, deberás que no.-eso era predecible, nadie quería ver sufrir a un padre aunque lo conociera de hacía poco.-Pero tienes razón es mejor que lo sepan de nuestras bocas y no de terceros.-entrecerró los ojos y suspiró.-Con eso me refiero a cierto yakuza que anda tras nuestro padre.

-El bocazas.-comenté.-Ese tipo si lo agarro lo dejo muerto.-me crucé de brazos algo molesto. Había dado informaciones a mi padre sobre ella y sobre mí, con tal de molestar era capaz de cualquier cosa.-No sé porqué el resto del mundo no hace su vida como lo hacemos los demás. ¿Y qué si tu madre lo rechazó? ¿Y qué? Debería de darse por vencido, es un perdedor amargado.

-No me se la historia.-respondió.-Realmente no me la sé, pero yo también le traigo ganas...-todo el mundo tenía ganas de acribillarlo.-Le pediré a Sam que me diga donde es su guarida, claro sin que el viejo y Eduart se enteren.-Sam era el novio del hijo de Eduart Josep, todo el mundo lo llamaba Josep menos ella y a veces era un cacao aclararse si hablaba del hijo o del padre.

-Creo que le cambiaré el nombre de zanahoria a tomate.-dije observando a Olivier ya dando el último saludo antes de marcharse con el resto hacia la fiesta.-Fíjate lo rojo que va, todo porque tiene que lucirse en la pasarela. Espero que no se tropiece, porque esta vez no caería en un pequeño desnivel.

-¡Al After!-gritaron todas estrujándolo. Cualquier heterosexual hubiera dado millones por su posición privilegiada.

-Miho, tengo que ir a ver a Olivier.-dije levantándome.- ¿Llamas a Eduart? ¿O te pido un taxi?-pregunté antes de besar su mejilla.-Lo siento, siento tener que largarme... pero quiero saber qué me tenía que decir.-salí casi corriendo, sabía bien donde estaría.

Aquello estaba infectado de modelos, todas me miraron de nuevo y comenzaron a cuchichear. Yo simplemente quería verlo a él, me había largado del lado de mi hermana por buscarlo y saber qué tenía que contarme. Entonces una lluvia de zapatos se dirigieron hacia donde estaba y tuve que cerrar la puerta para resguardarme. Ahí estaba yo mirando de lejos a mi hermana hablar por móvil y me despedí de ella con un gesto de mi mano. Cuando abrió me quedé clavado observándolo, era mucho más delgado de lo que recordaba. Llevaba una camisa ajustada con una sola manga de color negro junto a unos jeans. No podía evitar mirarlo como un idiota.

-Listo.-dijo con una sonrisa.-No he podido arreglarme como quería.-tenía un maletín entre sus manos, como una pequeña bolsa.-Se ponen así siempre, no te fijes.

-Pero si he visto a mi madre dar de mamar a mi hermano y te juro que me resultaba más erótico que ellas.-dije acogiéndome de hombros.-Ahí sólo fui porque me interesabas tú, no ellas.-sonreí y le miré.-Estabas muy rojo en el desfile, creí que tropezarías de nuevo.

-Por eso me toman las manos, para evitar que me caiga.-bromeó sacando la caja de su maletín.-Toma... tu regalo.-dijo muy sonrojado.-Lo encontré en Paris.-susurró nervioso.

-Te dije que sólo te quería de vuelta de una pieza, no debiste comprarme nada.-miré el paquete y le quité el papel con facilidad para luego observar lo que había dentro. Una sonrisa canalla se dibujó en mis labios.- ¿Sabías que los Sakurai's somos fetiches en esto?-interrogué colocándomelo.- ¿Qué tal me queda?-pregunté mirándolo fijamente, observando cada detalle detenidamente. Me lo comía los con los ojos aunque no se diera ni cuenta.

-Queda como pensé.-esa dulce sonrisa con ese maldito acento me hacía caer como un idiota a sus pies.-Quedaría genial en tu video...bueno, si crees que sea conveniente.-murmuró y luego miró a ambos lados buscando a alguien.- ¿Y tu hermana? ¿Subirá al alter?-preguntó con un movimiento algo femenino al colgarse el pequeño maletín al hombro.

-Su querido maridito vino a por ella, un día amanecerá muerto porque mi padre se enterará de que está embarazada y créeme.-dije sonriendo de lado.-Sabe de su existencia hace unos meses pero ya es su princesa, y a su princesa no se le toca.-reí a carcajadas.-Aunque bueno yo actuaría igual.-de hecho había actuado como mi padre al verlo.-Si me permites preguntarte ¿por qué decías que tenía que perdonarte?

-Fui grosero con tu hermana.-masculló.-No me gustaría que se llevara una impresión incorrecta de mí por eso.-parecía totalmente avergonzado y yo simplemente sonreí, sabía que la marimacho no se enfadaría con él por ello.-¿Subimos?-interrogó haciéndome una seña hacia las escaleras que daban a la parte superior del teatro, la que usualmente se destinaba para actos culturales de otro tipo y audiencias.- Pondrán buena música y me muero de ganas de bailar.-sonrió como un maldito crío echando a correr hacia la fiesta.

-Espera.-dije tras él, tenía miedo que diera un traspiés. Su tobillo no tenía que estar bien del todo.- ¿Bailarás conmigo no?-lo agarré por detrás en el final de las escaleras.- ¿Verdad que no podrás hacerme ese reproche?-pregunté haciendo rozar mis labios con su oreja. Algunos nos miraron, pero estaba acostumbrado a dar la nota.

-Esta música se baila solo.-respondió apartándome para ir hacia sus amigos. Todos aquellos eran personas de su medio e iba de un lado a otro besando a todo el mundo. Si hubo alguna vez en la que me sentí especial junto a él se desvaneció en ese momento, era más cariñoso con ellos que conmigo.- ¡Ven Hizaki!-dijo indicándome que fuera tras él.

Suspiré caminando tras él, observándolo y observando a todos como lo haría un león en su territorio. Me faltaba rugir para conseguir aterrarlos aún más de lo que lo hacía una simple mirada. Sonreí cuando me llamó, indirectamente olvidaba todos mis celos porque él me hablaba a mí y no a otros. Él se bebió rápido la bebida que le ofrecieron y yo simplemente suspiré. Después nos marchamos a por otra para él y algo para mí, él pidió por mí pero yo no quería beber. Deseaba estar con él y ya. Era mi oportunidad de hablar, de que me conociera y poder al menos volverlo a besar como se debía.

-¡Mira! ¡Claude!-indicó señalando a un hombre al otro lado de la pista con una mujer con un cuerpo increíble. Él corrió para abrazarlos a ambos, besarlos y yo como idiota fui tras él.

Lo vigilaba bien de cerca, se estaba emborrachando y con su constitución caería en una borrachera monumental. Y el inmaduro era yo... eso se suponía. Iba tras él y lo tomé de la cintura alejándolo un poco.

-¿No crees que llevas ya bastante? aminora el ritmo.-dije intentando que no se molestara. Puse mis manos en su rostro.-Dios mío, tienes las mejillas rojas ya.-reí bajo.-Te ves curioso de esta forma, más sexy que antes incluso.-no podía parar de halagarlo, me gustaba.

-¡Mentiroso!-dijo tras arrugar su nariz para después sonreír dándome su vaso vacío.-Muero de calor.-masculló.-Consígueme algo frío ¿sí?-pidió sonriendo para después seguir saludando y bailando.

-Y yo soy el crío, soy el crío.-me repetía ya verbalmente, creo que mentalmente ya no hacía efecto. Fui a la barra y conseguí uno de esos que se tomaba, total si se emborrachaba lo llevaría yo a casa. Para mí ese era el plan. Podía tener a solas unos minutos y tal vez poder abrazarlo o que se abrazara a mí. Sé que suena feo contándolo de esta forma, pero todo hombre tiene un límite y yo lo había traspasado. Fui hacia la barra y pedí una Mimosa, al regresar estaba botando con aquellos dos.-Deja de botar y toma.-aquel hombre con su mujer me miró fijamente, yo únicamente me quedé serio tras revolotear los ojos.
Entonces fue el colmo de todo aquello, de momento. Estaban cuchicheando sobre mí, porque esas miradas eran en mi dirección y yo me sentí escrutado. No me gustaba que hablaran de mí en murmullos y mucho menos frente a mi cara.

Me fui a la barra a pedirme un Malibú con zumo de piña, eso era leve. Así no tendría tanto alcohol. Dos copas, que ni dos copas porque de la otra solo bebí un trago, sería suficiente para conducir. No me quería matar por las responsabilidades que iban lloviéndome del cielo. Volví junto a él dando un trago e intentando templar mis nervios.

-Oye Olivier ¿podemos hablar?-interrogué y él iba brincando sin hacerme caso. Durante esos días me imaginé todo bastante distinto, pero tenía un panorama algo esclarecedor.

-Si no te hace caso, yo sí.-dijo un chico, seguramente un modelo. Era rubio, ojos azules, piel clara y bastante delgado. Tenía estilo al vestir y porque no era atractivo.

-No, no hace falta.-dije girándome de nuevo hacia Olivier, observándolo mientras deseaba tener una oportunidad. Quería protegerlo y mantenerlo a salvo de todo aquello.

-Anda, si lo hago gustoso.-se pegó a mí bailando conmigo y yo terminé bailando, pero no quitaba ojo a Olivier... ni un poco.

No hay comentarios: