21/2/10

Un poco de teatro IV



-Oh, no me dijiste que eras sireno.-dije alzando y bajando las cejas.-Bueno yo amo la piscina del club, soy bueno en natación... he ganado varios premios pero donde más es en Aikido y Kendo.-sonreí con orgullo.-Karate no se da mal, pero lo veo menos elegante que el Kendo y menos mortífero que el Aikido.

-Conoces gente linda y muy atléticos todos.-dijo observándome comer.-Definitivamente no la clase de personas que yo conozco.-rió.-Usualmente los que son delgados lo son por comer sólo champagne y coca.

-Malas compañías.-le dije clavando mis ojos en él.-Ni se te ocurra tocar esa porquería, el hermano de Phoenix lo hizo y está internado. No quiero que te pase a ti nada malo.-lo decía en serio, si tocaba la cocaína era capaz de encerrarlo yo mismo.-Sobre el gimnasio... sí se conocen a muchas personas. Max hace boxeo conmigo, es bueno, pero yo soy mejor porque llevo más tiempo.

Sólo me sonrió como si tan sólo asintiera a todo lo que había dicho, o más bien gruñido, mientras giraba su rostro hacia los aparcamientos cerca de la playa.

-Es un tipo lindo.-señaló a Max que conversaba con la chica y esta reía como boba.-Debe ser popular con las mujeres.

-Sí, lo es.-dije dando un sorbo a mi bebida.-Pero pensé que estaba con su compañero de piso, que por cierto también diseña... no a gran escala pero hace sus pinitos.-fruncí el ceño.-Extraño... estaba que no cagaba por ese chico.-entonces lo vi salir con dos chicas del local e irse hasta su coche.

-No seas chismoso Hizaki cosas así pasan, mucho más frecuente de lo que crees.-en eso tenía cierta razón, pero yo no podía pensar distinto en esos momentos.-La gente piensa que ama desesperadamente a alguien y diez días después descubre que no.-eso que dijo era triste, pero no iba con Max por muy real que pudiera ser.-Siempre ocurre así.

-Oly, es Max.-dije mirando aquella escena.-Ha pasado por la muerte de una novia, ha vivido momentos duros con su transexualidad y ahora estaba bien centrado con ese chico.-le miré a él de nuevo con preocupación.-Por eso se la pasa ahora todo el rato que no publica o no hace fotografías en el gimnasio...

-Haces una tormenta en un vaso de agua Hiza.-murmuró revoloteando los ojos dejándolos en blanco.-De seguro, está contento de estar soltero y se ha dado cuenta de que es un tipo atractivo que puede tener a quien quiera.-suspiré al escuchar esas palabras.-Déjalo disfrutar.

-Sólo quiero saber qué pasó con ese mocoso.-murmuré y pinché con rabia unas cuantas patatas.-Odiaría que le hubiera hecho daño y yo no haber estado ahí para impedirlo.-engullí las ultimas patatas y terminé el mojito.-Maldito crío toca huevos.

-¿Hablas de ti?-dijo sonriendo.-No protegerás a todos tus amigos en todas las situaciones. Porque eso Hiza es imposible.

Me terminé las patatas y él alzó su vaso para que la camarera lo viera, quería un segundo mojito.

-Me duele no poder hacerlo, tengo pocos y todos terminan metiéndose en líos.-dije con media sonrisa y luego reí bajo.-Aunque yo soy el peor de todos... no sé si habrás visto el recorte de prensa tan famoso que hizo que casi mi madre me echara de casa.

-No leo el periódico a menos que salga yo.-sonrió jugando con la cañita de su bebida vacía.-¿Qué hiciste?¿Te sorprendieron haciendo pellas en la escuela?-rió lamiendo las últimas gotas de azúcar de la cañita.

-Pegarme y duro.-dije poniéndome serio.-Vino un chico de parte de mi ex, diciendo que lloraba por mí y nada más ver sus mordidas en el cuello supe que se lo tiraba. Me sentí con tanta rabia... que terminé golpeándolo fuerte. Nadie era capaz de hacer que nos despegáramos, ambos nos dábamos bien.-suspiré y sonreí.-Pero a partir de eso estuvo dos meses sin intentar algo.

Su respuesta fue asombrarse alzando las cejas. Yo seguía siendo un adolescente, aunque era más maduro de lo que aparentaba. Me sentí idiota por confesar aquello, ya que seguro que pos ru mente pasó la palabra niñato como único calificativo.

-¿Tu ex mandó a un chico para llorarte? Que treta tan idiota.-murmuró como respuesta.-Bueno, si alguien no tiene la capacidad de decir las cosas de frente no vale la pena lo que tenga que decir.-giró su rostro hacia la playa observando las olas ir y venir.

Un par de bebidas aparecieron de la nada frente a nosotros de mano de aquella chica, su sonrisa era muy atractiva y si no hubiera estado colado por Olivier me hubiera quedado hasta el cierre del bar.

-Gracias.-dije a la chica y esta se marchó hacia la barra.

-Mucha azúcar.-chistó.-El barman quiere matarnos a coma diabeto.

Reí a carcajadas cuando escuché eso. Probé la mía y estaba bien, así que se lo cambié.

-Toma, la mía si está bien.-dije observándolo fijamente, era demasiado apetecible e intentaba concentrarme en otras cuestiones.

-Ahora tú morirás de coma diabético.-rió bajo y me miró a los ojos.-Te quedarás desmayado ¿y qué haré?- susurró sonriendo con dulzura para darle un trago a su bebida.

Tenía el flequillo sobre la cara, siempre caía sobre mis ojos sin que yo lo quisiera. Movió el cabello hacia atrás y yo quedé estúpidamente paralizado de nuevo. Deseé besarlo otra vez, pegarlo en la silla y hacerle ver a todos qué es lo que quería.


-No deberías cubrirte los ojos...-volvió a sonreír y yo no supe reaccionar tras pasados unos segundos. Quería gritarle que le amaba, que me había enamorado, y lo único que hice fue devolver la sonrisa.-Tienes unos ojos muy lindos.

-Gracias, son la genética. Si no me crees, espera.-saqué la cartera y mostré una foto de la banda de mi padre, con mi edad.-Tadá.-mi padre tenía el pelo largo, pero se parecía bastante a mí.-Me la dio mi tío Uta el otro día cuando nos vimos.-señalé a mi tío y sonreí.-Estos son los cuarentones que viste el otro día, como ves siguen igual o peor.-dije dejándola frente a él y di un buen sorbo de la bebida.-Oye si caigo en coma diabético ¿me harás el boca a boca? es lo que tendrías que hacer.-lo hice en tono de broma, pero la realidad es que deseaba besarlo.

Sonrió bajando la mirada y pestañeando de forma dulce, casi angelical.

-Creo que funcionaria mas si te aventara un vaso de agua helada... combina mas con tu personalidad.-respondió quitándome la fotografía.

-Puede.-murmuré bajo mientras el analizaba la imagen.

-Sí te pareces un tanto a tu padre.-dijo aún con la imagen entre sus dedos.-Pero, no sé, me gusta más tu rostro.-y a mí me gustaba el suyo.-Tiene un cierto aire europeo más interesante, no por ofender a Atsushi.

Reí a carcajadas y guardé la cartera. Era demasiado dulce y no se percataba que me volvía loco con todo ese coqueteo innato. Por fracciones de segundos me imaginé su cuerpo desnudo pegado al mío, sudorosos ambos, y diciéndome lo mismo mientras acariciaba mi rostro. Un olor intenso a sexo, a semen y sudor, pegado a nuestra piel y a las sábanas revueltas. No sé si soñé alguna vez con el paraíso pero esa sensación de confort era parecida. Una sensación extraña de placer y calma.

-Yo no me ofendo, sólo aumentas mi ego, pero seguro que él te miraría como si te pusiera en pelotón de fusilamiento.-di un trago a la copa y lo observé.-Si te confesara algo que sé... que me ha venido pasando estos meses... quizás me llamarías loco, pero entenderías porqué te persigo.

-¿Oyes a las ardillas hablarte y decirte que persigas a un diseñador?-se carcajeó de esa forma dulce y elegante, mientras estiraba la mano para acomodarme el cuello de la camisa. Sus dedos rozaron mi cuello apenas unos instantes y sentí escalofríos. Su piel era tan suave, sus dedos tan perfectos, y yo estaba demasiado caliente.-No te preocupes, ya creo que estás loco desde que te conocí.-dijo apartando su mano de mi camisa para juguetear con la pajita del mojito.-Así que mi opinión sobre ti no se modificará mucho.-rió de nuevo, otra vez esa melodía que me volvía frenético.

-Algo parecido, pero no son ardillas sino sueños desde hace seis meses antes de conocerte.-dije tomando la mano que me había rozado el cuello.-Digamos que han sido varios y mi hermano está de testigo, él a veces tiene que dormir conmigo por miedo a la oscuridad y las tormentas.-sonreí abiertamente.-Ahora pensarás que estoy loco, pero se debe a mi abuela tenía pequeños dones... mi hermana me consta que también los tiene y mi padre tan sólo son presentimientos, nada más.-lo observé clavando mis ojos en él.-Soñé que era padre antes de estar con Anne... soñé contigo varias veces antes de conocerte, los sueños se intensificaron a medida que venía la fecha.-hice un inciso al ver en sus ojos pequeños destellos, estaba seguro que se reiría en mi cara.-Si no me crees no importa, no tienes porqué hacerlo.-el pulgar de su mano acariciaba la mía, como si fuera un dulce juego de niños.

-Hiza los sueños sólo son eso, sueños.-dijo con simpleza.-Quizás soñaste que serías padre porque quieres tener alguien tan puro a tu lado, no puedes negar que no hay nada más hermoso e inocente que el amor de un niño.-murmuró intentando dar motivos más sólidos que a mis fantasías, aunque realmente no son fantasías.-Quizás habías oído de mi gracias a tu madre, o en alguna revista. No te preocupes por cosas así Hiza.

-Créeme las revistas que yo compro son o tias desnudas o coches.-lo dije con franqueza.-Créeme nadie pensaría que soy bisexual si viera lo que compro en el kiosko.-sonreí y luego empecé a reír.-Además yo no sabía como te llamabas.

-Hizaki siempre sabes sacar tu comportamiento más chuletesco en las circunstancias menos apropiadas.-dijo sonriendo para apartar mi mano de la suya y dar un sorbo a su mojito.-En serio, puede haber miles de explicaciones lógicas.-susurró.-No porque menosprecie los atributos que tu hermana o tu abuela puedan tener.-intentaba que no me molestara porque no me creía.-Simplemente, hay cosas que no valen la premonición.

-Yo no te conocía créeme.-dije levantándome para sentarme a su lado, observándolo.-Ni tu nombre.-mis ojos se clavaron en los suyos.-No creo que lo menos precies, pero sí que no me crees.-tomé una de sus manos y la observé.-Hay detalles que no son de un simple sueño.

Se giró hacia mí y yo me quedé paralizado observando cada uno de sus rasgos otra vez. Él sonrió y yo sonreí idiotizado.

-Ahora dirás que conoces hasta donde tengo escondidas las cicatrices, ¿verdad?- recuperó su mano echándome los cabellos hacia atrás para observarme bien.-Vamos Hiza...que eso ni tú te la crees.

-No, porque no te he visto desnudo. Mis sueños son perversos, pero no hasta ese punto.-era falso, pero cualquiera le decía nada.-No me crees ¿cierto?-sonreí con amargura, sin embargo era lógico que no me creyera.-Aun así no me lo quieres decir, para no hacerme sentir mal. No importa.

-Hiza.-me dio un leve golpe en la mano.-¡No es correcto decir eso!-se rió a pesar de regañarme.-A veces es muy fácil que me olvide que eres un saco de hormonas revueltas.-murmuró aún intentando controlar las carcajadas anteriores.-Mira no diré que no te creo, te daré el beneficio de la duda ¿ok?-susurró de forma confiliadora haciendo una pausa para beber de su bebida.-Necesito ir al sanitario ¿dónde están?

-Al fondo.-dije levantándome para que él pudiera pasar.-Después cuando salgas si quieres podemos ir a pasear por la playa.-comenté con una sonrisa franca, lejos de la lujuria que por dentro sentía. Deseaba verlo a solas para saltar sobre él.

-Claro.-dijo levantándose.-No tardo.

-Te estaré esperando.

Quedé a solas y entraron un par de chicas que se sentaron en la barra del bar. Ambas me conocían de vista en el gimnasio y supongo que también de las revistas. Cuchicheaban y reían comenzando el jugueteo para que yo me acercara, sin embargo no lo hice.

Eran rubias y atractivas, cualquiera se hubiera sentido excitado por ellas. Seguro que mi yo de hacía unos meses se hubiera revolucionado y aproximado. Tal vez las hubiera cortejado invitándolas a unas copas y terminado con un trío en un hotel, o en la casa de alguna de ellas. Solía hacerlo. Era algo habitual en mí salir y tener sexo de forma fácil. Tenía dinero, atractivo, poder, fama y sobretodo juventud. Si eres joven con todo lo anterior eres un Dios del sexo. Yo me sentía en plena forma, hubiera podido con ambas de forma fácil, pero yo quería estar con Olivier.

No me excitó la idea de imaginármelas desnudas y dispuestas para mí, porque a quién imaginaba de esa forma estaba en el servicio. Quería estar con Olivier a pesar de que perdiera mi instinto depredador, aunque creo que simplemente se desarrolló hacia una única presa.

Me levanté y ellas rieron a carcajadas echándose hacia un lado, tal vez esperando que me quedara al lado de ellas ocupando ese lugar. Sus ojos se clavaron en mí y los míos se clavaron en la camarera.

-Por favor deseo la cuenta.-dije con una sonrisa.-Cuatro mojitos y un plato de patatas bravas.

-Lo siento, el chico que venía contigo pagó todo.-comentó y yo fruncí el rostro.

Saqué mi billetera y dejé un billete de cinco euros dejándolo en la barra del bar.

-Ya pagó, en serio.-murmuró confusa.

-No, eso es para ti por habernos atendido.-las chicas jugueteaban siendo sexys.-tan magníficamente a mi novio y a mí.-ambas se quedaron de piedra, creo que habían visto a Medusa tal vez.

-Listo.-dijo Olivier apareciendo de la nada para colgarse de mi brazo.-¿Nos vamos?-las chicas miraban atónitas a mi acompañante y yo simplemente me sentí con cierto orgullo de que pensaran que era mío.

Salimos del local hacia la playa y decidimos que debíamos descalzarnos para no terminar con tierra en los zapatos. Los llevábamos en la mano y sentíamos la arena fría bajo la planta de nuestros pies. Era una sensación increíble, por ello amaba venir de noche y no de día. Le tomé de la cintura y él sonrió dejándome atónito, casi sin aliento. Una noche perfecta, eso era lo único que lograba repetirme a mí mismo una y otra vez.

-Lugares como estos me hacen sentir minúsculo.-murmuré con una sonrisa para luego quedarme mirándolo.-Aunque a tu lado siempre me siento así.

-No sabría como tomar eso.-dijo volteándose hacia mí.-¿Tan absorbente soy?-me hizo un guiño apartándose de mí.-Anda camina que tienes que bajar esos carbohidratos que acabamos de comer.-en realidad él sólo había tomado verduras y a penas nada.

-Más bien no es por absorción.-murmuré siguiéndole hasta quedar a su lado y tomarlo por la cintura.-Más bien porque me haces sentir diminuto frente a ti, como si no importara.-susurré próximo a su cuello.-Porque tú deslumbras a todos, aunque no lo creas.

-No seas así.-me reconvino haciendo un leve requiebre para zafarse de mi abrazo, luego quedó unos pasos delante mía dándome la visión de su trasero. Mis hormonas se alteraron notablemente otra vez.-Sólo porque tú tengas un gusto sumamente peculiar, y a parte extraordinaria paciencia para tolerarme, no significa que sea así para todos.

-¿No te das cuenta como te miran todos los modelos? ¿Como te miran algunos hombres al pasar? ¿Y como te envidian algunas mujeres? ¿tan distraído eres?-pregunté caminando hacia él para tomarle de las caderas.-Volverías loco a cualquiera si te lo propusieras.-besé su sien, aunque tenía ganas de besarlo en los labios. Aunque si hacía eso huiría.

Se rió con ganas girándose para pasar sus brazos sobre mis hombros entorno a mi cuello. Reía sin parar mirándome de reojo y yo me esforzaba por averiguar qué era lo cómico de todo lo que había dicho.

-¿Sabes la cantidad de modelos que han intentado meterse en mi cama por lograr un lugar en mi colección?-dijo alzando una ceja.-Demasiado y todos han sido simplemente por que querían algo.-susurró.-Al igual que todos Hiza.-recalcó.-Y si alguna mujer me envidia es porque seguro tengo muchísimo mejor gusto que ellas, no por otra cosa.-colocó su dedo índice sobre mi nariz pulsandola como si fuera un interruptor.-Así que deja de decir esas cosas Hiza, que no me gusta la gente mentirosilla ni que me den bola.-volvió a reírse de mí soltándose de mí.

-No miento.-dije pegándome bien a él.-Ni es un halago para conseguir algo.-susurré próximo a sus labios.-Simplemente es lo que siento y lo que veo, que tu no quieras verlo es diferente.-murmuré alejándome antes de besarlo, no podía hacerlo... no si él no iniciaba nada, pero por como se comportaba daba a entender eso.

-Anda camina.-me jaló de la mano haciéndo que andara a mi lado, no me soltaba y jugueteaba con mis dedos. Él contemplaba el mar y yo lo contemplaba a él, era el mejor espectáculo que jamás había visto.-Mañana en la noche salgo a París de nuevo, sólo iré un par de días.-murmuró.-Voy por la colección esa, tú sabes que tengo que pedir materiales y las personas que colaboraran para realizarla.-resopló y me miró de reojo.-Nada más pensar en estar yendo y viniendo casi cada semana me da hastío porque odio los aviones, los detesto.

-¿Qué?-me quedé paralizado, no quería que se fuera, pero los materiales tenía que conseguirlos.-Yo que te quería enseñar mi piso ya con todos los muebles... lastima.-dije con una media sonrisa.-Sólo queda el cuarto del bebé.

El día que llevamos todo a la casa tuve una severa discusión con mi padre. Durante el arreglo del piso vi como Yutaka suspiraba mirando al hombre de sus sueños, como se aproximaba de forma dulce y como mi padre sonreía de forma característica. Esa sonrisa que se formulaba en sus labios era la que lanzaba a mi madre, la que había visto mil veces, una sonrisa cómplice que no me agradaba.

Hablé sobre su vida, sobre el daño que hacía, y él me juró no hacer más daño a Phoenix y tampoco a Yutaka. Dejaría de cortejar y follarse al que consideraba mi tío, alguien cercano por como se había comportado, y que mi hermana veía como un padre, ya que él la había educado y tratado casi como una hija. Sabía que Yutaka nos cuidaba, nos consolaba y escuchaba, por el simple hecho de ser hijos del hombre que amaba desde su época de adolescente.

No tenía la culpa Yutaka, tampoco el prometido de mi padre, y por lo tanto toda mi furia fue a caer sobre él. Me dolió gritarle, también decirle que no me volvería a ver sin antes yo golpearle hasta reconstruirle la cara... hasta hacerle una nueva. Mi padre realmente era un buen hombre, pero no tenía límite alguno.

No hay comentarios: