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Levantó sus pequeñas manos y se quedó mirándose los dedos arrugados como pasas. Allí metido entre tanta espuma se hacía más apetecible. Yo no me quería mover de su lado para ver su cuerpo otra vez.
-Oh, está bien.-dijo mirando la toalla.-¿Salte? Vamos que no me puedo secar si estás aquí.-dejó el brick del zumo en el piso y estiró los brazos para tomar la toalla, pero no hizo intento de levantarse.
-De acuerdo.-dije saliendo para darle intimidad. Me quedé tras la puerta, a un lado, porque yo también quería darme una buena ducha. Claro que mis buenas duchas eran de cinco minutos, no tanto tiempo como él usaba.
-Dios qué calor.-murmuré con la espalda pegada a la pared.
-Listo.-dijo saliendo con una toalla enorme alrededor de su cadera. No sé como lo hizo, pero supuse que sería con alguna de las gomillas que usaba para enrollar los cables.-¿Tendrás algo que pueda usar de pijama?-preguntó mientras yo babeaba como un idiota.
-Te dejé unos boxer grandes y una de mis camisetas de estar por casa.-dije antes de meterme en el baño.-Si quieres algo más espera que salga.
Me metí en la ducha tras vaciar la bañera y me di un buen enjabonamiento, aunque de forma rápida. No quería pensar en lo que había acabado de ver, aún tenía las hormonas revueltas. Noté que se había acabado el agua caliente, pero en vez de refunfuñar di las gracias. Tenía que enfriar mi cuerpo.
Salí pronto empapado con una toalla en la cintura y la otra agitando los cabellos. Entré en el cuarto con unos desodorantes en la mano y se los lancé a un lado en la cama.
-Te saliste sin ellos.-comenté.-No hay otro.-fui hacia las cajas que había desarmado y saqué unos boxer.-Aún no saqué todo, me cuesta horrores organizar la casa.
-Oleré raro.-replicó al notar el perfume de uno de los aerosoles.-Bueno raro no, simplemente no oleré a mí.-me giré y le vi con la nariz arrugada olfateando de forma cómica el aire. Casi me eché a reír, pero era lógico. Él no usaba ese tipo de olores.-Esto es demasiado masculino para mí.-reí bajo mientras me subía los boxer, e intentaba que no se molestara porque no podía contenerme.-¿Tendrás crema hidratante?-preguntó cruzando sus piernas en forma de flor de loto.-Mi piel es muy seca y necesito usarla.
-Compré algo para el bebé, me estoy comprando ya las cosas para no hacer desembolso de golpe y porrazo.-fui hacia el cuarto del niño y tomé el bote que compré.-Huele a cerezas, no sé si te irá bien. Estuve aprobándolo unos días para lavarme las manos, el gel, y la verdad es que para un niño huele bien.-y le miré sonriendo.-A ti te queda perfecto.-había notado que usó el gel de prueba, además olía a cerezas. Besé sus labios cuando me senté a su lado nada más que con los boxer. No me iba a poner nada más aunque me lo rogara.
-¿Dices que huelo a bebé?-preguntó riendo mientras se echaba crema en las piernas y en los brazos.-Sólo porque no ande por ahí oliendo a maderas y cosas fuertes...-susurró y me miró.-Cuando me vuelva a quedar aquí me tienes que recordar traerme mi maletín de viaje.-dijo sin pensar, porque cuando recapacitar se quedó pensativo.
-Tranquilo, te compraré algo especial para ti.-dije mordisqueando su cuello y luego su oreja.-Debemos dormir.-murmuré acariciando su vientre mientras lo abrazaba.-¿Quieres otro zumo? ¿o algo más?-me preocupaba que no estuviera cómodo.
-No gracias, estoy bien.-se recostó contra las almohadas entonces, parecía algo aturdido.-¿Prefieres algún lado de la cama?-preguntó metiendo las piernas bajo las sábanas, agarrando la almohada para abrazarla.
-Donde tú quieras.-dije acomodándome a su lado, agarrándolo suavemente de las caderas.-¿No soy mejor que la almohada?-pregunta besando uno de sus hombros.-Realmente te queda bien la crema.
-Gracias.-se giró dándome la espalda agarrando bien la almohada, pero terminó acomodándose leve contra mi pecho.-Así está mejor, sólo no se te ocurra levantarme temprano porque descubrirás algo muy feo de mí.-sonrió leve y se acomodó un poco más.
-Eso ya lo sé.-dije acariciando bien su cuerpo. Tenerlo así después de lo que había pasado y dicho me hacía sentirme más próximo a él, era todo un paso.-Mañana te llevaré a una presentación literaria, te gustará.
-Tengo mucho trabajo pendiente Hiza.-murmuró.-Me atrasé mucho estos días.-bostezó tomando mi mano para llevarla entre las suyas, para que lo abrazara.-Me urgen que estén listos y no lo estarán si no vigilo lo que hacen, son incompetentes a veces.-bostezó de nuevo y suspiró.-Ahm, no quiero hablar de trabajo antes de dormir porque me dará pesadillas.
-Será media hora y habrá un pequeño aperitivo...es al medio día.-iríamos, dijera que si o que no. Tan sólo media hora y para colmo nos regalarían el libro. Era un libro que ya había leído, no tenía la firma del autor. Todo era fantasía con novela romántica pero gay. Era interesante.
Casi no pude dormir. Tenerlo tan cerca me volvía loco. Su aroma era distinto al mío a pesar de haber usado mis cremas y lociones. Él olía distinto. Su piel daban ganas de morderla, sobretodo su cuello y sus hombros. Besé su cuello y su mejilla, además de sus manos mientras él dormía. Era demasiado tentador tenerlo así. Pegué sus nalgas a mis caderas, sentía su trasero pequeño y priego rozar mi entrepierna, y eso me hacía alterarme aún más.
-Me vuelves loco.-susurré antes de mordisquear su oreja.
Él seguía durmiendo. No se percataba de nada. Lo peor de todo era eso, que no se diera cuenta. Tal vez si lo hubiera hecho me hubiera golpeado, echado de la cama, largado de mi casa o como mínimo golpeado con el despertador o la almohada.
No sé a que hora me quedé dormido. Tal vez lo hice a eso de las tres de la mañana. Sin embargo, siempre me despertaba a la misma hora. Sonreí al verlo acurrucado hacia mí, abrazado rodeando mi cuello con sus brazos. Reí bajo al ver su rostro dulce que no pegaba para nada con sus gemidos, su movimiento de cadera o simplemente con la perversión con la cual me incitaba.
Cuando me desperté mi padre me había mandado un mensaje. No quería decirme quien era el autor hasta la fecha clave. Cuando vi el mensaje me eché a reír a carcajadas. Tomaba café en la cocina. Había descansado de forma plena y preparaba un buen desayuno. El nombre era el de Paulo, Paulo Wilde. Me sonaba esa forma de escribir, pero jamás pensé que alguien como él tratara fantasía.
Eran apenas las nueve cuando me preparaba el desayuno, ya prácticamente estaba sobre la mesa y bebía el café recién hecho, esperando que él se despertara, pero no lo hizo. Cuando llegó las diez y media fui a por él. Yo me había duchado, afeitado, desayunado y prácticamente vestido. Él no. Él seguía entre las sábanas revueltas. No dudé en hacerle una fotografía con mi móvil. Se veía apetecible, tanto que volví a hacerle otra después de apartar las sábanas.
-Dios mío Olivier.-dije subiendo un poco su ropa.-Joder.
-¿Qué?-murmuró adormilado y yo oculté el móvil.
-Es la hora Oly.-comenté con una sonrisa.
-¿Qué hora es?-preguntó frotándose los ojos.
-Son las diez y media de la mañana.-respondí viendo el despertador de la mesilla y él de inmediato me agarró del rostro.
-Es plena madrugada Hiza.-masculló haciéndose un ovillo.
-Hay que ir donde la presentación del libro.-susurré mordisqueando su cuello.-Oly, no seas cruel conmigo y vístete que así provocas.-puso su pie en mi pecho y me empujó.
-¡Largo! ¡Quiero dormir!-gritó mientras yo perdía el equilibrio y caía al suelo.
-¡Olivier!-grité como respuesta intentando tirar de las sábanas y él jalaba con la misma fuerza.-¡Vas a romper las sábanas! ¡Oly que hemos quedado!
-¡Mentira! ¡Has quedado tú! ¡Vete a tu casa!-respondió molesto.
-¡Tú estás en mi casa!-cuando dije eso él dejó de tirar y volví a caer al suelo.
-¿En serio?-preguntó bostezando y estirándose.-Ya no me acordaba, es verdad.-se rascó la cabeza.-No tengo tan mal gusto decorando.
-Gracias por tu halago.-murmuré levantándome del suelo.
-Lo siento Hiza, pero no me gusta que me despierten tan temprano.-susurró como excusa, pero el golpe me lo había llevado yo. Cuando recordé el móvil me di cuenta que estaba tirado a mi lado. Creo que fue un milagro que no se rompiera.-¿Está bien?
-Sí, no se ha roto.-respondí mirando las fotografías y sonreí por acto reflejo.
-¿Por qué sonríes?-preguntó estirándose e inclinándose hacia mí.
-Por un mensaje que me acaba de llegar.-dije guardándolo en el bolsillo de mi pantalón.
-¿De quién?-interrogó de forma seria, parecía molesto o más bien celoso.
-De mi padre, me acaba de decir una sorpresa del evento.-me levanté bien sacudiéndome y colocando bien la poca ropa que me había puesto.-Es a las doce y sólo tienes una hora para ducharte, arreglarte y hacerte a la idea que tienes que mover el culo.
-¡Es muy temprano!-refunfuñó.-Yo no quiero ir.
-Si no vas te arrepentirás.-dije caminando hacia la sala.-Te prometo que te gustará.
Llegamos tarde. Llegamos tarde porque estuvo enfuruñado todo el camino, incluso desde antes de levantarse de la cama. No paraba de echarme en cara que estaba desaliñado y que tenía jaqueca. Todo eso era por despertar en plena madrugada según él.
Como apenas había podido parar en su casa sólo se había marchado por una playera de color azul calo, unos jaeans CK, y no demasiados complementos. Su cabello era un desastre, según él, pero a mí me gustaba vérselo de esa forma. Sin embargo, llevaba un gorro y unas gafas que ocultaban su rostro y su pelo.
-Me deberás una grande.-murmuró antes de entrar conmigo en la sala.
-El viejo ya la soltó...-dije y Wilde tenía los ojos que se le salían de las órbitas.
Creo que le habían sacado el aliento. Mi padre era de dar noticias sin más. Había dicho que pertenecía a su partido, que sería su sucesor. Y el pobre de Paulo simplemente balbuceaba. Se colocó las gafas y echó sus cabellos hacia atrás, su flequillo revuelto y su rostro de circunstancia lo decía todo. Si bien, tomó agallas y empezó a dirigirse a los presentes mientras los flash fotográficos iluminaban su cara.
-Como...-tosió.-Como ha dicho mi gran amigo.-aunque de amigo no tenía nada, era un pacto de demonios lo que habían hecho ambos.-me quedo con su puesto en la presidencia del partido.
Vino batería de preguntas y él mostró el libro. Intentaba que sólo se hablara del libro. No quería hablar de política sino de su pasión. Me eché a reír recordando el mote que le había puesto mi hermano.
-Pobre polvos de talco.-susurré riéndome bajo
-Hoy importa mi libro, mi arte, mi pasión... mañana si quieren doy otra rueda de prensa, pero por ahora ruego que se centren en el libro y como preguntas sobre este ya han realizado... procederé a firmarlo quien desee.-
-Ven conmigo.-dije tomándolo de la mano para hacernos hueco entre todos ellos.
Mi padre tenía una triunfante sonrisa en los labios, había conseguido dar un golpe de efecto. Un golpe que tal vez le devolvían nada más marcharse todos. Paulo estaba que quería matarlo.
-Hiza... no.-dijo deteniéndose mientras jalaba de mi mano.-¿Cómo voy a saludarlo viéndome así?-se sonrojó y avergonzó de forma tan tierna que me hizo sonreír.-Ve y saluda tú.-balbuceó nervioso.-¡Te espero viendo libros!-quería largarse, pero le agarré bien.-
-Oly... mi padre seguramente te ha investigado incluso que talla de calzoncillos usas.-dije siendo sincero.-Es Yakuza, quiera o no, así que no te pongas con remilgos porque seguro que ha visto fotos tuyas de todos los estilos.-llegamos a la mesa y saqué de mi bandolera dos libros.
-Hiza.-empezó a decir algo más, pero ya eso yo no lo escuché.
-Buenas Paulo.-dije como saludo cuando llegué antes que se formara la gran cola.- ¿Aún con los huevos de corbata?-interrogué e hice reír a mi padre.
-Hizaki.-carraspeó tras decir mi nombre, como si intentara aliviar sus nervios y mis ganas de matarme.-Digamos que vuestro padre se propasó.-añadió intentando relajarse y acomodándose las gafas.
-Dije la verdad.-intervino él encogiéndose de hombros y él le miró por el borde de sus gafas.
-¿Nos firmas?-sonreí orgulloso dejando los ejemplares.
-Por supuesto.-dijo sacando su pluma mientras yo veía la reacción de Olivier. Sabía que quería salir corriendo hacia la puerta y tal vez hacia el aeropuerto más cercano.
-Señor Wilde.-murmuró al fin.-Tengo toda su trilogía pasada.
-Es un placer conocer a un lector habitual.-sonrió de forma afable, aunque sabía que era el demonio en persona.
-Te dije que te gustaría ¿ahora no soy tan cruel al despertarte temprano verdad?-Paulo rió bajo ante mi comentario y él solo se sonrojó más.
-No deberías ser tan descortés Hizaki.-murmuró alzando los ojos para colocarse bien las gafas.-El joven no habría podido dormir bien.-clavo de nuevo sus ojos con una sonrisa en Oly y de seguro miraba el chupetón claro que tenía en su cuello.
-Oh.-se sonrojó, pero acabó sonriendo con cierto leve de coquetería.-No se preocupe por mi señor Wilde, mis horas de sueño están bien cuidadas desde que usted dejo de ocupar mis noches.-sonrió aún más coqueto y eso hizo que mi tic nervioso apareciera. Era un tic herencia de mi padre, un tic que no podía evitar sacar a la luz.-y será un placer que a partir de hoy vuelva a entrometerse en ellas.-dijo señalando el otro volumen para aproximárselo un poco más.
¡Yo lo mataba! ¡Juro que lo mataba! ¡Los mataba a los dos! Pero mi expresión quedó fría, como si no pasara nada. Mi padre nada más de ver el tic que se formó en mi ojo se echó a reír a carcajadas.
-Será un honor.-comentó Paulo mientras tomaba el libro de Oly y lo observaba.-¿Olivier verdad? usted sigue las letras, yo las tendencias en moda.-mi tic se acentuó y miré hacia otro lado.
Intenté calmarme, porque como no me calmara mi padre se quedaba sin sustituto. Iba a golpearlo hasta en la foto del pasaporte. Quería arrancarle la cabeza y pisotear sus gafas. Deseaba sacarle los ojos como si fuera un buitre.
-Semana de la moda, en el invierno pasado, ¿no es así?-interrogó sin apartar sus ojos de Paulo. Mi padre simplemente sonreía de forma socarrona. Yo sólo apretaba los puños intentando controlarme.-No recordaré cara de políticos, pero sí recuerdo las caras de los asistentes de primera fila.-esa coquetería me hartaba. Jamás se había comportado así conmigo y sin embargo con ese paliducho de gafas de culo de vaso sí.-Ha sido un placer ponerle al final nombre a su rostro.
Entonces como de la nada escuché la voz de alguien, una voz familiar, que gritaba mi nombre. Era Bou. Hacía meses que me preguntaba que fue de él, no lo volví a ver y tampoco por el instituto. Me pregunté si había terminado cambiando de idea para la escolarización en mi pasada escuela. Yo simplemente hice un gesto para que se aproximara, hice que se saltara la fila y quedara frente a mí.
-Sí, así es.-indicó Wilde ofreciéndole el ejemplar con una sonrisa, pero yo simplemente intenté evitar mirar más hacia la mesa.
-Gracias por su firma, será un placer volver a soñar con usted.-ese murmullo me crispó. Pero ya estaba Bou frente a mí.
Me alegré profundamente que él estuviera solo sin su primo, su primo me causaba repelus y prefería mantenerlo lejos de mi vista.
-¡Hola!-exclamó con un tono lleno de felicidad, como si la energía le hiciera brincar cada sílaba.-Tiempo sin verte.-comentó con una sonrisa.-¿Cómo has estado Hizaki?-se quedó parado frente a mí.-Pensé que podrías estar aquí así que convencí a Ahinji para venir.-al decir el nombre de su primo sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
-Me alegra verte.-dije apoyando una de mis manos en sus hombros. Entonces miré hacia Oly y sonreí.-Te presento a Bou, que no sabía que estaría aquí.-era un buen chico, siempre me pregunté donde diablos se había metido todo ese tiempo.-Él es mi.-en esos momentos no sabía como decirle a Oly...-amigo especial.
-Bonita forma de llamar a tu amante, esa no la conocía.-dijo mi padre riendo bajo.-Dios no sabía que iba a ser tan divertido.
-Cállate o te dará otro infarto.-gruñí.
Mi padre se carcajeó tanto que terminó cayéndose de la silla, pero no dejó de reír. Muchos le observaron con lágrimas en los ojos. Era un maldito capullo cuando le daba el día de ir de divo del universo.
-Encantado.-dijo mi amigo inclinándose leve hacia Olivier.
Olivier me apretaba la mano clavándome sus uñas, enterrándolas bien en la palma de mi mano y haciéndome sentir que estaba ante un demonio cargado de celos. Sus ojos estaban ocultos por sus gafas de sol pero hubiera jurado que lo examinaba como a un experimento genético, no perdió detalle. Yo mientras intentaba no llorar del dolor.
-Enchante.-siseó.
-Lo de amante te lo dice a ti...idiota.-murmuré intentando no chillar.-Bou sólo es mi amigo... amigo Oly... el único amante eres tú.-dije mirándole con los ojos llenos de lágrimas-Deja de clavarlas.-me apretó con más ganas y finalmente me soltó.
-Parece que te salió celoso.-dijo mi padre entre carcajadas, ya se había sentado de nuevo en la silla. Paulo simplemente sonrió.
-¡Papá!-grité molesto, pero él se fue a saludar a otros viejos conocidos.
-¡No me llames idiota!-replicó algo molesto.-Olivier Mursell, un placer conocerle.-comentó al fin y yo respiré aliviado observándome la mano destrozada por las uñas. Se veían bien las marcas y eso me daba una mayor sensación de dolor.
-Bou... ¿y tu primo?-pregunté buscando a esa maldita lapa. Tomé una de las botellas frías mientras los movía hacia otro lado para que no interrumpieran a las fans de Paulo.-Olivier es mi pareja, como ves asenté la cabeza y me llevo mejor con mi padre.
-Oh, está bien.-dijo mirando la toalla.-¿Salte? Vamos que no me puedo secar si estás aquí.-dejó el brick del zumo en el piso y estiró los brazos para tomar la toalla, pero no hizo intento de levantarse.
-De acuerdo.-dije saliendo para darle intimidad. Me quedé tras la puerta, a un lado, porque yo también quería darme una buena ducha. Claro que mis buenas duchas eran de cinco minutos, no tanto tiempo como él usaba.
-Dios qué calor.-murmuré con la espalda pegada a la pared.
-Listo.-dijo saliendo con una toalla enorme alrededor de su cadera. No sé como lo hizo, pero supuse que sería con alguna de las gomillas que usaba para enrollar los cables.-¿Tendrás algo que pueda usar de pijama?-preguntó mientras yo babeaba como un idiota.
-Te dejé unos boxer grandes y una de mis camisetas de estar por casa.-dije antes de meterme en el baño.-Si quieres algo más espera que salga.
Me metí en la ducha tras vaciar la bañera y me di un buen enjabonamiento, aunque de forma rápida. No quería pensar en lo que había acabado de ver, aún tenía las hormonas revueltas. Noté que se había acabado el agua caliente, pero en vez de refunfuñar di las gracias. Tenía que enfriar mi cuerpo.
Salí pronto empapado con una toalla en la cintura y la otra agitando los cabellos. Entré en el cuarto con unos desodorantes en la mano y se los lancé a un lado en la cama.
-Te saliste sin ellos.-comenté.-No hay otro.-fui hacia las cajas que había desarmado y saqué unos boxer.-Aún no saqué todo, me cuesta horrores organizar la casa.
-Oleré raro.-replicó al notar el perfume de uno de los aerosoles.-Bueno raro no, simplemente no oleré a mí.-me giré y le vi con la nariz arrugada olfateando de forma cómica el aire. Casi me eché a reír, pero era lógico. Él no usaba ese tipo de olores.-Esto es demasiado masculino para mí.-reí bajo mientras me subía los boxer, e intentaba que no se molestara porque no podía contenerme.-¿Tendrás crema hidratante?-preguntó cruzando sus piernas en forma de flor de loto.-Mi piel es muy seca y necesito usarla.
-Compré algo para el bebé, me estoy comprando ya las cosas para no hacer desembolso de golpe y porrazo.-fui hacia el cuarto del niño y tomé el bote que compré.-Huele a cerezas, no sé si te irá bien. Estuve aprobándolo unos días para lavarme las manos, el gel, y la verdad es que para un niño huele bien.-y le miré sonriendo.-A ti te queda perfecto.-había notado que usó el gel de prueba, además olía a cerezas. Besé sus labios cuando me senté a su lado nada más que con los boxer. No me iba a poner nada más aunque me lo rogara.
-¿Dices que huelo a bebé?-preguntó riendo mientras se echaba crema en las piernas y en los brazos.-Sólo porque no ande por ahí oliendo a maderas y cosas fuertes...-susurró y me miró.-Cuando me vuelva a quedar aquí me tienes que recordar traerme mi maletín de viaje.-dijo sin pensar, porque cuando recapacitar se quedó pensativo.
-Tranquilo, te compraré algo especial para ti.-dije mordisqueando su cuello y luego su oreja.-Debemos dormir.-murmuré acariciando su vientre mientras lo abrazaba.-¿Quieres otro zumo? ¿o algo más?-me preocupaba que no estuviera cómodo.
-No gracias, estoy bien.-se recostó contra las almohadas entonces, parecía algo aturdido.-¿Prefieres algún lado de la cama?-preguntó metiendo las piernas bajo las sábanas, agarrando la almohada para abrazarla.
-Donde tú quieras.-dije acomodándome a su lado, agarrándolo suavemente de las caderas.-¿No soy mejor que la almohada?-pregunta besando uno de sus hombros.-Realmente te queda bien la crema.
-Gracias.-se giró dándome la espalda agarrando bien la almohada, pero terminó acomodándose leve contra mi pecho.-Así está mejor, sólo no se te ocurra levantarme temprano porque descubrirás algo muy feo de mí.-sonrió leve y se acomodó un poco más.
-Eso ya lo sé.-dije acariciando bien su cuerpo. Tenerlo así después de lo que había pasado y dicho me hacía sentirme más próximo a él, era todo un paso.-Mañana te llevaré a una presentación literaria, te gustará.
-Tengo mucho trabajo pendiente Hiza.-murmuró.-Me atrasé mucho estos días.-bostezó tomando mi mano para llevarla entre las suyas, para que lo abrazara.-Me urgen que estén listos y no lo estarán si no vigilo lo que hacen, son incompetentes a veces.-bostezó de nuevo y suspiró.-Ahm, no quiero hablar de trabajo antes de dormir porque me dará pesadillas.
-Será media hora y habrá un pequeño aperitivo...es al medio día.-iríamos, dijera que si o que no. Tan sólo media hora y para colmo nos regalarían el libro. Era un libro que ya había leído, no tenía la firma del autor. Todo era fantasía con novela romántica pero gay. Era interesante.
Casi no pude dormir. Tenerlo tan cerca me volvía loco. Su aroma era distinto al mío a pesar de haber usado mis cremas y lociones. Él olía distinto. Su piel daban ganas de morderla, sobretodo su cuello y sus hombros. Besé su cuello y su mejilla, además de sus manos mientras él dormía. Era demasiado tentador tenerlo así. Pegué sus nalgas a mis caderas, sentía su trasero pequeño y priego rozar mi entrepierna, y eso me hacía alterarme aún más.
-Me vuelves loco.-susurré antes de mordisquear su oreja.
Él seguía durmiendo. No se percataba de nada. Lo peor de todo era eso, que no se diera cuenta. Tal vez si lo hubiera hecho me hubiera golpeado, echado de la cama, largado de mi casa o como mínimo golpeado con el despertador o la almohada.
No sé a que hora me quedé dormido. Tal vez lo hice a eso de las tres de la mañana. Sin embargo, siempre me despertaba a la misma hora. Sonreí al verlo acurrucado hacia mí, abrazado rodeando mi cuello con sus brazos. Reí bajo al ver su rostro dulce que no pegaba para nada con sus gemidos, su movimiento de cadera o simplemente con la perversión con la cual me incitaba.
Cuando me desperté mi padre me había mandado un mensaje. No quería decirme quien era el autor hasta la fecha clave. Cuando vi el mensaje me eché a reír a carcajadas. Tomaba café en la cocina. Había descansado de forma plena y preparaba un buen desayuno. El nombre era el de Paulo, Paulo Wilde. Me sonaba esa forma de escribir, pero jamás pensé que alguien como él tratara fantasía.
Eran apenas las nueve cuando me preparaba el desayuno, ya prácticamente estaba sobre la mesa y bebía el café recién hecho, esperando que él se despertara, pero no lo hizo. Cuando llegó las diez y media fui a por él. Yo me había duchado, afeitado, desayunado y prácticamente vestido. Él no. Él seguía entre las sábanas revueltas. No dudé en hacerle una fotografía con mi móvil. Se veía apetecible, tanto que volví a hacerle otra después de apartar las sábanas.
-Dios mío Olivier.-dije subiendo un poco su ropa.-Joder.
-¿Qué?-murmuró adormilado y yo oculté el móvil.
-Es la hora Oly.-comenté con una sonrisa.
-¿Qué hora es?-preguntó frotándose los ojos.
-Son las diez y media de la mañana.-respondí viendo el despertador de la mesilla y él de inmediato me agarró del rostro.
-Es plena madrugada Hiza.-masculló haciéndose un ovillo.
-Hay que ir donde la presentación del libro.-susurré mordisqueando su cuello.-Oly, no seas cruel conmigo y vístete que así provocas.-puso su pie en mi pecho y me empujó.
-¡Largo! ¡Quiero dormir!-gritó mientras yo perdía el equilibrio y caía al suelo.
-¡Olivier!-grité como respuesta intentando tirar de las sábanas y él jalaba con la misma fuerza.-¡Vas a romper las sábanas! ¡Oly que hemos quedado!
-¡Mentira! ¡Has quedado tú! ¡Vete a tu casa!-respondió molesto.
-¡Tú estás en mi casa!-cuando dije eso él dejó de tirar y volví a caer al suelo.
-¿En serio?-preguntó bostezando y estirándose.-Ya no me acordaba, es verdad.-se rascó la cabeza.-No tengo tan mal gusto decorando.
-Gracias por tu halago.-murmuré levantándome del suelo.
-Lo siento Hiza, pero no me gusta que me despierten tan temprano.-susurró como excusa, pero el golpe me lo había llevado yo. Cuando recordé el móvil me di cuenta que estaba tirado a mi lado. Creo que fue un milagro que no se rompiera.-¿Está bien?
-Sí, no se ha roto.-respondí mirando las fotografías y sonreí por acto reflejo.
-¿Por qué sonríes?-preguntó estirándose e inclinándose hacia mí.
-Por un mensaje que me acaba de llegar.-dije guardándolo en el bolsillo de mi pantalón.
-¿De quién?-interrogó de forma seria, parecía molesto o más bien celoso.
-De mi padre, me acaba de decir una sorpresa del evento.-me levanté bien sacudiéndome y colocando bien la poca ropa que me había puesto.-Es a las doce y sólo tienes una hora para ducharte, arreglarte y hacerte a la idea que tienes que mover el culo.
-¡Es muy temprano!-refunfuñó.-Yo no quiero ir.
-Si no vas te arrepentirás.-dije caminando hacia la sala.-Te prometo que te gustará.
Llegamos tarde. Llegamos tarde porque estuvo enfuruñado todo el camino, incluso desde antes de levantarse de la cama. No paraba de echarme en cara que estaba desaliñado y que tenía jaqueca. Todo eso era por despertar en plena madrugada según él.
Como apenas había podido parar en su casa sólo se había marchado por una playera de color azul calo, unos jaeans CK, y no demasiados complementos. Su cabello era un desastre, según él, pero a mí me gustaba vérselo de esa forma. Sin embargo, llevaba un gorro y unas gafas que ocultaban su rostro y su pelo.
-Me deberás una grande.-murmuró antes de entrar conmigo en la sala.
-El viejo ya la soltó...-dije y Wilde tenía los ojos que se le salían de las órbitas.
Creo que le habían sacado el aliento. Mi padre era de dar noticias sin más. Había dicho que pertenecía a su partido, que sería su sucesor. Y el pobre de Paulo simplemente balbuceaba. Se colocó las gafas y echó sus cabellos hacia atrás, su flequillo revuelto y su rostro de circunstancia lo decía todo. Si bien, tomó agallas y empezó a dirigirse a los presentes mientras los flash fotográficos iluminaban su cara.
-Como...-tosió.-Como ha dicho mi gran amigo.-aunque de amigo no tenía nada, era un pacto de demonios lo que habían hecho ambos.-me quedo con su puesto en la presidencia del partido.
Vino batería de preguntas y él mostró el libro. Intentaba que sólo se hablara del libro. No quería hablar de política sino de su pasión. Me eché a reír recordando el mote que le había puesto mi hermano.
-Pobre polvos de talco.-susurré riéndome bajo
-Hoy importa mi libro, mi arte, mi pasión... mañana si quieren doy otra rueda de prensa, pero por ahora ruego que se centren en el libro y como preguntas sobre este ya han realizado... procederé a firmarlo quien desee.-
-Ven conmigo.-dije tomándolo de la mano para hacernos hueco entre todos ellos.
Mi padre tenía una triunfante sonrisa en los labios, había conseguido dar un golpe de efecto. Un golpe que tal vez le devolvían nada más marcharse todos. Paulo estaba que quería matarlo.
-Hiza... no.-dijo deteniéndose mientras jalaba de mi mano.-¿Cómo voy a saludarlo viéndome así?-se sonrojó y avergonzó de forma tan tierna que me hizo sonreír.-Ve y saluda tú.-balbuceó nervioso.-¡Te espero viendo libros!-quería largarse, pero le agarré bien.-
-Oly... mi padre seguramente te ha investigado incluso que talla de calzoncillos usas.-dije siendo sincero.-Es Yakuza, quiera o no, así que no te pongas con remilgos porque seguro que ha visto fotos tuyas de todos los estilos.-llegamos a la mesa y saqué de mi bandolera dos libros.
-Hiza.-empezó a decir algo más, pero ya eso yo no lo escuché.
-Buenas Paulo.-dije como saludo cuando llegué antes que se formara la gran cola.- ¿Aún con los huevos de corbata?-interrogué e hice reír a mi padre.
-Hizaki.-carraspeó tras decir mi nombre, como si intentara aliviar sus nervios y mis ganas de matarme.-Digamos que vuestro padre se propasó.-añadió intentando relajarse y acomodándose las gafas.
-Dije la verdad.-intervino él encogiéndose de hombros y él le miró por el borde de sus gafas.
-¿Nos firmas?-sonreí orgulloso dejando los ejemplares.
-Por supuesto.-dijo sacando su pluma mientras yo veía la reacción de Olivier. Sabía que quería salir corriendo hacia la puerta y tal vez hacia el aeropuerto más cercano.
-Señor Wilde.-murmuró al fin.-Tengo toda su trilogía pasada.
-Es un placer conocer a un lector habitual.-sonrió de forma afable, aunque sabía que era el demonio en persona.
-Te dije que te gustaría ¿ahora no soy tan cruel al despertarte temprano verdad?-Paulo rió bajo ante mi comentario y él solo se sonrojó más.
-No deberías ser tan descortés Hizaki.-murmuró alzando los ojos para colocarse bien las gafas.-El joven no habría podido dormir bien.-clavo de nuevo sus ojos con una sonrisa en Oly y de seguro miraba el chupetón claro que tenía en su cuello.
-Oh.-se sonrojó, pero acabó sonriendo con cierto leve de coquetería.-No se preocupe por mi señor Wilde, mis horas de sueño están bien cuidadas desde que usted dejo de ocupar mis noches.-sonrió aún más coqueto y eso hizo que mi tic nervioso apareciera. Era un tic herencia de mi padre, un tic que no podía evitar sacar a la luz.-y será un placer que a partir de hoy vuelva a entrometerse en ellas.-dijo señalando el otro volumen para aproximárselo un poco más.
¡Yo lo mataba! ¡Juro que lo mataba! ¡Los mataba a los dos! Pero mi expresión quedó fría, como si no pasara nada. Mi padre nada más de ver el tic que se formó en mi ojo se echó a reír a carcajadas.
-Será un honor.-comentó Paulo mientras tomaba el libro de Oly y lo observaba.-¿Olivier verdad? usted sigue las letras, yo las tendencias en moda.-mi tic se acentuó y miré hacia otro lado.
Intenté calmarme, porque como no me calmara mi padre se quedaba sin sustituto. Iba a golpearlo hasta en la foto del pasaporte. Quería arrancarle la cabeza y pisotear sus gafas. Deseaba sacarle los ojos como si fuera un buitre.
-Semana de la moda, en el invierno pasado, ¿no es así?-interrogó sin apartar sus ojos de Paulo. Mi padre simplemente sonreía de forma socarrona. Yo sólo apretaba los puños intentando controlarme.-No recordaré cara de políticos, pero sí recuerdo las caras de los asistentes de primera fila.-esa coquetería me hartaba. Jamás se había comportado así conmigo y sin embargo con ese paliducho de gafas de culo de vaso sí.-Ha sido un placer ponerle al final nombre a su rostro.
Entonces como de la nada escuché la voz de alguien, una voz familiar, que gritaba mi nombre. Era Bou. Hacía meses que me preguntaba que fue de él, no lo volví a ver y tampoco por el instituto. Me pregunté si había terminado cambiando de idea para la escolarización en mi pasada escuela. Yo simplemente hice un gesto para que se aproximara, hice que se saltara la fila y quedara frente a mí.
-Sí, así es.-indicó Wilde ofreciéndole el ejemplar con una sonrisa, pero yo simplemente intenté evitar mirar más hacia la mesa.
-Gracias por su firma, será un placer volver a soñar con usted.-ese murmullo me crispó. Pero ya estaba Bou frente a mí.
Me alegré profundamente que él estuviera solo sin su primo, su primo me causaba repelus y prefería mantenerlo lejos de mi vista.
-¡Hola!-exclamó con un tono lleno de felicidad, como si la energía le hiciera brincar cada sílaba.-Tiempo sin verte.-comentó con una sonrisa.-¿Cómo has estado Hizaki?-se quedó parado frente a mí.-Pensé que podrías estar aquí así que convencí a Ahinji para venir.-al decir el nombre de su primo sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.
-Me alegra verte.-dije apoyando una de mis manos en sus hombros. Entonces miré hacia Oly y sonreí.-Te presento a Bou, que no sabía que estaría aquí.-era un buen chico, siempre me pregunté donde diablos se había metido todo ese tiempo.-Él es mi.-en esos momentos no sabía como decirle a Oly...-amigo especial.
-Bonita forma de llamar a tu amante, esa no la conocía.-dijo mi padre riendo bajo.-Dios no sabía que iba a ser tan divertido.
-Cállate o te dará otro infarto.-gruñí.
Mi padre se carcajeó tanto que terminó cayéndose de la silla, pero no dejó de reír. Muchos le observaron con lágrimas en los ojos. Era un maldito capullo cuando le daba el día de ir de divo del universo.
-Encantado.-dijo mi amigo inclinándose leve hacia Olivier.
Olivier me apretaba la mano clavándome sus uñas, enterrándolas bien en la palma de mi mano y haciéndome sentir que estaba ante un demonio cargado de celos. Sus ojos estaban ocultos por sus gafas de sol pero hubiera jurado que lo examinaba como a un experimento genético, no perdió detalle. Yo mientras intentaba no llorar del dolor.
-Enchante.-siseó.
-Lo de amante te lo dice a ti...idiota.-murmuré intentando no chillar.-Bou sólo es mi amigo... amigo Oly... el único amante eres tú.-dije mirándole con los ojos llenos de lágrimas-Deja de clavarlas.-me apretó con más ganas y finalmente me soltó.
-Parece que te salió celoso.-dijo mi padre entre carcajadas, ya se había sentado de nuevo en la silla. Paulo simplemente sonrió.
-¡Papá!-grité molesto, pero él se fue a saludar a otros viejos conocidos.
-¡No me llames idiota!-replicó algo molesto.-Olivier Mursell, un placer conocerle.-comentó al fin y yo respiré aliviado observándome la mano destrozada por las uñas. Se veían bien las marcas y eso me daba una mayor sensación de dolor.
-Bou... ¿y tu primo?-pregunté buscando a esa maldita lapa. Tomé una de las botellas frías mientras los movía hacia otro lado para que no interrumpieran a las fans de Paulo.-Olivier es mi pareja, como ves asenté la cabeza y me llevo mejor con mi padre.
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