5/11/09

Medidas del alma XI


Bajé donde las bebidas y pedí un whisky para mí y un zumo para él. Para Miho se conseguiría después de que se presentaran, la llevaría donde los aperitivos para que pudiera tomar algunos.

-Ya estoy de vuelta.-dije con las manos ocupadas por mi whisky seco y su zumo de piña.-Espero que sea de tu agrado.-dije tendiéndoselo a Olivier.-A ti ahora te llevo con los canapés y bebida no alcohólica, ya sabes que en tu estado no puedes tomar.-estaba feliz, quería que se conocieran y que al menos hablara bien de mí. Ese era el trato, ella comía hasta echarlo todo por los ojos y yo conseguía sus halagos.-He de decir señorita marimacho que ahora la llamaré piernas lagas y... que si papá te viera con esa falda te pondría una sábana encima y te encerraría en un armario.-susurré con una sonrisa leve tras dar un trago de mi vaso, reí bajo y miré a Olivier.- ¿A que mi hermana es guapa? te dije que sólo dos mujeres merecen la pena en esta ciudad, mi madre y ella.

Cuando llegué Olivier se veía achantado, como si se sintiera diminuto y humillado ante la presencia de mi hermana. Hablaba de que era habitual para él el nerviosismo de la gala. Yo intentaba hacer que se soltara, que se presentaran bien y terminara siendo una relación agradable. Pero entonces casi se echó a correr.

-Tengo que irme.-dijo sin más girándose para marcharse lo antes posible.

-Olivier, por favor deja que te presente bien a mi hermana.-dije tomándolo del brazo.-Seguro que harás buenos diseños de premamá para ella, yo pagaré todo lo que hagas.-quería que se quedara, retenerlo de alguna forma.-También para mi sobrino, o sobrinos, porque el inútil de su marido es de traer gemelos al mundo.-sonreía pletórico, tenía a Miho a mi lado dándome ánimos para poder conquistarlo y eso era ganancia. Cuando vi la expresión de sus ojos me di cuenta que había herido sus sentimientos, até cabos de forma rápida y deseé golpearme contra la pared.- ¿Has pensado que era mi novia?-interrogué.-Es mi hermana.

-¿Novia? ¿Yo? ¿De este crío?-soltó una enorme risotada impropia de una señorita, pero la desgraciada era demasiado parecida a nuestro padre y esas burlas eran sus favoritas. Estoy seguro que él en su lugar hubiera hecho lo mismo, e incluso lo hubiera estado recordando toda la noche como el momento estelar.-Perdón, pero que más quisieras hermanito.-dijo con soberbia.-Pero por algo estoy con Eduart.-entrecerró los ojos.-¿Es diseñador? ¡No jodas!-se lo había dicho antes, que lo era y también que no tuviera esas expresiones. Por muy hermosa que fuera seguía siendo la marimacho de siempre.-Si Megumi se entera querrá que le haga ropa.-dijo con una pequeña risita.-Y espero que me compres los más lindos.-comentó golpeando mi abdomen.

-Mucho gusto.-inclinó su cabeza ocultando su rostro.-Me tengo que retirar, lo siento... –masculló.- y muchas felicidades.-dijo intentando zafarse de mi agarre.-Hay mil pendientes siempre antes del show... las veré más al rato ¿si?

-Pero...-dije y dejé en una mesa cercana mi bebida, se veía que hoy no tomaría ni un trago. Lo besé en la mejilla y sonreí.-Todo saldrá bien, espero que disfrutes de tu noche... y no nos dejes abandonados.-me giré y sonreí hacia Miho.-Podemos comprarle uno de los diseños a Megumi ¿no crees? cuando vayamos a verla y así me presento decentemente ante tu madre.-luego volví a girarme hacia él.-Anda Zanahoria ve y deslumbra a las ricachonas.-lo solté y tomé un trago de mi copa.-Miho, ven te voy a contar lo que me dijo papá sobre el teatro.

-Los trajes se lo comprarás tú, porque soy más pobre que una rata.-si mi padre la hubiera escuchado seguro que no hubiera dudado ni un instante en extender un cheque de una gran suma, con muchos ceros, a su nombre.-Tu princesa es linda.-murmuró cuando bajábamos las pocas escaleras y salíamos de la trastienda del teatro para ir hacia los canapés.-No estás mal encaminado hermanito.

-Ya sé que lo es.-saqué el llavero y se lo mostré.-Me lo trajo de París.-sonreí mostrándoselo con orgullo, como si eso significara algo. Aunque realmente era una prueba de que él se había acordado de mí, pero siendo tan molesto era normal que me recordara.-Creo que lo usaré para la llave de casa.-entonces recordé algo muy importante, casi esencial.-Papá me comentó una vez que para mi diecinueve cumpleaños me regalaría un viaje, además me comentó que también un pequeño piso para que comenzara a independizarme.-di un sorbo al whisky.-Ahora sí que lo necesitaré, para cuando nazca Junior... pienso llamarlo igual que nuestro padre. Lee Anne me dejó ir con ella, ya estamos moviendo papeles para que yo me lo quede. Lo único que le importa es que su prometido se entere.

-Ve buscando un piso bueno y grande, un bebé es demasiado trabajo, más para alguien tan tonto como tú.-dijo intentando golpearme en la cabeza, pero lo esquivé.-Pero me alegra que la madre no esté poniendo obstáculos para que te quedes con el crío.-al final se aferró a mí como toda una dama.-Al menos no regresara por él ¿cierto? Y si regresa, no debes de dárselo.-frunció el ceño mirándome, parecía decidida a ayudarme si eso sucedía. Creo que su parte maternal se estaba desarrollando a límites que ella misma no podía sospechar.-Es más hijo de quien lo cría que de quien pone los ingredientes mágicos.-asentí a sus palabras, tenía razón en lo que decía.-Bueno, y si eres buen padre te daré a los míos para que los cuides.-sonrió de forma felina pestañeando, para luego quedar frente a una bandeja de pequeños pastelitos.-Sabiendo el árbol genealógico de Eduart.-masculló eligiéndolos primera mente, para luego tomar una bandeja contigua e ir colocando los que más le apetecía.-Presiento que será como las ofertas de los supermercados, compre uno y llévese dos.-comentó con un leve suspiro.

-Míralo por este modo Uta no tendrá tantos gastos en crucigramas, ahora será canguro.-unos chicos comenzaron a mirar a mi hermana y reí bajo.-Si el músculos estuviera aquí hubiera sacado ya los ojos, de sus cuencas, a más de uno de los modelos.-caminé con ella tomándola de la cintura.-Anda, vamos a la otra mesa hay más canapés que puedes elegir.

-Y a ti te hubiera matado por tomarme así de la cintura.-decía mientras observaba la bandeja que ya llevaba.-Sí, tengo algo de hambre, lo bueno es que los mareos se han pasado.-dijo con una sonrisa leve.-pero lo malo es que tengo un cambio hormonal demasiado extraño, si no fuera porque se que Eduart me quiere ya me hubiera mandado bien lejos.-pasó un camarero con pequeños panecillos vieneses con cremas de quesos distintos. Simplemente engulló uno a uno de los que quedaban en esa pequeña charola.

-Embarazadas.-dije ante la mirada de asombro del hombre y él rió bajo.-Come con delicadeza, no olvides que eres toda una dama...marimacho.-me alejé un poco porque me veía su golpe.

-Déjame idiota o... ¿Quieres que le cuente a Oliver lo de tu pañal y chupete?.-dijo con aquella sonrisa muy característica, la misma que el maldito de mi padre.

Entonces vi pastelitos de nueces y chocolate. Los llevé frente a ella en una bandeja, quitándosela al camarero.

-Sírvase, tome todos los que desee. Un día es un día, olvídese de dietas y de problemas de perder la línea.-desde lejos veía las modelos entrar y salir.

-Tantos años cuidándome para nada, todo por la borda por culpa del inútil de Eduart.-bufó, pero mientras bufaba iba gimiendo bajo por culpa del chocolate.-Se arrepentirá y mucho, ya verás, cuando esté como una bola. Pero, es que está todo tan bueno.-sus ojos brillaban y ella no paraba de lamerse los dedos con una sonrisa leve en sus labios.

-Mira allí hay una fuente de chocolate, de helado de ese que toma la zanahoria y que no sé si está bueno.-dije señalándole la fuente y ella asentía.-Está deslactosado, seguro.-la llevé guiándola.-Quédate ahí, voy a espiar a ver que hace y... no te preocupes.-comenté.-Mi padre dice que tu madre aún sigue exactamente igual, dudo que tú engordes.-me aparté de ella para buscarlo, ahí estaba con sus modelos.

-No te preocupes… hay demasiados dulces.-canturreó la palabra dulces con las manos tras su espalda, había dejado la bandeja vacía a un lado.-Dulces… dulces.-sonreía y el camarero prácticamente la temía.

Yo la dejé allí, encantada con aquel universo de helado de mil sabores. Me dediqué a espiar lo que hacían tras el escenario y a sonreír con cada movimiento que hacía Olivier.

-Oye Oly.-dije aproximándome a él.-Mi hermana está acabando con los dulces, espero que no te moleste.-era una tonta excusa, pero así podía verlo una vez más y aproximarme a él.

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