6/3/10

Un poco de teatro VI


Poco después estábamos frente al loft de Olivier. Sabía que una de sus asistentas estaría allí terminando de recopilar información y esperándome en realidad. Oly me pidió que fuera, que tomara cita primero, pero probé suerte y la hallé.

Ella estaba allí con su pequeño portátil, sus pequeñas gafas, su pequeño recogido y su gran escote. Mi hermano se quedó mirando sus pechos y yo tuve que darle un golpe. Sabía que haría algún comentario al respecto y era mejor que se mantuviera callado. Me dejé tomar las medidas para que anotara las nuevas junto a las antiguas. No hablamos demasiado, tan sólo lo mínimo debido a las prisas que llevaba esa mañana.

-A penas acababa de llegar, esperaba que confirmaras hora.-dijo acomodando sus gafas.-Esto es de locos, pero creo que quedará como esperamos.-sonrió y se inclinó para acariciar los cabellos de mi hermano.-Eres tan guapo como me imaginaba, ya que Clarissa siempre habla de sus niños.-se incorporó y se giró observando los datos.-Has incrementado masa muscular.

-Sí, estoy entrenando un poco más últimamente pues tengo algunos combates en el gimnasio y también algunas competiciones menores.-dije con una sonrisa llena de orgullo.

-Te lo resumo mi hermano se mata las neuronas a golpes con otros imbéciles amigos suyos.-lo fulminé con la mirada mientras ella se reía terminando de pasar información al portátil.

-Hizaki la próxima vez avisa o vas directamente a nuestro lugar de trabajo.-sacó un posit y puso la dirección.-Este es mi número personal, este es el de la oficina que te contestará alguna de las chicas o yo misma, y este otro es el del busca.

-No creo que haga falta otra prueba ¿o sí?-me rasqué la cabeza algo confuso.

-Hará falta para los modelos que lucirás tú y no los otros modelos.-comentó cerrando el portátil para quedar frente a mí.-Ha sido un placer volver a verte.-me dio dos besos sonrojándose.

-Bueno entonces ya llamaré para preguntar cuando debo pasarme por el local, aunque Olivier llegará en unos días ¿no es así?-pregunté dirigiéndome hacia la salida con mi hermano de la mano.

-Sí.-respondió con una sonrisa encantadora.-Pero debes saber que a veces es un despistado y bueno a veces se le olvida... si quieres puedes llamarme.

-Vale.-dije sin más.

Bajamos junto a ella en el ascensor y al final nos separamos en la salida. Ella fue hacia la zona de aparcamiento y nosotros hacia la salida de peatones. Mi hermano reía a carcajadas sin saber bien porqué lo hacía, me resultaba confuso que hiciera eso. Así que me paré en seco y le miré a los ojos sin saber como preguntarle.

-¡Conozco esa mirada!-dijo señalándome.-No sabes porqué me río... ¡mira que eres tonto! ¡Intentaba ligar contigo! ¡Coqueteaba contigo! ¡Hizaki eres un ingenuo!-explotó en carcajadas aferrándose a mi brazo para no tropezarse, porque incluso comenzó a llorar al ver mi cara de circunstancia.

-Eso es imposible porque me hubiera dado cuenta.-respondí intentando mantener la calma.

-Mentira.-se secaba las lágrimas.-No te has dado cuenta porque ya estás haciéndole ojitos a Olivier, sino te hubieras dado cuenta porque eres un trozo de carne hormonada con patas.

-Yo sigo teniendo mi instinto.-dije tirando de él para llevarlo al paso de peatones.-Además tú de eso no tienes idea alguna.

-Falso.-respondió con rapidez.-A mí cuando me gusta una chica sólo me gusta esa, no me gusta otra y no me fijo en si me miran o no.-dijo rascándose la cabeza del mismo modo que yo lo había hecho antes.-El amor nos vuelve ciegos.

-¿Y cómo sabes tú ahora de eso?-interrogué alzando una de mis cejas.

-Hizaki estoy creciendo y estoy empezando a sentir mis hormonas revueltas, además te recuerdo que soy maduro para mi edad.

-Llevas ahora mismo una camiseta con un gato.-dije como única respuesta a lo que decía.

-Eso no quita que sea maduro, me gustan cosas de críos pero no tiene nada que ver.-se quedó serio hasta terminar de cruzar hacia mi apartamento.

No seguimos con la discusión, en sí la evité. Estaba creciendo cada vez más rápido y recordaba claramente cuando dejé de ver dibujos animados con la ilusión de su edad. Comencé a preocuparme por él, por cuidarlo y hacerle sentir orgulloso de mí. Desde que tengo uso de razón he cuidado a mi hermano como si fuera algo más allá de la responsabilidad filial, era casi el deseo insano de hacer que él no cometiera mis errores. Me di cuenta que mi padre siempre me dijo algo con sus silencios, con esas miradas fijas, y esas frases a medio acabar. En ese momento me percaté que él veía los mismos errores en mí, errores de juventud.

Yo quería hacerle madurar poco a poco, no de esa forma. Antes me preguntaba cómo era el amor y si este podía perdurar como los cuentos que aún le contaba. Sin embargo, en cuestión de semanas se estaba convirtiendo en un adolescente con ansias de conocimiento. No sabía si lo que había lo decía por experiencia o porque lo escuchó, tampoco quería creer que su inocencia se había corrompido por completo.

Pasé el resto del día con él. No volví a tocar el tema de las chicas y la atracción. Decidí hacer oídos sordos y ojos vendados a todo lo que pasaba en su vida y en la mía. Jugamos con los videojuegos y se pegó a mí como una maldita lapa. Sin embargo volvimos a ponernos serios.

-Ayer Yue me pidió tu teléfono.-dijo mientras mordisqueaba un mixto que le había preparado con la planta de sanwich que me habían regalado.-Le dije que seguías teniendo el mismo ¿qué pasa con Yue? ¿Ya no le hablas? Porque no seáis novios no significa que no podáis ser amigos.

-Ese es el problema.-respondí dejando mi bocadillo sobre el plato y le miré a los ojos.-Él quiere seguir siendo mi novio, me insiste y me llena los teléfonos de mensajes. He terminado rogando a las compañías de móvil que bloqueen sus teléfonos, los de sus hermanos y el de sus padres. No quiero que pueda enviarme mensajes, no deseo que pueda ponerse en contacto conmigo.

-¿Ya le dejaste todo claro?-preguntó confuso.-Siempre va a casa y pregunta por ti, siempre está al asecho por si ve tu coche o movimiento en el garaje. Se la pasa rondando la casa.-recostó su cabeza sobre mi hombro y se quedó en silencio junto a mí.

-Yue fue importante para mí, me demostró que me amaba y se lo agradecí. Sin embargo, no puedo amarlo. No puedo cambiar mis sentimientos hacia Olivier para entregarme a la causa perdida de ser su pareja.-di un bocado al bocadillo y suspiré tras hacerlo pasar con un poco de refresco.

-¿Amas mucho a Oly?-dijo clavando sus enormes orbes oscuras en las mías. Sus ojos parecían sobresalir de su rostro.-¿Cómo supiste que eras gay?

-No soy gay.-respondí.-No soy homosexual.-era difícil explicar lo que sentía.-Yo amo la forma de ser de Olivier, además de su cuerpo y su forma de pensar.-sonrió al escuchar eso.-Soy bisexual porque me sucede lo mismo con las mujeres.

-Te gusta todo en conjunto y sobretodo lo que no se ve con una foto.-se encogió en el sofá y siguió comiendo.

-Exacto y no me importa si tiene pechos o si le cuelga algo. Es un amor que viene y te llena, algo que no se puede explicar.-sonreí mientras él me devolvía la sonrisa.-Debes tener en cuenta algo y es que no debes ver mal el amor entre dos personas, sean del sexo que sean o cualquier otra cosa de relevancia. Algo que sea destacable.-no sabía como explicárselo.-Verás no importa como se llamen, ni donde hayan nacido, ni si tienen más o menos dinero. Mientras haya respeto todo vale, excepto estar con un menor y estar casado engañando así a tu mujer y a ti mismo.

-Como papá.-respondió casi de inmediato.-Pero creo que papá ya no engañaba a mamá, porque él ya no la quería como ella deseaba ¿verdad?-preguntó alzando una ceja quedándose serio.-¿Por qué papá jamás dijo la verdad? ¿A qué tenía miedo?

-A que mamá lo rechazara, lo rechazaran los abuelos, lo rechazáramos nosotros y por supuesto las personas que hacen tratos con él. Hasta hace unos años había una ley de peligrosidad social en muchos países, ley que iba contra personas como papá y como yo.-dije acariciando sus cabellos.-Aún existe esa ley en muchos países, incluso se matan inocentes.

-¿Matan por amar a personas? Creí que sólo se castigaba el odio, la violencia y los robos.-murmuró encogiéndose un poco más, haciéndose un ovillo a mi lado.-No entiendo qué mierda de mundo tenemos, no entiendo porqué a los niños nos hacen ver todo como si fuera fantasía y en realidad es un vertedero.

-Porque sois niños y los niños deben crecer con valores de igualdad, solidaridad y jugando como deben de hacer todos.-dije acariciando sus cabellos, lo único que logré encontrar como réplica.

-Hay niños que mueren de hambre, que mueren en minas y que no saben leer porque jamás fueron a la escuela.-me miró a los ojos pidiéndome soluciones como si fuera un Dios, pero yo sólo era su hermano y sólo podía ayudarle a él.-¿Qué pasará con el mundo dentro de unos años? Seguimos odiándonos por nuestra religión, raza, sexualidad y cada vez más por más chorradas.

-No, no odiamos.-era algo más complicado, algo que debía explicarle de una forma centrada y que comprendiera. Al fin y al cabo era un niño y no quería mezclar ideas extrañas en su cabeza. Lo subí sobre mis piernas y acaricié sus cabellos observándolo.-Nadie odia a nadie así porque sí. Muchos gobiernos ocultan en guerras intereses económicos sobre el suelo que van a ocupar, esto ha sucedido siempre. Sin embargo, no van los políticos ni los reyes a las guerras... van los peones, los soldados, criados en el odio hacia un igual pero de otro país. El odio se inculca desde que te dicen que una religión es la única y verdadera, que los demás son herejes. Tú debes creer en un dios o no, puedes o no puedes creer, pero jamás por creer en uno eres mejor que otro o tienes la absoluta razón.-suspiré tomando aire y sonreí.-El ser humano tiene miedos y su mayor miedo es hacia lo diferente.

-Nosotros somos diferentes aunque somos hermanos pero no te odio.-reí al escuchar eso y lo abracé. Seguía siendo mi hermano, el mocoso de siempre.-Yo jamás estaré con un hombre, lo tengo claro, pero acepto que tú amas a uno... ¿por qué un extraño no puede hacer la vista gorda? A quién debería de importarle es a mí, pero a mí no me importa.

-Tú tienes buen corazón Hero, demasiado buen corazón.-susurré besando su frente y uno de sus carillos.-Debería llevarte a casa ¿o quieres quedarte conmigo?

-Me quiero quedar contigo.-murmuró frotándose los ojos mientras su respiración se hacía lenta y pesada.

-Es medio día aún, pero podría decirle a mamá que te quieres quedar a dormir.-susurré levantándome con él en brazos.-La llamaré ahora.-decía caminando hacia mi dormitorio para dejarlo recostado en la cama.

Tomé el móvil y llamé a mi madre mientras le dejaba algo adormilado en la cama. Sabía que nada más comer le entraría sueño. Siempre era así, lo mirara por donde lo mirara era un niño. Para mí no había crecido por más que sus palabras a veces me recordaran a un adulto. Sentí deseos de tener a mi pequeño, de notarme tan orgulloso con él que con mi hermano. Ellos serían mi orgullo, siempre lo serían y aún lo siguen siendo.

-Hola mamá.-dije dándome cuenta que hacía mucho tiempo que no la llamaba así, simplemente decía Clarissa cuando iniciaba alguna conversación.

-¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a Hero?-preguntó algo preocupada.

-No, simplemente duerme en mi cama y he pensado que podría pasar todo el día con él. Mañana te lo devuelvo sano y salvo.-comenté con una sonrisa.-No tengo que ir al estudio, ni tengo que hacer nada más. Necesito pasar unas horas con él, pronto no tendré tiempo para gastarlo en charlas de hermanos.

-Está bien, está bien.-respondió.-Pero quiero que coma sano, nada de porquerías Hizaki.

-Por favor ¿cómo puedes pensar que soy tan mal nutricionista?-dije como ironía.

-Hizaki soy tu madre, que no se te olvide, y sé como vives y comes. Seguro que estás a base de pizzas, comida congelada y apostaría que lo único no refrito son los bocadillos.-miré hacia el contenedor de basura y suspiré. Parecía que había venido a hurgarlo y echarme todo en cara. Sin embargo, eso era imposible.-No dejes que vea cosas violentas y que duerma tarde.

-De acuerdo.-dije en un suspiro.-Hasta luego mamá.

-Adiós Hizaki.

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