
De inmediato vi como Kamijo tomaba posición en el foso que también estaba algo alzado, tal vez para dar importancia a sus músicos y no sólo a los actores. Era un teatro extraño, siempre lo fue.
Mientras no se alzaba el telón él conversaba animado sobre todo, parecía haberle fascinado Kamijo y sus compañeros. Tenía mi mano entre las suyas y no deseaba apartarla, me gustaba que la tuviera secuestrada mientras la acariciaba. Sonreía al ver que había acertado, lo había hecho. Pronto se hizo silencio absoluto y observé el escenario. Él se quedó en silencio observando el escenario.
"Bienvenidos, espero que todos los presentes estén tranquilos en su butaca... Me presento, para aquellos que no me conocen y refresco la mala memoria, inconfundible en el ser humano, de quién soy. Yo soy Lestat. Lestat el vampiro, el inmortal. Un hijo de las sombras y esta... es mi obra... la obra de un inmortal."
Mientras el actor principal decía aquello entre las brumas la delicada música de Kamijo se hizo presente. El piano era la mejor melodía, la más acogedora, junto a los violines de un par de mujeres que estaban en el foso. Poco a poco, como si se tratara de una tormenta de nieve se hizo presente estruendo de todos ellos, de platillos inclusive. Era Auvernia, todo comenzaba.
Él no había leído los libros, parecía familiarizado pero no del todo. Siempre me preguntaba sobre los hermanos, la madre y el padre de Lestat. Parecía absorto con el juego de luces y la música, además de las interpretaciones. Realmente ellos se creían su papel, amaban la obra y la representaban dándolo todo en los tablones del teatro.
-Mi vampiro favorito siempre fue Marius... ahora sale en escena.-era la escena donde lo rescataba de las arenas y lo llevaba en barco hacia su hogar... hogar escalado en la piedra. Una enorme mansión de enormes salas repletas de joyas, de creaciones del propio maestro de maestros.
"Me buscabas y aquí estoy"
Dijo antes de que cayera el telón e hicieran pausa. El telón cayó junto a la melodía perfecta de los músicos que allí se reunían, prácticamente bajo mis pies.
-Vamos, te contaré un poco sobre Marius mientras tomamos un refresco en este lapsus de cuarto de hora.-besé su mejilla y lo levanté tirando un poco de él.
-¡Hizaki!-dijo Kamijo desde el foso mientras saludaba.
Yo simplemente devolví el saludo y el regresó a sus partituras. Parecía controlarme, seguramente mi padre así se lo había pedido.
-Esto no tiene nada que ver con lo que yo sabía.-dijo mordisqueándose el labio mientras me agarraba bien el brazo.-Entonces..Lestat no era un bruto... así malo, como el de la peli ¿verdad?-preguntó mientras saludaba a un par de conocidos con la mano.
-No. Lestat sufrió los golpes de sus hermanos y padres, insultos y una infancia legada a ser vasallo de todos ellos.-comenté.-Es lo que has visto en la obra.-nos aproximamos a la barra y apareció el Lestat de la obra.
-¡Sil vous plai!-gritó corriendo entre jadeos.
-Oye Lestat, que aún tenéis tiempo de sobra.-comentó el joven encargado de la barra.
-Sí, pero vengo con el pedido del resto. Ellos son lentos, muy lentos, para el cambio de vestuario.-tenía un acento francés muy marcado, realmente era francés y no sólo lo imitaba. Se separó y se señaló.-Yo soy todo un dios del cambio.
-¿Qué deseas?-preguntó alzando una ceja ante ese alarde de ego.
-E... cinco colas, un té de limón frío y un paquete de patatas sabor picante.-tras él apareció el chico que hacía de Armand.
-Oye.-tiró de su manga.-Yo quiero otro.-su aspecto era el de un niño; aunque por su voz no sólo aparentaba ser joven, sino que lo era.
-Dos de patatas.-dijo aquel rubio deslumbrante que todos observaban. No había demasiados allí, tan sólo trabajadores del teatro.
Servidos ellos nos tocó a nosotros. El joven de la barra se mostró reticente, pero Kamijo desde lejos hizo un ademán de que nos atendiera.
-¿Qué deseas Oly?-pregunté con una sonrisa esperando que me dijera qué quería tomar.
-Una mimosa, por favor.-pidió soltándome.-Me iré a sentar allí.-dijo sentándose en una pequeña mesita algo elevada, allí tenía buena vista para la entrada y salida de todos aquellos actores.
Kamijo se levantó haciendo gala de su elegancia. Parecía un vampiro realmente con esa piel que siempre resplandecía... y tan pálido.
-¿Se divierten?-preguntó mientras esperaba la mimosa de Oly y mi refresco.
-Sí, creo que le está maravillando la función.-respondí.
-Pronto llevaremos a cabo La reina de los condenados y Memnoch.-dejó frente a Kamijo un café.-Debo de retirarme para descansar.-se marchó hacia una mesa cercana, abrió el periódico hojeándolo con rapidez.
-Aquí tiene.-dijo el camarero dejando nuestro pedido.
Tomé el pedido que habíamos hecho tras pagarlo y fui donde Olivier con una sonrisa.
-Veo que hice bien ¿deseas que te cuente la verdadera historia de Armand?
Se había agarrado el cabello y al asentir un mechón se desplazó sobre su frente. Se quedó observándome como si fuera a contar la mejor de las historias.
-Yo no sabía que era tanto, pensé que sólo era esa película que había visto.-murmuró sorprendido aún.
Reí bajo y negué. Todos pensaban que era la película, pero pronto conocían la pasión de los libros.
-No, mi padre es fanático de las novelas de terror y también de las de vampiros. Me inculcó el amor por Anne Rice además de literatura asiática.-di un trago a la cola y le miré.-Armand fue creado por Marius, como sabes. Era un chico ruso, pintaba y sería monje. Su padre lo guió a la estepa para dejar un cuadro pintado por él. Le pidieron esa misión y al final fue secuestrado. En su secuestro fue golpeado, torturado, violado y casi castrado. Cuando llegó a manos de Marius estaba a punto de morir, deliraba, y el vampiro cuidó de él. Se enamoró del joven y le hizo uno de sus discípulos de arte... lo pintaba y lo amaba.-bebí otro trago y le observé fijamente a los ojos.-¿Qué puede hacer alguien por despecho? un vampiro digamos... que podría hacer millones de cosas ¿por qué no secuestrar al joven Armand ya convertido en vampiro y quemar a Marius? ¿Por qué no? no quiere darle su presencia como maestro y darle el secreto de los que deben ser guardados...que ahora verás en la función ¿Por qué no? Dime... ¿quién se lo impediría? Nadie. Santino atormentó al pobre Armand y el despojo de lo que quedó fue el chico que viste en la función... atormentado y rogándole a Lestat que se quedara con él.-suspiré y me rasqué la cabeza.-Debo de prestarte los libros.
-Sí...-susurró fascinado.-préstame el libro de Armand.-me jaló del brazo y reí bajo ante ese ataque infantil que me recordó a Phoenix.-Es el que más quiero leer de todos...
-Claro, también te dejaré Marius... por cierto van a ir representando todos los libros o eso creo que ha querido decir Kamijo. Llevan un año con la obra de Lestat y supongo que pronto vendrá la Reina de los Condenados.-porque Lestat el vampiro, la obra, tenía además la continuación del libro de Louis.-Por cierto el actor de Lestat realmente es francés... por eso tiene tanto acento y queda magnifico.-me rasqué la cabeza.-Pero el mejor libro es cuando Lestat delira por completo y quiere ser cantante... la historia aquí termina creo que en el concierto...
-¿Concierto? ¿Hay un concierto?.-interrogó aún más emocionado.-Vaya.-dijo con una enorme sonrisa.-El actor de Lestat se me ha hecho familiar...-ese joven había hecho algún que otro spot televisivo, pero no me atreví a decirselo-Anda ya casi es hora.-dijo mirando el reloj.-¡Vamos a regresar!-se acabó la bebida de un solo trago y se levantó.-Aparte.-se acercó a mi oído para susurrarme.-Tengo que ir a los sanitarios, me he despeinado.
Reí a carcajadas cuando dijo lo de despeinado. Jamás pensé que eso fuera un secreto que tuviera que ser ajeno al resto.
-Te acompaño y te espero fuera.-dije levantándome para que se guindara de mi brazo de nuevo.-Además yo tengo que ir para cuestiones más importantes.-ahí fue cuando choqué con el Louis de la obra.
-Perdón.-susurró en francés observándonos. Tenía los ojos llorosos y se marchó a la barra.-¡Whisky doble! ¡Ya!-gritó y salió Lestat detrás de él
-¡Oye! ¡Miguel! ¿Qué hice esta vez?-tomó el vaso y se lo echó encima.
-¡Vete con tu puto Louis de los cojones! ¡Métete a tu sociópata por los huevos si quieres!
-Mejor vayámonos antes de que esos dos se peguen...-dije tirando leve de él.
-Vamos.-asintió caminando junto a mí por el pasillo hasta los aseos.
Lo dejé en la zona de los espejos y lavabos, mientras yo fui directo a los urinarios. Al regresar a su lado para lavarme las manos lo observé jugueteando con sus cabellos. Intentaba acomodarlos y también se observaba para ver si seguía igual de atractivo que segundos atrás. No necesitaba un espejo, para nada, pues yo podía decirle que era demasiado atractivo para los ojos de cualquiera.
-¿Nos vamos?-dijo apartándose un poco del espejo para salir fuera.-A parte.-comenzó a decir con una leve sonrisa.-Ese Lestat es muy guapo, supongo que ha de tener miles de admiradores y rosas que le llenan el camerino.-sonreí porque en parte es lo que todo artista deseaba.-Aunque no me gustan ese tipo de chicos, así rubios y con cara de Hollywood star.
Reí a carcajadas cuando dijo eso. Me alegraba que los rubios no le atrajeran lo más mínimo. Sabía bien cual era su tipo y yo encajaba en el perfil, por ello no me daba por derrotado.
-Sí, es guapo y encarna bien al vampiro.-comenté siguiéndole y preparando el brazo para que se enganchara a él.-Pero yo me hubiera fijado más en el Louis del escenario, los morenos son mi tipo y no los rubios.-sonreí observándolo fijamente.-Vamos, tiene que estar por empezar y no quiero que te pierdas el momento estelar de Marius.
Al entrar estaban todos sentándose y nada más sentarnos nosotros se hizo el telón. Un hermoso decorado sin duda, todo lleno de pinturas y esculturas con un gran balcón simulado.
-Apenas.-susurró respondiendo a lo que yo había dicho antes mientras secuestraba mi mano.-No te molesta ¿verdad?-preguntó jugueteando con mis dedos.
-¿Te gusta Italia?-preguntó observando el decorado.-Tengo unos primos allá que poseen un pallazo que creo que es el más bello que conozco de toda Venezzia.
-Deseaba ir a Italia, pero con lo de mi hijo lo dejaré para cuando sea algo mayor y podamos ir juntos.-sonreí ilusionado con la idea de viajar con el pequeño, de llevarlo a lugares donde mis padres no me habían llevado. Un mundo distinto cada verano, una cultura, un lugar donde saborear nuevos alimentos. Mis padres solían llevarnos a ciertos lugares de Italia, Francia o Inglaterra... pero yo quería ir a otros lugares, otros mundos.
El decorado cambió y aparecieron Akasha y Enkil
-Atento... esto es importante...-nada más susurrarle eso noté que se impacientaba un poco.
-¿Falta mucho?-preguntó.-¿dónde iremos después?
-Donde tú quieras, aunque pensé en un restaurante vegetariano que conozco.-entonces llegó la escena el violín, ese Lestat tocaba realmente el violín y... Enkil alzándose, rompiendo el violín Akasha y todo lo demás...gritos, peleas, Marius salvando su pellejo y la despedida.
-El nuevo mundo.-gritó la voz en off, que en realidad era Kamijo. Conocía su voz y sabía que era él modulándola.
-Cuando pongan en escena Armand...¿me traerás?-me rogó.-di que sí anda.
-Sí.-sonreí diciéndoselo y entonces Louis.-Ahi viene el bomboncito.-murmuré con ironía y entonces todo comenzó a ir rápido, o era que lo sabía de memoria. Claudia, Louis y Lestat... la familia perfecta. El intento de Claudia de matar a su padre, la huída, la persecución y de nuevo París.
Sabía que tenían que hacer un inciso de unos minutos y lo hicieron a lo grande. Interactuando con el público y mostrando lo que mejor sabían hacer, meterse en la piel de los protagonistas.
-Bienvenidos a todos amigos míos. Disculpad.-era Armand hablando en francés para toda la sala. -El teatro de los Vampiros comienza.-todos lo observábamos.-Oh no me miren así.-rió a carcajadas.-Sé que gusto a hombres y mujeres...¿Creen que no me he dado cuenta que más de uno desearía tenerme en la cama? Tengo la gracia de un hombre con la delicadeza de una mujer...eternamente. Ya que soy un adolescente ¿no les gusta? Bien... si les apetece deben saber que tras esta obra comenzará los preparativos para la Reina de los condenados y tras ella Armand el vampiro. Ohhhh por favor Aplaudan! ya no tendrán que soportar al egocéntrico de Lestat.
-Vuelve a la escena y deja de incordiarlos... a veces pienso que ni mentalmente has crecido.-mumuró el rubio colgando del techo, aunque daba la sensación que flotaba.
-Lo dice el gran Lestat... quien piensa cada acto.-dijo Armand burlándose de él.
-¡Se acabó!-gritó Louis entrando por primera vez a escena y lo hacía con una hoz enorme...-Tomen sus aperitivos, volvemos en unos instantes
Después del inciso de sólo minutos volvieron. La creación de Louis, la maldición de Claudia, el pantano y la resurrección de Lestat prácticamente bíblica y por último la quema del teatro de los vampiros. El final fue una música rock, un concierto prácticamente del gran Lestat.
Ambos aplaudimos con entusiasmo dejándonos arrastrar por la magia de todos aquellos actores.
Terminamos metidos en el camerino de cada uno, Louis y Lestat se asesinaban con la mirada. Era tenso estar en una habitación con esos dos. La pequeña Claudia revoloteaba por el pasillo haciendo rabiar al joven Armand. Todos tenían un carácter parecido a su personaje, por eso lo hacían de forma tan cercana.
-Ha estado genial Hiza.-susurró tras una exclamación de fascinación completa.-Gracias por traerme.-dijo dándome un beso en la mejilla mientras se volvía a colgar de mi brazo. Entonces noté que su humor cambió por completo al pasar por un estrecho pasillo hacia la salida.
-¿Qué sucede?-pregunté con una sonrisa en el rostro.-Debes de estar contento, te dejaron manosear toda la ropa.-reí a carcajadas.-Y el Lestat con el Louis se hicieron foto con nosotros...eso sí por separado.-besé su sien sin importarme nada. No sabía que esa mujer nos observaba desde la lejanía, pero no me hubiera importado...que mirara cuanto quisiera.
-No, nada.-susurró.-No pasa nada.-forzó una sonrisa porque sus ojos estaban empañados por lágrimas que no querían salir.-Ha sido genial...la ropa de teatro siempre es más elaborada.-comentó aferrándose un poco más.-Tiene que dar incluso sensaciones más complejas, claro que esta obra es demasiado variada.-arrugó leve la frente y sonrió.-¡Tiene tantas épocas!
-Así es.-dije con una sonrisa en mi rostro.-Vendremos en dos meses, estará la de la Reina y en unos seis la de Armand.-me había dicho Kamijo fechas, querían llevar varias obras a la vez...estaban locos, pero tenían éxito y se podía hacer.-Anda, caminemos hasta el restaurante, porque no está lejos.
-Claro.-susurró con una sonrisa. -Hueles rico.-dijo metiendo su nariz en mi cuello quedándose de puntillas mientras caminaba.-Esa loción te queda muy bien.
-¿Sí? la uso desde hace años, creo que desde que me afeito.-era falso que los orientales no teníamos vello. Lo único que sucedía es que no teníamos tanto, pero yo al ser medio tenía como todo el mundo. A mi padre siempre le duró más el afeitado, sin embargo ahora daba gracias por ello. Me duraba menos y me podía poner loción para que él picara con olerla.
-¿Sí? bueno, ya tienes tu loción registrada.-dijo caminando algo más apurado hasta la salida.-Casi todos tenemos un aroma fetiche.-el de mi madre era uno con un toque a canela, también tenía algunos con aroma de rosas y otras flores.-Aunque yo le soy infiel a la mía y no me resisto los perfumes nuevos.-me agradaba ver como hablaba de todo aquello como si fuera algo común de hablar entre hombres.-Tengo colección, pero ese tipo de aromas como el tuyo.-me miró sonriéndome y haciendo que me volviera loco por segundos.-No me van para nada, porque son demasiado varoniles.-se sonrojó agachando leve la cabeza.-Para mi prefiero aromas más sutiles.-se acercó a mi oído para confesarme algo que no fue tan secreto.-Casi siempre uso lociones de mujer.-se apartó riendo.-Esta es Halloween.-levantó su muñeca para que lo oliera.-de J del Pozo ¿a que huele rico?
Estaba de acuerdo con él, no le pegaba demasiado aromas como el mío sino algo más leve. Cuando dijo que usaba de chicas me quedé pensativo, en realidad me lo esperaba. Olí lo que me dijo y sonreí observándolo.
-En ti huele bien cualquier colonia, seguro.-susurré próximo a su oído y besé su mejilla. Al levantar la vista vi el restaurante y lo guié hacia él.-Oly espero que cenes bien, luego te pienso llevar a mi lugar favorito de toda la ciudad. Iremos en coche y pasearemos por allí.-era el mirador, en ese lugar cualquiera se podía sentir pequeño como una hormiga.
-Mientras no sea carne o carbohidratos complejos me parece que comeré todo el menú.-sonrió palpándose el vientre.-Tengo hambre...
Seguimos juntos, él agarrado a mí, hasta que pedí una mesa para dos en un lugar tranquilo y poco concurrido. No quería que otros se metieran en nuestra conversación. Necesitaba estar a solas con él.
Era un local con diseños modernos pero acogedor, la luz era perfecta para comer y conversar a la vez. La carta de vinos era excelente y la comida era la que él toleraba.
-Vamos Olivier.-dije tomándolo de la mano para hacer que reaccionara.
-Es la mesa del fondo a la izquierda, yo os acompañaré.-comentó la mujer que no quitaba ojo de ambos, sobretodo de mí para luego deslizar la mirada hacia él.-Es una de las mejores, señor.
-Perfecto, traiga por el momento dos vasos de agua y la carta.-ella asintió a lo que había demandado y le ayudé a sentarse en la silla.
-Es muy buen lugar.-tras observar la decoración.
Trajo un camarero el menú y la carta de vinos. Yo tomé mi carta y él la suya. Nos quedamos observando los platos unos segundos y él reaccionó.
-¡Minalesas de lenteja!-dijo emocionado.-Creo que ya sé que pediré.
-Yo creo que con una ensalada de pastas y verduras tengo suficiente para empezar, después tal vez brochetas de verduras a la plancha y después un té frío.-comía más de lo que aparentaba y seguro que eso le causaba horror por lo poco que él comía.-Fruta quizás también, ¿qué tal una pequeña fuente de crema de macedonia para el postre?-pregunté con una sonrisa.-¿Quieres vino o té frío?-yo no quería beber porque debía conducir.
-Vino blanco.-murmuró.-Eso no es lo que estes acostumbrado a comer ¿verdad?
-Como de todo, créeme.-dije colocándome la servilleta y esperando a la camarera para que viniera a por nuestros pedidos.
-Ha sido una velada muy agradable Hiza... gracias por todo.-susurró con una sonrisa leve en sus labios.-Eres muy amable...
-Me hace feliz que lo pases bien conmigo, al menos así te saco a pasear y no estás encerrado en tus diseños. Eso no es bueno Oly.-la chica vino cuando le hice un leve gesto con la mano.
Hice con rapidez nuestro pedido y sonreí al notar que se alejaba, no quería que estuviera escuchando nuestra conversación como si nada.
-¿Sí?-preguntó y yo le dije todo lo que tomaríamos, ella sonrió mientras anotaba y se marchó.
-Oh.-exclamó bajo arrugando leve la nariz.-No digas eso, es como cuando dices que quieres sacar a pasear a Vale.-miró el mantel fijamente.-Me gustaría saber que te he parecido un amigo entretenido.-alzó la vista sonriéndome aunque bordeó mi mirada para no cruzarla con la suya.-Es poco tarde ya Hiza.-susurró mirando su reloj.-La obra duró más de lo que pensé.-yo iba escuchándolo mientras observaba a una chica acudir a nosotros.-Quizás sea prudente cenar e irnos a casa.
-No, he decidido llevarte a ese lugar. Podemos ir de día, pero no impresiona tanto créeme.-la última vez que fui fue para maldecir a Anne cuando se quedó en estado, grité tanto que estuve ronco una semana.-Anda, verás algo que no suele ser habitual en una ciudad... realmente impresiona.
-Sólo un ratito ¿sí?
Asentí con la cabeza quedándome clavado en él. Creo que se notaba que para mí era una cita en regla y no sólo una amistad que se iniciaba. Quería impresionarlo esa noche, que cayera y poder tenerlo para mí. Era un niño estúpido y me comportaba como un adulto. Aún no había madurado ni la mitad de lo que hice meses después.
-¿Sabes extraño mucho de París?-susurró antes de que su plato cayera frente a él casi de la nada, no había escuchado como llegaba el camarero. Empezó a juguetear con su tenedor en el plato.-Un pequeño local de panadería donde hacían el mejor pan integral que he probado, estaba cerca de mi antiguo attelier y cuando amanecía haciendo mis diseños, casi a las cinco de la mañana, y empezaba a oler ese pan... bajaba todo desvelado y ojeroso y ya me tenían mi pan.. eso y un té era lo mejor.
-Yo recuerdo de niño la dulcería que había frente a mi casa. Todos los domingos saltaba en la cama de mis padres, pedía que me compraran el dulce de la semana.-sonreí al recordarlo.-Mi padre estaba ojeroso por el trabajo, desgreñado y mi madre lo empujaba para que me agarrara. Se ponía su bata, me dejaba en casa con la promesa del dulce y al regresar lo engullía si más.-hice un inciso y di un trago del té.-Dios no he vuelto a comer dulces como aquellos, al menos no recuerdo.
-Créeme que me imaginé eso.-dijo riendo leve.-Como si hubiera sido la semana pasada.-dejó a un lado su plato y se dedicó a beber un poco de su vino, aunque jugueteaba con su copa.-Es raro como uno asocia cosas a la comida...a las lociones, a las canciones.... los recuerdos pueden ser poderosos la mayoría de las veces
-Sí, así es.-dije dejando mi plato vacío y me pusieron lo segundo que había pedido. Antes de llevarme nada a la boca sonreí.-La tetería a la que iremos algún día es un sitio especial. Mi padre me llevó allí nada más innagurarse.-recordé por unos segundos ese día. Tenía trece años y él decía que parte de nuestra cultura estaba ligada a ese líquido.-Se convirtió en el lugar ideal para conversar, charlas padre e hijo.-tomé la brocheta de verduras y la deshice en el plato para ir pinchando. Los recuerdos sobrevolaban mi cabeza y sonreía sin olvidar cada frase que me impactó, cada secreto.-Es otro de mis lugares favoritos... es especial
-Entonces iremos.-recargó uno de sus codos en la mesa y su cabeza sobre su mano, después hizo un gesto con la otra para que se llevaran el plato.-¿Puedo saber donde te cabe tanto?-interrogó tras unas pequeñas carcajadas.-Eres muy delgado y comes por diez.
-Akido, Tai Chi Chuan, Kendo, Judo, Muay Thai...-dije enumerando mis actividades.-Luego no lo pongo en práctica, sólo en exhibiciones, pero amo la ritualidad de todo. Es como estar en asia, como acercarme a mis orígenes de Samurai. Mi padre siempre recalca eso.-di otro trago al té y me trajeron la macedonia.-Perfecto.-me relamí los labios y di una cucharada.-Debiste pedir una.
-No gracias, ha sido demasiado hoy.-él seguía mirándome comer, yo no entendía como no tenía hambre.-Doy por sentado que acomodarás tu horario para cuando nazca tu hijo, pero el ejercicio que hacías en el gimnasio lo harás en casa.-me estaba conociendo mejor de lo que pensaba.-eso es seguro.
-Diez o doce horas de gimnasio.-dije tras terminar mi tercer plato.-A parte la danza, el club de teatro, los estudios... que voy a dejar apartados.-comenté bebiendo un trago del té.-Pienso estudiar interpretación, le guste o no a mi madre.-añadí a lo de estudios abandonados.-No quiero ser empresario como mi padre, no quiero estudiar idiomas y tampoco me apetece hacer nada más. Lo mio es el teatro, es la música, es la danza... no sentarme ante un portátil y decir.-comencé a modular la voz.-Oh... compra, vende... no hagas eso...-era la voz de mi padre, cuando lo hacía lo imitaba demasiado bien.-A mi padre le fue bien y le va bien, pero no es lo que yo quiero. Aunque no lo parezca soy alguien maduro, sé tomar mis decisiones y aceptar todo lo que venga. Las consecuencias de mis actos son las consecuencias.-trajeron la cuenta y la pagué con la visa, la devolvieron al instante y me levante.-Vamos, quiero enseñarte mi lugar favorito.
-¿Dónde vamos?-preguntó nada más notar el aire cálido fuera del local climatizado.-¿Dónde Hizaki?
-Pues vamos a mi lugar favorito.-dije con una sonrisa como respuesta, como única respuesta.
Cuando montamos en el vehículo no le dije donde íbamos, no lo dije ni una vez. No pensaba hacerlo, quería que fuera una sorpresa y le pedí que cerrara los ojos. Deseaba que no hiciera trampas, no podía estar pendiente de si hacía lo que le había pedido o no.
Al llegar suspiré y le dije que mirara. Se podía ver los muros de piedra del castillo a lo lejos iluminado, las barandas de madera y algunas de metal que aún no habían sido restablecidas las actuales. Siempre fueron de madera, pero por unos desaprensivos se tuvieron que poner de hierro en algunas zonas... y ahoa iban a poner otro modelo más adaptado al original. Las estrellas brillaban en el cielo, parecían competir con las luces de la ciudad allí abajo donde no se podían vislumbrar.
-Este es mi lugar especial.-comenté bajando del coche para abrir su puerta y hacerle bajar.-Dicen que muchos poetas suben aquí, observan todo y deciden su vida. Piensan en si acabar con ella o proseguirla. Pero siempre vuelven a la ciudad y siguen escribiendo, pocos son los que toman la decisión precipitada de arrojarse... y ahora menos con las vallas de seguridad.-dije señalándolas.-Es mi sitio favorito, sea la hora que sea cuando tengo problemas... vengo.-le había dado la espalda y me saqué la camisa, odiaba tenerla metida en los pantalones.-A veces he corrido toda la ciudad hasta llegar aquí, he gritado como un loco a las cinco de la mañana y he vuelto a casa... me desahoga.-me giré y sonreí.-También he hecho las mejores canciones.-caminé hasta él y lo tomé de la cintura.-Pocos saben esto, espero que me guardes el secreto.-aparté mis manos de allí y las dejé en su rostro.-El rumor del aire secuestra cada recuerdo y los propaga hasta donde me encuentro. Puedo sentir las risas antiguas de mis días de niño y también las lágrimas de adulto. Es... mi pequeño tesoro y no deseo que nadie más que tú lo descubras... y en realidad aún no sé porqué te cuento todo esto, quizás porque deseo que me conozcas mejor incluso que mis padres... mera necesidad.-sonreí de nuevo clavando mis ojos en él.-¿soy egoísta verdad?
-Gracias por compartir esto conmigo.-tomó mis manos y las besó, antes de abrazarme pasando sus brazos por mi cuello. Sentí leves escalofríos cuando hizo aquello y unas ganas inmensas de besarlo. Quería tenerlo sólo para mí, únicamente mío. Pervertir su alma y su cuerpo, seducirlo por completo y hacerle caer.-Quizás soy egoísta también, pero no quiero que nadie mas que yo sepa eso...-murmuró.-quiero ser el guardián único de tu secreto.-su cabeza estaba sobre mi hombro y una de mis manos acariciaban sus cabellos.
Lo rodeé pegándolo bien a mí mientras le besaba, no apartó sus labios de los míos y eso era algo importante. Estaba convirtiéndose en la cita perfecta, una cita que jamás había tenido. Era un hermoso espectáculo verlo de esa forma. No fue mi intención ponerlo en ese estado, pero me gusto que se sintiera bien a mi lado y deseara compartir conmigo ese secreto. Besé su frente y observé las luces de la ciudad. Por primera vez no lo hacía solo y sentía que jamás lo volvería a hacer.
-Gracias.-susurré sintiendo su cuerpo delicado bien aferrado al mío.-El motivo de porqué lo he compartido es simple.-dije con una leve sonrisa.-Mi padre me dijo una vez que cuando quieres a alguien no importa si te corresponde, o no, tan sólo hay que compartir lo que uno siente. Este es el lugar donde más he sentido, más he llorado y reído... es mi sitio.
Recargó de nuevo su cabeza sobre mi hombro regalándome nuevamente un escalofrío. Sentirlo así, tan mío, era un deseo cumplido.
-Yo también te quiero Hizaki.-dijo en un murmullo y eso me dio alas que en milésimas de segundos me destrozó.-Eres el mejor amigo que podría haber deseado en esta ciudad.
-Tú también lo eres para mí.-seguía abrazándole mientras sentía que se levantaba una pequeña brisa marina, la playa no estaba demasiado lejos y hacía que en verano esa zona fuera más fresca y apacible. Sin embargo yo quería llorar, pero recordaba el beso y me mantenía con esperanzas.
-¿Deseas que te muestre el sendero de todo este mirador?-pregunté con una sonrisa apartándome de él, tomándolo por el mentón.-¿O prefieres que te lleve a casa?
Mientras no se alzaba el telón él conversaba animado sobre todo, parecía haberle fascinado Kamijo y sus compañeros. Tenía mi mano entre las suyas y no deseaba apartarla, me gustaba que la tuviera secuestrada mientras la acariciaba. Sonreía al ver que había acertado, lo había hecho. Pronto se hizo silencio absoluto y observé el escenario. Él se quedó en silencio observando el escenario.
"Bienvenidos, espero que todos los presentes estén tranquilos en su butaca... Me presento, para aquellos que no me conocen y refresco la mala memoria, inconfundible en el ser humano, de quién soy. Yo soy Lestat. Lestat el vampiro, el inmortal. Un hijo de las sombras y esta... es mi obra... la obra de un inmortal."
Mientras el actor principal decía aquello entre las brumas la delicada música de Kamijo se hizo presente. El piano era la mejor melodía, la más acogedora, junto a los violines de un par de mujeres que estaban en el foso. Poco a poco, como si se tratara de una tormenta de nieve se hizo presente estruendo de todos ellos, de platillos inclusive. Era Auvernia, todo comenzaba.
Él no había leído los libros, parecía familiarizado pero no del todo. Siempre me preguntaba sobre los hermanos, la madre y el padre de Lestat. Parecía absorto con el juego de luces y la música, además de las interpretaciones. Realmente ellos se creían su papel, amaban la obra y la representaban dándolo todo en los tablones del teatro.
-Mi vampiro favorito siempre fue Marius... ahora sale en escena.-era la escena donde lo rescataba de las arenas y lo llevaba en barco hacia su hogar... hogar escalado en la piedra. Una enorme mansión de enormes salas repletas de joyas, de creaciones del propio maestro de maestros.
"Me buscabas y aquí estoy"
Dijo antes de que cayera el telón e hicieran pausa. El telón cayó junto a la melodía perfecta de los músicos que allí se reunían, prácticamente bajo mis pies.
-Vamos, te contaré un poco sobre Marius mientras tomamos un refresco en este lapsus de cuarto de hora.-besé su mejilla y lo levanté tirando un poco de él.
-¡Hizaki!-dijo Kamijo desde el foso mientras saludaba.
Yo simplemente devolví el saludo y el regresó a sus partituras. Parecía controlarme, seguramente mi padre así se lo había pedido.
-Esto no tiene nada que ver con lo que yo sabía.-dijo mordisqueándose el labio mientras me agarraba bien el brazo.-Entonces..Lestat no era un bruto... así malo, como el de la peli ¿verdad?-preguntó mientras saludaba a un par de conocidos con la mano.
-No. Lestat sufrió los golpes de sus hermanos y padres, insultos y una infancia legada a ser vasallo de todos ellos.-comenté.-Es lo que has visto en la obra.-nos aproximamos a la barra y apareció el Lestat de la obra.
-¡Sil vous plai!-gritó corriendo entre jadeos.
-Oye Lestat, que aún tenéis tiempo de sobra.-comentó el joven encargado de la barra.
-Sí, pero vengo con el pedido del resto. Ellos son lentos, muy lentos, para el cambio de vestuario.-tenía un acento francés muy marcado, realmente era francés y no sólo lo imitaba. Se separó y se señaló.-Yo soy todo un dios del cambio.
-¿Qué deseas?-preguntó alzando una ceja ante ese alarde de ego.
-E... cinco colas, un té de limón frío y un paquete de patatas sabor picante.-tras él apareció el chico que hacía de Armand.
-Oye.-tiró de su manga.-Yo quiero otro.-su aspecto era el de un niño; aunque por su voz no sólo aparentaba ser joven, sino que lo era.
-Dos de patatas.-dijo aquel rubio deslumbrante que todos observaban. No había demasiados allí, tan sólo trabajadores del teatro.
Servidos ellos nos tocó a nosotros. El joven de la barra se mostró reticente, pero Kamijo desde lejos hizo un ademán de que nos atendiera.
-¿Qué deseas Oly?-pregunté con una sonrisa esperando que me dijera qué quería tomar.
-Una mimosa, por favor.-pidió soltándome.-Me iré a sentar allí.-dijo sentándose en una pequeña mesita algo elevada, allí tenía buena vista para la entrada y salida de todos aquellos actores.
Kamijo se levantó haciendo gala de su elegancia. Parecía un vampiro realmente con esa piel que siempre resplandecía... y tan pálido.
-¿Se divierten?-preguntó mientras esperaba la mimosa de Oly y mi refresco.
-Sí, creo que le está maravillando la función.-respondí.
-Pronto llevaremos a cabo La reina de los condenados y Memnoch.-dejó frente a Kamijo un café.-Debo de retirarme para descansar.-se marchó hacia una mesa cercana, abrió el periódico hojeándolo con rapidez.
-Aquí tiene.-dijo el camarero dejando nuestro pedido.
Tomé el pedido que habíamos hecho tras pagarlo y fui donde Olivier con una sonrisa.
-Veo que hice bien ¿deseas que te cuente la verdadera historia de Armand?
Se había agarrado el cabello y al asentir un mechón se desplazó sobre su frente. Se quedó observándome como si fuera a contar la mejor de las historias.
-Yo no sabía que era tanto, pensé que sólo era esa película que había visto.-murmuró sorprendido aún.
Reí bajo y negué. Todos pensaban que era la película, pero pronto conocían la pasión de los libros.
-No, mi padre es fanático de las novelas de terror y también de las de vampiros. Me inculcó el amor por Anne Rice además de literatura asiática.-di un trago a la cola y le miré.-Armand fue creado por Marius, como sabes. Era un chico ruso, pintaba y sería monje. Su padre lo guió a la estepa para dejar un cuadro pintado por él. Le pidieron esa misión y al final fue secuestrado. En su secuestro fue golpeado, torturado, violado y casi castrado. Cuando llegó a manos de Marius estaba a punto de morir, deliraba, y el vampiro cuidó de él. Se enamoró del joven y le hizo uno de sus discípulos de arte... lo pintaba y lo amaba.-bebí otro trago y le observé fijamente a los ojos.-¿Qué puede hacer alguien por despecho? un vampiro digamos... que podría hacer millones de cosas ¿por qué no secuestrar al joven Armand ya convertido en vampiro y quemar a Marius? ¿Por qué no? no quiere darle su presencia como maestro y darle el secreto de los que deben ser guardados...que ahora verás en la función ¿Por qué no? Dime... ¿quién se lo impediría? Nadie. Santino atormentó al pobre Armand y el despojo de lo que quedó fue el chico que viste en la función... atormentado y rogándole a Lestat que se quedara con él.-suspiré y me rasqué la cabeza.-Debo de prestarte los libros.
-Sí...-susurró fascinado.-préstame el libro de Armand.-me jaló del brazo y reí bajo ante ese ataque infantil que me recordó a Phoenix.-Es el que más quiero leer de todos...
-Claro, también te dejaré Marius... por cierto van a ir representando todos los libros o eso creo que ha querido decir Kamijo. Llevan un año con la obra de Lestat y supongo que pronto vendrá la Reina de los Condenados.-porque Lestat el vampiro, la obra, tenía además la continuación del libro de Louis.-Por cierto el actor de Lestat realmente es francés... por eso tiene tanto acento y queda magnifico.-me rasqué la cabeza.-Pero el mejor libro es cuando Lestat delira por completo y quiere ser cantante... la historia aquí termina creo que en el concierto...
-¿Concierto? ¿Hay un concierto?.-interrogó aún más emocionado.-Vaya.-dijo con una enorme sonrisa.-El actor de Lestat se me ha hecho familiar...-ese joven había hecho algún que otro spot televisivo, pero no me atreví a decirselo-Anda ya casi es hora.-dijo mirando el reloj.-¡Vamos a regresar!-se acabó la bebida de un solo trago y se levantó.-Aparte.-se acercó a mi oído para susurrarme.-Tengo que ir a los sanitarios, me he despeinado.
Reí a carcajadas cuando dijo lo de despeinado. Jamás pensé que eso fuera un secreto que tuviera que ser ajeno al resto.
-Te acompaño y te espero fuera.-dije levantándome para que se guindara de mi brazo de nuevo.-Además yo tengo que ir para cuestiones más importantes.-ahí fue cuando choqué con el Louis de la obra.
-Perdón.-susurró en francés observándonos. Tenía los ojos llorosos y se marchó a la barra.-¡Whisky doble! ¡Ya!-gritó y salió Lestat detrás de él
-¡Oye! ¡Miguel! ¿Qué hice esta vez?-tomó el vaso y se lo echó encima.
-¡Vete con tu puto Louis de los cojones! ¡Métete a tu sociópata por los huevos si quieres!
-Mejor vayámonos antes de que esos dos se peguen...-dije tirando leve de él.
-Vamos.-asintió caminando junto a mí por el pasillo hasta los aseos.
Lo dejé en la zona de los espejos y lavabos, mientras yo fui directo a los urinarios. Al regresar a su lado para lavarme las manos lo observé jugueteando con sus cabellos. Intentaba acomodarlos y también se observaba para ver si seguía igual de atractivo que segundos atrás. No necesitaba un espejo, para nada, pues yo podía decirle que era demasiado atractivo para los ojos de cualquiera.
-¿Nos vamos?-dijo apartándose un poco del espejo para salir fuera.-A parte.-comenzó a decir con una leve sonrisa.-Ese Lestat es muy guapo, supongo que ha de tener miles de admiradores y rosas que le llenan el camerino.-sonreí porque en parte es lo que todo artista deseaba.-Aunque no me gustan ese tipo de chicos, así rubios y con cara de Hollywood star.
Reí a carcajadas cuando dijo eso. Me alegraba que los rubios no le atrajeran lo más mínimo. Sabía bien cual era su tipo y yo encajaba en el perfil, por ello no me daba por derrotado.
-Sí, es guapo y encarna bien al vampiro.-comenté siguiéndole y preparando el brazo para que se enganchara a él.-Pero yo me hubiera fijado más en el Louis del escenario, los morenos son mi tipo y no los rubios.-sonreí observándolo fijamente.-Vamos, tiene que estar por empezar y no quiero que te pierdas el momento estelar de Marius.
Al entrar estaban todos sentándose y nada más sentarnos nosotros se hizo el telón. Un hermoso decorado sin duda, todo lleno de pinturas y esculturas con un gran balcón simulado.
-Apenas.-susurró respondiendo a lo que yo había dicho antes mientras secuestraba mi mano.-No te molesta ¿verdad?-preguntó jugueteando con mis dedos.
-¿Te gusta Italia?-preguntó observando el decorado.-Tengo unos primos allá que poseen un pallazo que creo que es el más bello que conozco de toda Venezzia.
-Deseaba ir a Italia, pero con lo de mi hijo lo dejaré para cuando sea algo mayor y podamos ir juntos.-sonreí ilusionado con la idea de viajar con el pequeño, de llevarlo a lugares donde mis padres no me habían llevado. Un mundo distinto cada verano, una cultura, un lugar donde saborear nuevos alimentos. Mis padres solían llevarnos a ciertos lugares de Italia, Francia o Inglaterra... pero yo quería ir a otros lugares, otros mundos.
El decorado cambió y aparecieron Akasha y Enkil
-Atento... esto es importante...-nada más susurrarle eso noté que se impacientaba un poco.
-¿Falta mucho?-preguntó.-¿dónde iremos después?
-Donde tú quieras, aunque pensé en un restaurante vegetariano que conozco.-entonces llegó la escena el violín, ese Lestat tocaba realmente el violín y... Enkil alzándose, rompiendo el violín Akasha y todo lo demás...gritos, peleas, Marius salvando su pellejo y la despedida.
-El nuevo mundo.-gritó la voz en off, que en realidad era Kamijo. Conocía su voz y sabía que era él modulándola.
-Cuando pongan en escena Armand...¿me traerás?-me rogó.-di que sí anda.
-Sí.-sonreí diciéndoselo y entonces Louis.-Ahi viene el bomboncito.-murmuré con ironía y entonces todo comenzó a ir rápido, o era que lo sabía de memoria. Claudia, Louis y Lestat... la familia perfecta. El intento de Claudia de matar a su padre, la huída, la persecución y de nuevo París.
Sabía que tenían que hacer un inciso de unos minutos y lo hicieron a lo grande. Interactuando con el público y mostrando lo que mejor sabían hacer, meterse en la piel de los protagonistas.
-Bienvenidos a todos amigos míos. Disculpad.-era Armand hablando en francés para toda la sala. -El teatro de los Vampiros comienza.-todos lo observábamos.-Oh no me miren así.-rió a carcajadas.-Sé que gusto a hombres y mujeres...¿Creen que no me he dado cuenta que más de uno desearía tenerme en la cama? Tengo la gracia de un hombre con la delicadeza de una mujer...eternamente. Ya que soy un adolescente ¿no les gusta? Bien... si les apetece deben saber que tras esta obra comenzará los preparativos para la Reina de los condenados y tras ella Armand el vampiro. Ohhhh por favor Aplaudan! ya no tendrán que soportar al egocéntrico de Lestat.
-Vuelve a la escena y deja de incordiarlos... a veces pienso que ni mentalmente has crecido.-mumuró el rubio colgando del techo, aunque daba la sensación que flotaba.
-Lo dice el gran Lestat... quien piensa cada acto.-dijo Armand burlándose de él.
-¡Se acabó!-gritó Louis entrando por primera vez a escena y lo hacía con una hoz enorme...-Tomen sus aperitivos, volvemos en unos instantes
Después del inciso de sólo minutos volvieron. La creación de Louis, la maldición de Claudia, el pantano y la resurrección de Lestat prácticamente bíblica y por último la quema del teatro de los vampiros. El final fue una música rock, un concierto prácticamente del gran Lestat.
Ambos aplaudimos con entusiasmo dejándonos arrastrar por la magia de todos aquellos actores.
Terminamos metidos en el camerino de cada uno, Louis y Lestat se asesinaban con la mirada. Era tenso estar en una habitación con esos dos. La pequeña Claudia revoloteaba por el pasillo haciendo rabiar al joven Armand. Todos tenían un carácter parecido a su personaje, por eso lo hacían de forma tan cercana.
-Ha estado genial Hiza.-susurró tras una exclamación de fascinación completa.-Gracias por traerme.-dijo dándome un beso en la mejilla mientras se volvía a colgar de mi brazo. Entonces noté que su humor cambió por completo al pasar por un estrecho pasillo hacia la salida.
-¿Qué sucede?-pregunté con una sonrisa en el rostro.-Debes de estar contento, te dejaron manosear toda la ropa.-reí a carcajadas.-Y el Lestat con el Louis se hicieron foto con nosotros...eso sí por separado.-besé su sien sin importarme nada. No sabía que esa mujer nos observaba desde la lejanía, pero no me hubiera importado...que mirara cuanto quisiera.
-No, nada.-susurró.-No pasa nada.-forzó una sonrisa porque sus ojos estaban empañados por lágrimas que no querían salir.-Ha sido genial...la ropa de teatro siempre es más elaborada.-comentó aferrándose un poco más.-Tiene que dar incluso sensaciones más complejas, claro que esta obra es demasiado variada.-arrugó leve la frente y sonrió.-¡Tiene tantas épocas!
-Así es.-dije con una sonrisa en mi rostro.-Vendremos en dos meses, estará la de la Reina y en unos seis la de Armand.-me había dicho Kamijo fechas, querían llevar varias obras a la vez...estaban locos, pero tenían éxito y se podía hacer.-Anda, caminemos hasta el restaurante, porque no está lejos.
-Claro.-susurró con una sonrisa. -Hueles rico.-dijo metiendo su nariz en mi cuello quedándose de puntillas mientras caminaba.-Esa loción te queda muy bien.
-¿Sí? la uso desde hace años, creo que desde que me afeito.-era falso que los orientales no teníamos vello. Lo único que sucedía es que no teníamos tanto, pero yo al ser medio tenía como todo el mundo. A mi padre siempre le duró más el afeitado, sin embargo ahora daba gracias por ello. Me duraba menos y me podía poner loción para que él picara con olerla.
-¿Sí? bueno, ya tienes tu loción registrada.-dijo caminando algo más apurado hasta la salida.-Casi todos tenemos un aroma fetiche.-el de mi madre era uno con un toque a canela, también tenía algunos con aroma de rosas y otras flores.-Aunque yo le soy infiel a la mía y no me resisto los perfumes nuevos.-me agradaba ver como hablaba de todo aquello como si fuera algo común de hablar entre hombres.-Tengo colección, pero ese tipo de aromas como el tuyo.-me miró sonriéndome y haciendo que me volviera loco por segundos.-No me van para nada, porque son demasiado varoniles.-se sonrojó agachando leve la cabeza.-Para mi prefiero aromas más sutiles.-se acercó a mi oído para confesarme algo que no fue tan secreto.-Casi siempre uso lociones de mujer.-se apartó riendo.-Esta es Halloween.-levantó su muñeca para que lo oliera.-de J del Pozo ¿a que huele rico?
Estaba de acuerdo con él, no le pegaba demasiado aromas como el mío sino algo más leve. Cuando dijo que usaba de chicas me quedé pensativo, en realidad me lo esperaba. Olí lo que me dijo y sonreí observándolo.
-En ti huele bien cualquier colonia, seguro.-susurré próximo a su oído y besé su mejilla. Al levantar la vista vi el restaurante y lo guié hacia él.-Oly espero que cenes bien, luego te pienso llevar a mi lugar favorito de toda la ciudad. Iremos en coche y pasearemos por allí.-era el mirador, en ese lugar cualquiera se podía sentir pequeño como una hormiga.
-Mientras no sea carne o carbohidratos complejos me parece que comeré todo el menú.-sonrió palpándose el vientre.-Tengo hambre...
Seguimos juntos, él agarrado a mí, hasta que pedí una mesa para dos en un lugar tranquilo y poco concurrido. No quería que otros se metieran en nuestra conversación. Necesitaba estar a solas con él.
Era un local con diseños modernos pero acogedor, la luz era perfecta para comer y conversar a la vez. La carta de vinos era excelente y la comida era la que él toleraba.
-Vamos Olivier.-dije tomándolo de la mano para hacer que reaccionara.
-Es la mesa del fondo a la izquierda, yo os acompañaré.-comentó la mujer que no quitaba ojo de ambos, sobretodo de mí para luego deslizar la mirada hacia él.-Es una de las mejores, señor.
-Perfecto, traiga por el momento dos vasos de agua y la carta.-ella asintió a lo que había demandado y le ayudé a sentarse en la silla.
-Es muy buen lugar.-tras observar la decoración.
Trajo un camarero el menú y la carta de vinos. Yo tomé mi carta y él la suya. Nos quedamos observando los platos unos segundos y él reaccionó.
-¡Minalesas de lenteja!-dijo emocionado.-Creo que ya sé que pediré.
-Yo creo que con una ensalada de pastas y verduras tengo suficiente para empezar, después tal vez brochetas de verduras a la plancha y después un té frío.-comía más de lo que aparentaba y seguro que eso le causaba horror por lo poco que él comía.-Fruta quizás también, ¿qué tal una pequeña fuente de crema de macedonia para el postre?-pregunté con una sonrisa.-¿Quieres vino o té frío?-yo no quería beber porque debía conducir.
-Vino blanco.-murmuró.-Eso no es lo que estes acostumbrado a comer ¿verdad?
-Como de todo, créeme.-dije colocándome la servilleta y esperando a la camarera para que viniera a por nuestros pedidos.
-Ha sido una velada muy agradable Hiza... gracias por todo.-susurró con una sonrisa leve en sus labios.-Eres muy amable...
-Me hace feliz que lo pases bien conmigo, al menos así te saco a pasear y no estás encerrado en tus diseños. Eso no es bueno Oly.-la chica vino cuando le hice un leve gesto con la mano.
Hice con rapidez nuestro pedido y sonreí al notar que se alejaba, no quería que estuviera escuchando nuestra conversación como si nada.
-¿Sí?-preguntó y yo le dije todo lo que tomaríamos, ella sonrió mientras anotaba y se marchó.
-Oh.-exclamó bajo arrugando leve la nariz.-No digas eso, es como cuando dices que quieres sacar a pasear a Vale.-miró el mantel fijamente.-Me gustaría saber que te he parecido un amigo entretenido.-alzó la vista sonriéndome aunque bordeó mi mirada para no cruzarla con la suya.-Es poco tarde ya Hiza.-susurró mirando su reloj.-La obra duró más de lo que pensé.-yo iba escuchándolo mientras observaba a una chica acudir a nosotros.-Quizás sea prudente cenar e irnos a casa.
-No, he decidido llevarte a ese lugar. Podemos ir de día, pero no impresiona tanto créeme.-la última vez que fui fue para maldecir a Anne cuando se quedó en estado, grité tanto que estuve ronco una semana.-Anda, verás algo que no suele ser habitual en una ciudad... realmente impresiona.
-Sólo un ratito ¿sí?
Asentí con la cabeza quedándome clavado en él. Creo que se notaba que para mí era una cita en regla y no sólo una amistad que se iniciaba. Quería impresionarlo esa noche, que cayera y poder tenerlo para mí. Era un niño estúpido y me comportaba como un adulto. Aún no había madurado ni la mitad de lo que hice meses después.
-¿Sabes extraño mucho de París?-susurró antes de que su plato cayera frente a él casi de la nada, no había escuchado como llegaba el camarero. Empezó a juguetear con su tenedor en el plato.-Un pequeño local de panadería donde hacían el mejor pan integral que he probado, estaba cerca de mi antiguo attelier y cuando amanecía haciendo mis diseños, casi a las cinco de la mañana, y empezaba a oler ese pan... bajaba todo desvelado y ojeroso y ya me tenían mi pan.. eso y un té era lo mejor.
-Yo recuerdo de niño la dulcería que había frente a mi casa. Todos los domingos saltaba en la cama de mis padres, pedía que me compraran el dulce de la semana.-sonreí al recordarlo.-Mi padre estaba ojeroso por el trabajo, desgreñado y mi madre lo empujaba para que me agarrara. Se ponía su bata, me dejaba en casa con la promesa del dulce y al regresar lo engullía si más.-hice un inciso y di un trago del té.-Dios no he vuelto a comer dulces como aquellos, al menos no recuerdo.
-Créeme que me imaginé eso.-dijo riendo leve.-Como si hubiera sido la semana pasada.-dejó a un lado su plato y se dedicó a beber un poco de su vino, aunque jugueteaba con su copa.-Es raro como uno asocia cosas a la comida...a las lociones, a las canciones.... los recuerdos pueden ser poderosos la mayoría de las veces
-Sí, así es.-dije dejando mi plato vacío y me pusieron lo segundo que había pedido. Antes de llevarme nada a la boca sonreí.-La tetería a la que iremos algún día es un sitio especial. Mi padre me llevó allí nada más innagurarse.-recordé por unos segundos ese día. Tenía trece años y él decía que parte de nuestra cultura estaba ligada a ese líquido.-Se convirtió en el lugar ideal para conversar, charlas padre e hijo.-tomé la brocheta de verduras y la deshice en el plato para ir pinchando. Los recuerdos sobrevolaban mi cabeza y sonreía sin olvidar cada frase que me impactó, cada secreto.-Es otro de mis lugares favoritos... es especial
-Entonces iremos.-recargó uno de sus codos en la mesa y su cabeza sobre su mano, después hizo un gesto con la otra para que se llevaran el plato.-¿Puedo saber donde te cabe tanto?-interrogó tras unas pequeñas carcajadas.-Eres muy delgado y comes por diez.
-Akido, Tai Chi Chuan, Kendo, Judo, Muay Thai...-dije enumerando mis actividades.-Luego no lo pongo en práctica, sólo en exhibiciones, pero amo la ritualidad de todo. Es como estar en asia, como acercarme a mis orígenes de Samurai. Mi padre siempre recalca eso.-di otro trago al té y me trajeron la macedonia.-Perfecto.-me relamí los labios y di una cucharada.-Debiste pedir una.
-No gracias, ha sido demasiado hoy.-él seguía mirándome comer, yo no entendía como no tenía hambre.-Doy por sentado que acomodarás tu horario para cuando nazca tu hijo, pero el ejercicio que hacías en el gimnasio lo harás en casa.-me estaba conociendo mejor de lo que pensaba.-eso es seguro.
-Diez o doce horas de gimnasio.-dije tras terminar mi tercer plato.-A parte la danza, el club de teatro, los estudios... que voy a dejar apartados.-comenté bebiendo un trago del té.-Pienso estudiar interpretación, le guste o no a mi madre.-añadí a lo de estudios abandonados.-No quiero ser empresario como mi padre, no quiero estudiar idiomas y tampoco me apetece hacer nada más. Lo mio es el teatro, es la música, es la danza... no sentarme ante un portátil y decir.-comencé a modular la voz.-Oh... compra, vende... no hagas eso...-era la voz de mi padre, cuando lo hacía lo imitaba demasiado bien.-A mi padre le fue bien y le va bien, pero no es lo que yo quiero. Aunque no lo parezca soy alguien maduro, sé tomar mis decisiones y aceptar todo lo que venga. Las consecuencias de mis actos son las consecuencias.-trajeron la cuenta y la pagué con la visa, la devolvieron al instante y me levante.-Vamos, quiero enseñarte mi lugar favorito.
-¿Dónde vamos?-preguntó nada más notar el aire cálido fuera del local climatizado.-¿Dónde Hizaki?
-Pues vamos a mi lugar favorito.-dije con una sonrisa como respuesta, como única respuesta.
Cuando montamos en el vehículo no le dije donde íbamos, no lo dije ni una vez. No pensaba hacerlo, quería que fuera una sorpresa y le pedí que cerrara los ojos. Deseaba que no hiciera trampas, no podía estar pendiente de si hacía lo que le había pedido o no.
Al llegar suspiré y le dije que mirara. Se podía ver los muros de piedra del castillo a lo lejos iluminado, las barandas de madera y algunas de metal que aún no habían sido restablecidas las actuales. Siempre fueron de madera, pero por unos desaprensivos se tuvieron que poner de hierro en algunas zonas... y ahoa iban a poner otro modelo más adaptado al original. Las estrellas brillaban en el cielo, parecían competir con las luces de la ciudad allí abajo donde no se podían vislumbrar.
-Este es mi lugar especial.-comenté bajando del coche para abrir su puerta y hacerle bajar.-Dicen que muchos poetas suben aquí, observan todo y deciden su vida. Piensan en si acabar con ella o proseguirla. Pero siempre vuelven a la ciudad y siguen escribiendo, pocos son los que toman la decisión precipitada de arrojarse... y ahora menos con las vallas de seguridad.-dije señalándolas.-Es mi sitio favorito, sea la hora que sea cuando tengo problemas... vengo.-le había dado la espalda y me saqué la camisa, odiaba tenerla metida en los pantalones.-A veces he corrido toda la ciudad hasta llegar aquí, he gritado como un loco a las cinco de la mañana y he vuelto a casa... me desahoga.-me giré y sonreí.-También he hecho las mejores canciones.-caminé hasta él y lo tomé de la cintura.-Pocos saben esto, espero que me guardes el secreto.-aparté mis manos de allí y las dejé en su rostro.-El rumor del aire secuestra cada recuerdo y los propaga hasta donde me encuentro. Puedo sentir las risas antiguas de mis días de niño y también las lágrimas de adulto. Es... mi pequeño tesoro y no deseo que nadie más que tú lo descubras... y en realidad aún no sé porqué te cuento todo esto, quizás porque deseo que me conozcas mejor incluso que mis padres... mera necesidad.-sonreí de nuevo clavando mis ojos en él.-¿soy egoísta verdad?
-Gracias por compartir esto conmigo.-tomó mis manos y las besó, antes de abrazarme pasando sus brazos por mi cuello. Sentí leves escalofríos cuando hizo aquello y unas ganas inmensas de besarlo. Quería tenerlo sólo para mí, únicamente mío. Pervertir su alma y su cuerpo, seducirlo por completo y hacerle caer.-Quizás soy egoísta también, pero no quiero que nadie mas que yo sepa eso...-murmuró.-quiero ser el guardián único de tu secreto.-su cabeza estaba sobre mi hombro y una de mis manos acariciaban sus cabellos.
Lo rodeé pegándolo bien a mí mientras le besaba, no apartó sus labios de los míos y eso era algo importante. Estaba convirtiéndose en la cita perfecta, una cita que jamás había tenido. Era un hermoso espectáculo verlo de esa forma. No fue mi intención ponerlo en ese estado, pero me gusto que se sintiera bien a mi lado y deseara compartir conmigo ese secreto. Besé su frente y observé las luces de la ciudad. Por primera vez no lo hacía solo y sentía que jamás lo volvería a hacer.
-Gracias.-susurré sintiendo su cuerpo delicado bien aferrado al mío.-El motivo de porqué lo he compartido es simple.-dije con una leve sonrisa.-Mi padre me dijo una vez que cuando quieres a alguien no importa si te corresponde, o no, tan sólo hay que compartir lo que uno siente. Este es el lugar donde más he sentido, más he llorado y reído... es mi sitio.
Recargó de nuevo su cabeza sobre mi hombro regalándome nuevamente un escalofrío. Sentirlo así, tan mío, era un deseo cumplido.
-Yo también te quiero Hizaki.-dijo en un murmullo y eso me dio alas que en milésimas de segundos me destrozó.-Eres el mejor amigo que podría haber deseado en esta ciudad.
-Tú también lo eres para mí.-seguía abrazándole mientras sentía que se levantaba una pequeña brisa marina, la playa no estaba demasiado lejos y hacía que en verano esa zona fuera más fresca y apacible. Sin embargo yo quería llorar, pero recordaba el beso y me mantenía con esperanzas.
-¿Deseas que te muestre el sendero de todo este mirador?-pregunté con una sonrisa apartándome de él, tomándolo por el mentón.-¿O prefieres que te lleve a casa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario