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-Felicidades, te queda que ni pintado el papel. ¡A mi novio le ha encantado como lo has hecho!-gritó otra vez con el nerviosismo acumulado.-¡Mañana nos vemos! ¡En la comida!-se marchó tal cual vino, corriendo. Teníamos previsto comer todos, pero a mi no me apetecía. Claro que jamás decía el porqué no quería ir a un evento, siempre preservaba esa respuesta.
-Oly, por favor espérame no me queda nada para cambiarme.-entonces mi ex, el que vio él en los lavabos ya sin maquillaje paso junto a nosotros.
-Y...¿y los demás?-preguntó algo asustado por la energía de mi compañera, incluso tropezó con el estúpido de mi antiguo novio.
-No, yo solo contigo.-dije con una sonrisa.-Los demás no pueden hoy y bueno deseo tomar algo, quizás en un bar cerca de la playa que abrieron hace unas semanas.-nos observaba muy de cerca, demasiado y me incomodaba.-Espérame.-me giré y fui al lugar donde nos cambiábamos los chicos.
-Claro.-escuché su voz a lo lejos antes de entrar en el pasillo.
Me vestí algo apresurado, no quería que estuviera esperándome mucho rato. Estuve a punto de caer de bruces en un par de ocasiones mientras brincaba colocándome los calcetines. Era un lugar demasiado minúsculo y estábamos todos apretujados. No me gustaban los lugares donde tuviera que estar como sardina en lata.
Nada más regresar noté como mi ex lo miraba como si fuera un insecto al que desear aplastar, y yo simplemente sentí ganas de besarlo frente a todos sin importarme lo que pudieran pensar. No iba a volver a ver a esos idiotas en mi vida, al menos eso es lo que deseaba o rogaba. Me parecían vacíos, salvo algunos que parecían tener algo más que paja en su cabeza.
-Tócalo, échale solo el aliento y te juro que te hago sushi. Sabes bien como me comporto con las personas que hacen daño a los que quiero.-el chico simplemente se giró y se marchó casi llorando. No iba a darle el gusto de cancelar algo por sus sentimientos, que se lo hubiera pensado antes de hacerme lo que me hizo.
-Has sido rápido.-dijo con esa sonrisa dulce que tanto me gustaba.
-Vamos Oly.-murmuré aceptando que se colgara de mi brazo, porque así no se despegaría demasiado de mí.
-Oh...espera.-dijo frenándose mientras movía la bolsa algo nervioso. Era una bolsa de papel de imitación a periódico, de esas que se compran en las tiendas de regalo para ocultar lo que realmente hemos comprado.-Toma.-dejó la bolsa frente a mí y sonrió de nuevo.-Es realmente feo, pero no sé.-dudaba al final si dármelo o no, pero ya lo tenía entre mis manos.-Me he reído tanto que no pude evitarlo... chuletita.
Saqué el contenido de la bolsa y no pude aguantar las carcajadas. Reía y reía sin parar, incluso terminé llorando por lo que tenía entre mis manos. Era un móvil de un cordero que movía su cabeza. Los había visto de perros, gatos y también de pájaros o cantantes famosos como Elvis o el mismísimo Jackson. Sin embargo, ese era demasiado raro y feo. Aunque fuera raro y feo era suyo y por lo tanto deseaba colocarlo en el salpicadero.
-Veo que vas mejorando en sentido del humor, así no morirás amargado pequeña zanahoria.-dije palmeando su cabeza mientras llegábamos hacia el vehículo.
Lo llevé hacia el lado del piloto y le ayudé para abrir la puerta. Después me monté yo en mi lugar correspondiente y coloqué el móvil dejándolo bien firme en el salpicadero.
-Sí, voy mejorando.-dijo acomodándose en el asiento.
-Vayamos al pequeño bar próximo a la playa y así la conoces, es de noche y por lo tanto no tendrás miedo a quemarte. Después podemos pasear por los alrededores si quieres.-sonreí observándolo fijamente, estaba atractivo incluso sin afeitar.-Anda, abróchate el cinturón.
-No estoy vestido de forma apropiada para ir a un bar.-se colocó el cinturón y me miró.-Soy un desastre.-se giró hacia el espejo de la visera contra el sol y se acomodó el pelo como pudo.
-¿Entonces?-pregunté antes de arrancar.-¿Dónde quieres que lo celebremos? además, a mi no me importa ¿por qué debería de importarle a alguien?-dije antes de darle un beso en su mejilla.-A mi me gustas de cualquier forma.-susurré cerca de su rostro como si fuera la pequeña caperucita y yo el lobo, quería devorarlo allí mismo a plena vista de todos los padres.
-¡No hagas eso!-comenzó a reír apartándome un poco.-¡Estoy completamente rasposo!
-Vamos a donde tú quieras.-dijo con simpleza mientras en sus labios se formaba una leve sonrisa y yo simplemente babeaba. Creo que ese día estaba con las hormonas por las nubes, más que cualquier otro día de mi vida hasta ese instante.-Es tu festejo a final de cuentas.-lo era pero mi hermano no me había felicitado y sabía que era porque se sentía hundido en sus propios pensamientos, mi madre se había olvidado o eso parecía y mi padre... bueno mi padre pensaba que cuando uno iba envejeciendo los cumpleaños no tenían sentido.-No hagas caso a mis dramas.-palmeó una de mis manos que estaban sobre el freno de mano.-Si quieres conocer ese bar sólo escogeremos un rincón oscuro donde nadie vea estas fachas.-rió y su risa me parecía más libre que días atrás, como si se hubiera despertado de un sueño y nadie le hubiera dañado... como si no supiera llorar.
-Mira que eres presumido, y mi padre dice que yo lo soy.-arranqué bien el coche y comencé a conducir. Iba de forma lenta, no quería marearlo y tampoco estrellar el coche.
Paré en varios semáforos y lo observaba fijamente, era atractivo por más que dijera que no. Tenía la camisa sin uno de sus botones bien abrochados, cosa que dejaba verse bien su cuello y yo tenía deseos propios de un vampiro. Quería mordisquear su cuello, lamerlo y sentir su piel al igual que su colonia. Yo lo quería, lo quería únicamente para mí.
-No soy presumido, sólo me cuido.-sentenció en su defensa, claro que eso no se lo creía ni él.-En serio ¿crees que podría estar en el mundo en el que me muevo y ser una persona que no se fijara en el modo que luce?-preguntó alzando una de sus cejas mientras se acomodaba mejor en el asiento.-Aún así mira como vengo hoy.-dijo señalándose para luego quedar en silencio.
-No me has visto tras una semana de exámenes sin afeitar y en chándal.-dije riéndome prácticamente ante la imagen que reflejaba a veces en el espejo. Ya que cada vez tenía más vello y detestaba a mi padre porque él a penas le crecía... y a mí ya me empezaba a afectar eso que se llama pubertad-Ya llegamos.-comenté aparcando el vehículo prácticamente en la entrada.-Dice que hay buen servicio.
-Créeme he tenido épocas peores.-se bajó del automóvil sin esperar a mi respuesta.
Entramos en el lugar nada más cerrar el coche y activar la alarma. Dejé que se agarrara a mi brazo y caminamos hacia la entrada, allí nos sonrió una de las camareras. Era un lugar agradable, por lo que sabía la atención al público también lo era.-¿Te parece allá?- señaló un ventanal que daba a la playa y se podía ver como las olas rompían entre los riscos cercanos y como se adentraba por entre la arena.-¿Sabes? he tenido un irrefrenable antojo de un mojito...con todo y el montón de azúcar que tienen.
-Sabía que te apetecería uno.-dije riendo bajo mientras me acomodaba en el asiento contiguo al suyo.-Este lugar está mejor que el lugar donde antes iba.-comenté echando de menos el cigarrillo, allí había uno que fumaba y de los que a mi me gustaban. Estaba por pedirle uno, pero luego pensé que seguro que le molestaba el humo y pensaría que soy descortés. Así que simplemente me guardé las ganas.
Cuando vino la chica del servicio preguntó que deseábamos. Yo pedí dos mojitos mientras miraba la carta de aperitivos. Añadí al pedido patatas bravas, me gustaban y por supuesto las pediría.
-En unos minutos tendrán el pedido.-sonrió la joven y se marchó hacia el lugar donde iban dejando los pedidos de los clientes.
-Te voy a dar a probar algo.-dije como caracterizaba en mí, con una sonrisa.
-Recuerda que yo no como carne.-murmuró.-Adoro la playa desde niño, me encantaba ir con mi familia y nos estábamos todo el verano en la casa que tenían mis abuelos en la costa.-sonreí al escuchar aquello y yo mismo recordé los días de playa junto a mis padres.-Jugábamos, hacíamos castillos, nos metíamos en el agua y probablemente lo haga para fechas próximas porque están planeando juntarse todos para el cumpleaños de mi padre en agosto.-parecía hacerle feliz la idea, además no apartaba la vista de las olas.-Si mi hermana puede venir sería maravilloso porque quiero ver a sus hijas.-se giró hacia mí y sonrió.-Tiene gemelas y creo que ya tienen tres años.
-¿Y esas no te dan miedo?-pregunté con media sonrisa.-Tranquilo las bravas no son con carne.-pero picaban, así que el mojito venía bien.-Yo quizás para el año próximo podré jugar como un crío con mi hijo.-comenté observando la playa, al igual que él.-Aunque ahora lo hago con Hero y con Jun.-lo miré fijamente imaginándomelo con bañador. Mi mente sucia siempre me jugaba malas pasadas, dejé de hacerlo antes de terminar medio enfermo y lanzándome sobre él.-El otro día vine con Phoenix y un amigo de él, estuvimos en la orilla prácticamente embadurnándonos con la arena por culpa del mocoso.-lo hicimos como descanso de mis ensayos y sólo fue una hora, pero me gustó esa sensación.
-Oh no.-dijo negando de forma automática.-Yo no las cuido y ya tienen muchos brazos para ellas.-sonrió de esa forma que tanto me excitaba y estaba por prohibirle que usara esa sonrisa, ese encanto, o terminaría violándolo.-Los arquitectos se hacen cargo de eso. Bueno, Ettiene, mi hermano mayor, y mi papá.-yo lo escuchaba de forma atenta, tenía que quedarme con como era su familia o terminaría perdido en alguna conversación.-Los dos son arquitectos y tienen un estudio juntos.-comentó con cierto orgullo.-Mi otro hermano también trabaja con ellos, es diseñador industrial. Mi hermana es la rara de la familia.-seguía sonriendo y yo seguía babeando e intentando seguir lo que me decía.-Ella es médico y es la única que le gustan las cosas asquerosas. Ella y Ettiene son los únicos casados… Philippe y yo seguimos cuerdos aún.-lo último lo dijo con una pequeña carcajada que me hizo gruñir internamente, estaba dispuesto a tirar la mesa y caer sobre él.
-Matrimonio...-dije en un murmullo.-Mi padre ha de estar loco si se quiere casar otra vez, muy loco. Yo ni muerto me pongo un bozal tan grande.-el pedido llegó y observé las patatas bravas.-Anda, pincha con tu tenedor y disfruta.-picaban, sí, pero con un mojito todo caía bien.-En mi familia los matrimonios jamás han funcionado... mi abuelo era un imbécil que maltrató a mi padre y a mi abuela, mi padre dejó a mi madre tras veinte años y mi tatarabuelo casi era polígamo.-sonreí pinchando un poco de aquel plato, llevándome el manjar a la boca... las echaba de menos, hacia demasiado que no comía patatas de ese modo.
-No sé.-respondió.-Pues, en casa parece funcionar bastante bien, mis padres llevan casados cuarenta años y parecen bastante felices.-no sabía cuanto envidiaba en verdad que sus padres estuvieran bien, ya no recordaba lo que era una cena familiar.-Mi hermano mayor, panza y todo, está más tranquilo al igual que mi hermana.-tomó el tenedor y picoteó un poco del apio que había como decoración.-Supongo que creo que funciona, pero implica mucha madurez, amor y tolerancia.
-Y como tú decías yo no soy maduro.-dije guiñándole.-Pues no sé, quizás encuentro a alguien que esté dispuesto a querer a un soltero con un hijo.-reí a carcajadas.-Vengo con premio, como los kinder sorpresa.-creo que cuando me llevé la segunda porción gemí.-Dios... son mejores que las que hace Sergio.-Sergio era un amigo del lugar donde iba a boxear, él siempre traía comida de casa y a veces compartía.
-Bueno... quizás venir con un agregado como un hijo no sea tan malo como otras cosas, cosas que los demás cargamos.-sabía porque lo decía, pero no quería que él viera su pasado como una carga.-Al menos un hijo nunca se esconde.-murmuró.-bueno casi nunca.-rectificó comenzando a juguetear con la comida. Pensaba que no me daba cuenta, pero sólo comía la verdura que venía de adorno.-¿Cual es tu comida favorita? Dijiste una vez que era el sushi que prepara tu ¿tío?-me miró después de un rato jugueteando con un trozo de verdura que se llevó a la boca observándome.-Bueno, que eso te gusta bastante dijiste. Aunque la verdad si te viera diría que eres hombre de steak y vino tinto.
-¿Mi comida favorita?-intentaba hacer memoria.-Me gusta todo, dulce, salado, amargo o de cualquier lugar del mundo ya sea de Asia o de la vieja Europa. Mi plato favorito de todos quizás podría ser el sushi, pero también me gusta las patatas bravas y son españolas, me gustan bastante la pasta y la pizza. Amo la pizza sobretodo con salsas picantes. Pero lo único que odio es el natto. Odio el natto... no sé como Kamijo toma esa porquería sin torcer el rostro.-Había visto al amigo de mi padre comer eso mientras conversaban. Me rasqué la cabeza y seguí pensando.-Bebidas me gustan los refrescos, el vino barolo y el whisky que tenga alta graduación además del sake.-le miré fijamente y eché a reír.-Como bastante, créeme. Creo que eso voy a echar en falta cuando me mantenga solo... comer todo lo que quiera. Porque sé que no me alcanzará el sueldo.
-Oly, por favor espérame no me queda nada para cambiarme.-entonces mi ex, el que vio él en los lavabos ya sin maquillaje paso junto a nosotros.
-Y...¿y los demás?-preguntó algo asustado por la energía de mi compañera, incluso tropezó con el estúpido de mi antiguo novio.
-No, yo solo contigo.-dije con una sonrisa.-Los demás no pueden hoy y bueno deseo tomar algo, quizás en un bar cerca de la playa que abrieron hace unas semanas.-nos observaba muy de cerca, demasiado y me incomodaba.-Espérame.-me giré y fui al lugar donde nos cambiábamos los chicos.
-Claro.-escuché su voz a lo lejos antes de entrar en el pasillo.
Me vestí algo apresurado, no quería que estuviera esperándome mucho rato. Estuve a punto de caer de bruces en un par de ocasiones mientras brincaba colocándome los calcetines. Era un lugar demasiado minúsculo y estábamos todos apretujados. No me gustaban los lugares donde tuviera que estar como sardina en lata.
Nada más regresar noté como mi ex lo miraba como si fuera un insecto al que desear aplastar, y yo simplemente sentí ganas de besarlo frente a todos sin importarme lo que pudieran pensar. No iba a volver a ver a esos idiotas en mi vida, al menos eso es lo que deseaba o rogaba. Me parecían vacíos, salvo algunos que parecían tener algo más que paja en su cabeza.
-Tócalo, échale solo el aliento y te juro que te hago sushi. Sabes bien como me comporto con las personas que hacen daño a los que quiero.-el chico simplemente se giró y se marchó casi llorando. No iba a darle el gusto de cancelar algo por sus sentimientos, que se lo hubiera pensado antes de hacerme lo que me hizo.
-Has sido rápido.-dijo con esa sonrisa dulce que tanto me gustaba.
-Vamos Oly.-murmuré aceptando que se colgara de mi brazo, porque así no se despegaría demasiado de mí.
-Oh...espera.-dijo frenándose mientras movía la bolsa algo nervioso. Era una bolsa de papel de imitación a periódico, de esas que se compran en las tiendas de regalo para ocultar lo que realmente hemos comprado.-Toma.-dejó la bolsa frente a mí y sonrió de nuevo.-Es realmente feo, pero no sé.-dudaba al final si dármelo o no, pero ya lo tenía entre mis manos.-Me he reído tanto que no pude evitarlo... chuletita.
Saqué el contenido de la bolsa y no pude aguantar las carcajadas. Reía y reía sin parar, incluso terminé llorando por lo que tenía entre mis manos. Era un móvil de un cordero que movía su cabeza. Los había visto de perros, gatos y también de pájaros o cantantes famosos como Elvis o el mismísimo Jackson. Sin embargo, ese era demasiado raro y feo. Aunque fuera raro y feo era suyo y por lo tanto deseaba colocarlo en el salpicadero.
-Veo que vas mejorando en sentido del humor, así no morirás amargado pequeña zanahoria.-dije palmeando su cabeza mientras llegábamos hacia el vehículo.
Lo llevé hacia el lado del piloto y le ayudé para abrir la puerta. Después me monté yo en mi lugar correspondiente y coloqué el móvil dejándolo bien firme en el salpicadero.
-Sí, voy mejorando.-dijo acomodándose en el asiento.
-Vayamos al pequeño bar próximo a la playa y así la conoces, es de noche y por lo tanto no tendrás miedo a quemarte. Después podemos pasear por los alrededores si quieres.-sonreí observándolo fijamente, estaba atractivo incluso sin afeitar.-Anda, abróchate el cinturón.
-No estoy vestido de forma apropiada para ir a un bar.-se colocó el cinturón y me miró.-Soy un desastre.-se giró hacia el espejo de la visera contra el sol y se acomodó el pelo como pudo.
-¿Entonces?-pregunté antes de arrancar.-¿Dónde quieres que lo celebremos? además, a mi no me importa ¿por qué debería de importarle a alguien?-dije antes de darle un beso en su mejilla.-A mi me gustas de cualquier forma.-susurré cerca de su rostro como si fuera la pequeña caperucita y yo el lobo, quería devorarlo allí mismo a plena vista de todos los padres.
-¡No hagas eso!-comenzó a reír apartándome un poco.-¡Estoy completamente rasposo!
-Vamos a donde tú quieras.-dijo con simpleza mientras en sus labios se formaba una leve sonrisa y yo simplemente babeaba. Creo que ese día estaba con las hormonas por las nubes, más que cualquier otro día de mi vida hasta ese instante.-Es tu festejo a final de cuentas.-lo era pero mi hermano no me había felicitado y sabía que era porque se sentía hundido en sus propios pensamientos, mi madre se había olvidado o eso parecía y mi padre... bueno mi padre pensaba que cuando uno iba envejeciendo los cumpleaños no tenían sentido.-No hagas caso a mis dramas.-palmeó una de mis manos que estaban sobre el freno de mano.-Si quieres conocer ese bar sólo escogeremos un rincón oscuro donde nadie vea estas fachas.-rió y su risa me parecía más libre que días atrás, como si se hubiera despertado de un sueño y nadie le hubiera dañado... como si no supiera llorar.
-Mira que eres presumido, y mi padre dice que yo lo soy.-arranqué bien el coche y comencé a conducir. Iba de forma lenta, no quería marearlo y tampoco estrellar el coche.
Paré en varios semáforos y lo observaba fijamente, era atractivo por más que dijera que no. Tenía la camisa sin uno de sus botones bien abrochados, cosa que dejaba verse bien su cuello y yo tenía deseos propios de un vampiro. Quería mordisquear su cuello, lamerlo y sentir su piel al igual que su colonia. Yo lo quería, lo quería únicamente para mí.
-No soy presumido, sólo me cuido.-sentenció en su defensa, claro que eso no se lo creía ni él.-En serio ¿crees que podría estar en el mundo en el que me muevo y ser una persona que no se fijara en el modo que luce?-preguntó alzando una de sus cejas mientras se acomodaba mejor en el asiento.-Aún así mira como vengo hoy.-dijo señalándose para luego quedar en silencio.
-No me has visto tras una semana de exámenes sin afeitar y en chándal.-dije riéndome prácticamente ante la imagen que reflejaba a veces en el espejo. Ya que cada vez tenía más vello y detestaba a mi padre porque él a penas le crecía... y a mí ya me empezaba a afectar eso que se llama pubertad-Ya llegamos.-comenté aparcando el vehículo prácticamente en la entrada.-Dice que hay buen servicio.
-Créeme he tenido épocas peores.-se bajó del automóvil sin esperar a mi respuesta.
Entramos en el lugar nada más cerrar el coche y activar la alarma. Dejé que se agarrara a mi brazo y caminamos hacia la entrada, allí nos sonrió una de las camareras. Era un lugar agradable, por lo que sabía la atención al público también lo era.-¿Te parece allá?- señaló un ventanal que daba a la playa y se podía ver como las olas rompían entre los riscos cercanos y como se adentraba por entre la arena.-¿Sabes? he tenido un irrefrenable antojo de un mojito...con todo y el montón de azúcar que tienen.
-Sabía que te apetecería uno.-dije riendo bajo mientras me acomodaba en el asiento contiguo al suyo.-Este lugar está mejor que el lugar donde antes iba.-comenté echando de menos el cigarrillo, allí había uno que fumaba y de los que a mi me gustaban. Estaba por pedirle uno, pero luego pensé que seguro que le molestaba el humo y pensaría que soy descortés. Así que simplemente me guardé las ganas.
Cuando vino la chica del servicio preguntó que deseábamos. Yo pedí dos mojitos mientras miraba la carta de aperitivos. Añadí al pedido patatas bravas, me gustaban y por supuesto las pediría.
-En unos minutos tendrán el pedido.-sonrió la joven y se marchó hacia el lugar donde iban dejando los pedidos de los clientes.
-Te voy a dar a probar algo.-dije como caracterizaba en mí, con una sonrisa.
-Recuerda que yo no como carne.-murmuró.-Adoro la playa desde niño, me encantaba ir con mi familia y nos estábamos todo el verano en la casa que tenían mis abuelos en la costa.-sonreí al escuchar aquello y yo mismo recordé los días de playa junto a mis padres.-Jugábamos, hacíamos castillos, nos metíamos en el agua y probablemente lo haga para fechas próximas porque están planeando juntarse todos para el cumpleaños de mi padre en agosto.-parecía hacerle feliz la idea, además no apartaba la vista de las olas.-Si mi hermana puede venir sería maravilloso porque quiero ver a sus hijas.-se giró hacia mí y sonrió.-Tiene gemelas y creo que ya tienen tres años.
-¿Y esas no te dan miedo?-pregunté con media sonrisa.-Tranquilo las bravas no son con carne.-pero picaban, así que el mojito venía bien.-Yo quizás para el año próximo podré jugar como un crío con mi hijo.-comenté observando la playa, al igual que él.-Aunque ahora lo hago con Hero y con Jun.-lo miré fijamente imaginándomelo con bañador. Mi mente sucia siempre me jugaba malas pasadas, dejé de hacerlo antes de terminar medio enfermo y lanzándome sobre él.-El otro día vine con Phoenix y un amigo de él, estuvimos en la orilla prácticamente embadurnándonos con la arena por culpa del mocoso.-lo hicimos como descanso de mis ensayos y sólo fue una hora, pero me gustó esa sensación.
-Oh no.-dijo negando de forma automática.-Yo no las cuido y ya tienen muchos brazos para ellas.-sonrió de esa forma que tanto me excitaba y estaba por prohibirle que usara esa sonrisa, ese encanto, o terminaría violándolo.-Los arquitectos se hacen cargo de eso. Bueno, Ettiene, mi hermano mayor, y mi papá.-yo lo escuchaba de forma atenta, tenía que quedarme con como era su familia o terminaría perdido en alguna conversación.-Los dos son arquitectos y tienen un estudio juntos.-comentó con cierto orgullo.-Mi otro hermano también trabaja con ellos, es diseñador industrial. Mi hermana es la rara de la familia.-seguía sonriendo y yo seguía babeando e intentando seguir lo que me decía.-Ella es médico y es la única que le gustan las cosas asquerosas. Ella y Ettiene son los únicos casados… Philippe y yo seguimos cuerdos aún.-lo último lo dijo con una pequeña carcajada que me hizo gruñir internamente, estaba dispuesto a tirar la mesa y caer sobre él.
-Matrimonio...-dije en un murmullo.-Mi padre ha de estar loco si se quiere casar otra vez, muy loco. Yo ni muerto me pongo un bozal tan grande.-el pedido llegó y observé las patatas bravas.-Anda, pincha con tu tenedor y disfruta.-picaban, sí, pero con un mojito todo caía bien.-En mi familia los matrimonios jamás han funcionado... mi abuelo era un imbécil que maltrató a mi padre y a mi abuela, mi padre dejó a mi madre tras veinte años y mi tatarabuelo casi era polígamo.-sonreí pinchando un poco de aquel plato, llevándome el manjar a la boca... las echaba de menos, hacia demasiado que no comía patatas de ese modo.
-No sé.-respondió.-Pues, en casa parece funcionar bastante bien, mis padres llevan casados cuarenta años y parecen bastante felices.-no sabía cuanto envidiaba en verdad que sus padres estuvieran bien, ya no recordaba lo que era una cena familiar.-Mi hermano mayor, panza y todo, está más tranquilo al igual que mi hermana.-tomó el tenedor y picoteó un poco del apio que había como decoración.-Supongo que creo que funciona, pero implica mucha madurez, amor y tolerancia.
-Y como tú decías yo no soy maduro.-dije guiñándole.-Pues no sé, quizás encuentro a alguien que esté dispuesto a querer a un soltero con un hijo.-reí a carcajadas.-Vengo con premio, como los kinder sorpresa.-creo que cuando me llevé la segunda porción gemí.-Dios... son mejores que las que hace Sergio.-Sergio era un amigo del lugar donde iba a boxear, él siempre traía comida de casa y a veces compartía.
-Bueno... quizás venir con un agregado como un hijo no sea tan malo como otras cosas, cosas que los demás cargamos.-sabía porque lo decía, pero no quería que él viera su pasado como una carga.-Al menos un hijo nunca se esconde.-murmuró.-bueno casi nunca.-rectificó comenzando a juguetear con la comida. Pensaba que no me daba cuenta, pero sólo comía la verdura que venía de adorno.-¿Cual es tu comida favorita? Dijiste una vez que era el sushi que prepara tu ¿tío?-me miró después de un rato jugueteando con un trozo de verdura que se llevó a la boca observándome.-Bueno, que eso te gusta bastante dijiste. Aunque la verdad si te viera diría que eres hombre de steak y vino tinto.
-¿Mi comida favorita?-intentaba hacer memoria.-Me gusta todo, dulce, salado, amargo o de cualquier lugar del mundo ya sea de Asia o de la vieja Europa. Mi plato favorito de todos quizás podría ser el sushi, pero también me gusta las patatas bravas y son españolas, me gustan bastante la pasta y la pizza. Amo la pizza sobretodo con salsas picantes. Pero lo único que odio es el natto. Odio el natto... no sé como Kamijo toma esa porquería sin torcer el rostro.-Había visto al amigo de mi padre comer eso mientras conversaban. Me rasqué la cabeza y seguí pensando.-Bebidas me gustan los refrescos, el vino barolo y el whisky que tenga alta graduación además del sake.-le miré fijamente y eché a reír.-Como bastante, créeme. Creo que eso voy a echar en falta cuando me mantenga solo... comer todo lo que quiera. Porque sé que no me alcanzará el sueldo.
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