
Ambos se marcharon asintiendo como si fueran más pequeños que yo, pero dudaba que nos lleváramos más de unos meses. Miré a Olivier y lo tomé de la cintura, besé su frente notando que estaba preocupado y como ido. Le ayudé a salir entre el barullo y subimos al vehículo. No dijo nada, tan sólo se quedó en su mundo.
-Hizaki no puedo ir al concierto.-murmuró.-Tengo cosas importantes, reuniones de trabajo, y es algo ineludible.-dijo en un suspiro.
-Supuse que sería así.-comenté.-Pero siempre puedo pedirle a Bou que haga el favor de grabar todo.
No puedo decir que no me importara, porque para mí era algo especial que él estuviera tras los focos. Lo que cantaba era en parte mis sentimientos por él. Quería mostrarle quién era realmente, pero no podía ser. No hice una pataleta, fui bastante maduro. Dejé que estuviera todo el día lejos de mí. Sabía que se tenía que marchar, pero no quería interrumpir su día de trabajo.
Yo decidí darme un día para mí, para meditar. Sin embargo no pude. Tuve llamadas de mi ex. Ella decía tener un dolor terrible en la espalda por culpa de mi capricho. No paraba de decir que no podía trabajar y necesitaba dinero. Yo decidí hacerle una trasferencia bancaria por internet y dejó de quejarse. A veces pensaba que únicamente quería tener el niño para recordarme mi estupidez y sacarme dinero. Esperaba que tuviera el pequeño y no verla más.
Al rato llamé a mi agencia de teléfonos. Quería hablar con alguien que pudiera decirme como bloquear las llamadas. No quería más llamadas perdidas, ni mensajes, de ciertos números de teléfono y tampoco de números que fueran marcados como número privados u ocultos. Seguía teniendo llamadas de él, solía tener el móvil en modo vibración, y era bastante cansado mirar la pantalla y ver su número u otros que no conocía. Me costó casi media hora para explicarle todo el problema que tenía, pero al final accedieron y me sentí en paz. Bloquearían mi línea a esos teléfonos y yo viviría tranquilo.
Me di una buena ducha tras la llamada, después almorcé y mientras comía recordé que había algo que deseaba escribir. Estuve todo el día escribiendo mientras escuchaba canciones de grupos del país de los orígenes de mis raíces. Japón tenía una música rica, tanto la actual como la más tradicional, y yo me sentía orgulloso de ello. Corrí un poco en las máquinas e hice bicicleta, pesas y abdominales. Regresé a la ducha y en la ducha tuve otro momento de inspiración.
Fue así como creé mi primera novela. Una novela extensa. Algo que había empezado meses atrás y que le di forma aquel día. Más de cincuenta folios escritos en una tarde. Cuando cayó la noche recordé que debía alimentarme y llamé a uno de los restaurantes japoneses de la zona. Compré algo de comer, bastante la verdad, y terminé dormido frente a la televisión viendo un partido de fútbol. Nunca pensé que crear algo como un libro fuera tan agotador, inclusive compadecí a Paulo aunque seguía deseando golpearlo durante horas.
Al despertar en plena madrugada corrí al ordenador y comencé a teclear un rato más. Apuntaba en mi libreta algunas ideas que usaría más adelante. Usaba todo lo que conocía de fantasía, además de historias japonesas usaba también la mitología europea. Creo que jamás me sentí así de vivo. Cuando creaba canciones lo hacía para expresar una sensación momentánea o para decir mis sentimientos, pero no era por algo exageradamente importante. Aquello que describía era algo más. Ese algo más era Olivier y toda la historia que estaba tras nosotros.
Recordé en ese mismo instante que por algún lugar tenía el número de Paulo, que tenía anotado ese maldito número de teléfono. También tenía el del despacho que fue de mi padre y alguno que otro más donde podía localizarlo. Llamé desesperado y él aceptó mi llamada al tercer tono. No supe que decir al oír su voz, aquello parecía demasiado precipitado.
-¿Sí?-preguntó tras el otro lado de la línea.-¿Hay alguien?-interrogó.
-Sí, soy Hizaki Sakurai.-respondí antes que colgara.
-¿Hay alguna emergencia?-preguntó sorprendido.-Son las cinco de la mañana.
-¿En serio? No sabía que era tan tarde.-dije algo avergonzado.-Mejor llamo más tarde.
-No.-respondió de forma sincera.-Verás no dormía, escribía.-noté que su tono de voz cambió.-¿Ha ocurrido algo? ¿Necesitas mi ayuda?
-Quiero preguntarte una cosa.-murmuré.-Verás estoy escribiendo una novela, una novela que significa mis sentimientos expuestos ante cualquier lector.-dije acariciando mis cabellos, más bien alborotándolos.
-Eso hacemos todos Hizaki.-respondió.-Todos somos así en este mundo.
-¿Son experiencias?-pregunté indeciso.-No sé si desnudar mi alma es lo apropiado.
-Debes decir lo que sientes en cada momento, no es bueno dejarse pequeños quistes.-bostezó, pude escucharlo y también una voz masculina llamándole a la cama.
-¿Podrías ayudarme a publicar?-dije obviando lo que había escuchado.
-Sí, pero ya hablamos mañana.-dijo antes de colgar.
Yo simplemente me quedé pensativo. Era demasiado temprano y yo estaba molestando. Si bien, quería preguntar aquello que me quemaba. No sabía si debía usarlo como si fuera un personaje, no sabía si nuestra historia debía ser usada para algo como aquello. Pero al final entendí que era una muestra de mi afecto por él.
-Hizaki no puedo ir al concierto.-murmuró.-Tengo cosas importantes, reuniones de trabajo, y es algo ineludible.-dijo en un suspiro.
-Supuse que sería así.-comenté.-Pero siempre puedo pedirle a Bou que haga el favor de grabar todo.
No puedo decir que no me importara, porque para mí era algo especial que él estuviera tras los focos. Lo que cantaba era en parte mis sentimientos por él. Quería mostrarle quién era realmente, pero no podía ser. No hice una pataleta, fui bastante maduro. Dejé que estuviera todo el día lejos de mí. Sabía que se tenía que marchar, pero no quería interrumpir su día de trabajo.
Yo decidí darme un día para mí, para meditar. Sin embargo no pude. Tuve llamadas de mi ex. Ella decía tener un dolor terrible en la espalda por culpa de mi capricho. No paraba de decir que no podía trabajar y necesitaba dinero. Yo decidí hacerle una trasferencia bancaria por internet y dejó de quejarse. A veces pensaba que únicamente quería tener el niño para recordarme mi estupidez y sacarme dinero. Esperaba que tuviera el pequeño y no verla más.
Al rato llamé a mi agencia de teléfonos. Quería hablar con alguien que pudiera decirme como bloquear las llamadas. No quería más llamadas perdidas, ni mensajes, de ciertos números de teléfono y tampoco de números que fueran marcados como número privados u ocultos. Seguía teniendo llamadas de él, solía tener el móvil en modo vibración, y era bastante cansado mirar la pantalla y ver su número u otros que no conocía. Me costó casi media hora para explicarle todo el problema que tenía, pero al final accedieron y me sentí en paz. Bloquearían mi línea a esos teléfonos y yo viviría tranquilo.
Me di una buena ducha tras la llamada, después almorcé y mientras comía recordé que había algo que deseaba escribir. Estuve todo el día escribiendo mientras escuchaba canciones de grupos del país de los orígenes de mis raíces. Japón tenía una música rica, tanto la actual como la más tradicional, y yo me sentía orgulloso de ello. Corrí un poco en las máquinas e hice bicicleta, pesas y abdominales. Regresé a la ducha y en la ducha tuve otro momento de inspiración.
Fue así como creé mi primera novela. Una novela extensa. Algo que había empezado meses atrás y que le di forma aquel día. Más de cincuenta folios escritos en una tarde. Cuando cayó la noche recordé que debía alimentarme y llamé a uno de los restaurantes japoneses de la zona. Compré algo de comer, bastante la verdad, y terminé dormido frente a la televisión viendo un partido de fútbol. Nunca pensé que crear algo como un libro fuera tan agotador, inclusive compadecí a Paulo aunque seguía deseando golpearlo durante horas.
Al despertar en plena madrugada corrí al ordenador y comencé a teclear un rato más. Apuntaba en mi libreta algunas ideas que usaría más adelante. Usaba todo lo que conocía de fantasía, además de historias japonesas usaba también la mitología europea. Creo que jamás me sentí así de vivo. Cuando creaba canciones lo hacía para expresar una sensación momentánea o para decir mis sentimientos, pero no era por algo exageradamente importante. Aquello que describía era algo más. Ese algo más era Olivier y toda la historia que estaba tras nosotros.
Recordé en ese mismo instante que por algún lugar tenía el número de Paulo, que tenía anotado ese maldito número de teléfono. También tenía el del despacho que fue de mi padre y alguno que otro más donde podía localizarlo. Llamé desesperado y él aceptó mi llamada al tercer tono. No supe que decir al oír su voz, aquello parecía demasiado precipitado.
-¿Sí?-preguntó tras el otro lado de la línea.-¿Hay alguien?-interrogó.
-Sí, soy Hizaki Sakurai.-respondí antes que colgara.
-¿Hay alguna emergencia?-preguntó sorprendido.-Son las cinco de la mañana.
-¿En serio? No sabía que era tan tarde.-dije algo avergonzado.-Mejor llamo más tarde.
-No.-respondió de forma sincera.-Verás no dormía, escribía.-noté que su tono de voz cambió.-¿Ha ocurrido algo? ¿Necesitas mi ayuda?
-Quiero preguntarte una cosa.-murmuré.-Verás estoy escribiendo una novela, una novela que significa mis sentimientos expuestos ante cualquier lector.-dije acariciando mis cabellos, más bien alborotándolos.
-Eso hacemos todos Hizaki.-respondió.-Todos somos así en este mundo.
-¿Son experiencias?-pregunté indeciso.-No sé si desnudar mi alma es lo apropiado.
-Debes decir lo que sientes en cada momento, no es bueno dejarse pequeños quistes.-bostezó, pude escucharlo y también una voz masculina llamándole a la cama.
-¿Podrías ayudarme a publicar?-dije obviando lo que había escuchado.
-Sí, pero ya hablamos mañana.-dijo antes de colgar.
Yo simplemente me quedé pensativo. Era demasiado temprano y yo estaba molestando. Si bien, quería preguntar aquello que me quemaba. No sabía si debía usarlo como si fuera un personaje, no sabía si nuestra historia debía ser usada para algo como aquello. Pero al final entendí que era una muestra de mi afecto por él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario