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Durante unos días tan sólo ensayé y ensayé. Quería demostrarle a Olivier quien era realmente. Sin embargo, mientras ensayaba apareció Yue y sus deseos de conquista absurdo. Un día antes de la gran actuación me encontraba solo en casa. Mi madre había salido de la ciudad por unos negocios importantes, mi hermano estaba inmerso en sus actividades, y las personas del hogar tenían el día libre salvo Clara. La casa era para mí, y por ello la acondicioné.
Me encontraba como he dicho solo, con todos los muebles del salón cambiados de sitio y ensayando cada párrafo de la obra con una cinta de la actuación de días atrás. Lo habíamos grabado en vídeo para ver los fallos más notorios, también para saber como quedaba todo con la ropa ya que era ensayo general. Miraba los diálogos y paraba cuando me tocaba.
El teatro era algo mágico, como el cine pero con mayor capacidad para la improvisación. No se sabía qué podía ocurrir en un escenario, podían haber momentos de tensión o cataclismos. Se habían dado en otras obras del colegio caídas del decorado, el telón y a veces salir actores cuando no tenían que hacerlo. Los desastres de ese tipo tenían que estar salvados y poner la mejor casa cuando acaecían. Por eso me gustaba. Porque el cine podías repetir, cambiar tomas, evitar errores que afearan la escena e incluso modificar escenarios con el ordenador. Si bien, el teatro era contacto humano y era algo único. Cada actuación es distinta cuando se alza y baja el telón, distinto.
Por ello ensayar se había convertido en mi obsesión esos días. Deseaba hacer lo mejor que podía dar de mí, lo mejor que podía sacar de mis compañeros, y sin dejar de ser humilde porque perder la cabeza es un fallo.
Había enviado a Clara a comprarme unas chocolatinas, yo no quería salirme del personaje ya que estaba vestido con la ropa para la obra. Me había puesto todo, incluso la perilla falsa que tanto me incordiaba. Sonó el timbre y pensé que era ella, aunque siempre salía con un juego de llaves. Abrí sin mirar y me llevé una pequeña sorpresa.
-Hola.-dijo algo ruborizado.-Estás muy guapo.-susurró acariciando mi rostro.-Pero esa perilla te hace ver demasiado adulto.-se aproximó a mí y yo me aparté.
-¿Qué quieres?-pregunté deseando de darle con la puerta en las narices, pero sus hermanos seguían siendo mis amigos.
-Te hice magdalenas de chocolate y otras de piñones.-murmuró alzando la cesta.-Todo para que mi don Juan sea el mejor alimentado de toda la obra.
-Yue ya te dije que no quiero nada contigo, no sabes ser sólo mi amigo y no quiero que te confundas más. No quiero volver a verte, no quiero tus magdalenas, no quiero nada. Aprende primero a dejar esta obsesión y luego veré si te admito entre mis amistades.-dije intentando cerrar la puerta pero él empujó.
-¡Es por esa mierda de diseñador!-gritó tirando la canasta al suelo.-Quiero que sepa que tú eres mío Hizaki, eres mío.-dijo mirándome como si me asesinara con la mirada.-No es atractivo, no tiene nada, ese hombre te ha hecho algo que no sé que es... pero te liberaré de ello y volverás conmigo.
Tras aquellas estúpidas palabras, al menos en ese momento las vi estúpidas e infantiles. Era una pataleta muy común en él. La cesta la recogí, como recogí también los dulces regados por el suelo. Nada más llegar Clara le dije que tirara todos los pasteles, le confesé quien era y que guardara la cesta por si venía otro día. Ella me abrazó y me dijo que debía ser fuerte, que a veces los adolescentes malcriados son así y que no debía de seguir el juego.
Esa noche no dormí. Los viejos fantasmas del pasado rondaban mi cama y toda mi habitación. Miré fitos viejas donde estaba con mi vieja banda, con mis amigos de toda la vida y el anuario. Me habían entregado el anuario hacía unas semanas y ni lo había abierto. Allí estaban las frases célebres de todos los de la clase, también los otros compañeros de curso.
Nadie de los que estaban en esas imágenes me importaba. Me di cuenta que los únicos que quería a mi lado eran los de mi antigua banda, pero sin poder tener contacto con Yue era perder a todos. Ya no era sólo madurar, era también aceptar que me quedaba solo sin amigos de la infancia. Únicamente me quedaba los chicos del gimnasio a los que veía cuando iba a entrenar mis horas semanales, los únicos, junto a mi profesora de baile.
Gracias a mi error con Yue había perdido más de lo que imaginaba. Añadido a esa perdida tenía que aceptar que mi familia había cambiado radicalmente. Me había convertido en un hombre y pronto sería padre. Esa noche fue extraña. Los nervios de todo lo que iba a pasar y lo que sucedía me hacía imposible pegar ojo.
Terminé quedándome dormido a eso de las cinco de la mañana. Tenía ensayo durante todo el día, desde la hora del almuerzo hasta minutos antes de dejar pasar a los familiares y amigos. Era la obra estrella, la que solían representar. Don Juan Tenorio tenía que entrar en mí y dejarse ver.
Me despertó Clara a eso de las doce de la mañana, y lo tuvo que hacer con un vaso de agua directo a la cara. El sueño lo abandoné y quedé sobresaltado observándola. Mi hermano estaba a su lado con el vaso entre sus manos. Ambos comenzaron a reírse a carcajada al ver la expresión de mi cara.
-¡Te mato!-grité lanzando hacia él una almohada que esquivó sin esfuerzo.
-¡No le hagas eso a tu hermano! Vas a llegar tarde al ensayo, tienes que ducharte y comer antes de marcharte.-dijo con los brazos en jarra.-Levanta, que me ha costado mucho que lo hagas.-agarró mi colcha y tiró de ella.-¡Hizaki!-frunció el entrecejo bastante molesta porque no le hacía caso y forcejeaba por quedarme aún en la cama.
-¡Cinco minutos!-grité intentando atrapar la colcha y volverme a tapar.
-Seguro que se durmió haciéndose pajas y ahora no puede levantarse.-canturreó mi hermano.-¡Guarro! ¡Te gusta el porno! ¡Te gusta el porno!-gritaba echando a correr porque de inmediato me levanté para intentar atraparlo.
-¡Hizaki Sakurai de la Rosa!-gruñó mi madre mirándome desde el pasillo.-¿No se supone que te habías independizado?
-Hola mamá.-dije notando como mi hermano se escabullía.
-Sí y no.-me era difícil hablar con ella después de haberle ocultado tanto.-Papá y sus amigos quedaron en ayudarme con la decoración, mudanza y demás del piso.
-Ya me imagino como quedará ese apartamento.-dijo palpándose la frente.-Poster de chicas, rock, deportivos y seguramente alguna película. Todo lo que un adolescente le gustaría tener y nada, pero nada, hogareño.-comentó.-Bueno, en cuanto esté tu apartamento quiero que te mudes porque necesitas madurar.
-Señora.-dijo Clara saliendo de mi habitación.-Señora no diga eso Hizaki es un chico responsable.
-Tendremos suerte que no termine ardiendo el edificio entero al quemar su cocina.-murmuró comenzando a descender las escaleras.-Hizaki querido si necesitas más dinero del cheque que dejé en mi despacho házmelo saber.-se giró antes de finalizar el descenso y sonrió como sólo ella sabe hacer.-Hizaki déjame orgullosa esta noche, estaré allí no lo dudes.
-Sí mamá.-respondí como idiota deseando que volviera tras sus pasos y me abrazara. Nunca me gustó crecer pero siempre me obligaron, para dar ejemplo y no causar molestias. Yo deseaba ser aún un niño, al menos había llegado a eso en mi noche de casi vigilia.
-Vamos Hizaki.-susurró Clara tomándome del brazo.-Dúchate.-sonrió antes de acariciar mis cabellos.-Tu hermano llevará cámara y tu padre también, veré a mi hermoso niño conquistar a todos los espectadores.-murmuró antes de besar mi frente y abrazarme.-Te voy a echar de menos.
-Dentro de tres días terminaré de acomodarme.-susurré dejándome abrazar.
-No seas zalamero y ve a la ducha.
Me marché a la ducha como me había dicho Clara. Me pasé más de media hora bajo el agua cálida sintiendo que el mundo giraba de forma rápida. Mis ojos estaban cerrados y mi mente se hundía en mil pensamientos. Volvería a verlo, le mostraría la casa a medio arreglar tal vez y si podía tener alguna oportunidad besarlo. Era mi meta, volver a verlo y estrecharlo entre mis brazos.
Almorcé en silencio y solo. Quería repasar todo el diálogo del primer acto, pues quería que quedara perfecto y era el que peor se me daba. Después de la comida me marché donde mis compañeros y ensayé sin cesar.
Al llegar las seis de la tarde mandé un sms a Olivier para recordatorio de nuestra cita. Justo cuando enviaba el mensaje apareció mi padre haciéndose notar en toda la sala de actos. Su aspecto era el del antiguo candidato a la alcaldía. Creo que prefirió presentarse sobrio en su estilo y no llamar la atención. Sin embargo, todas mis compañeras comenzaron a observarlo como se observa a una estrella del rock. En sí, mi padre estaba cosechando éxitos como cantante y las adolescentes con hormonas revueltas eran fanáticas de su música.
-Llegas muy temprano.-dije aún con la sorpresa en el cuerpo.
-Vine temprano porque no sé si podré quedarme hasta el acto final, supongo que Hero traerá cámara y podrá pasarme lo que él grabe.-comentó dejando sus manos sobre mis hombros y sonrió.-Esta ya no es una obra de colegio hijo, es algo un poco más importante. Ni tontos príncipes ni princesas durmientes con demasiado gloss en los labios.
-Sí, es una obra más adulta y la verdad es que sentí curiosidad.-respondí aún asombrado por que había aparecido y no como en otras ocasiones. Pocas veces venía, muchas me quedaba esperándolo e intentando encontrarlo con la mirada.
-Señor Sakurai.-dijo una de las chicas llamando su atención.-¿Podrías firmar mi cd?-era la Doña Inés.
-Por supuesto.-contestó tomando el bolígrafo que le extendía para firmar la caratula.
No fue la única, terminaron acaparando todas su atención e incluso algún que otro chico. Parecía que era el centro del mundo y universo conocido, algo muy típico en él. Mi padre estuvo conmigo hasta el último momento. Solo él. Phoenix no vino al final, tampoco trajo a Jun por miedo del escándalo. Miho decidió pasar el día con su pareja y bueno las entradas fueron a parar a mis amigos del gimnasio, a Oly y a mi madre junto a mi padre.
Entre el público vi a Max llegar y colocarse en su asiento cerca de mi padre, pero guardando las distancias. Mi padre ni se percató de él, simplemente jugueteaba con la cámara que había traído con él. En el otro lugar de la sala, a la derecha, estaba mi hermano con mi madre. Ella no paraba de observar a Hero juguetear, de igual modo que mi padre, su propia cámara.
Estaba nervioso, temblaba en parte, pero nada más pisar el escenario todo cambió. El decorado fue algo montado por todos, nos costó meses terminarlo y mi ex también actuaba en la obra. Le resté importancia, ni lo miraba y tampoco lo saludé.
«Libertinaje y escándalo», con dieciséis escenas, se desarrolla principalmente en la hostería de Buttarelli
Mi ex era el otro galán, competiríamos por ella. Era una competición que aún hoy se daba. Todo gallito de corral quiere ser el ejemplar ganador, el más valiente y más preparado ante la dama. En la guerra y en el amor todo vale, todo acto ruin puede ser válido.
Habían pasado varios días de mi cumpleaños y mi padre no me había felicitado, eso era lo que tenía en mente cuando lo vi sentado con la cámara. Sin embargo, sabía que aunque no lo reconociera estaba molesto conmigo y mi actitud. Me había regalado una casa, me había ayudado, mi madre había hecho lo mismo. Si bien echaba en falta sus abrazos y sentirme querido. Me lo merecía.
Cuando noté que llegaba Olivier sonreí aunque seguí con la obra sin mostrarme nervioso porque él, y las personas que amaba, estuvieran viéndome actuar tal y como amaba. Me movía de forma desenvuelta en el escenario, me mostraba firme en mis actuaciones y en mis diálogos.
Pronto me percaté que quien me filmaba ya no era mi padre, él no estaba, sino que lo hacía Olivier. En el otro lado estaba mi madre con una leve sonrisa de orgullo en su rostro y mi hermano grababa sin perder detalle. Me sentía orgulloso de lo que hacía y no erré ni un segundo en mi diálogo. Tantos meses estudiando, tantos meses ensayando, me daba la oportunidad de hacerlo a la perfección.
Oly parecía nervioso aunque creí verlo sonreír mientras decía algunos de los diálogos. Mi personaje cobraba vida ante él, un personaje que me gustaba aparentar frente a él para conquistarlo como si fuera una Ines... pero no por una apuesta, sino por simple necesidad.
El final llegó y salimos todos a la escena tras un fondo distinto. Se podía leer en garabatos el nombre de todos en un pergamino. Era como ver el final de una película. Mi ex estaba ahí al lado mío y cuando fue a felicitarme ante todos le hice el gran desplante. Lo tomaron como actuación, pero realmente no lo quería ni ver.
-Fue feo eso que le hiciste.-dijo uno de mis amigos de la obra.
-Que se joda.-respondí dirigiéndome al vestuario para comenzar a cambiarme.
Quería quitarme la perilla y el bigote falsos, me picaban y además me hacían sentir raro. Comencé a desabrochar los puños de la camisa y a sacarme toda la ropa de camino a la sala de vestuario de hombres. Pero cuando estaba a punto de cambiarme por completo me di cuenta que no tenía mi bolsa de la ropa allí, sino en las pequeñas taquillas del pasillo hacia los vestuarios. Tan sólo llevaba el pantalón cuando salí a buscar mi ropa. Nada más sacar la bolsa de donde la tenía guardada lo vi.
-Hola Oly.-dije con media sonrisa.-¿Qué tal te pareció la obra?-vi la cámara y me eché a reír.-Joder te la pasó, sabía que no aguantaría ni media hora de función.
-Tuvo un problema con su bebe.-murmuró.-algo de los dientes dijo.-entregándome la cámara.-Fue muy buena.-dijo felicitándome.-Nunca había visto la obra completa, pero me sorprendió gratamente..-susurró de forma muy dulce y seductora, al menos a mí me seducía con sus encantos sin que él lo supiera.-Tu papel... fue muy bueno
Sonreí cuando escuché que mi papel fue bueno, aunque no supe si dar las gracias por ser amable o realmente porque le gustara.
-Arigato.-dije tomando la cámara.-Espera que me vista y vamos a tomar algo, pienso celebrar hoy mi cumpleaños aunque sea de forma retrasada. Siempre lo hago igual.-dije y noté que alguien caía sobre mí.
-¡Hiza!-gritó doña Inés.-¿Has visto? ¿Has visto?-dijo eufórica.
-Sí, he visto.-me tiró de la mejilla y revolvió el cabello.
-Felicidades, te queda que ni pintado el papel. ¡A mi novio le ha encantado como lo has hecho!-gritó otra vez con el nerviosismo acumulado.-¡Mañana nos vemos! ¡En la comida!-se marchó tal cual vino, corriendo. Teníamos previsto comer todos, pero a mi no me apetecía. Claro que jamás decía el porqué no quería ir a un evento, siempre preservaba esa respuesta.
-Oly, por favor espérame no me queda nada para cambiarme.-entonces mi ex, el que vio él en los lavabos ya sin maquillaje paso junto a nosotros.
Me encontraba como he dicho solo, con todos los muebles del salón cambiados de sitio y ensayando cada párrafo de la obra con una cinta de la actuación de días atrás. Lo habíamos grabado en vídeo para ver los fallos más notorios, también para saber como quedaba todo con la ropa ya que era ensayo general. Miraba los diálogos y paraba cuando me tocaba.
El teatro era algo mágico, como el cine pero con mayor capacidad para la improvisación. No se sabía qué podía ocurrir en un escenario, podían haber momentos de tensión o cataclismos. Se habían dado en otras obras del colegio caídas del decorado, el telón y a veces salir actores cuando no tenían que hacerlo. Los desastres de ese tipo tenían que estar salvados y poner la mejor casa cuando acaecían. Por eso me gustaba. Porque el cine podías repetir, cambiar tomas, evitar errores que afearan la escena e incluso modificar escenarios con el ordenador. Si bien, el teatro era contacto humano y era algo único. Cada actuación es distinta cuando se alza y baja el telón, distinto.
Por ello ensayar se había convertido en mi obsesión esos días. Deseaba hacer lo mejor que podía dar de mí, lo mejor que podía sacar de mis compañeros, y sin dejar de ser humilde porque perder la cabeza es un fallo.
Había enviado a Clara a comprarme unas chocolatinas, yo no quería salirme del personaje ya que estaba vestido con la ropa para la obra. Me había puesto todo, incluso la perilla falsa que tanto me incordiaba. Sonó el timbre y pensé que era ella, aunque siempre salía con un juego de llaves. Abrí sin mirar y me llevé una pequeña sorpresa.
-Hola.-dijo algo ruborizado.-Estás muy guapo.-susurró acariciando mi rostro.-Pero esa perilla te hace ver demasiado adulto.-se aproximó a mí y yo me aparté.
-¿Qué quieres?-pregunté deseando de darle con la puerta en las narices, pero sus hermanos seguían siendo mis amigos.
-Te hice magdalenas de chocolate y otras de piñones.-murmuró alzando la cesta.-Todo para que mi don Juan sea el mejor alimentado de toda la obra.
-Yue ya te dije que no quiero nada contigo, no sabes ser sólo mi amigo y no quiero que te confundas más. No quiero volver a verte, no quiero tus magdalenas, no quiero nada. Aprende primero a dejar esta obsesión y luego veré si te admito entre mis amistades.-dije intentando cerrar la puerta pero él empujó.
-¡Es por esa mierda de diseñador!-gritó tirando la canasta al suelo.-Quiero que sepa que tú eres mío Hizaki, eres mío.-dijo mirándome como si me asesinara con la mirada.-No es atractivo, no tiene nada, ese hombre te ha hecho algo que no sé que es... pero te liberaré de ello y volverás conmigo.
Tras aquellas estúpidas palabras, al menos en ese momento las vi estúpidas e infantiles. Era una pataleta muy común en él. La cesta la recogí, como recogí también los dulces regados por el suelo. Nada más llegar Clara le dije que tirara todos los pasteles, le confesé quien era y que guardara la cesta por si venía otro día. Ella me abrazó y me dijo que debía ser fuerte, que a veces los adolescentes malcriados son así y que no debía de seguir el juego.
Esa noche no dormí. Los viejos fantasmas del pasado rondaban mi cama y toda mi habitación. Miré fitos viejas donde estaba con mi vieja banda, con mis amigos de toda la vida y el anuario. Me habían entregado el anuario hacía unas semanas y ni lo había abierto. Allí estaban las frases célebres de todos los de la clase, también los otros compañeros de curso.
Nadie de los que estaban en esas imágenes me importaba. Me di cuenta que los únicos que quería a mi lado eran los de mi antigua banda, pero sin poder tener contacto con Yue era perder a todos. Ya no era sólo madurar, era también aceptar que me quedaba solo sin amigos de la infancia. Únicamente me quedaba los chicos del gimnasio a los que veía cuando iba a entrenar mis horas semanales, los únicos, junto a mi profesora de baile.
Gracias a mi error con Yue había perdido más de lo que imaginaba. Añadido a esa perdida tenía que aceptar que mi familia había cambiado radicalmente. Me había convertido en un hombre y pronto sería padre. Esa noche fue extraña. Los nervios de todo lo que iba a pasar y lo que sucedía me hacía imposible pegar ojo.
Terminé quedándome dormido a eso de las cinco de la mañana. Tenía ensayo durante todo el día, desde la hora del almuerzo hasta minutos antes de dejar pasar a los familiares y amigos. Era la obra estrella, la que solían representar. Don Juan Tenorio tenía que entrar en mí y dejarse ver.
Me despertó Clara a eso de las doce de la mañana, y lo tuvo que hacer con un vaso de agua directo a la cara. El sueño lo abandoné y quedé sobresaltado observándola. Mi hermano estaba a su lado con el vaso entre sus manos. Ambos comenzaron a reírse a carcajada al ver la expresión de mi cara.
-¡Te mato!-grité lanzando hacia él una almohada que esquivó sin esfuerzo.
-¡No le hagas eso a tu hermano! Vas a llegar tarde al ensayo, tienes que ducharte y comer antes de marcharte.-dijo con los brazos en jarra.-Levanta, que me ha costado mucho que lo hagas.-agarró mi colcha y tiró de ella.-¡Hizaki!-frunció el entrecejo bastante molesta porque no le hacía caso y forcejeaba por quedarme aún en la cama.
-¡Cinco minutos!-grité intentando atrapar la colcha y volverme a tapar.
-Seguro que se durmió haciéndose pajas y ahora no puede levantarse.-canturreó mi hermano.-¡Guarro! ¡Te gusta el porno! ¡Te gusta el porno!-gritaba echando a correr porque de inmediato me levanté para intentar atraparlo.
-¡Hizaki Sakurai de la Rosa!-gruñó mi madre mirándome desde el pasillo.-¿No se supone que te habías independizado?
-Hola mamá.-dije notando como mi hermano se escabullía.
-Sí y no.-me era difícil hablar con ella después de haberle ocultado tanto.-Papá y sus amigos quedaron en ayudarme con la decoración, mudanza y demás del piso.
-Ya me imagino como quedará ese apartamento.-dijo palpándose la frente.-Poster de chicas, rock, deportivos y seguramente alguna película. Todo lo que un adolescente le gustaría tener y nada, pero nada, hogareño.-comentó.-Bueno, en cuanto esté tu apartamento quiero que te mudes porque necesitas madurar.
-Señora.-dijo Clara saliendo de mi habitación.-Señora no diga eso Hizaki es un chico responsable.
-Tendremos suerte que no termine ardiendo el edificio entero al quemar su cocina.-murmuró comenzando a descender las escaleras.-Hizaki querido si necesitas más dinero del cheque que dejé en mi despacho házmelo saber.-se giró antes de finalizar el descenso y sonrió como sólo ella sabe hacer.-Hizaki déjame orgullosa esta noche, estaré allí no lo dudes.
-Sí mamá.-respondí como idiota deseando que volviera tras sus pasos y me abrazara. Nunca me gustó crecer pero siempre me obligaron, para dar ejemplo y no causar molestias. Yo deseaba ser aún un niño, al menos había llegado a eso en mi noche de casi vigilia.
-Vamos Hizaki.-susurró Clara tomándome del brazo.-Dúchate.-sonrió antes de acariciar mis cabellos.-Tu hermano llevará cámara y tu padre también, veré a mi hermoso niño conquistar a todos los espectadores.-murmuró antes de besar mi frente y abrazarme.-Te voy a echar de menos.
-Dentro de tres días terminaré de acomodarme.-susurré dejándome abrazar.
-No seas zalamero y ve a la ducha.
Me marché a la ducha como me había dicho Clara. Me pasé más de media hora bajo el agua cálida sintiendo que el mundo giraba de forma rápida. Mis ojos estaban cerrados y mi mente se hundía en mil pensamientos. Volvería a verlo, le mostraría la casa a medio arreglar tal vez y si podía tener alguna oportunidad besarlo. Era mi meta, volver a verlo y estrecharlo entre mis brazos.
Almorcé en silencio y solo. Quería repasar todo el diálogo del primer acto, pues quería que quedara perfecto y era el que peor se me daba. Después de la comida me marché donde mis compañeros y ensayé sin cesar.
Al llegar las seis de la tarde mandé un sms a Olivier para recordatorio de nuestra cita. Justo cuando enviaba el mensaje apareció mi padre haciéndose notar en toda la sala de actos. Su aspecto era el del antiguo candidato a la alcaldía. Creo que prefirió presentarse sobrio en su estilo y no llamar la atención. Sin embargo, todas mis compañeras comenzaron a observarlo como se observa a una estrella del rock. En sí, mi padre estaba cosechando éxitos como cantante y las adolescentes con hormonas revueltas eran fanáticas de su música.
-Llegas muy temprano.-dije aún con la sorpresa en el cuerpo.
-Vine temprano porque no sé si podré quedarme hasta el acto final, supongo que Hero traerá cámara y podrá pasarme lo que él grabe.-comentó dejando sus manos sobre mis hombros y sonrió.-Esta ya no es una obra de colegio hijo, es algo un poco más importante. Ni tontos príncipes ni princesas durmientes con demasiado gloss en los labios.
-Sí, es una obra más adulta y la verdad es que sentí curiosidad.-respondí aún asombrado por que había aparecido y no como en otras ocasiones. Pocas veces venía, muchas me quedaba esperándolo e intentando encontrarlo con la mirada.
-Señor Sakurai.-dijo una de las chicas llamando su atención.-¿Podrías firmar mi cd?-era la Doña Inés.
-Por supuesto.-contestó tomando el bolígrafo que le extendía para firmar la caratula.
No fue la única, terminaron acaparando todas su atención e incluso algún que otro chico. Parecía que era el centro del mundo y universo conocido, algo muy típico en él. Mi padre estuvo conmigo hasta el último momento. Solo él. Phoenix no vino al final, tampoco trajo a Jun por miedo del escándalo. Miho decidió pasar el día con su pareja y bueno las entradas fueron a parar a mis amigos del gimnasio, a Oly y a mi madre junto a mi padre.
Entre el público vi a Max llegar y colocarse en su asiento cerca de mi padre, pero guardando las distancias. Mi padre ni se percató de él, simplemente jugueteaba con la cámara que había traído con él. En el otro lugar de la sala, a la derecha, estaba mi hermano con mi madre. Ella no paraba de observar a Hero juguetear, de igual modo que mi padre, su propia cámara.
Estaba nervioso, temblaba en parte, pero nada más pisar el escenario todo cambió. El decorado fue algo montado por todos, nos costó meses terminarlo y mi ex también actuaba en la obra. Le resté importancia, ni lo miraba y tampoco lo saludé.
«Libertinaje y escándalo», con dieciséis escenas, se desarrolla principalmente en la hostería de Buttarelli
Mi ex era el otro galán, competiríamos por ella. Era una competición que aún hoy se daba. Todo gallito de corral quiere ser el ejemplar ganador, el más valiente y más preparado ante la dama. En la guerra y en el amor todo vale, todo acto ruin puede ser válido.
Habían pasado varios días de mi cumpleaños y mi padre no me había felicitado, eso era lo que tenía en mente cuando lo vi sentado con la cámara. Sin embargo, sabía que aunque no lo reconociera estaba molesto conmigo y mi actitud. Me había regalado una casa, me había ayudado, mi madre había hecho lo mismo. Si bien echaba en falta sus abrazos y sentirme querido. Me lo merecía.
Cuando noté que llegaba Olivier sonreí aunque seguí con la obra sin mostrarme nervioso porque él, y las personas que amaba, estuvieran viéndome actuar tal y como amaba. Me movía de forma desenvuelta en el escenario, me mostraba firme en mis actuaciones y en mis diálogos.
Pronto me percaté que quien me filmaba ya no era mi padre, él no estaba, sino que lo hacía Olivier. En el otro lado estaba mi madre con una leve sonrisa de orgullo en su rostro y mi hermano grababa sin perder detalle. Me sentía orgulloso de lo que hacía y no erré ni un segundo en mi diálogo. Tantos meses estudiando, tantos meses ensayando, me daba la oportunidad de hacerlo a la perfección.
Oly parecía nervioso aunque creí verlo sonreír mientras decía algunos de los diálogos. Mi personaje cobraba vida ante él, un personaje que me gustaba aparentar frente a él para conquistarlo como si fuera una Ines... pero no por una apuesta, sino por simple necesidad.
El final llegó y salimos todos a la escena tras un fondo distinto. Se podía leer en garabatos el nombre de todos en un pergamino. Era como ver el final de una película. Mi ex estaba ahí al lado mío y cuando fue a felicitarme ante todos le hice el gran desplante. Lo tomaron como actuación, pero realmente no lo quería ni ver.
-Fue feo eso que le hiciste.-dijo uno de mis amigos de la obra.
-Que se joda.-respondí dirigiéndome al vestuario para comenzar a cambiarme.
Quería quitarme la perilla y el bigote falsos, me picaban y además me hacían sentir raro. Comencé a desabrochar los puños de la camisa y a sacarme toda la ropa de camino a la sala de vestuario de hombres. Pero cuando estaba a punto de cambiarme por completo me di cuenta que no tenía mi bolsa de la ropa allí, sino en las pequeñas taquillas del pasillo hacia los vestuarios. Tan sólo llevaba el pantalón cuando salí a buscar mi ropa. Nada más sacar la bolsa de donde la tenía guardada lo vi.
-Hola Oly.-dije con media sonrisa.-¿Qué tal te pareció la obra?-vi la cámara y me eché a reír.-Joder te la pasó, sabía que no aguantaría ni media hora de función.
-Tuvo un problema con su bebe.-murmuró.-algo de los dientes dijo.-entregándome la cámara.-Fue muy buena.-dijo felicitándome.-Nunca había visto la obra completa, pero me sorprendió gratamente..-susurró de forma muy dulce y seductora, al menos a mí me seducía con sus encantos sin que él lo supiera.-Tu papel... fue muy bueno
Sonreí cuando escuché que mi papel fue bueno, aunque no supe si dar las gracias por ser amable o realmente porque le gustara.
-Arigato.-dije tomando la cámara.-Espera que me vista y vamos a tomar algo, pienso celebrar hoy mi cumpleaños aunque sea de forma retrasada. Siempre lo hago igual.-dije y noté que alguien caía sobre mí.
-¡Hiza!-gritó doña Inés.-¿Has visto? ¿Has visto?-dijo eufórica.
-Sí, he visto.-me tiró de la mejilla y revolvió el cabello.
-Felicidades, te queda que ni pintado el papel. ¡A mi novio le ha encantado como lo has hecho!-gritó otra vez con el nerviosismo acumulado.-¡Mañana nos vemos! ¡En la comida!-se marchó tal cual vino, corriendo. Teníamos previsto comer todos, pero a mi no me apetecía. Claro que jamás decía el porqué no quería ir a un evento, siempre preservaba esa respuesta.
-Oly, por favor espérame no me queda nada para cambiarme.-entonces mi ex, el que vio él en los lavabos ya sin maquillaje paso junto a nosotros.
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